Nuevos relatos publicados: 7

La jovencita perversa II

  • 21
  • 27.393
  • 9,45 (29 Val.)
  • 0

LA JOVEN PERVERSA II PARTE FINAL

Cuando entramos a su piso, lolita estaba resplandeciente, apestaba a orines y semen, pero toda ella resplandecía de satisfacción y sensualidad, me tomó en sus brazos y me dio el beso más dulce que me había dado desde que nos conocimos.

—ven, me dijo, prepárame un baño con sales y fragancias, pero antes lame mi cuerpo, quiero que compartas la suciedad que traigo, y quiero que me describas los sabores y olores que emano y te diré si aciertas… ¡vamos ¡¿qué esperas? Estoy ansiosa de revivir esos momentos contigo y que se te empine mientras lo haces...

—Mientras el agua llenaba la bañera la desvestí y la fui besando parte por parte de ese cuerpo angelical ahora salpicado de suciedad como rosa en el fango.

—Vamos profesor lame bien mi coño y dime a que te sabe…

—Eres una perversa Lolita…me sabe a meados y semen mezclados…

—Muy bien profesor!!...me dijo con una carcajada, pero ahora  termina en mi culo…

¿Te sabe igual?

n  Si a semen y orines, aunque saben diferente….

n  Claro profesor, ¿sabes por qué?, vamos pon imaginación.  Lolita en ese momento parecía estar sumamente divertida.

n  Lo siento no lo sé, será porque unos son de Marcial y los otros de Barrabas…

n  Mmmm…te falta alguien…

n  ¿Qué? No me vas a decir que…

n ¡Acertado! profesor, Ahí hay semen y meados del Mastín…ja,ja,ja…Bueno, pero eso te lo contaré a detalle después de oír algo que te ayudara a comprender mis locuras...

n  Ya en la bañera Lolita me empezó a contar la historia de su vida.

-Empezaré con una bonita historia de infancia, yo nací en un bello pueblo de Andalucía.

Mi familia, colmada de títulos nobiliarios, era de las más poderosas de esa región. Poseía grandes extensiones de terreno y era dueña de almas y haciendas. Mi padre, que había heredado fincas y cortijos, era además muy letrado y por un capricho que había albergado toda su vida había comprado el diario más influyente de la región, al que volvió más influyente.

Mi madre por otra parte era sobrina de sacerdotes y prima de monjas. Su familia era propietaria de una de las más ricas ganaderías del país. Ella llevaba la sangre caliente de los guerreros y su piel era tan blanca como los principios en que se había educado.

Ambos se desposaron muy jóvenes aún en la catedral de la ciudad, mi madre aún no cumplía los diez y siete años y mi padre rondaba los veinte la boda fue un gran acontecimiento con grandes personalidades asistiendo. Al poco tiempo nací yo, siempre rodeada de gobernantas que me educaron desde muy pequeñita en las más estrictas enseñanzas divinas.

Cuando empecé a adquirir el llamado uso de razón, entre los rezos y las retoricas de los amigos de mi padre, empecé a percibir pequeñas dosis de hipocresías que aumentaban a medida que crecía mi uso de razón, adictos al régimen que nos gobernaba, siempre preocupados por la salud del Generalísimo y de quién gobernaría cuando este llegara a faltar.

Después de los primeros meses y después de mi nacimiento, mi padre empezó a descuidar su relación con mi madre y, dado el temperamento fogoso de ella le ocasionó una gran infelicidad. A partir de entonces mi padre dormía por las mañanas y se iba después de almorzar hacia la ciudad en donde estaba su periódico a cumplir con su misión como defensor de la patria, y no regresaba hasta pasada las seis de la mañana. Hasta que veía la luz la última edición.

Mi madre, por otra parte, enferma de devoción y agraciada con una imponente belleza, pasaba sus tardes en confesión con su viejo sacerdote y cuando él no llegaba mandaba a otros jóvenes recién iniciados que cuidaban celosamente el alma piadosa de mi madre. Recuerdo verla abandonar aquella pequeña sala cerrada celosamente con llave y que albergaba el confesionario, con su piel blanca como la porcelana, su cabeza agachada con la cara de niña y sus mejillas tocadas por un vivo rubor y coronada con una cabellera dorada. El confesor fuese quien fuese salía igualmente turbado como ella y salía casi sin despedirse.

