Nuevos relatos publicados: 16

Me lo debías

  • 23
  • 13.293
  • 9,57 (7 Val.)
  • 1

La última semana de mi último año en el instituto, exacto… esa donde los profesores se ponen nostálgicos y dan sus estúpidas charlas de superación personal hasta llegar al tan dramático: “Fueron una excelente clase, nunca los olvidare” y comienzan a llorar. Es tan gracioso ver a mis demás compañeros quienes quedan conmovidos por las palabras de los profesores y desde mi asiento logró ver una protuberancia en sus gargantas de lo bien que están aguantando el llanto.

No es gracioso el hecho de verlos conmovidos, sino que durante todo el curso se la pasaban diciendo pestes de los profesores, que si por los trabajos o porque les pusieron una mala nota, y ahora verlos en ese estado de conmiseración con ellos, no sé, me resulta muy cómico.  

Me giro para observar a April, mi mejor y única amiga, quien a diferencia de mis demás compañeros tiene un clínex en la mano y recurrentemente lo pasa por su cara para limpiarse las lágrimas (y mocos), mientras observa y escucha con atención a la profesora.

Le echo un último vistazo a la clase, no para seguir burlándome de sus expresiones, sino porque a estas alturas estaría mintiendo si dijera que no me da algo de nostalgia el hecho de que no volveré a ver a esas personas con las cuales compartí tres años de mi vida. No es que haya tenido con ellos una amistad cercana y profunda como la que  mantengo con April, pero al menos hicieron mi estancia en el Instituto Bradley Donovan, “interesante” por así decirlo.

Veo jugando con su cabello a la vanidosa Hillary Meyer y a su descerebrada achichincle Summer Evans, quien se acomoda el relleno de sus bubis sin importarle si alguien la ve. Unas filas más adelante Chad Spencer dibuja algo en su cuaderno, es el artista de la clase, así que no es raro verlo en ese estado meditativo y centrado cuando le llega “la inspiración”.

Pillo a Brenda Simon viendo a Chad fijamente, es la chica más lista de la clase, así que no tarda mucho en percatarse de mi mirada, se ruboriza y actúa  como si nada pasara. Es obvio que está enamorada de Chad, pero es tan tímida y patética en cuestión de amor que nunca se animó ni se animara a confesárselo.

Esas últimas palabras me dejaron con un mal sabor de boca… “Es tan tímida y patética en cuestión de amor que nunca se animó ni se animara a confesárselo”; pobre Brenda, ¿Quién soy yo para juzgarla si sé exactamente lo que se siente ser tímido y patético en cuestión de amor?

Observo a Brenda Simon por otro rato hasta que su mirada encuentra a la mía y le regalo una sonrisa cómplice y amistosa, ella interpreta mi acción a la perfección y sin mal entendidos; y de pronto, sus ojos cambian de dirección en una fracción de segundo, puedo notar como sus pupilas  se dilatan y su semblante cambia drásticamente, como si estuviera sorprendida de lo que ve.

Intuitivamente sé que no está viendo a Chad, pues sus ojos se clavan fijamente en los asientos de la última fila, allí donde los “chicos populares” de mi clase se sientan. Guío mi mirada y vuelvo a toparme con Hillary y Summer, quienes escriben cosas en un pequeño trozo de papel y se lo pasan la una a la otra para comunicarse, al costado de ellas Dick Thomas se toca frenéticamente las pelotas mientras observa el discurso de la profesora sin mucho afán; Y es allí, en ese preciso momento cuando al seguir observado a “los populares” me doy cuenta de lo que sorprendió a Brenda Simon.

Allí esta él, Joseph Masen, con su cabello espeso y negro como la noche de una exótica selva húmeda viendo… ¿me?... ¿A mí?; Lo veo sonreír y siento como el color sube a mis cachetes y bajo mi mirada rápidamente.

Me siento anonadado, no, me siento estúpido; Mi cordura tarda unos segundos más en regresar a mí, y cuando lo hace me tranquilizo al escucharla: “¡Tranquilo Timothy!, es imposible que Joseph Masen te esté observando a ti… Haz sido invisible para él desde siempre y para siempre, ¡Confía en mí, estoy seguro de que si volteas de nuevo te darás cuenta por ti mismo!”; Escuchó atentamente a mi cordura y así lo hago… ¡Estúpida cordura!, ¡Estúpido Joseph Masen!, ¿Por qué me sigue observando fijamente con sus redondos y bonitos ojos negros?, ¿Tendré algo sucio y desagradable en la cara?, no, no puede ser eso; Lo veo sonreír una vez más mientras me mira, y no puedo evitar fruncir el ceño y mirar hacia otro lado, ¿Se estará burlando de mí?

