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Necesidad de ti

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Mi nombre es Laura y esta historia está basada en hechos reales, muy comunes, pero para mí, algo inesperados.

Comenzaré diciendo que desde muy joven he sentido una gran inclinación por el sexo, entonces tuve mi primer orgasmo, no supe como pasó, pero por alguna extraña razón esa parte en mí siempre ha sido muy activa, no fue algo que buscara, simplemente pasó y desde ese entonces mi cuerpo solo ha buscado sentir esa increíble sensación de total despojo del ser y de gran bienvenida al sentir, a la piel, a la carne, a lo mortal; el encuentro sexual entre dos personas puede ser algo increíble al igual que el encuentro sexual con uno mismo, por muchas equivocas razones nos hemos llenado la cabeza de que a la hora del acto sexual hay muchos pasos que hay que seguir o muchos ítems que tenemos que “chulear”, pero a la hora de la verdad cuando te dejas llevar, cuando dejas tus miedos e inseguridades y todo pasa a otro plano, cuando te permites disfrutar de tu cuerpo sea cual sea y rompes todos esos estereotipos de mierda y te permites ser, solo ser... solo ser y sentir puedes encontrar placer y no de ese que se va en menos de 3 minutos, hablo de ese placer que puedes encontrar por horas contigo misma, sin miedos, sin que nadie te vea, sin que nadie esté esperando que lo complazcas primero antes que, a ti, cuando estás solo para ti y tu placer es lo único que buscas logras entender o entrar en la verdadera razón de “que es lo que buscas de alguien o esperas sentir con alguien”. Una vez habiendo disfrutado de ti podrás disfrutar de los demás, solo viviendo esto podría corregir lo anteriormente dicho…”no cambiaría el auto placer ni el placer en pareja por nada”

…Había algo que me faltaba, llevaba días sintiendo un vacío, una necesidad, solo por este momento tocarme no era suficiente y no porque se tornara aburrido sino porque esas las que eran mis manos no eran las que quería en ese momento, quería sus manos, quería sus dedos, quería su saliva, quería sus fuertes brazos, aquellos que veía cada día al llegar a mi trabajo. Él no era precisamente lo que uno llamaría a alguien “atractivo” y lo pongo entre comillas porque me parece una burla y un suicidio mental dejarte atraer solo de alguien catalogado como “eso” porque podrías estarte negando a sentir uno de los placeres más grandes de tu vida o por lo menos así fue para mí y en ese momento no lo sabía pero él tenía algo aunque aún no descifre “que”, tuve que sospecharlo ya que nunca me considere alguien superficial y mucho menos alguien que se dejara atraer solo por un “físico”, mis gustos eran más profundos; su mirada, su forma de hablar, sus pensamientos, la opinión que tiene sobre la vida, su tenacidad, su determinación y muchos otros factores que no se ven a simple vista, él cumplía con muchos de ellos pero yo no lo sabía y para ser franca tampoco me había interesado descubrirlo.

Él había sido mi compañero por casi 5 años, pero ambos estábamos en relaciones cuando nos conocimos, éramos solo compañeros de trabajo y jamás pensé que algo entre los dos llegara a pasar, pero paso y era como si la vida así lo hubiese querido pues de trabajar muy lejos el uno del otro terminamos conviviendo en el mismo lugar, ambos ya solteros y con los corazones curados del amor y cabe decir que esta no es una historia de amor porque la realidad es que su vida y la mía son polares, diferimos en casi todos los planes y tenemos sueños diferentes pero nos queremos como quieres a alguien que sabes que tiene un alma bella y que las cosas podrían funcionar pero que no es para ti porque simplemente no son los indicados para cada quien. Nos unimos mucho y hubo algo, algo que me hacía querer verlo, querer hablarle, me gustaba escucharlo y aunque él no es de escuchar mucho, parecía genuinamente interesado en lo que yo decía, no es como que de pronto me gusto solo fue cuestión de tiempo y de estar en los momentos indicados en los tiempo indicados pero siendo sincera hasta el día de hoy no se con certeza que fue lo que nos atrajo o en qué momento pasó, solo sé que así fue.

Con el pasar de los días era obvia la afinidad, a veces lo sorprendía mirándome con algo de deseo en su mirada y aunque yo me sentía atraída siempre trate de disimularlo por lo menos hasta que él tomara la iniciativa de confesarme sus sentimientos, pero eso jamás paso y entre en una guerra conmigo de “¿se lo confieso yo o no lo hago?” y me sentía muy molesta porque era algo que jamás me había pasado, no era algo que por mi mente hubiera pasado pues mis pretendientes usualmente llevaban la delantera pero esta vez no sería así y tendría que ser yo quien tomara en valor para decirle que me gustaba y que deseaba besarlo, así que le hice frente a las cosas pero haciéndome la promesa de no pasaría nada y de que solo tenía que sacar eso que en mi corazón guardaba porque sentía que me ahogaría con mis palabras sino lo decía así que llego aquel día en el que decidí confesarle todo y como sabía que de frente no lo podría hacer, me animé a escribirle un mensaje en el que abrí mi corazón y lo hice con dos motivos; el primero era para proponerle un beso con el cual se acabaría lo que nunca empezó pero que era algo que necesitaba porque según yo eso solo era un capricho, una duda que necesitaba aclarar y el segundo fue para darle el valor que él necesitaba porque lo menos que yo esperaba después de tan explícito mensaje era su respuesta de vuelta y lo hizo.

