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La princesa de papi 1

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El salón estaba completamente en silencio, los estudiantes hacían los apuntes mientras el caliente profesor Morris nos explicaba sobre lo que vendría en nuestro próximo examen. Mi mejor amiga se encontraba sentada junto a mi, ambas estábamos aburridas a nivel máximo. Era uno de esos días lluviosos, donde sólo deseabas hacer nada y sólo sentarte a ver Netflix mientras comes dulces. En mi caso, me apetecía algo más interesante, tal vez el Netflix encendido con una película cualquiera que fuera la que presenciara el mejor folle de la historia. Llevaba mi lápiz a mis labios pasando la lengua por la goma del borrador, haciendo círculos levemente.

Es cierto lo que dicen; Luego de acabar el periodo terminas con una calentura que ni Dios te quita.

En mi caso es calentura era permanente.

Escuchamos la campana indicando que nuestra última clase daba a su fin, mi mejor amiga y yo nos levantamos luego de recoger nuestras pertenencias.

—Dime que tu rico padre nos vendrá a buscar— suelto un bufido.

—Vas a seguir fantaseando con mi padre y hermano— ruedo los ojos.

—Es que estan para chuparlos y tenerlos todos los días amarrados— decido ignorarla saliendo del aula, ella me sigue ya que cómo siempre le damos un aventón.

Cuando salimos, Stacy sólo habla de los miembros de mi familia masculinos; Diciendo lo bueno que estaban y cómo se dejaria follar. En realidad no podia mentir, mi hermano y mi padre eran hombres realmente atractivos. Mi padre a pesar de tener ya cincuenta y cuatro se veía bastante joven y mi hermano a sus veintitrés es todo un partidazo. No cabe mencionar lo mujeriego que es. Mi padre por otro lado siempre es amoroso con mi madre, muy atento a ella y claro conmigo que soy su princesita.

—Mira, llegaron, Dios es tu padre— chilla Stacy emocionada.

Caminamos hasta la camioneta de mi padre, primero se monta Stacy ya que la camioneta es de cabina, noto cómo al montarse mueve su culo tratando de llamar la atención de mi padre. Moviendo el espaldar del asiento me monto, veo que mi padre lleva su ropa de negocios.

—Hola niñas— saluda papa con cariño.

—Hola señor Ryan—la voz de mi amiga suena tan insinuante que hasta mi padre me mira de reojo cómo preguntándose qué le pasaba.

—Hola papi— me acercó y beso su mejilla cómo siempre le he hecho. —¿Estabas haciendo negocios?— le pregunto con curiosidad.

—Si, resulta que hoy he conseguido unos toros cómo me encantan, está próxima temporada, que va, conseguí los mejores— me sonríe mientras pone la camioneta en marcha.

Pues mi padre se dedica a los rodeos, y todo lo que tiene que ver con toros y caballos, ama esa vida al igual que mi hermano; quien sigue sus pasos siendo uno de los Top’s.

—Wao papa, eso es excelente— mi padre lleva una de sus manos a su cabello, la otra dejándola en el volante. Noto cómo por encima de su saco se marcan sus brazos musculosos.

—Felicidades señor, Ryan— mi amiga se hace presente en la conversación.

—Gracias, Stacy y dime hija, ¿cómo les fue hoy?— pregunta.

—Aburrido— se apresura a contestar mi amiga.

—La clase de gimnasia es super cansada— me quejo.—Pero todo lo demás, bien— le contestó, ignorando que Stacy ha hablado antes.

—Nunca se me dio bien hacer esas mierdas en gimnasia, a duras penas se hacer la estrella— ríe levemente.

—Pero la gimnasia es buena, puedes ser flexible para mejores usó… a los hombres le gustan las mujeres que son flexible, cierto señor Ryan— sonríe mi amiga. Juro que en ese momento quedó boquiabierta.

Mi padre se atraganta con su propia saliva, sin embargo le sigue el juego con un comentario razonable. Para cuando la camioneta se comenzaba a volver un lugar incomodo fue que mi padre se detuvo haciéndome ver que estábamos frente a la casa de Stacy. Bajandome de la camioneta observó cómo Stacy hace la misma acción con su trasero, ahora captando la atención de mi padre quien rápidamente mira a otro lado.