Mi cabeza comienza a trabajar con fluidez; meditando, pensando, analizando, especulando y haciendo lo imposible por tratar de comprender porque Joseph Masen me observa; y de pronto todo queda muy claro al recordar “el por qué” estoy enamorado de un chico presumido y apuesto como él… del por qué estoy enamorado de un “inalcanzable” como lo es Joseph Masen.

* * *

-“Hola, ¿es esta la clase 1-I?”

Resulta ser que con esa frase inicia la pequeña historia del ingenuo Tim hace aproximadamente tres años en su primer año de instituto, en su primer día de los “cursos de inducción” para ser más exacto; Esos cursos que te sirven para que vayas conociendo a tus compañeros y las instalaciones del plantel en el cual estarás “arraigado” los próximos tres años de tu vida.

Ese día llegue temprano, muy temprano, pues quería evitar el incómodo momento de llegar faltando cinco minutos para el inicio de la clase y no saber ni en donde estaba parado, ni tampoco quería perder mi poca dignidad al pedirle orientación a algún extraño.

 Tardé unos diez minutos en encontrar mi aula, pero aún faltaban aproximadamente otros treinta para que diera inicio la primera clase, así que opté por sentarme en algún lugar del pulcro pasillo y resignarme a esperar en solitario.

No habían pasado ni cinco minutos cuando una varonil y profunda voz me hizo dar un pequeño saltito de sorpresa.

-Hola, ¿Es esta la clase 1-I?

Fue allí cuando conocí la “naturaleza original” de Joseph Masen, muy diferente al chico que es hoy, pero con esa belleza exterior que se notaba aun con sus feos brackets, su cabello grasiento y sus gafas pasadas de moda, pero eso sí, con un cuerpo tan desarrollado para nuestra edad que llamaba mucho la atención, bueno… mi atención.

Para no hacer largo esto, terminaré diciendo que durante las dos semanas que duraron los cursos de inducción fui el mejor amigo del “imperfecto” Joseph Masen. Pasábamos desapercibidos por todos y quizá a él sí… pero a mí no me importaba en lo absoluto.

Era feliz estando a su lado, si bien en ese entonces Joseph no era el más agraciado y aunque suene soso, yo me había enamorado de él; de la forma más pura y bonita del mundo, de la manera que solo se ama al primer amor de adolescencia. Cuando los cursos de inducción al instituto terminaron nos dieron una semana de “vacaciones” para iniciar el curso con el pie derecho, según la regordeta directora del plantel.

Mi sorpresa ese lunes al llegar al instituto después de una semana de no ver a mi amado fue darme cuenta de que había alguien más “amándolo”, lo peor es que ese alguien no era yo, y “aún más peor” ese alguien… tenía vagina.

Me molestó el hecho de que la zorra de Charlotte Parker me lo había ganado, pero más me molestó que se enamorara del “perfecto” Joseph Masen, ese al que volviéndole a poner sus feos brackets, revolviéndole su nuevo corte de cabello que le sentaba muy bien y quitándole sus lentes de contacto, volvería a ser de nuevo el “imperfecto” chico que nadie tomaba enserio, y al que yo quería.

Digamos que con la nueva popularidad obtenida del nuevo y apuesto Joseph Masen, un incidente que ocurrió en los vestuarios de los chicos entre el poco pudoroso Dick Thomas, su afán de tocarse su prominente paquete y yo, terminaron por romper todo lazo hecho y por hacer con mi querido Joseph. Éramos compañeros de clase, pero siempre traté de alejarme de él, de su grupo de “nuevos” amigos y de sus constantes burlas hacia mí por parte de ellos.

Y así es como esta historia llega a su fin, después de tres años dudo mucho que Joseph recuerde que algún día fuimos cercanos, que nos bastaron dos semanas para conocernos perfectamente y saber que seriamos grandes amigos, independientemente de lo que  yo sintiera por él. Lo amaba, sí, pero también era mi primer y único amigo, claro, hasta que llego April a la clase y eso cambio, pero esa es otra historia.

