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Por fin conseguí los favores de Pamela 2 - El sometimiento

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El sometimiento de Pamela

Continuación de “Por fin conseguí los favores de Pamela”

A las dos semanas de nuestro deseado encuentro sexual, Pamela empezó una relación con un compañero, nos veíamos de vez en cuando, tomando alguna copa con el grupo de amigos, pero no tuve ocasión de quedar a solas con ella, hasta que el mes siguiente estando ella y su chico con nosotros, comentó que estaba preparándose las oposiciones, Lola ,otra amiga, le pregunto cuál era la materia que peor preparada llevaba, Pamela contestó que la peor era la programación y después el inglés, que le faltaba soltura hablándolo, yo que estaba sentado enfrente me ofrecí a darle clases de conversación, Pamela no aceptó al principio ,pero Lola le insistió y su novio también, haciéndole ver que le iría muy bien, y yo remate la decisión diciéndole que me ofrecía gratis por hacerle el favor. Después de todo esto a Pamela no le quedó más remedio que aceptar sin que pareciera sospechosa su negativa, quedando al siguiente día en su piso a las 17,30.

Llegue a la hora fijada y me abrió Pamela, que vestía falda y una camiseta, se la veía preciosa y deseable. Antes de empezar con la conversación de inglés, me dijo que el sexo entre nosotros se había acabado, que estaba con Antonio y que no quería ponerle los cuernos, yo le conteste que como ella quisiera, pero que el sexo no tiene que ver necesariamente con el amor y que podíamos tener sexo sin que para mí esto significara que ella le era infiel a Antonio, Pamela me volvió a repetir que no iba a tener más sexo de momento conmigo.

Empezamos con el inglés, un poco entrecortada la conversación al principio, pero conforme iba transcurriendo el tiempo, se iba haciendo más fluida y amena. Transcurrida media hora más o menos oímos que llamaban a Pamela, era su vecina de abajo que la llamaba por la ventana de la cocina, Pamela se disculpó y me comento que tenía que atenderla porque era una pesada y si no salía a hablar con ella seguramente subiría pues sabía que estaba en el piso y no tenía ganas que me viera y empezara u murmurar sobre nosotros. Dicho esto, se levantó y fue a la cocina y subiendo la persiana y empezaron a conversar.

Yo me acerque, teniendo cuidado de no hacer ruido, hasta la cocina. Pamela estaba hablando apoyada en el alfeizar de la ventana, su falda, que era bastante corta, dejaba ver una porción generosa de sus morenos muslos, esa postura siempre me ha parecido muy sensual. Desde nuestro anterior encuentro, estaba deseando tener sexo con ella otra vez y a pesar que Pamela me había dicho que no, yo estaba decidido a follarla muchas veces más.

Sin pensarlo más, me acerque agachado sin hacer ruido, hasta estar casi pegado a ella, en ese momento estaba contándole a la vecina porque había estado ingresada su madre en el hospital, con suavidad acaricie el interior de sus cálidos muslos. Pamela al sentir mi mano, reacciono cerrando las piernas e intentando quitarme la mano, la vecina debió de notar algo en su cara, pues le pregunto si ocurría algo, Susana le contesto que era su gato, sin dejar de intentar quitarme la mano de entre sus muslos, y después de darse cuenta Pamela que no lo iba a conseguir sin que se diera cuenta la vecina de la situación, Pamela cedió y siguió hablando como si tal cosa, mientras mis manos subían por sus muslos apoderándose poco a poco de su sexo y su culo,

Seguí acariciando el chocho a Pamela a través del tanga negro que llevaba, mientras ella apretaba las piernas para dificultarlo. Mi otra mano disfrutaba de su culo prieto, acariciando su oscuro ano. Le quite el tanga, no sin esfuerzo, pues ella apresto las piernas no colaborando nada, una vez que lo conseguí, disfruté de la vista que tenía ante mis ojos, ¡que sensual! Su chochito gordezuelo enmarcado por sus glúteos y muslos, su ano con una aureola oscura y un poco entreabierto, los dos sumamente deseables.

Acerqué mi boca y empecé a comerle el chocho, pamela intento impedírmelo con una mano que yo sujeté, sin dejar de comérselo, a la vez que le acariciaba el culo introduciéndole un poco el dedo mojado en el flujo que estaba humedeciendo cada vez más sus labios vaginales.