—Buenas tardes Ryan, y muchas, muchas gracias por traerme— prácticamente gime. Voltea para verme, me besa la mejilla. —Apuesto a que ya la tiene dura, un día lo follare— niego notando que mi padre me mira. Vuelvo a la camioneta y mi padre pone en marcha el auto.

—Stacy está muy… directa, no— habla mi padre luego de un rato.

—Lo siento papi… es que tiene está loca idea de que “Follara” contigo… dice que eres un hombre muy… guapo y que se marca— me detuve al darme cuenta de lo que estaba diciéndole a mi propio padre. Para completar mi vista bajo a su entrepierna donde claramente si se marcaba su paquete.

—Por Dios, que niña— mi padre dice con un humor fingido, evidentemente estaba avergonzado, nervioso y no mas que yo.

—Lo siento papi… es que… sólo me habla de ello y me jode… Dios no puedo, todo el tiempo escuchandola es asqueroso— noto su mirada en mí por unos segundos.

—¿Asqueroso?— pregunta notoriamente curioso.

—¿Si! Porque eres mi padre y cuando lo dice de Scott— jadeo.—Me pone mal escuchar todo eso.— le miro, siento mis mejillas coloradas.

—¿Y si no fuera tu padre no te pareceria asqueroso?— su pregunta me pilla desprevenida. Me sorprende de igual forma, no pensé que el preguntaría eso.

—Bueno… soy mujer y no soy lesbiana… hablar sobre hombres y sus paquetes… no es malo, pero si es de mi familia me resulta un poco… malito— mi padre ríe.

—Mañana iremos a montar caballo por el valle… ¿Te apetece?—

Los sábados solíamos hacer eso, montar a caballo o ir a los rodeos locales.

—¿Y no iremos a ver rodeos? Pensé que competirán— siempre lo hacen.

—Planeaba hacerlo, pero tu madre está peleando porqué no tomó tiempo para ella, siempre está cuidando a tus hermanos— aparte de Scott estaban Mike y Jasper. Dos torbellinos que alegraban la casa junto a Skyler la pequeña.

—Si quieres puedes dejar a los chicos conmigo… y así ustedes tendrán un tiempo para ustedes— sonrió levemente.

—Para nada, no quiero ponerte a cargo de esos tornados, te volverian loca, se que no tienes temperamento— noto que hacemos una parada en donde se encuentran los toros y algunos caballos. Nos bajamos y los trabajadores de mi padre nos saludan mientras siguen sus caminos. Papa es un hombre poderoso, tiene varios terrenos en la ciudad y otras ciudades. Los mejores caballos y toros, aparte de otros animales muy bien criados. —Debo hacer algo un momento aquí, no tardaré mucho— diciendo aquello se marchó a su oficina.

Fui a uno de los establos, encontrando la zona de práctica, en ella tenían un simulador con una silla de caballo. Los minutos pasaban y comenzaba a aburrirme. Decido montarme en el simulador; siendo esto el primer contacto con algo relacionado al rodeo. Papa era muy celoso con eso del rodeo y su hija.

Sonrió al sentir cómo se mueve mucho, lo estabilizo; no puedo evitar reír, me sujeto de la soga imitando las tantas veces que he visto a mi padre y hermano hacerlo. Lo único malo es que sólo llevo la falda del colegio y mis calcetines largos sólo llegan un poco mas arriba de mis rodillas, lo demás se pega al cuero de la silla.

De alguna manera comienzo a moverme haciendo que mi entrepierna pegue completa en el cuero, sintiendo el vaivén de mis movimientos. Minutos más tardes ya puedo manejarlo mejor.

—Lo haces bien— escucho de repente a mi padre, volteo levemente viéndolo en el marco de la puerta. —Pero debes dejarte llevar, estás tratando de controlarlo— se acerca a mi, lentamente sus manos suben a mi espalda y vientre.—Mantente firme, no te estreses, debes sentir cómo él se mueve— me mira desde abajo, sus manos hacen presión. Ayudándome mantenerme en aquel simulador. —¿Quieres aumentar el movimiento?— me pregunta sin dejar de mirarme.

Asintiendo, mi padre se aleja de mí, entonces los movimientos del simulador se vuelta más rápidos, me es difícil sujetarme. Rio levemente.