* * *

-Tim, ¡¿Ya viste?! –Exclamó April de pronto mientras me zarandeaba y me regresaba a la realidad.

-¿Estabas dormido o qué? –Volvió a preguntar con su pecosa y bonita cara burlona.

-No, claro que no… -Aun me tenía descolocado que Joseph me prestara tanta atención, pues había pasado muchísimo tiempo desde nuestro último encuentro amistoso; Tomé algo de aire con partículas de “valor” y volví a mirar en su dirección… -¿Dónde se metió este? –Exclamé en voz baja, o quizá no tanto, pues April logró escucharme.

-Está ahí, a punto de decir algo… ¡Ya presta atención a la clase tonto! –Dijo con tono mandón.

De pronto regresé al mundo de los mortales por completo y mis cinco sentidos se despertaron en su totalidad, escuchaba claramente el sonido que emanaba de los pasillos del instituto, así como los cuchicheos de mis compañeros de clase que indicaban que algo interesante iba a pasar, y vaya que no se equivocaban, pues allí delante, siendo el único causante de la aceleración masiva de mi corazón, estaba él.

-Atención clase, el Sr. Masen tiene un anuncio que darles, así que no salgan del aula hasta que su compañero termine… Yo los dejo, pues creo que esto no tiene nada que ver con mi asignatura… ¡Chao! –Dijo con prisas la Profesora Smith mientras recogía sus cosas y huía del aula a paso veloz.

Joseph carraspeo un poco su garganta y todos en el aula sin excepción callaron de inmediato.  Me irritaba que fuera tan genial, pero me molestaba aún más que yo no era la única persona que pensaba eso de Joseph Masen.

-Chicos tengo una invitación que hacerles –Comenzó diciendo con su gruesa y dulce voz –Este fin de semana daré una fiesta en mi casa por nuestra graduación del instituto, todos sin excepción están invitados, y si es esa la última vez que estemos todos juntos como clase, la pasaremos bien… Se los prometo –Dijo esto mientras su mirada se conectaba a la mía por unos segundos que me parecieron siglos…

-¿Qué demonios ha sido eso? –Preguntó April en cuanto Joseph se giró hacia la pizarra para anotar la dirección de su casa.

-No lo sé, creo que ha sido una invitación para una fiesta –Contesté sarcásticamente mientras yo me hacia la misma pregunta… ¡¿Qué demonios ha sido eso?!

Y así pasó la semana hasta llegar al día viernes, al fin, el último día de cursos; Las cosas con Joseph Masen y sus amigos no habían mejorado del todo, pues desde esa “mirada” que mantuvimos Joseph y yo días anteriores, los insultos encabezados por Dick Thomas y sus amigotes no se hicieron esperar, trayéndome recuerdos de aquel incomodo momento en el que Dick descubrió mi “mirada braguetera” en los vestuarios, que para mí mala suerte estaba enfocada en su entrepierna.

Lo curioso del caso es que Joseph siguió con su insistencia para conmigo, al principio se hacia el loco cuando lo descubría mirándome, pero un par de días más tarde ya no le importaba, me veía incluso cuando lo tenía de frente, y en un par de ocasiones lo vi con intenciones de acercarse a mí.

Ese viernes pasé la mayor parte del día tratando de descifrar que cosas pasaban por la cabeza de Joseph Masen cuando me miraba, quizá si recordaba lo que había pasado entre nosotros años atrás y con la nostalgia del fin de cursos quería disculparse, o quizás no… quizás solo pensaba lo que la mayoría pensaba de mi cuando me veían, el chico al que se le ponía dura en las duchas, ese al que no le gustaba el fútbol, ese a quien los otros chicos varones rechazaban por ser “rarito”, el mismo que le había dicho que “no” a “Samantha Cooper”, la chica más linda de la escuela cuando esta lo invitó a salir… Tim, el des adaptado social, el donnadie, el invisible… el marica.

 * * *

-Entonces que Timothy, ¿Iremos a la fiesta de Joseph? –Me preguntó April de pronto mientras comía mi emparedado, ocasionando que por poco me ahogara.

