Cuando llegamos a casa todavía estaba lloviendo. Antes de bajarnos del coche me dices que todo lo que te he hecho en el trayecto del trabajo a casa lo voy a pagar. Yo te desafío y me bajo del coche con la falda negra aún levantada, enseñando mi tanga negro a todo el que se encuentre allí mismo. Por suerte para ti el garaje esta desierto.
Me encamino hacia el ascensor, mientras que tú aparcas bien el coche. Lo haces más rápido de lo que esperaba, y entramos a la vez en el ascensor. Tú me dices que hay comienza tu venganza.
Te quitas la corbata y me atas las manos a la espalda. Mientras el ascensor sube al segundo metes tu mano por debajo de mi falda, cuesta subirla ya que se ha ceñido a mí por estar aún mojada. Metes tu enorme mano cómo puedes y empiezas a acariciar mi entrepierna. Me dices que ese tanga va a ser mi mordaza. Sabes cómo me excita, y tú mismo lo compruebas cuando mi tanga empieza a mojarse.
Por fin el ascensor llega a nuestro rellano, antes de salir me dices que tengo que salir del ascensor a cuatro patatas hasta llegar a nuestra puerta y que una vez allí me siente como una buena perrita.
Accedo a regañadientes, me excita la idea de que algún vecino nos pueda pillar.
Me quitas la corbata que atan mis manos y me la pones en el cuello. Yo ando por delante de ti manteniendo muy alto mi trasero. Me siento en el felpudo lo mejor que puedo, esperando impaciente a que abras la puerta de casa.
Abres la puerta y tiras de la corbata y de mí para adentro.
CONTINUARÁ...
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