—Mas— grito. Mi padre aumenta la rapidez del simulador, tan rápido cómo aumenta mi cuerpo se menea cómo loco. Mi entrepierna llega hasta el tronco causando que aquello pegara constante con mi monte de venus. Cuando ya no puedo sostenerme más mi padre lo nota por lo que detiene el simulador.

—¿Estás bien?— me pregunta notando mi respiración agitada.

—S—si— sonrió levemente.

—Vamos— sonríe acercándose,

No puedo evitar fijarme en su bulto en la entrepierna. “Es que su paquete se marca tan rico” recuerdo las palabras de Stacy.

Sus manos me sostienen con fuerza, en aquel simple movimiento en que muevo mi pierna para poder bajar con la ayuda de mi padre, mi falda no me cubre lo suficiente haciendo asi, que mis bragas se notaran ante la vista de mi progenitor. Se que lo ha notado, se que ha visto aquello.

Mi humedad.

Lentamente me baja, haciendo que mis piernas se pasen por sus costados, y mi entrepierna se pegue de su bulto por unos segundos, nuestras miradas se cruzan en esos mismos segundos.

—No hagas eso si no estoy yo, entendido— me dice refiriéndose a montar el simulador.

—¿Porqué?— me atrevo a cuestionarle.

—Porqué los trabajadores no son tu padre o hermano… eres una mujer… y ver esos movimientos— mis piernas se aferran a sus caderas por alguna razón, sabía perfectamente que la parte más escondida de mi estaba respondiendo. Puedo sentir cómo su paquete se acaricia a mi coño.

—¿Que movimientos?— las manos de mi padre se aferran mas a mi cintura.

—Montando ese simulador que has dejado completamente húmedo… cómo tus bragas— mi interior se aprieta ante sus palabras. Me sorprendió de sobremanera escucharle hablarme asi, a mi. Su hija.

—Papi… te molesta que tenga mis braguitas mojadas?— susurro. Noto cómo sus manos bajan lentamente, acariciando mi espalda hasta llegar a mis nalgas, donde aprieta sin piedad.

—¿Porque me molestaria que estuvieran mojadas?— cuestiona, su mirada es intensa, cómo pocas veces había logrado ver.

—Porqué soy tu princesita… azúcar morena— murmuró acariciando pecho.

En otro momento jamás hubiese pensado en esto, estaba siendo todo lo que Stacy una vez metio en mi cabeza. Todo eso que me parecía asqueroso y enfermo ahora me provocaba morbo. En ese momento me di cuenta que, todo lo que mi mejor amiga fantaseaba, lentamente yo lo hacía de igual forma y quizá con más intensidad a tal punto de hacer algo prohibido realidad.

—Eres la tentación que jamás imagine tener— su voz sale agitada.

—Dime porqué— acerco mis labios a los suyos mientras muevo mis caderas, deseando sentir lo que ahora con certeza podía decir, era su erección.

—Porqué es enfermizo, morboso, el deseo que tengo por metertela— dejó escapar un gemido, se encuentra manoseando mi culo, sus ásperos dedos acarician mi piel, dejando a un lado la falda sus manos ya están sobre mis bragas. —Porqué llevo fantaseando con mi princesita… desde hace mucho— tras aquellas palabras su dedo índice presiona contra mi ano.

—Papi— no dejo de mirar sus ojos azules, no dejo de ver su excitación, estoy fascinada. —¿Desde hace cuanto?— mi voz cada vez es más aguda y baja, cómo si mi cuerpo se tragara todo lo que sale de mi boca.

—Desde que llegaste a la adolescencia… ese jodido desarrollo… verte en bikinis, verte en esa ropita tan ajustada, queriendo mostrar tus tetitas, tu culo tan redondo y duro… Porqué me torturas, princesita— su respiración sale muy caliente.

Camina conmigo en brazos, entonces me estampa contra la pared y con su salvajismo mueve la braga. Quizá la rompió.

—No sabía que causaba eso en ti… papi— muerdo su labio inferior no tanto para no dejar marcas. Extrayendolo hacia mi chupandolo. Por parte de mi padre un gemido se manifiesta, dándome el placer que quiero. Nuevamente me aprieto en mi lugar más sensible.

—Oh, princesita— me azota una nalga. —Eres una traviesa mas mala que la Stacy, esa amiga tuya— sonrió porque en realidad no sabía que este lado existía en mi.

