Nuevos relatos publicados: 13

Cómplices sexuales

  • 10
  • 14.073
  • 9,68 (22 Val.)
  • 0

Todo inició en ese bar de la Hacienda que tiene mesa una hermosa mesa de billar.

Habías ido a visitarme después de la última pelea con tu esposo. Sabías que la distancia era larga pero lo que te esperaba valía la pena. Llegaste a la hora acordada y salí a recibirte al patio principal, desde que abrí la puerta de tu auto pude ver el generoso escote que llevabas dejando casi libres tus pezones, desde ahí empezó a subir la temperatura, bajaste de auto y te invité a pasar al bar para tomar una copa de tu champagne favorito que ya tenía preparada y helada, empezamos a hablar de cosas sin sentido hasta que pediste jugar un partido de pool, nada me dio más gusto que esa petición, iniciaste abriendo el partido y desde que te apoyaste en la mesa pude ver tus largas piernas enfundadas en esas mallas blancas, parecían que eran parte de tu piel, cada movimiento y agachada qué hacías me dejaba ver una parte diferente, desde tus paradas nalgas hasta tus labios mayores tratando de salir de su encierro. No llegamos ni a la bola 8 cuando no resistí más y te tomé por detrás, besando tu cuello y orejas, podía sentir como se enchinaba tu piel.

Empecé a desnudarte hasta dejarte solo con sostén tu microtanga y tus tacones altos, te recosté sobre la mesa de billar y amarré tus manos a la misma, tenía unas plumas de pavo real que me quedaban a la mano y con estas empecé a recorrer tu cuerpo viendo cómo se erizaba aún más tu piel, los pezones estaban tan parados que los podía ver a través de la tela, cada vez que pasaba la pluma por los lados de tus piernas emitías un riquísimo quejido y a la ves veía como tu pequeña tanga se humedecía, la retiré poco a poco, ya estaba listo para saborearte, tus manos seguían amarradas haciendo ver tu pechos enormes y redondos, me alejé un momento de la mesa ya que recordé que tenía un juguete nuevo para ti en uno de los cajones de la contrabarra, tu jadeo era ya imparable, como si me estuvieses pidiendo que te lamiera, baje un poco el volumen de la música para oír mejor tus pujidos, regresé a la mesa con el juguete en mi mano, un par de enormes y cromadas bolas chinas, para ese momento ya habías mojado la mesa de billar, había una mancha increíble abajo de ti, abrí tus piernas y empecé hacer lo que tanto deseabas. Te dejabas llevar, dejando tu cuerpo totalmente a mi disposición y confiando plenamente que este momento iba ser inolvidable.

Tome un vendaje, te tape los ojos, desate tus manos, sabías que ibas a disfrutar sensaciones exquisitas manipuladas por mí. En ese momento tu solo decías… "¡Cógeme con tu boca… ya lo necesito! Sabía cuál era tu deseo así que bajé por tu cuerpo besándolo como un loco hambriento deseando que llegaras a un orgasmo por la agilidad de mi boca. Bajé muy sutilmente con mi boca tus medias y empecé a contemplar una sexy tanga de encaje fino color blanca que me puso más caliente. Ya no podías más, tu cuerpo se retorcía y solo me ordenabas diciendo… Ahora cómetelo, a lo que yo sin dudar obedecí.

Te senté, yo agachado tomé tus piernas las abrí y las puse sobre mis hombros. Comencé a lamerte por encima de tu tanga. Ya notaba como tus labios nuevamente comenzaban a humedecerse como cascadas.
No dejabas de gemir y yo insistía en lamerte por encima de tu tanga y especialmente por el clítoris. Tu no parabas de insistir que no me detuviera y así lo hice. Empecé sobre tu vulva con toda mi boca por encima de tu tanga, (sabía que te encantaba que solo te dejara con más deseo y ansias de empezar plenamente). Te retorcías de placer sobre la mesa de tal modo que me dijiste . . . ¡Así mmmmmm, que rico me masturbas con tu lengua!!!

