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De regreso a casa

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Hola amigos empezare por decir que soy una señora como cualquier otra, con problemas familiares, económicos, emocionales, etc. No soy la modelo 90,60,90 ni mi rostro es el de una actriz de cine, pues en todos los relatos las mujeres son unas modelos y los hombres tienen penes descomunales, pues bien soy una mujer que vive en un pequeño país de Centro América, en El Salvador y mi historia empieza así.

Era viernes por la noche a eso de las 8 de la noche, regresaba a mi casa después de un largo día de trabajo, pues trabajo de recepcionista en un bufete de abogados, todo el día había estado sentada en mi pequeña cilla y al regresar y tomar el autobús decidí no sentarme, poco a poco el bus comenzó a llenarse y entre los leves empujones y roces venía muy apretada y de pie. Con mi mano izquierda me sujetaba a la barra y con mi mano derecha sostenía mi cartera y unas bolsas con compras para la casa. Esa noche traía zapatos de tacón pero no muy altos, un pantalón de vestir una blusa y un chaleco que escondía mis pechos.

Ese día en particular como experimento decidí usar un hilo ya que nunca los había usado siempre uso cacheteros, bóxer o tanguitas. La verdad no me gustan los hilos pues soy una señora de 40 años y eso solo me tapa a duras penas mis labios genitales inferiores ya que esa parte de mi cuerpo es muy abultada y mis labios se me marca cuando uso pantalones de vestir o cuando uso Lycras o Leggins.

En el transcurso del viaje venia un tipo a tras de mi sujetándose firmemente a la barra que está en la parte superior del autobús y con ello me presionaba a mi contra los asientos del bus. Con los movimientos empecé a sentir que el tipo se pegaba más y más a mis pompas que cabe resaltar que no son tan pequeñas pues mi culito es algo de lo que me siento orgullosa, empecé a sentir todo el bulto que significaba su miembro erecto, y lo iba fregando contra mi trasero, al inicio me desagrado en gran medida lo único que pensaba es “que tipo más aprovechado es un pervertido” pero al mismo tiempo no dejaba de sentirla y empecé a disfrutarla pues no soy de piedra, su paquete se sentía grande y se deslizaba por todo mi culito se sentía bien y sin saber y sin querer me empecé a mojar, tanto que sentía un charco en mi conchita, como recordaran esa noche usaba un hilo y en verdad lo único que separaba mi vagina de ese pene era la delgada tela con la que estaba hecho mi pantalón y la tela del jeans del tipo.

Cuando ya me acercaba al lugar donde me iba a bajar volví a ver hacia atrás y vi el rostro del tipo que me iba dando tan ricos roces, era un chico de bien unos 25 años, piel trigueña de lindos labios y ojos grandes, parecía un profesional pues estaba bien vestido. Justamente en mi parada cuando empecé a intentar salir me moví y disimuladamente moví mi culito y deslicé mi mano por el paquete del chico y con mucho disimulo extendí mi mano para palpar ese duro miembro y en la misma le di un suave pero firme apretón a ese rico pene que me había hecho salir de la rutina del transporte colectivo, nos miramos y nos sonreímos en una leve sonrisa de complicidad y empecé a caminar para bajar del autobús.

Llegue a mi casa y no dejaba de pensar en las sensaciones que un desconocido me había hecho sentir a la ves recordada el apretón que le había dado y no podía creer que me hubiera atrevido a hacer tal cosa. Empecé a desvestirme según yo para ponerme ropa más cómoda, pero cuál fue mi sorpresa que mi conchita estaba empapada de mis líquidos vaginales a lo que decidí darme una pequeña ducha.

En unos momentos llego mi esposo y empecé a preparar la cena, estuvimos conversando con los niños y ya entraba altas horas de la noche nos fuimos a la cama. Esa noche cuando mi esposo intento hacerme el amor fui yo quien tomo la iniciativa me desvestí rápidamente y sin más preámbulos me subí sobre él y me penetre fuerte sin miedo y sin lastima pues estaba tan excitada por el incidente que disfrute más que otras veces aquel pene de regular tamaño de mi esposo, al terminar le pedí a mi esposo que me trajera las toallas húmedas que mantenía en mi cartera y así lo hiso a lo que me pregunto “y esta tarjeta de presentación de quien es” yo no sabía de qué tarjeta me estaba hablando pues nadie me había entregado una tarjeta durante el día y así un poco confundida le pregunte “cual tarjeta” y mi esposo me la mostro.

