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Inocencia perdida

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Ella era una chica adolescente normal, centrada en sus estudios y aspirando entrar a la universidad, pero su vida cambiaría al momento de cruzarse con éste sujeto; empezaron como amigos y poco a poco se fue convirtiendo en algo más. Ella nunca se hubiera imaginado sentir esa clase cosas por alguien un poco mayor; al principio todo fue romance y amor pero los besos inocentes se fueron volviendo cada vez más apasionados, hasta que un día se encontraba en casa de él, solos; amablemente le ofreció algo de tomar y se sentaron en el sofá allí comenzaron los besos, cosa que a ella le agradaba.

Pero ese día algo cambiaría, los labios de él abandonaron su tierna boca y comenzaron a deslizarse por su cuello, una mano furtiva comenzó a explorar sus pechos por encima de la blusa para después comenzar a soltar cada botón.  Era una nueva experiencia para ella, nueva y extraña; sentía algo de temor y a la vez placer, su cuerpo nunca había recibido esa clase de caricias.  Sin darse cuente su blusa se encontraba ya abierta dejando ver sus voluptuosos pechos firmemente asegurados en un brassier de encaje, pero la mano no se conformaba con acariciarlos y trató de sacarlos de su refugio, ahora la otra mano acariciaba su espalda y ágilmente soltó el broche del brassier y los pechos de la chica saltaron, por primera vez se sintieron libres y deseados.

El sujeto no dejaba de besarla; sus labios, su cuello, ahora se deslizaba hacia sus pechos como una serpiente, segura y sigilosa.  Unas manos se apoderaron de sus pechos y una lengua comenzó a degustar sus pezones que comenzaban a mostrar signos de excitación.  Por más que la chica tratara de pronunciar palabra sólo gemidos salían de su dulce boca; comenzó a sentir un calor entre sus piernas seguida de una húmeda, se sentía un poco avergonzada por eso, era nuevo para ella.

Una mano en sus pechos y otra abriéndose paso entre sus piernas, por debajo de su falda de colegiala; sentía su privacidad invadida pero su cuerpo instintivamente abrió las piernas dejando al perpetrador llegar a su destino.  Sus bragas ya húmedas delataban su estado, los labios abandonaron sus pechos y empezaron a abrirse paso por su vientre, camino a la fuente de la vida, a su monte de venus; a medida que descendía sus manos exploraban un nuevo mundo, oculto hasta ahora, bajo esa falda de colegiala.

Ahora era el momento en que sus bragas eran retiradas, por primera vez, por manos ajenas dejando todo el esplendo de su sexo al descubierto.  Se veía tan bella, tan inocente, era presa de la pasión, el deseo y la lujuria de su amor.  El chico acarició y beso sus muslos interiores robándole un sonoro gemido de placer, sus labios lo recorrieron con rumbo a la fuente del placer, un pubis totalmente depilado aguardaba por ser explorado.  Con placer el chico degustó sus jugos, ese dulce néctar femenino, el cáliz de la juventud.

Acto seguido el sujeto se colocó sobre la chica besándola nuevamente en los labios y susurrándole al oído un “Te Amo”, la chica sintió como algo presionaba entre sus piernas, en su sexo ¿qué era eso? se preguntaba.  El invasor comenzó a penetrar su sexo, la chica sentía un dolor desgarrador, pero aunque quisiera gritar de dolor sólo articulaba gemidos de placer y se aferraba cada vez más a su perpetrador.

Al final una mancha color carmín era la prueba de lo acontecido; había perdido su inocencia…

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