Él sentía lo mismo y cuando leí una oración de su mensaje que decía “también me hubiera gustado besarte hasta el cansancio” sentí como todo mi cuerpo se estremeció imaginándome tal beso. Llego el momento de tener que vernos pues tenía que pasar que habláramos y que selláramos nuestros mensajes con un beso, aquel beso que sin saber no sellaría nada, sino que al contrario daría entrada a todo lo que pasaría después. Ese beso se tornó inquietante y de tibio paso a caliente y de tímido paso a atrevido y me gusto y sé que a él también al sentir como sus brazos, esos que yo deseaba sentir, me rodeaban y sus fuertes manos lenta pero fuertemente bajaban por mi espalda hasta terminar en mis glúteos y así una y otra vez sus manos recorrían mi cuerpo con pasión pero con límites, él no quería dejarse llevar del todo porque tal vez pensó que si lo hacia su pantalón no le dejaría esconder cuento me deseaba y así sin más remedio se entregaría a sus profundos y sucios deseos, ese beso nos mostró más de lo que esperábamos, nuestras lenguas se encontraron y uniéndose se dijeron todo lo que nuestras cobardes bocas no fueron capaz de decir.

Después de ese día solo queríamos más y más, ya los besos no bastaban, ya la ropa estorbaba como aquellas personas delante de ti que no te dejan pasar cuando lo único que quieres es caminar rápido y llegar a su destino lo antes posible, era así, como si la ropa se cayera sola pero no nos dejábamos llevar, no podíamos, solo no podíamos, aprovechábamos cada momento de soledad y nuestros cuerpos eran como imanes solo llegaban a donde estaba en otro, hasta que un día la vida, esa que se había encargado de unirnos allí nos permitió estar a solas, ya no habían impedimentos, fue este hombre quien días atrás no decía nada ahora lo decía todo, él tomo la iniciativa de estimularme con sus palabras, de decirme que le encantaba y esas palabras provocaron lujuria y deseo total en mí, solo deseaba que me tomara y me hiciera suya, deseaba que esos labios que hablaban besaran todo mi cuerpo y que esas piernas sobre las cuales estaba parado separaran las mías y se hundiera en mí y así pasó.

Me toma por sorpresa de la cara tras decir sus últimas palabras “me encantas, me fascinas” y yo me deje llevar por su boca, deje que sus labios mi guiaran, deje que sus manos me hablaran y me mostraran cuando placer podría sentir; me beso, me beso como nunca antes y me puso encima suyo, estábamos a la altura del suelo pues casi estábamos sentados cuando él empezó a hablar, nuestras rodillas se dejaron caer y el me levanto sobre su cuerpo y me acomodo de tal manera que mi piernas quedaran abiertas a su cadera dándole entrada libre al roce de su pene erecto, sentí como su glande rozaba mi vagina por encima de la tela y solo dejamos a nuestros cuerpos danzar al ritmo del maldito deseo que sentíamos, él se detiene y me mira a los ojos y siento como sus manos que estaban en mis caderas subían lentamente hasta llegar a mi blusa y con brusquedad tira de ella y me la quita, dejando así a mis senos liberarse y siento como la sangre corre por mi cara calentándola y luego baja por mi garganta hasta llegar a mi pezones, siento como mi carne se endurece y le dejo ver mi deseo al notar mis pezones duros y firmes solo para ser tocados deliciosamente por sus manos, él besa mi boca, besa mi cuello y por ultimo besa mis senos pero antes de eso se queda viéndolos como si su lengua le rogara saborearlos y los pones en su boca y empieza a besarlos, bruscamente y siento como sus dientes muerden uno de ellos y mi boca suelta un gemido y el al ver esto lo empieza a hacer más lento marcado con su lengua círculos pequeños alrededor de ellos y yo siento como mis tangas se humedecen y como deseo que me penetre pero antes de eso me pone de pie y me dirige a una mesa que había en el lugar, tenía la altura suficiente para que sin importar la posición, mi vagina y su pene se encontraran, yo lo dejo que me maneje pues no podía resistirme, me sube a la mesa y baja mi pantalón como si aquel pedazo de tela fuera lo que más odiara en el mundo y ya con solo mis tangas puestas empieza a jugar con sus dedos, SUS MALDITOS DEDOS era eso que deseaba, esos dedos que comenzaron por humedecerse en mi boca y tocar mi vagina por encima de la tela, era una tortura sentirlo tan cerca pero tan lejos aún de mi interior así que tome su mano y junto con la mía empezamos a correr un poco mi tanga y a sentir la humedad de mi vagina, humedad causada por sus deliciosos besos, él toma su dedo y lo mete en su boca para sentir mi sabor y cierra los ojos como si aquello fuera algo de lo que tenía sed, una sed que pronto apago al sorprenderme bajando su cara a la altura de mi vagina y allí, aun con mis tangas puestas empieza a arrastrar la tela para un lado y siento como su lengua roza mi clítoris y comienza a lamer, a besar y a parar cada tanto con mi clítoris para meter su lengua en mi vagina y juega así entrando y saliendo, clítoris-vagina-clítoris-vagina, me mira y me dice con sus ojos que aquel sabor era todo lo que quería probar, mete su dedo índice y mientras su dedo se introduce en mí, su lengua lame mi clítoris y hace esto hasta que sedo ante tan delicioso acto y me corro en su boca, tomo su cara y lo obligo a limpiarlo todo con su boca y luego lo beso y me mira extasiado.