-¡Pero que estás diciendo!, claro que no vamos a ir, bueno, yo no voy a ir… tu haz lo que se te dé la gana –Le contesté malhumorado.

-Pero… ¡Tim!

-Ya te dije que no, yo no iré, escuche que Brenda Simon y los otros nerdos de la clase irán, ¿Por qué no vas con ellos?

-Está bien –Comentó resignada mientras jugaba con su comida.

-No te pongas así April, sabes que yo no soy bienvenido allí, además, tú le caes bien a todo el mundo, tu peor cualidad es ser amiga mía, es lo que todos dicen…

-¡Claro que no!, Joseph dijo que todos sin excepción eran bienvenidos a la fiesta, hasta tengo un presentimiento de que lo dijo por ti… Y esa mirada que todos notamos lo confirmó… Acéptalo Tim, ¡Joseph Masen quiere que asistas a esa fiesta!

El sonido de la chicharra que anunciaba el final del almuerzo sonó en ese preciso momento… ¡Que alivio! –Pensé.

-No sabes lo que dices… ¡anda!, vamos a clase.

April sonrió siniestramente y caminamos hacia el aula; Las horas restantes se me fueron demasiado rápido, pues algunos profesores optaban por darnos la clase libre o hacíamos dinámicas tontas en las cuales me negué a participar.

Lo único que quería era irme lo antes posible, salir de ese mugroso instituto y no mirar atrás por nada del mundo, aproveche el momento en el que todos se abrazaban y se despedían para huir de ahí… -“Como si no fueran a verse el día de mañana en la dichosa fiesta, que gente tan dramática" –Pensé mientras caminaba velozmente hacia la salida.

Un gran suspiro de alivio salió de mis pulmones al respirar el contaminado ambiente del exterior… Al fin había acabado mi infierno, podría iniciar de nuevo en la universidad y alejarme de todos… de él, de mi némesis, de mi jodido amor platónico, al fin podría olvidar a Joseph Masen de una vez y para siempre.

-Tim… espera, ¿tienes un segundo?

‘No, no, no puede ser… esa voz… ¡Corre Timothy, huye!’ –Ah, Joseph… Eres tú, ¿Qué pasa? –Logré actuar con naturalidad, aunque por dentro me deshacía, ‘¿Por qué ahora?, ¡Demonios!’

-En realidad nada importante… solo quería saber si… si tú iras a la fiesta, ya sabes… será en mi casa y todos irán, Tú… ¿tú iras?

‘No, ni loco iré… ¿Estas imbécil?, ¡Espera!… ¿por qué repitió la pregunta dos veces?, ¿Está nervioso?... luce nervioso… y ya no me mira a los ojos… ¿Qué mierda está pasando?’ –Quizás, es que tengo cosas que hacer, pero… podría asistir aunque sea un rato.

-¡¿Enserio?! Digo… Genial, entonces allí nos vemos… Cuídate, ¿Si?, hasta mañana.

‘¡Él quiere que vaya!, ¡enserio quiere que yo esté allí!’ –Ajá, chao –Nos despedimos con una sonrisa tensa y cada quien tomo direcciones diferentes.

Mi cuerpo entro en estado automático, a tal grado que no supe en que momento llegue a casa y me había tirado sobre mi cama para pensar en lo sucedido… ‘¡Mierda, ahora tendré que ir a la maldita fiesta!’

* * *

Era sábado, pasaban de las seis de la tarde y me encontraba afuera de la casa de Joseph Masen, ya había estado allí un par de veces, cuando a la salida del instituto Joseph me invitaba a jugar videojuegos, cuando éramos amigos claro está.

Tomé un poco de aire y caminé hacia la puerta, después de insistir un par de veces una ebria Summer Evans me recibió eufóricamente.

-¡Vaya, vaya!, así que el donnadie se animó a venir… Esto se pondrá bueno, adelante, pasa.

Caminé por el largo pasillo que atraviesa la cocina y conduce hasta el jardín trasero, la música sonaba fuerte y me sorprendí al no reconocer a la mayoría de los invitados, me sentí estafado en ese momento; No supe que hacer, jamás había asistido a una fiesta de ese tipo, y me sentía raro entre esos grupitos de gente que bebían exageradamente.