Era la tarjeta de un visitador médico su nombre y número de celular estaba ahí así como la dirección de su correo, inmediatamente invente una mentira y le dije a mi esposo “ó que pena mi amor, es un cliente del Licenciado Miranda, este día este señor se hiso presente al bufete a solicitar los servicios de mi jefe y olvide concertar una cita, deja la tarjeta en mi cartera que mañana le programo la cita.” Ya no hablamos más del tema pero me quede muy inquieta sobre la dichosa tarjeta, pasadas unas horas me levante al baño y sin hacer ruido tome mi celular y la tarjeta y me dirigí al baño. Guarde el numero en mi celular y al momento intente escribir un mensaje de texto, pero me sentí cohibida pues eran ya horas de la madrugada, pero entro a whatsapp y cuál fue mi sorpresa, el hombre que aparecía en la foto de perfil de ese contacto era el hombre con el que había tenido mi micro aventura cuando regresaba a mi casa.

Me quede sorprendida pues no me di cuenta cuando él había metido su tarjeta de presentación en mi cartera e hice lo que cualquiera haría, mande un texto. “hola” inmediatamente me respondió. “hola gracias por agregarme mi nombre es William, no es la primera vez que la veo pero hasta esta ocasión tuve la oportunidad de compartir un momento con usted” le respondí:

“disculpe no sé quién es usted y no creo haber compartido algo con un desconocido”

“mi nombre es William Castro, soy visitador médico y trabajo en San Salvador, vivo en la colonia vello sol, a unos cuantos kilómetros de su parada”. ¿Sigo siendo un desconocido?

“si se dónde es esa colonia. Mi nombre es Ceci, soy secretaria también trabajo en san salvador y creo que ya no somos unos desconocidos y que es lo que según usted compartimos”

“compartimos un erótico momento de regreso a casa y no puedo dejar de pensar en su mano tocando mi miembro ni sus pompis frotándose contra mi miembro erecto”

“jajajaja si es verdad me saco de la rutina y en ocasiones las personas hacemos locuras”

“para mí fue una ocasión muy esperada, desearía se repita.”

“pues ya sabe en qué autobús y a qué hora viajo por si quiere que se repita, tengo que irme pase una linda madrugada.”

Amanecía un día sábado un día de hogar, disfrutando con la familia, pero extrañamente no dejaba de pensar en William, no me escribía al celular y por razones desconocidas lo extrañaba a pesar de no tener ni 24 horas de haberlo conocido. Paso todo el fin de semana y domingo por la noche me escribió William, me pregunto si como andaría vestida el día lunes y me pidió que usara un vestido o una mini falda, le respondí “usare una minifalda”

El día se llegó, tome el autobús y me dirigí hacia la parte de atrás, esa noche traía sobre mi hombro un abrigo, ya estaba muy lleno cuando subí, pase mi abrigo hacia mi brazo y en el sostenía mi cartera, unos momentos después logre reconocer a William entre toda la gente, le di una leve sonrisa como diciendo aquí te espero, y efectivamente unos instantes después lo sentí de pie y a tras de mí. Estaba siendo acosada sexualmente en el transporte colectivo pero lo estaba disfrutando, éramos los últimos en la fila y aun así veníamos muy apretados, empecé a sentir el pene de William en mi culito sentía como se movía de lado a lado y de repente de arriba abajo, yo colaboraba también haciendo pequeños movimientos de repente sentí por debajo de mi abrigo la mano de él que acariciaba mi pierna, las caricias eran suaves exquisitas con toda su mano, nadie podía ver su mano en mi pierna pues la cubría mi abrigo cuando de repente su mano empezó a subir por debajo de mi falda hasta llegar a mi conchita, separe lentamente las piernas y me deje llevar, total eso había estado esperando, su mano agarraba por completo mi conchita y su pene se deslizaba en mi culito, sus dedos presionaban entre mis labios hasta que metió la mano por debajo de mi tanguita, se sentía muy bien mucho morbo mucho placer y locura, sus dedos acariciaban mi clítoris prácticamente me masturbaba en el autobús y frente a muchas personas, quería gemir quería gritar y solo mordía mis labios y cerraba mis ojos.

No sentí el camino y en un instante estaba llegando a mi parada, tristemente tome su mano y la saque de debajo de mi falda, le di una mirada y una sonrisa y me aparte para bajar del autobús, minutos después recibí un mensaje de texto era William.

“hola Ceci no podría describirle el placer que sentí y cuanto me gusta y me excita, quiero pedirle algo”

“hola William el placer ha sido enorme algo sin comparación, puede pedirme lo que sea”

“al llegar a su casa tome una foto de su vulva y obséquiemela”

Al llegar a mi casa me dirigí de inmediato a mi habitación y programe la cámara de mi celular para tomar una serie de fotos cada 5 segundos, busque un lugar adecuado y pose para mi amante, tome alrededor de 20 fotos en todas las posiciones, sobre mi cama, de pie, de perrito, con mis piernas levantadas y abiertas y en fin con mi vulva escurriendo de placer.

Se las envié todas y por extraño que parezca le pedí que no me mandara ninguna foto no quería ver algo que por el momento no podía disfrutar en todo su esplendor.