Las confesiones solían ser prolongadas y yo, oculta tras la pesada puerta de roble alcanzaba a oír los gemidos de aquella piadosa mujer, algunas veces alcanzaba a oír algún grito o de ella o del sacerdote, pero una vez que salía se le veía feliz con la cara iluminada, seguramente por haberse librado de sus pecados.

Otra de sus rutinas era la de recorrer el campo y en especial los establos en donde se guardaban caballos y burros del campo, allí se encerraba por horas y con la puerta cerrada. Yo, con la curiosidad de una niña de siete años me acurrucaba al lado de la puerta para escuchar algún indicio de lo que hacia la santa mujer, y escuchaba los mismos gemidos del confesionario. Una vez después de un grito salió de prisa con el vestido todo sucio y la cara chorreando de un líquido espeso y blanquecino, entonces me descubrió detrás de la puerta, nunca olvidare la furia de sus ojos, era la primera vez que me castigó, no dejaba de golpearme y no paró hasta que al oír los gritos que pegaba salió una vieja criada que me arrebato de sus brazos salvándome la vida.

A partir de entonces las relaciones con mi madre fueron tensas, pero no duraron mucho tiempo, a las pocas semanas ella abandonaría el hogar y desde entonces no he vuelto a verla. De aquella terrible despedida solo recuerdo que mi padre la encerró en la habitación y la increpo como nunca lo había hecho. Seguramente la golpeó, pues cuando salió llevaba la cara desencajada y el vestido manchado de sangre, las últimas palabras de mi padre fueron:

 “Puta, que eres una condenada puta, la más puta de todas las mujeres, has manchado esta casa y mi honor, vete y no vuelvas a poner un pie en esta casa, no nos veras nunca más ni a mí ni a nuestra hija, vete a fornicar con cualquier desarrapado que te levante y si alguna vez te cruzas en mi camino te juro que te mataré”

Yo no entendía nada y entonces mi madre me abrazó y me miró con ternura llorando también, esa fue la última vez que la vi, no he vuelto a saber de ella nunca más.

Al poco tiempo, al ver mi padre que no podía atenderme como se debía me envió a Paris con una tía, en donde tres o cuatro veces al año me visitaba, entonces contaba con apenas ocho años...

Ahora déjame completar esa parte de la historia que da una razón a tal comportamiento de mi padre, esto me lo contó en Paris una prima que nos visitó un verano algunos años después…

Mi madre, según esa historia, si bien llegó virgen al matrimonio—llegó con apenas cumplidos diez y seis años, había clausurado en su alma, durante su reprimida adolescencia, una fervorosa vocación de puta, era de coño caliente, como solían decir las viejas lugareñas , y bien folló la primera vez con mi padre, comprobó que follar indiscriminadamente  era lo suyo, y durante todos esos primeros meses en los cuales fui concebida follaron plenamente a diario, pero algunos meses después mi padre empezó a desatenderla pasándose horas y horas en la ciudad con su periódico, entonces, dado su ardiente temperamento empezó a masturbarse y después, ese pecado le indujo a otro y luego a otro , necesitaba confesarse y así fue como,  el sacerdote confesor fue el primer cuerno que le puso a mi padre, después este sacerdote llevó a otros  y otros, no se daban abasto para satisfacer el coño de mi madre. En los establos llego a follar con dos labriegos al mismo tiempo y luego pasó a otros ya mayores excesos, me dicen que llegó a mamar la verga de caballos y burros o de cualquier animal que le sujetaban los mamporreros... pero no era feliz, no le complacía tener sirvientes ni una hija que la vigilaban constantemente.

Así fue, que en unos de sus viajes por la ciudad estableció contacto con la dueña de un prostíbulo de barrio, este antro localizado en el extrarradio de la ciudad era ideal para sus planes pues en esos lugares no se acercaban las personas decentes que frecuentaba mi padre o ella.. Bajaba entonces a la ciudad a las ocho de la noche y trabajaba de seis a ocho horas, follando con quince o veinte hombres por noche en un lugar sucio y maloliente. Volvía a casa en la madrugada, se le veía cansada pero radiante de felicidad.

