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Tristemente uno de los hermanos de mi abuela falleció por lo que tuvimos que asistir al velorio.

Llegamos a la casa familiar, yo no conocía nadie de ese lado de la familia así que mi madre se propuso hacer que todos me conocieran.

Entre tanta gente solo alguien llamó mi atención, era un chico alto y guapo, era 2 años mayor. Me encantó desde que lo vi, solo había un inconveniente, era mi primo.

Luego de esa reunión me mantuve en contacto con mis primos, él incluido; su nombre es Adrián. Nos llevamos bien de inmediato y quedamos para salir muchas veces.

A veces bromeábamos y un día me dijo - “¿sería muy raro que nos acostáramos? -

Me quedé helada, quería gritar que sí y que me tomara ahí mismo pero mis pensamientos fueron frenados cuando él se rio -Es broma niña- yo reí nerviosa.

Adrián había adquirido el hábito de hacerme propuestas sexuales para ver mi reacción que le resultaba tan divertida, yo me frustraba cada vez más hasta que decidí tomar el control.

Un día regresé a la casa familiar pues era Año Nuevo y querían celebrar en familia; yo estaba en el patio tomando aire, él llegó y me abrazó por la cintura pegando su cuerpo a mí y me susurró al oído: -Vamos querida, entremos. Hoy puede ser el día en que te haga mía- Se separó de mí y me dio un golpecito en el trasero, sonreía burlonamente.

Durante toda la cena deslizaba su pierna entre las mías y me lanzaba besos, yo estaba excitada a más no poder, lo quería dentro de mí.

Cuando la cena finalizó todos fueron a la sala a beber, charlar, bailar y cantar; aproveché y le dije a Adrián que tenía un obsequio para él y que estaba en su habitación.

Subimos hasta allí y entramos. Yo cerré la puerta y le puse seguro.

-Bien amor, ¿dónde está mi obsequio?

-Siéntate y cierra los ojos.

Me quité la blusa y el sujetador, le dije que ya podía mirar. Abrió los ojos y quedó paralizado.

-Hanna, es que… yo solo...estaba jugando…

-Shhh… solo relajate.

Me senté en sus piernas y lo besé

-Pero...si alguien entra…

-No te preocupes

Le quité la camisa y él me besó los pechos. Hice que se recostara en la cama y desabroche sus pantalones, saqué su pene, que ya estaba duro para mí, y comencé a chuparlo. Él me miraba y sujetaba mi nuca, daba pequeños gemidos.

Me puse de pie y me quité la falda y las medias muy despacio, eso debió excitarlo demasiado ya que se abalanzó sobre mí y me llevó a la cama.

Metió su pene a mi vagina, yo crucé las piernas alrededor de él y puse mis manos sobre su espalda. Con cada orgasmo yo lo rasguñaba un poco, el dolor le gustaba y me cogía cada vez más fuerte.

Cambiamos de posición, él estaba de pie y yo boca abajo a la orilla de la cama con las piernas cruzadas y apretadas, esa posición le fascina.

Sacó su pene, me senté en la cama y comencé a frotarlo; él explotó con su leche caliente y gemía gritando mi nombre, yo me tragué todo su semen.

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