Aparté tu tanga y pude ver unos preciosos labios, carnosos y jugosos. Así que no lo pensé dos veces y los chupe, succione, lamí con mi boca, mientras te frotaba el clítoris con mis dedos, algo que hizo que gritaras de gusto.

Echabas más de tus ricos jugos así que aproveché para saborearlos y meter un dedo y sacarlo. Chupé mi dedo y me acerqué a tu boca para decirte… mmmm, que rica estas. Volví a bajar a mi tarea. Esta vez te penetré con mi lengua y sin dejarte de chupar por dentro varias veces, mientras me tomabas de los cabellos y gemías. Pasé sin despegar mi lengua por toda tu vagina, desde abajo hasta arriba, recorriéndola como si fuera un helado, saboreándola toda, sin dejar nada sin lamer. Entonces te coloqué de nuevo la tanga y froté y froté toda tu vagina sin detenerme, de nuevo aparté tu tanga y ya me moría de ganas que te vinieras y me dieras todos esos jugos.

Así que introduje cuatro dedos juntos (algo que podría equivaler a un pene como el mío) y los metí sin cesar y muy pero muy fuerte y al mismo tiempo jugando mi lengua con tu clítoris jugando con esa perlita que te vuelve loca. Fue tan fuerte e intenso que solo gritabas e incluso salpicaban tus jugos por fuera hasta mí rostro. Gemías cada vez más, pusiste los ojos en blanco y te venías riquísimo diciendo: ¡Ufffff me vengooooo! ¡Sigue así!, ¡qué ricooo! ¡Ahhhhhh, ahhhhh!Aproveché para, otra vez, masajear todo el delicioso clítoris que disfrute con mucho placer. Tras tu gran orgasmo y exhausta, te levantaste me diste un beso en mi boca y me dijiste-Gracias. Has hecho que recuerde estos ricos y calientes momentos.
Pero que sabía que eres muy agradecida y él sabía que siguiente momento me volvería loco -.

De inmediato me puso su dedo sobre mi boca, dándome entender que ya no hablara y que guardara silencio. Demostrando de inmediato su agilidad, me vendó los ojos me acostó sobre la mesa y luego me sujetó las manos amarrándolas en cada esquina (esa era una de mis fantasías). Sentía como bajaba lentamente por mi pantalón, me acariciaba sin quitarme la ropa, sólo poco a poco lo fue haciendo hasta dejarme en ropa interior y ella dejaba todo a mi imaginación solo diciéndome lo que estaba haciendo… quitándose por fin ese hermoso sostén también de encaje fino que hacía juego con su deliciosa tanga quedando en desnudez plena… (me volví loco con solo imaginar sus deliciosos senos rozando mi cuerpo) empecé a sentir sus manos en toda mi piel, sus senos ardientes rozando en mi abdomen, pecho, hasta mi boca, ella tenía absolutamente todo el control y yo… aaaah!!! qué decir… estaba loco de la desesperación cuando la sentía moverse suavemente sobre mí.  

Sabía lo excitado que estaba así que empezó derramarme el helado de chocolate que tanto le gusta y éxito, esparciéndolo todo sobre mis brazos que la vuelven loca, mi pecho y mi abdomen. Ella sabía cuánto me excitaba esto, conocía todos mis puntos débiles. Una vez todo esparcido, empezó a besarme poco a poco con sus húmedos y excitantes labios, empezando desde mis brazos, que ahí se detuvo un tiempo largo sabiendo que la excitan de una manera incontrolable, después siguió explorando cada rincón de mi cuerpo, me comía con toda la imaginación y sensualidad posible, recorriendo todo el helado posible para mi pene ya erecto a punto de explotar, fue entonces cuando me hicieron el mejor sexo oral de mi existencia. Tomó con su sensual lengua un poco de helado y de inmediato introdujo a su boca mi pene casi por reventar. Empezó con su lengua recorriéndolo todo, desde la base hasta la punta.  