Debo decirte que durante el tiempo que laboró en ese lugar, el resto de las putas casi no laboraban, pues el hecho de que llegara una puta tan joven—entonces tendría unos veinticuatro años—y hermosa como la que más, hacía despertar el morbo de cualquier hombre más aun cuando se sabía que satisfacía todas las fantasías por más sucias o morbosas que fueran. Pero no creas que les importaba mucho a las putas pues al final de cada noche repartía todo el dinero que había ganado entre todas , no se quedaba con un duro del trabajo de cuatro o cinco horas en las cuales cobraba por sus servicios , pues las últimas horas hacia su obra de caridad y mandaba a buscar a mendigos y borrachos, hombres deformes, fenómenos de la naturaleza para follar y hacer marranadas que los otros hombres no se atrevían a pedir, en ese tiempo bebía cualquier tipo de orines, lamia los pies embarrados de porquería y los culos de esos andrajosos hasta dejarlos limpios y según cuentan hasta llegó a comer mierda.

Sin embargo, la dueña del burdel, no contenta de que durante esas dos horas de servicios gratuitos no percibiera ningún tipo de ganancias y aprovechando la demanda que tendría con algunos de sus clientes el ver a una joven bellísima hacer todo tipo de porquerías y perversiones, mandó hacer unas mirillas en su cuarto y cobraba a tres duros el espectáculo, todas las noches había cola por agarrar una mirilla.

Esto duró cerca de un año hasta que mi padre se llegó a enterar por alguno de sus empleados que había una puta en un burdel de las afueras que realizaba las peores cosas que podría imaginar y que además era la mujer más hermosa que habían conocido y que no tendría que cuidarse de que lo vieran pues podría ver en las mirillas sin comprometerse, comido por la curiosidad se animó a ir una noche y después de ver semejantes atrocidades realizadas nada menos que por su bellísima y virginal esposa, salió despavorido del burdel y lo demás ya lo sabes.

Pasaron algunos años y el verano pasado me informó mi tía del fallecimiento de mi padre, así a los diez y siete años quedé huérfana de padre, viajé a la tierra que me vio nacer y en donde quedé como única heredera de la fortuna de mi familia, la finca, como había estipulado mi padre en sus últimas voluntades quedó administrada hasta que yo cumpliera la mayoría de edad por un fiel administrador, así que decidí venirme aquí a Barcelona a este piso perteneciente a la familia hasta entonces, pero no sin antes ir a conocer ese burdel que me habían relatado en donde mi madre pasó sus grandes momentos, así que llegue a la ciudad y me dirigí hacia el barrio en donde me habían indicado que se encontraba aquel prostíbulo, era más sórdido de lo que me imaginaba, en un barrio vulgar y lleno de malvivientes, así que me armé de valor y busque a la dueña. Era una mujer vulgar de unos cincuenta o sesenta años con cara de viciosa, le conté quien era y mis deseos de tener durante un tiempo una vivencia como la de mi madre( en realidad únicamente el verano), ella se puso muy contenta diciéndome que era tan bella como mi madre o aún más y más joven, y que si solo era la mitad de viciosa que ella tendría el lugar y el éxito asegurado, le dije que quería estar bajo la misma situación que ella, o sea trabajar cobrando cinco horas y dos horas para satisfacer al tipo de clientes que le buscaban a mi madre y realizar el mismo tipo de perversiones a la que se hizo adicta, que estaba al tanto de todo y quería el mismo cuarto . Rosa que así se llamaba la madame rio con malicia mientras llamaba a una de las putas diciéndole que desocupara el cuarto de las mirillas para mí.

Los cuartos de las putas estaban en el nivel superior, eran 8 en total acomodados de ambos lados de un estrecho pasillo, al final estaba el cuarto de aseo que usaban las putas y los clientes que habían subido por algún servicio, consistía en una ducha, un retrete bastante maltrecho, un bidet y en una de las paredes un gran urinario hecho de material en donde podrían estar tres hombres desahogándose cómodamente.  Como te has de imaginar aquello estaba hecho un verdadero mugrerío, lo aseaban una vez por semana los sábados así que para el viernes había una peste a meados y a todo lo imaginable y el desaguadero del urinario estaba cubierto de una especie de nata amarillenta producto de restos de orines y sabrá dios que otras porquerías.

El cuarto que me asignaron que era el que fue de mi madre hace algún tiempo, estaba al final del pasillo y lo separaba del cuarto de aseo una pequeña covacha de apenas dos metros de ancho y era en donde se localizaban las mirillas.

Era tal como me lo imaginaba, pequeño y sucio, con una cama desvencijada de tanto trajín.  Rosa me explicó como funcionarían las cosas para que no hubiera duda, me dijo que la clientela del lugar como ya lo imaginaba consistía básicamente de obreros y gente de los muelles, marineros, pescadores y en fin gente con necesidad de alguna puta barata, por lo que las tarifas eran como me podría imaginar económicas, así que me tendría que conformar con ello, le contesté que no tendría que preocuparse puesto que me comportaría como lo había hecho mi madre o sea que a mí no me interesaba la pasta y que al final del día mis ganancias las repartiría con las otras putas.