El resto de la semana paso y la historia del viaje de regreso a casa se venía repitiendo cada noche, mi dotación de placer en el autobús se hacía efectiva y al llegar a casa mi esposo me hacia el amor y yo me entregaba a él por completo pero mi mente no dejaba de imaginar que era William el que me devoraba con su pasión prohibida.

El día viernes llego y ese día por la mañana me avisaron que saldríamos del trabajo a las 3 de la tarde, carajos pensé, tendré que esperar que sean las 8 de la noche, “No” “pensándolo bien me iré para mi casa”.

Avise a William que no lo podría ver esa noche, a lo que él me respondió “paso por ti a las 3 de la tarde dime adonde estarás”

Así fue unos minutos después de las 3 de la tarde me dirigía con mi amante en un auto móvil hacia un motel de la capital. Esa tarde se haría realidad lo que veníamos deseando desde hacía una semana, llegamos al lugar entramos a la habitación y empezamos a comernos a besos, rápidamente nos quitamos la ropa y me acostó sobre la cama, en eso el saco una pequeña bolsita en ella tenía un listón negro con el que ato mis manos y las coloco detrás de mí nuca, y derramo sobre mi cuerpo desnudo unos chorritos de miel, mis pezones mis piernas mi abdomen estaban cubiertos con miel y empezó a lamer cada parte de mi cuerpo su lengua recorría mis piernas lamiendo la miel que ellas se encontraba, subió hasta mi abdomen y subsiono de ahí el dulce sabor de la miel, siguió subiendo hasta mis pechos mientras me decía “que pechos tan hermosos son muy grandes y ricos” me chupo deliciosamente mis pezones y mi vagina que estaba a mas no podes, explotaba de deseo derramaba pasión. Abrió mis piernas y se colocó entre ellas mientras nos comíamos a besos y en un instante sentí su lengua acariciar mi clítoris, me lamio todo desde mi clítoris hasta la entrada de mi vagina en donde metió su rica lengua, su saliva se mezcló con mis líquidos vaginales y después de un primer delicioso orgasmo el se puso de die y se desnudó por completo se acostó a mi lado y seguimos besándonos hasta que cambio de posición y me sujeto fuertemente hasta que me coloco sobre su cuerpo, para empezar a hacer un rico 69, por primera vez veía su pene era un instrumento maravilloso, color moreno grueso con venas muy marcadas y una cabeza rojita grande deliciosa, sin pensarlo más la metí en mi boca quería comerla quería tragarla pero solo entraba quizá la tercera parte,

Empecé a tener un rico orgasmo pues su lengua recorría toda mi vulva y en el mismo momento su lechita se derramaba en mi boca, trague todo ese rico néctar no deje ni una sola gota, continuamos besándonos jugando con nuestras lenguas hasta que tuvo una nueva erección, esta vez se acostó sobre mí y subió mis piernas dejando mis rodillas a la altura de sus costillas me empezó a penetrar sentía que mi vagina se rompería sentía dolor pero a la vez no podía parar no quería dejar de sentirlo, era un dolor muy rico una sensación única como una caricia en mis adentros,

Seguimos disfrutando haciendo todas las posiciones que conocíamos y a la ves inventando nuevas poses, lo disfrutamos demasiado, en un momento me pidió que me acostara boca abajo y así lo hice, cerré mis ojos y empezó a besar mi espalda hasta llegar a mis nalgas, con sus manos las abrió y me sorprendió lo que me hiso, su lengua recorría hábilmente mi ano a lo que me entregue a un mundo de nuevas sensaciones, no me imaginaba que algo tan rico fuera posible, después de unos minutos solo pude susurrar “penétrame por atrás, rómpeme el culo” y sin más sentí toda su verga enterrándose en mi culo el dolor era grande pero el placer era enorme, tuve no sé cuántos orgasmos, solo sé que fue como una explosión en todo mi cuerpo como un orgasmo sin fin.

El tiempo paso y la hora de marcharse se acercaba, salimos del motel y nos dirigimos a la estación del transporte colectivo, efectivamente a las 8 de la noche estaba tomando mi autobús, esta vez iba sola pero con una alegría que inundaba todo mi cuerpo.

Llegue a mi casa y esta noche no hice el amor con mi esposo no podía hacerlo estaba exhausta la noche paso en un abrir y cerrar de ojos, un día sábado iniciaba y sin sentir el fin de semana se terminaba, el día lunes llego y no aguantaba por que fuera la hora de regresar a casa, pero para mi sorpresa recibí una mala noticia. Mi carta de despido estaba sobre mi escritorio y sin más para que abandone mi oficina sin pena ni gloria.

Así concluye mi relato, una historia que le puede suceder a cualquiera ya sea hombre o mujer, cuando creía que una mujer madura como yo ya no podía tener una aventura de adolescente viene y se revive mi sexualidad, descubriendo cosas que eran ocultas para mí, y hasta el momento mi única aflicción será que ya no podría ver a mi amante ni sentir su pene frotándose en mi culito durante el viaje de regreso a casa.

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