Ya estaba totalmente húmedo debido a su excesiva saliva, lo metió por completo en su boca, ya que de este modo sabía excitarme como un loco. Una vez más, vuelve a pasar la lengua de arriba abajo del mi pene de forma suave y lenta, permitiéndome que sintiera cada sensación intensamente, pero en esta ocasión solo hizo con la punta de su lengua círculos desde la base a mi punta. Mientras lo estaba haciendo pude escuchar como gemía, imaginando que ella también empezó a masturbarse con sus dedos para dejar preparado y estimulado el territorio tan deseado.  Empezó a juguetear con mis testículos, estimulándolos de una manera tan sutil acariciándolos con sus manos y después con sus labios, al grado de provocarme un gran placer. Ya no podía más, ella pudo percatarse, me conocía perfectamente. Fue cuando empezó a saborearlo con gran placer, no paraba, estaba totalmente excitada y cada vez lo metía más hasta llegar al fondo de su garganta, provocándole un exceso de saliva que desbordaba por su boca, eso me provocó una sensación exquisita y sobrenatural… ella continuaba, no podía parar, haciéndome ligeras y delicadas succiones para no lastimarme, agarrando la base de mi pene con su mano para que pudiera sentir mayor profundidad.  No pude más… exploté como un volcán en plena erupción, derramando mi semen tibio en su boca, sabía que lo estaba saboreando combinándolo con ese sabor a chocolate que tenía en su boca y nuevamente pude escuchar que ella también llego a un tercer orgasmo. Me quitó la venda de los ojos, se quedó acostada en mis brazos, ya exhaustos los dos… le suplicaba que cediera hacer el 69 para llegar al borde de la locura porque no podía tocarla (puesto que estaba amarrado)… cuando por fin me soltó, y por mi mente pasó hacerlo de una manera brutal, el animal que tengo interno se apoderó de mí y no podía parar…

Después de unos minutos de estar desnudos sobre la mesa, el 69 era ya más que deseado, me giré y me coloqué sobre cara empezando a embestir su garganta con mi pene, abrí sus piernas y las puse cada una al lado de mi espalda, prácticamente le estaba haciendo una llave que la inmovilizaba, lamí su última corrida dejando su concha brillante e hinchada y me decidí a atacar su ano con todas mis fuerzas, empecé masajeando de manera circular ese rosado culo y metiendo la punta de mi lengua, con sus piernas completamente abiertas mi lengua iba alcanzando mayor profundidad hasta que entro por completo, no me podía separar de ese sabor, estuve fundido en esa posición hasta que mi quijada no pudo más, atrás solo oía los gritos qué callaban con mis embestidas. Me incorporé y empecé a meter dos dedos en ese delicioso culo, ya para ese momento estaba tan dilatado que entraban y salían sin problema, metí velocidad para preparar su siguiente venida, cuando recordé de pronto las bolas chinas que había llevado anteriormente, tome una y se la metí de golpe, solo sentí como brincó, la empecé a sacar y meter de manera suave dejando la parte más ancha a la mitad de su ano y la volvía a meter, decidí meter las dos para seguir con un juego más rápido, para ese momentos los gemidos se oían hasta fuera del bar mi pene estaba sobre tu pecho, yo las metía y jalaba con el cordón con el que estaban sujetas, ya no aguantaba más, quería verte en 4 con las bolas adentro y con ese ano dilatado, así que te di la vuelta para empezar a penetrarte, estabas tan húmeda que cada empellón se podía escuchar, con las bolas chinas dentro la sensación en mi pene era increíble, sentía como se movían y como me daban masaje mientras gritabas como poseída, te di la vuelta para quedar frente a frente y seguir la faena, teniéndote así podía besar esas bellas tetas y ahora el masaje que daban las bolas chinas eran en la parte baja del pene, imprimí velocidad hasta lograr que terminaras, con un grito de placer supe que habías llegado, rápidamente saqué las bolas chinas y ese espacio fue ocupado por mi pene, te empecé a bombear el ano como desquiciado, para ese momento ya estabas cubierta en mi sudor, de mi frente caían gotas, seguí arremetiendo con más velocidad hasta que sentí como te inundé por completo el recto. Caí rendido sintiendo nuestros pechos juntos, el viejo cd de Sade había dado un par de vueltas.

Solo sonreímos, sabíamos que venía el baño y el jacuzzi, pero eso será otra historia…

(9,68)