Como te imaginaras la vieja se puso feliz, pero de cualquier manera me explicó que las tarifas eran de 20 Euros la mamada, 50 la follada con mamada incluida y 60 si era por el culo, y después las tarifas especiales que eran de 100 a 150 dependiendo de si eran varios o si había algún tipo de perversión y claro que, si estaba yo de acuerdo, le dije que estaba dispuesta a satisfacer todo tipo de vicios y que me habían contado algunas cosas de cómo se las gastaba mi madre, con esto. Rosa me sonrió maliciosamente y me dijo que era igual de viciosa que ella y que nunca decía no a ninguna exigencia de los clientes y que a veces eran tan asquerosas que ni la peor de las putas aceptaría, le aseguré que eso es lo que más deseaba…

En el cuarto las mirillas eran seis y estaban situadas en un muro lateral de la habitación y estaban bastante disimuladas. Y así empecé a vivir algo que había maquinado en mi mente durante muchos meses…Vivir la experiencia que había tenido mi madre, sentirme la peor de las putas.

Desde la primera noche se hizo notar mi presencia en ese antro, rápidamente se corrió la voz de la nueva puta del burdel, una jovencita tan puta como la que más, y que satisfacía las fantasías más sucias, abyectas y degeneradas que pudieran imaginar, además lo hacía con verdadero gusto,

No te imaginas… había de todos los gustos, desde clientes que gustaban azotar a las chicas o mearse en ellas… o aquellos con otras perversiones mayores que iban de la coprofagia hasta el bestialismo… todo lo hacía…inclusive actos sado masoquistas.

Había clientes que gustaban que me sentara a horcajadas sobre su boca y soltara una gran meada…Había un cliente habitual con este vicio, era un tipo gordo y sucio… llegaba una vez por semana, ese día ya sabía que tenía que tomar uno o dos litros de agua para satisfacerlo plenamente…

Otros, los más comunes gustaban que después de habérselas mamado o de soltarme la leche en el culo…de soltarme sus meados en la boca que yo bebía sin ningún asco, en fin, todos los vicios encontraban su satisfacción…había los que gustaban de la flagelación…con una toalla mojada azotaban mi espalda hasta enrojecer para después mearse encima para que me ardiera, o también algunos gustaban de ser flagelados por mi mientras les decía toda clase de insultos…

Una vez entraron dos marroquíes…no te imaginas…se veían viciosos…sucios y apestosos como el que más… ¿sabes cuál era su vicio? la mierda ¡¡…al principio me dio un poco de asco…pero pensé, si mi madre lo hacía…porque no lo voy a hacer yo? era asqueroso…me acostaba boca arriba en el suelo y uno de ellos se acuclillaba encima de mi boca…lo demás te lo puedes imaginar…

—Por favor Lolita ¡alucinas, eso es asqueroso, aborrecible!

—Mírame ¡¡ los dos cagaron en mi boca, y yo lo hice sobre uno de ellos… Fueron otras dos veces en el tiempo que estuve allá, siempre pedían lo mismo…ya no me daba asco…lo engullía todo…

Lolita se sonrió maliciosamente y siguió con su relato…

El viernes al final de la semana entró un cliente…me pareció vicioso…cuando estábamos en pelotas me dijo que quería que lo acompañara a los aseos…como recordarás era el día más asqueroso…se paró frente a los urinarios y me dijo que quería una mamada allí mismo…yo temblaba con una emoción morbosa, imaginándome lo que vendría después así me hinqué en aquel suelo lleno de orines y empecé la mamada…y cuando ya iba a correrse la sacó de  mi boca y echó toda la leche directa al desaguadero del urinario …imagínate…la leche mezclada con esa pasta amarillenta acumulada …me ordenó que la recogiera con la lengua…

No quiero escucharte más eso es ¡asqueroso!