—Dime papi… ¿Te gusta el culo de Stacy o el mío?— él sonríe, gimió sonoramente al momento que sus ásperos y fornidos dedos acarician mi clítoris. Mis piernas tiemblan cómo si tuvieran un tic nervioso.

—El culito de Stacy está pequeño… soy hombre de culos grandes… donde pueda meter mi cabeza y aspirar ese aroma tan cachondo— sonríe. —Ese clítoris está todo palpitante… no sabía que mi hija tenía un botoncito tan rico—  no puedo evitarlo más, sujeto su rostro y lo beso con desespero, otro gemido. Ahora sus dedos han encontrado mi entrada empapada. —Tu culo es lo que veo cada vez que te montas y bajas de mi camioneta— confiesa esté.—Tus tetas… tus hermosos ojos… — sigue besándome, su lengua folla mi boca cómo una experta.

Mi madre es una jodida afortunada.

Sus dedos me follan sin piedad, llegando hasta lo más alto que pueden, siento cómo se curvan dentro de mí en busca de algo. Y ese algo lo consigue en su próximo intento, ya que comienzo a gemir sin parar, pidiendo mas y mas.

—Mira cómo te pones de babosa, princesita— entonces saca sus dedos dejándome vacía, queriendo sentir mas. Veo sus dos dedos, están llenos de los flujos de su hija. Lleva sus dedos a su boca, me excita verlo chupar sus dedos.

—Papi… quiero chupartela— él sonríe, entonces me baja de encima suyo, estoy centrada en sus acciones, observo cómo se quita el cinturón, bajando la cremallera de aquel apretado pantalón, su erección deseaba salir a sal punto de que al estar libre dio un salto impresionandome aún mas. Pues, jamas había en un hombre algo tan grande. Era como ver la de un caballo pero en… mi padre.

—Adelante, princesita— su sonrisa de excitación me dio mas placer. Me bajo lentamente tomando aquel tronco en mis manos. Con mi tacto consigo que este tenga espasmos. Mi boca se hace agua, abro la boca y lentamente paso mi lengua por aquel pedazo de carne, tiene un sabor poco salado. Qué esperar de un hombre trabajador cómo mi padre.

Comienzo a lamerlo todo, sin dejar escapar algún lugar, seguidamente siento la necesidad de ya tenerlo en mi boca completamente, asi que comienzo a adentrar su glande en mi boca. Se que no entrara toda en mi boca, por lo que me encargo de con mis manos masturbar el resto de su longitud libre.

El sentir mi boca inundada con aquella gorda verga me ponía cada vez más, notaba cómo mi padre gemía.

—Princesa, no sabía que tenías una boca tan rica y experta— su mano acaricia mi cabello. —Te vez hermosa con mi verga en tu boquita— diciendo aquello tuve que gemir y aumentar la mamada. Deseaba darle el placer que nadie jamás le había dado.

Sacándolo de mi boca observo a mi padre mientras le masturbo.

—¿Te gusta la boquita de tu hija?— le preguntó mordiendo mis labios.

—No sabes cuánto… tienes una boquita única… ni tu madre la chupa asi de rico— aquello me puso mucho mas. Chupe su glande sin dejar de masturbar, siento cómo de su rica polla salia liquido preseminal. —Princesa— dime por el contacto de mis dientes en su piel sensible. Paso mis dientes y al final muerdo con suavidad su glande, pues me encanta aquella cabeza caliente. —Joder— retomando mi anterior trabajo comienzo a tragar su verga encantada de sentir en mi lengua sus venas sobresalientes. —Me voy a correr— gruñe, nuestras miradas se encuentran, gimo al sentir sus manos empujar mi cabeza logrando atragantarme con su polla. Mi coño se encuentra empapado.

Su orgasmo se hace presente convirtiendo mi boca en un mar de leche, abundante, viscosa, caliente y con un sabor amargo pero a la vez semi dulce. Cierro los ojos ante aquella sensación tan erótica. Tragando aquello y, dejando su verga limpia de todo rastro de leche saboreo en mis labios algunos residuos.

—Mmm, papi— llevo mis dedos a mis labios sintiendo la textura de aquel líquido viscoso. Mi padre me está observando cómo si fuera la joya más preciosa del planeta, acaricia mi mejilla —Me encanta tu lechita—

Continuara...

N/A: Hola, soy nueva por aqui. Primer relato publicado. 

Espero que les haya gustado.

Besos

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