La verdad es que no me importaba mucho encontrar a “mis compañeros de clase”, lo que yo quería era que él me viera, mis ojos trabajaban a marchas forzadas buscándolo, hasta que al fin localizaron el objetivo.

Allí estaba él, Joseph Masen, y no estaba solo… -Estúpida Charlotte Parker –Exclamé en voz baja. Los dos hablaban fluidamente mientras reían, raro, pues habían terminado desde hace un año su patética relación.

Sentí ganas de ir hasta donde estaba y reclamarle todo lo que había callado por tres años, decirle que lo detestaba por haberlos preferido a ellos y dejarme solo, que lo odiaba por hacerme a un lado y que él era el culpable de que me trataran como basura; Decirle también que odiaba con todas mis fuerzas quererlo tanto, que estoy enamorado de él, pero que todos los días me arrepiento de hacerlo.

Quería decirle tantas cosas, pero lo único que hice fue correr hacia la salida cuando lo vi besando a Charlotte, mi corazón estaba destrozado, y sentía como cada pedacito se hacía cada vez más pequeño. Quería ser invisible en ese momento, quería ser el donnadie que pasaba desapercibido, pero no podía, mis inmensas lágrimas llamaban tanto la atención que simplemente no pude desaparecer, mi cuerpo no se coordinaba del todo y eso me impedía avanzar velozmente como de costumbre.

Lo vi observarme extrañado, lo vi correr hacia mí, y entonces mis piernas reaccionaron y corrieron también.

-¿Por qué carajos hace esto? –Grité mientras cruzaba rápidamente el largo corredor hacia la salida.

-Porque te quiere, tonto –La dulce voz de April resonó desde lo alto del segundo piso; Me detuve por completo y la observé sin poder hablar.

-¿Pero qué haces allí?, sube antes de que te vea… Así pensara que te has ido, ¡Anda!

Sabía que no tenía mucho tiempo para pensarlo, así que le hice caso a April y subí rápidamente las escaleras hasta el segundo piso, ella me tomó del brazo, me llevó hasta una habitación y cerró la puerta.

-¡Lo has encontrado!, ¿Ves?, te dije que lo había visto –La inconfundible y chillona voz de Brenda Simon se escuchó de pronto.

No dije nada, no hice nada; Solo me quede allí mientras las veía observar la fiesta desde un pequeño balcón que había en la habitación.  Al poco rato Brenda y April se acercaron a mí para hacerme compañía, y no sé de donde la sacaron, pero llevaban consigo una botella entera de ron.

-Esto te hará sentir mejor –Comentó April mientras me extendía un vasito rojo repleto de esa mística substancia.

Comenzamos a beber y a charlar por largo rato, April se veía como si nada, al parecer era inmune al efecto del alcohol, Brenda se reía mucho y de vez en cuando decía una que otra guarrada, y yo, bueno, yo comenzaba a sentirme cada vez más “ambientado”, por no decir ebrio.

-¡No lo puedo creer!, ¡Está aquí!, chicos… Chad Spencer vino a la fiesta –Exclamó eufóricamente Brenda desde el balcón con su voz alcoholizada y  torpe a causa del ron que había consumido.

-¿Y qué harás?... ¿Acercarte a él?, ¿Hablarle? –Dije con tono irónico.

-¿Y que si lo hago?, Ya estoy harta de todo esto… ¿Qué es lo peor que puede pasar? –Y con una determinación que solo el alcohol podía darle a Brenda Simon salió corriendo de la habitación.

-¿A dónde vas?… ¡espera! –Le grito April mientras se levantaba y corría detrás de Brenda.

-¿También te largaras tú?... ¡Hazlo, no me importa!, ¡Quien las necesita! –Le grité en tono de desplante mientras tomaba el último sorbo de la botella de ron.

Y allí me encontraba yo, el alcoholizado y patético Timothy Laurence, en una habitación con un aroma y decoración poco peculiar, pero muy familiar para mí… La habitación de Joseph Masen. Debió ser el efecto del alcohol, pues tardé algo de tiempo en darme cuenta donde estaba parado o quizás fue el hecho de que se apareciera allí en pleno besuqueo intenso con la zorra de Charlotte Parker lo que ocasionó que corriera y me escondiera en un armario.

-No sabes cómo te he extrañado, házmelo Joseph, por favor –Le escuché decir a Charlotte con voz de mujerzuela desesperada.