Si …escúchame, lamí todo…recogí su leche con la lengua mezclada con la pasta de meados…tragué todo…tuve dos orgasmos lamiendo aquel urinario…le gustó tanto como lo hice que le dejó a la Madame una buena propina…después de aquello volvió el siguiente viernes…

Cuando pasaban las cinco horas previstas era el tiempo de los voyeurs…

Desde la primera noche fue Rosa la que buscaba los desarrapados de las últimas horas, cosa que lo disfrutaba y cada vez se afanaba en buscar a los tipos más sucios e inmundos o bien hombres jorobados, enanos o deformes, que eran espectáculo de los clientes y satisfacción mía, no te imaginas todo lo que hacía o me hacían hacer…con mi consentimiento, claro está., mientras más marrano era el acto, más me sentía realizada y despertaba el deseo de hacer cosas peores…mírame, yo sabía que me estaban viendo por las mirillas, así que me daba morbo calentarles …cuando llegaba el hombre en turno lo primero que hacia después de desnudarlo era decir en voz alta para que me oyeran los voyeurs lo sucio que estaba…le subía el prepucio mostrando todo el requesón acumulado y lo lamia y así con toda esa cantidad de crema en mi lengua me acercaba a las mirillas para que vieran como la deglutía…o bien les abría las nalgas para enseñar el ojete y me ponía a decir que estaba lleno de mierda y que requería de una buena lengua que se lo limpiara … la siguiente semana le dije a Doña Rosa que sería buena idea de que les pasara a los clientes de las mirillas que a veces llegaban a ser seis a la vez, algún tazón para que depositaran su leche cuando se masturbaban y que me lo podrían pasar al cuarto como parte del show, ella captó inmediatamente la idea con una sonrisa maliciosa…y así  al siguiente día y a partir de entonces….bueno, no te imaginas, era de lo más asqueroso pero me daba mucho morbo, imagínate…la leche de seis tíos toda revuelta y a veces venia bautizada con orines de alguno de ellos…me bebía todo…

—Ya basta por favor Lolita esto es de lo más asqueroso que me has contado...

—Espera querido , que esto no es nada…Doña Rosa ya cansada de subir desarrapados y borrachos se le ocurrió algo especial, diferente… una noche después de una semana de trabajar en el local tuvo la idea genial de una variación…subió con un vago que mendigaba con un perro de esos grandes…no sabes lo que me hicieron hacer, yo nunca lo había hecho con animales, pero ya había leído algo sobre la zoofilia y siempre me causó una gran calentura el imaginarme mamando la verga de un perro…hicimos de todo. El hombre sostenía al perro en dos patas mientras le chupaba la verga como a un hombre, luego montaba al can en mis espaldas mientras yo a cuatro patas le recibía en el culo y entonces él se arrodillaba enfrente de mí y metía su verga en mi boca…no sabes cuantos orgasmos me hicieron tener¡¡…sabes…los perros no paran de correrse, pero eso no fue todo… Esa noche estaba entre los voyeurs el capataz de una finca cercana a la ciudad, este degenerado individuo se quedaba solo con dos criados los fines de semana que salían los dueños de la finca y organizaban todo tipo de orgias en donde llevaban putas de la peor ralea, por eso cuando me vio a mí, una jovencita con pinta de niña pija, hacer todas esas barbaridades, convenció a Rosa para que fuera el siguiente domingo y pasara el día con ellos… Cuando me lo dijo, me hizo ilusión pasar una experiencia de ese tipo, así que accedí y al siguiente domingo…y durante los cinco fines de semana siguientes me llevaron a la finca…Era un hombre grande y rudo como de unos cincuenta años llevaba una gran barba toda desaliñada que lo hacía ver todavía más tenebroso, se llamaba Narciso. Los dos criados no se quedaban atrás… uno era un negro senegalés probablemente inmigrante ilegal, era alto, flaco y sucio, tendría unos sesenta años, el otro que parecía un retrasado mental era bastante más joven y apenas podía articular palabras…había tres perros grandes, caballos, burros, toros y un macho cabrío…Me hacían andar desnuda todo el día.

El primer domingo después de haberme hecho mamar y beber la leche de los tres perros, me metieron a los establos, allí habían preparado la estructura que sirve para atar a las yeguas para que las monte el macho, pero en lugar de las hembras ataban al caballo o al burro, ataban también frente a la bestia a una yegua para encabritar al macho, yo me deslizaba debajo de la bestia y mamaba a los machos…al principio me costó trabajo meterme las tremendas vergas de los caballos en la boca, pero después con ayuda de manos y lengua me metía completo el glande en la boca hasta que soltaban su leche en mi garganta…las primeras veces me atragantaba, pero después aprendí a recibirla en el paladar, así no te atragantas…después te juro que se me había pasado la sed…me tragaba toda la leche…bebí leche de perro, de caballo, de cerdo y de burro ese primer domingo.