Bajo de la mesa y lo miro, lo beso y le digo “es hora de conocerlo” y sin apartarle la mirada ni un segundo me pongo de rodillas haciendo un camino de besos desde su cuello, pasando por su pecho hasta su pelvis de dejaba ver su vello púbico lo cual me puso muchísimo, baje su pantalón y luego su bóxer y lo vi, estaba en mi cara, el causante de mis desvelos porque aún sin conocerlo era su pene lo que deseaba penetrándome cada noche, con las manos escupiendo en ellas lo tome con fuerza y lo metí en mi boca y su sabor era increíble, lo bese lentamente, no como una mamada sin gusto, realmente deseaba besarlo, no deje un centímetro de el sin mi saliva y luego comencé a darle forma a mi mamada moviendo mi cabeza arriba y abajo, hice que pusiera sus manos en mi cabello y me obligara a tragarme su pene, a llevarlo hasta lo más profundo de mi garganta y sacarla y en cada sacada rozaba mi lengua por su glande, lo puse entre mis senos y los cerré de manera de que sintiera la fricción de mi carne contra la suya lo lleve una vez más a mi boca y comencé a mamarlo pero esta vez más y más rápido, más y más duro y su gemido me anuncio que se correría y yo le rogué que acabara en mi boca y mirándome sorprendido y agradecido al mismo tiempo de dejo ir y recibí todo su delicioso final y lo trague y disfrute cada gota de mi trabajo bien hecho y le dije “gracias por tu deliciosa leche, quiero más pero ahora dentro de mi vagina”.

Él me toma de los brazos y me levanta de fuerzas y me pone de espaldas sobre la mesa, me pone una pierna arriba de la mesa y la otra en el suelo de manera de mi vagina queda ligeramente contraída pero despejada para su maldito pene, él me toma de la cadera y con una mano halando mi cabello y la otra empuntando su verga me penetra y grito de emoción pues era todo lo que quería, su verga dentro de mí, entrando y saliendo con dureza, él se deja caer sobre mi espalda y siendo tu respiración acelerada en mi cuello y no para, me penetra lento y suave, su ritmo es perfecto, siento como mi abdomen se contrae, como mis pezones se queman, como mi piel arde y mis ojos se humedecen al sentir tanto placer, no lo contenemos, ambos gemimos, su pelvis choca contra mis nalgas y el sonido es música para mis odios, mi humedad también suena, estoy tan mojada que puedo escuchar como cada penetrada suena como dos manos mojadas chochándose, se acerca a mi oído y me dice “eres mía, tu cuerpo es mío, tus gemidos son míos, tu sudor es mío, Laura eres mi maldita perra” luego sale de mí y rápidamente se sienta en la mesa y me carga encima de él pero ahora soy yo quien está al mando así que estando en frente de él le miro y le digo “soy tu maldita perra y quiero me la folles” y lentamente introduzco nuevamente su verga en mí y empiezo a moverme, pongo mi piernas lo más abiertas posibles y brinco encima de él, mis senos golpean su cara y él me toma del cuello y me maneja como si yo fuera su jinete y él mi caballo, cabalgo su dura verga y ambos gemimos en la boca del otro y siento como su cuerpo tiembla al igual que el mío así que alentó mi movimiento y me muevo suave como bailando en su pene y mi clítoris se roza con su vello púbico y siento como yo también tiemblo en señal de que ambos nos correremos así que no paro con mi movimiento de cadera y él me toma por el culo y lo aprieta, me aprieta mucho contra él sin parar, ambos moviéndonos pero ahora rápidamente sentimos como nuestro placer llega al máximo y ambos llegamos al mismo tiempo corriéndonos uno en el otro y quedamos tumbados, húmedos y calientes y ambos sentimos como nuestros tibios líquidos quedan al descubierto, yo encima de él y él encima de nuestro sudor derramado en aquella mesa y nos miramos a los ojos prometiéndonos que siempre volveremos a ese mismo lugar a donde nuestras almas y cuerpos jamás se acobardarían otra vez.

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