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Doña Maru

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Esta experiencia ocurrió hace ya algún tiempo, contaba con 19 años, mis padres tenía una tienda de abarrotes y a mí me correspondía regularmente el turno de la tarde una vez que llegaba de la escuela.

Como casi a todos los jóvenes me sentía fuertemente atraído por mujeres maduras como una fantasía, pues bien, había una clienta frecuente, doña Maru, viuda quien tenía aproximadamente 55 años, muy jovial en su trato y poseedora de unos grandes senos que llamaban poderosamente mi atención, regularmente cuando asistía le gustaba quedarse algunos minutos a platicar de muy diversos temas, por el trato, fue creciendo la confianza y me pude dar cuenta que yo no le era de todo indiferente, en una de esas conversaciones, me armé de valor y le invité a tomar un café, en más de una ocasión me rechazó, sin embargo, ante mi insistencia un día aceptó, sólo me pidió vernos en un parque porque no quería que los vecinos comenzarán a murmurar.

Para esa ocasión, le pedí el auto prestado a mi padre y llegué puntual a la cita, ya me estaba esperando, vestida con una falda y una blusa que hacían resaltar sus grandes senos que tanto me gustaban, nervioso abrí la puerta y me saludó con un beso en la mejilla, sugerí un lugar para tomar un café y nos dirigimos hacia allá, era un día lluvioso y el tránsito iba muy lento, situación que aproveché, deslicé mi mano hacia la de ella y la apreté suavemente, ya casi para llegar al sitio indicado, le comenté, seguramente con esta lluvia el café estará muy lleno,¿ por qué mejor no vamos a otro sitio donde estemos solos y podamos hablar más tranquilamente ?, sonrío maliciosamente y me dijo "como tú quieras", sin pensarlo dos veces, me dirigí a un motel cercano.

Al llegar a la habitación, no pude contenerme más, comencé a besarla y a recorrer su cuerpo, ella sólo atinaba a decir "estamos locos", continúe besando su cuello y poco a poco desabotoné su blusa, le quité el bra y ante mis ojos quedaron al natural sus dos grandes senos, un poco caídos por la edad pero aún grandes y turgentes, unos deliciosos pezones cafés que inmediatamente comencé a chupar, ella también me quitó la playera y a besar con intensidad mi pecho, al poco tiempo cayó su falda y pantaleta, después mi pantalón y boxers, dejando ver la gran erección que me había provocado.

Se sentó en la orilla de la cama y se llevó mi miembro a la boca, dándome una de las mejores mamadas que recuerdo, así pasaron unos minutos, la recosté en la cama, abrí sus piernas y comencé a hacerle sexo oral, recorriendo cada cm de su vagina con mi lengua mientras escuchaba como gemía de placer y que me decía "no pares chiquito, ya me hacía falta..." después se incorporó y nuevamente me hizo sexo oral, abrí sus piernas, sentí la humedad de su vagina y con ansiedad comencé a penetrarla, primero lentamente y después con más fuerza, después cambiamos de posición, me recostó en la cama y se montó en mí, mientras yo acariciaba sus nalgas y chupaba sus pezones, después de algunos minutos le dije, ya no aguanto me voy a venir.....ella contestó "termina cuando quieras, dejáme llena de tu leche".

Al finalizar, quedamos abrazados por unos momentos, nos bañamos para después llevarla a donde la había encontrado.

En sus siguientes visitas a la tienda, sólo cruzábamos nuestras miradas y una sonrisa de complicidad.

En otra ocasión, al regresar de una fiesta, le llamé por teléfono para ver si me podía recibir, tenía la visita de uno de sus nietos pero accedió verme en el estacionamiento de su edificio, bajó con sólo una bata, nos besamos brevemente, la recargué en uno de los autos y la penetré con fuerza mientras escuchaba como reprimía sus gemidos de placer para no ser vistos y yo acariciaba sus grandes tetas, fue algo rápido pero muy excitante.

Posteriormente tuvimos varios encuentros, entré a la universidad, mis padres cerraron la tienda y creo que ella se fue a vivir con uno de sus hijos y así dejamos de vernos.

El tiempo ha transcurrido pero esa fascinación que tengo por las maduras aún continúa....

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