Toda la semana me la pasé masturbándome pensando en la idea de volver, y así, el siguiente domingo me tenían esperando con un tazón lleno de leche que ellos mismos habían ordeñado de un animal para ver si adivinaba a que  animal pertenecía…y lo supe en seguida, era leche de burro ¡¡ …también en esa ocasión  amarraron un macho cabrío… me hicieron mamarlo…no te imaginas como apestaba el animal y además  la leche es malísima, era tan amarga que no la pude tragar, así que para no desperdiciar semejante macho , le hicieron que me montara…me enculó el macho cabrío¡¡…y gocé ¡¡, ya después aprendí a tragarme su leche…mírame¡¡ tragué tres veces la leche de ese animal…en la cuarta semana se habían hartado de verme tragar la leche de todos los animales, así que idearon nuevas perversidades …ponían al joven retrasado a follar alguna de las burras o encular a un perro o a un burro hasta eyacular dentro del culo del macho o del coño de la hembra para después….ponerme hincada y hacerme beber la leche que había depositado en la vagina de la hembra o en el culo del animal…bueno no era tan difícil…salía sola, basta con la lengua…

—Ya, basta¡¡ esta es la peor marranada que he escuchado ¡

Si…también le limpiaba con la lengua la verga recién salida del culo del animal…mientras más mierdosa ...más les divertía…a ellos y a mi…si…ese retrasado era de lo más tonto y perverso…era el que hacia todas las guarrerias que se les ocurría a los otros dos por más asquerosas que fueran… le hacían agarrar la mierda de los perros y embarrarla en su verga y así como estaba metérmela en la boca…se la dejaba limpiecita¡¡…no te puedes imaginar lo que me hicieron hacer el último domingo…

Pasadas cinco semanas, en donde materialmente hice todo lo que podrás encontrar en alguna enciclopedia sobre aberraciones sexuales, me dirigí aquí, a Barcelona, a esta casa a encontrarme a mí misma, así, conocí a Barrabas, inmediatamente nos reconocimos mutuamente como dos seres perversos, el vio en mi a la musa capaz de realizar todas las aberraciones de su cochina mente, y yo como el amigo que seguiría alimentando mis deseos de lo bizarro, lo perverso lo sucio…o enseñándome más perversiones, al día siguiente me presentó a Marcial y empezamos nuestros devaneos perversos, ya te contaré en otra ocasión algunas de nuestras aventuras.

—Cuando salió del baño me abrazó, y me dijo.

—Ahora si ya eres mío querido, te quedaras a vivir conmigo y me cuidaras y serás mi perro fiel, que me acompañará a donde yo vaya y con quien vaya.

—Han pasado dos años desde que me convertí en el perro de Lolita, durante ese tiempo la he acompañado a todas partes que ella desea, hemos visitado varias veces a Barrabas y Marcial, me ha llevado con ella cuando Barrabas consigue algún espécimen de hombre con vicios que solo ella puede satisfacer, y ver todos sus actos a través de la mirilla, inclusive visitamos dos veces el burdel en el que trabajó, allí me quedaba en un cuarto adjunto para verla mientras se entregaba a sus excesos y lo cual parecía gozar al saber que estaba yo, su fiel amante mirando todas las asquerosidades que hacía con aquellos desperdicios humanos….También fuimos juntos varios domingos  a la finca a visitar a Narciso y sus dos criados.

Hace un año aproximadamente conoció en el despacho de asesoría que le lleva sus negocios, a un empresario muy importante de empresas turísticas, un hombre joven y atractivo que se enamoró perdidamente de ella. Lolita no estaba ni remotamente enamorada de este tipo, pero yo creo que pensó que era tiempo de sentar cabeza como se dice normalmente y tener una presencia en la sociedad. Así, se casaron en una boda intima, desde entonces ella lleva una vida normal de señorita casada en la sociedad catalana, pero sus vicios los sigue conservando, yo sigo viviendo en su mismo piso y no pasan siete días sin que ella lo pase conmigo aprovechando los constantes viajes de su marido lo cual, dada su profesión , lo hace con bastante frecuencia, a veces  viaja a América y permanece fuera de quince a veinte días, cosa que aprovecha Lolita para viajar a su pueblo y tener unos días de entretenimiento en el burdel y la finca.

No sé cuánto pueda durar esta situación, mientras tanto seguiré de su perro fiel y feliz al lado de mi adorada y perversa diosa.

Fin

(9,45)