 ‘¡Zorra hija de puta!’ –Pensé.

-Ya basta Charlotte, esto… esto no está bien –Escuché decir a Joseph mientras veía por uno de los orificios del armario como la alejaba de él.

-Claro que está bien… Yo te quiero, tú me quieres… ¿Cuál es el problema? –Insistía la perra de Charlotte mientras intentaba llegar a la bragueta de Joseph.

-¡El problema es que ya no siento nada por ti! –Gritó Joseph mientras alejaba las “juguetonas” manos de Charlotte de su entrepierna –El problema es que tú tienes una relación con alguien más ¿Recuerdas?… Y sobre todo, Charlotte, yo estoy enamorado de otra persona.

Esa última frase hizo que mi corazón latiera a cien revoluciones por segundo… Joseph Masen “estaba enamorado de otra persona”, y esa persona podía ser yo, al fin todo encajaba, las miradas, su repentino cambio de actitud conmigo… ¡TODO!

-¡No sé porque me fijé en ti!, ¡siempre has sido un bueno para nada!, ¡un mal besador!, ¡un perdedor!… ¡un imbécil!, si no fuera por mi serias más patético que el marica de Timothy Laurence, estoy segura de que un perdedor como ese es mejor que tú en la cama… ¡Hijo de puta! –Gritó con rabia Charlotte Parker mientras se acomodaba su desaliñada ropa de ramera y salía de la habitación conjurando un hechizo demoníaco o algo parecido.

No sabía si molestarme o sentirme halagado por las palabras de Charlotte, así que opté por no darles mucha importancia; Vi a Joseph caminar lentamente y recostarse sobre su cama mientras un suspiro de alivio salía de su interior.

No me atreví a salir en ese instante, así que esperé un tiempo razonable para emprender la huida con esa idea en la cabeza de que quizá Joseph Masen, estaba enamorado de mí.

Abrí lentamente una de las puertas del armario teniendo cuidado de no hacer ruido, aunque de poco servía pues aunque el anfitrión de la fiesta no estuviera “consiente”, esta seguía en todo su esplendor; Comencé a moverme lentamente hacia la salida mientras observaba fijamente a Joseph, como arrullándolo con mi mente para que no se despertara.  

Justo cuando tenía medio cuerpo fuera del armario mi mundo se vino abajo… “You and Me” de LifeHouse comenzó a sonar desde mis pantalones… ‘¡Mierda!’

De mi bolsillo saqué rápidamente mi celular y miré la diminuta pantalla táctil del mismo… “April llamando”… ‘¡Jodeeeer!’

-Tim… ¿eres tú?... ¿No te habías march…? ¡Espera!, ¿Qué hacías allí dentro? 

Mi cuerpo quería colapsar en ese mismo instante, quería que la tierra se abriera y me tragara, quería estar en cualquier otro lugar, menos ahí, no en ese momento, no en esas circunstancias.

‘Muchas gracias April’ –Pensé malhumorado mientras rechazaba su llamada y apagaba mi celular de una vez por todas. 

-¡¿Tim?!... ¿Cuánto tiempo llevas aquí? –Volvió a preguntar Joseph, con ese tono sereno y bonito que no había escuchado de sus labios desde hacía mucho tiempo.

-Esa son muchas preguntas –Contesté con voz de borracho, cosa que a Joseph le causo gracia.

-Y además estas ebrio… Nunca lo creí de ti–Volvió a decir con su dulce voz, pero esta vez sus palabras me molestaron, no, mejor dicho, me dolieron.

-Hablas como si me conocieras a la perfección, como si fuéramos amigos… ¡No tienes derecho! –Le grité.

Joseph se quedó en silencio unos segundos y miró hacia el suelo con tristeza; No me importaba si estaba desperdiciando la única oportunidad de descubrir si Joseph Masen estaba enamorado de mí, ya había tenido suficiente de él por mucho tiempo como para seguir atormentándome una vez más. Tomé el coraje y la poca dignidad que me quedaba y me dispuse a salir de la habitación con la frente en alto.

-Espera, Tim… esto es para ti –Escuché decir a Joseph mientras lo sentía acercarse a mí.

No quería voltear, porque sabía que si lo veía directamente a la cara volvería a empezar todo este miserable y cruel cuento sin fin; Me quedé inmóvil por unos segundos hasta que vi como la mano de Joseph avanzaba hacia mí por arriba de mi hombro izquierdo, sosteniendo una… ¿fotografía?

-Tómala, haz con ella lo que quieras… Solo espero que nunca te olvides de mí, porque yo nunca lo voy a hacer.

Sus palabras tocaron fibras sensibles de mi corazón, o eso creo… pues comencé a sentir un millón de sensaciones dentro de mí, con mi temblorosa mano derecha tomé delicadamente la fotografía que Joseph mantenía en el aire y la observé por unos segundos. Allí, en ese triste y deteriorado papel de fotografía se podía a ver a dos personas, a dos chicos mejor dicho; Abrazados por los hombros y con una felicidad en sus rostros que me puso la piel de gallina.

No pude evitar llorar cuando me reconocí en la imagen, y más impactante aun fue ver al viejo Joseph, a mi “imperfecto” chico, del cual seguía enamorado profundamente.

Su gran sonrisa dejaba entrever sus feos brackets, su grasiento cabello lucia armoniosamente con sus enormes gafas y sus cejas pobladas; Recodé entonces el aroma de su blanca piel cuando lo tenía cerquitas, y esa inconfundible risilla que se le escapaba cuando decía alguna de mis ocurrencias. Miré fijamente la fotografía por largo rato, llorando, recordando, sintiendo; Era una sensación extraña, y justo cuando mi cabeza comprendió todo lo que debía haber  comprendido años atrás, Joseph posó su brazo en mi hombro y me obligó a mirarle.

Sus ojos lucían nostálgicos y llorosos, respiraba con dificultad y sus rodillas temblaban. Poco a poco me acerqué a él y acaricie su rostro dulcemente; Pasé mis dedos por sus cejas y subieron hasta su cabello, el cual revolví con minuciosidad hasta moldearlo a mi gusto. Lo miré a los ojos una vez más; Joseph Masen estaba aterrado, sus pupilas estaban tan dilatadas que creía que explotarían en cualquier momento, coloqué una de mis manos en su pecho y sentí el acelerado latir de su corazón.

Lentamente fui acercando mis labios a su rostro; Sentí el cuerpo de Joseph tensarse con fuerza, y cuando estuve a escasos centímetros de su oído le susurre:

-“¿Aun tienes tus gafas?”

Joseph me miró intrigado y asintió torpemente con su cabeza; Caminó robóticamente hacia su mesita de noche y sacó de ella sus enormes gafas. Me acerqué a él y tomé las anticuadas gafas de sus titilantes manos; lo observé por última vez y cuidadosamente coloqué las gafas sobre su rostro…

-Ahora si –Le susurré dulcemente mientras lo rodeaba con mis brazos y aspiraba con fuerza el inconfundible aroma de su cuerpo.

Tímidamente las manos de Joseph se posaron en mi espalda y su respiración comenzó a tranquilizarse, era una sensación cálida, bonita… pero extraña, en verdad extraña. Escuché a Joseph gemir, no un gemido de excitación, más bien uno que indicaba molestia en la garganta al querer hablar; Carraspeó un poco y lo intentó de nuevo:

-Tim, yo… yo quería… yo solo…

En ese instante Brenda Simon entró a mi cabeza por un instante, su determinación inquebrantable a causa del alcohol y la última frase que le escuche decir… “Ya estoy harta de todo esto… ¿Qué es lo peor que puede pasar?”; No sabía si Brenda Simon al fin tuvo los cojones de ir con Chad Spencer para declararle su amor, pero yo no me podía quedar así, ya no podía seguir con esto pues sabía que si no le ponía fin, el fantasma de Joseph Masen me seguiría de por vida.

-¡Shhh! –Le interrumpí mientras ponía mi dedo índice sobre sus labios. Me acerqué a su cuerpo con más ímpetu y lo besé. Fue un beso rápido, sincero, amoroso… el cual Joseph no correspondió, sino todo lo contrario.

-¿Q… qu… que haces?, ¡No! –Le escuché decir con voz confundida mientas se alejaba de mí.

En ese momento me sentí como la zorra de Charlotte Parker… ‘¿Qué carajos?’ –Exclamé para mis adentros mientras la confusión me invadía por completo.

-¡Tim!, esto está mal… muy mal, creo que mal interpretaste las cosas –Dijo Joseph con voz grave.  

-Joseph… tú… yo no te… ¿No estás enamorado de mí? –Escuché mi voz quebrarse al decir esas palabras; El semblante de Joseph se entristeció y lo vi negar con su cabeza antes de que ambos miráramos el suelo.

Y fue allí donde todo se esclareció; La fotografía, el abrazo “fraternal”, su cambio radical para conmigo… Joseph Masen no estaba enamorado de mí, me quería, sí, pero no de la misma manera en que yo lo quería… Joseph Masen, el “inalcanzable”, solo quería disculparse conmigo, quería cerrar el ciclo del instituto sin culpas, quería “estar bien” con su primer y torpe amigo Timothy Laurence; Ese al que hizo a un lado por preferir la popularidad y la atención, ese al que veía a diario ser molestado por todos y no hacía nada por él… ese de quien no buscaba su amor, sino su perdón.

-¡Lo siento! –Dijimos los dos al unísono.

Un silencio incomodo se hizo presente después de eso; Vi los profundos ojos negros de Joseph mirarme fijamente por debajo de sus gafas, y sorpresivamente comenzamos a reír.

Ya no había más malos entendidos entre nosotros, Joseph sabía que yo lo amaba, y yo sabía que él quería que lo perdonase; Ambos queríamos algo del otro, pero también sabíamos que era mejor dejar las cosas así. Me acerqué un poco en dirección a Joseph y me agaché, con delicadeza tomé del suelo la fotografía que me había obsequiado minutos atrás y la vi con nostalgia por última vez…

-Esto es tuyo, quiero que tú la conserves –Le dije mientras le sonreía  con sinceridad; Extendí mi mano hacia él y tomó delicadamente la fotografía entre  sus manos.

Joseph sonrió y comenzó a observar la imagen con una paz interior que me hizo sentir bien conmigo mismo; Aproveché entonces el momento y me marche de allí. Cuando estaba por salir de la habitación escuché a Joseph decir mi nombre.

Me detuve en ese mismo instante y me giré para observarlo; Y allí estaba él… de nuevo, mi “imperfecto” Joseph Masen, caminando a paso lento hacia mí con una blanca y bonita sonrisa; El aroma de su cuerpo se hacía cada vez más intenso y cerré mis ojos involuntariamente cuando sentí el calor de su cuerpo cerca del mío; Sentí sus manos rodear mi cintura y pude aspirar su entrañable aliento.

Podía sentir sus labios acariciando delicadamente los míos, mis manos comenzaron a recorrer su pecho y se detuvieron en su cuello; Su lengua se adentró lentamente en la comisura de mis labios y comenzó a explorar mi boca. El sabor de su saliva era suave, dulce, reconfortante; Nos besamos un instante más y cuando el aire comenzó a faltarnos separamos nuestros labios.

Joseph me observaba fijamente mientras sonreía; Acercó sus labios a mi oído y susurró:

-“Te lo debía…”

Lo miré con expresión seria por unos segundos y luego le sonreí.

-“Sí, me lo debías…”

Le robé un último y fugaz beso a sus labios y me aparté de él; Guardé en mi cabeza esa última imagen de Joseph sosteniendo aquella fotografía entre sus manos, y fue así como le dije adiós  a mi “imperfecto” Joseph Masen de una vez… y para siempre.

Salí de la habitación y comencé a caminar hacia la salida; En el transcurso de mi recorrido me topé con Brenda Simon y Chad Spencer bailando una canción lenta y romántica; No pude evitar ponerme feliz por Brenda, se veían muy bien juntos y estaba seguro de que las cosas le habían salido como ella quería.

Abrí la puerta de la casa y me sorprendí al ver a April sentada en la banqueta de la calle; Me acerqué a ella y sonrió contenta al verme.

-Te estaba esperando desde hace mucho… ¿Nos vamos? –Me dijo con su bonita voz mientras se ponía de pie y me tomaba del brazo.

-Si April, vámonos de aquí –Le dije mientras comenzábamos a caminar a paso lento, esta vez decido a no voltear atrás… decidió a dejar mi pasado allí y tratar de comenzar de nuevo, y esta vez con el pie derecho…


 

-¡Tim!... ¡Espera!...

~Fin~

 

 

(9,57)