Pamela se debatía entre armar el escándalo o dejarme hacer, la verdad es que estaba excitadísima, nunca le había ocurrido una situación así y muy a su pesar sabía que Javier lo estaba notando en la humedad de su chocho, le ponía a cien que Javier no le hubiera hecho caso y le estuviera metiendo mano prácticamente delante de su chismosa vecina, además, Javier le comía el chocho con una maestría como nunca se lo habían hecho. Termino por auto convencerse de que esta sería la última vez con Javier y se relajó para que el hiciera lo que quisiera.

Sentí como Pamela se rendía, le abrí las piernas para, metiendo mi cuerpo entre ellas, seguir comiéndole el chocho desde adelante, estaba disfrutando sobremanera con esta situación, tenía la polla tan dura que casi le hacía daño.

Pamela siguió hablando con su vecina, intentando que esta no se percatara del placer que estaba sintiendo mi lengua e paseándose entre sus labios vaginales y penetrando su vagina. En cuanto pudo, termino la conversación, cerro la ventana y apoyándose en el alfeizar, por fin se pudo concentrar en disfrutar de la comida que le estaba haciendo.

Yo seguí disfrutando del sexo de Pamela hasta que a esta le sobrevino un potente orgasmo que la dejo desmadejada por el placer. Aproveché para, irguiéndome, llevarla a la encimera, donde le hice apoyarse dándome la espalda, así su sexo y culo estaban a mi plena disposición y librándome de los pantalones y el bóxer, la penetré llenándole la lubricada vagina con mi gorda y dura polla.

Pamela me dijo entre gemidos de gusto que esta era la última vez que la follaba, que no quería que Antonio se enterara.

Yo seguía metiéndole la polla con pasión creciente y empecé a acariciarle el chocho, tenía los labios muy mojados y el clítoris hinchado, con la otra mano le acaricié el culo y le metí el dedo gordo lubricado con su flujo, dilatándoselo poco a poco, hasta que le pude meter dos dedos

Pamela estaba totalmente entregada a la excitación y la lujuria, a su pesar, sentía la diferencia con la polla de su novio, la de Javier era más grande y gorda y además la follaba con más vicio, de una forma que la ponía mucho más caliente.

Noté que Pamela estaba a punto de tener otro orgasmo, ella culeaba con fuerza contra mí para meterse la polla a tope, acelerando el ritmo, la seguí cogiéndole una de sus tetas, apretándole el pezón entre los dedos, sin dejar de estimularle el culo.

Pamela se corrió gimiendo tan fuerte que tuve que taparle la boca, para que no la oyeran los vecinos.

Pamela se relajó después del orgasmo, este es el momento que yo estaba esperando y sacando los dedos de su culo, le apoyé la polla en el entreabierto y relajado ano y le metí el glande suavemente, sujetando a Pamela por las caderas.

Pamela al notar como la polla entraba en su ano, dio un pequeño quejido, diciéndome que el culo solo se lo follaba su novio, que parara mientras forcejeaba intentando zafarse, pero yo no tenía intención de hacerle caso, la sujeté y seguí follándoselo.

Al principio Pamela estaba enfadada porque Javier no le hacía caso e intento dificultar que se la metiera, apretando el ano, aunque se dio cuenta de que lo único que conseguía es que le doliera más, pues Javier se la estaba clavando más cada vez. Luchaba consigo misma, el sexo anal la ponía muy caliente y, además, la fantasía sexual que más la excitaba era que la forzaran a tener sexo y Javier la estaba haciendo real ahora mismo.

Pamela se rindió, abandonándose a la lujuria de Javier y a su deseo, notando como la polla le entraba entera y llenaba su relajado culo.

Seguí follándola, disfrutando del apretado y caliente culo, masturbándola hasta que Pamela se corrió mientras le llenaba el culo con una abundante y caliente cantidad de esperma.

Pamela se fue rápidamente a ducharse, cuando salió me dijo que era un cabrón vicioso que me había aprovechado de ella. La sujete abrazándola y besándola le dije que ahora ella sabía lo puta y calentorra que era, que había grabado todo y que, si no quería que se enterara su novio, haría lo que yo quisiera. Pamela se quedó parada sin saber que decir mientras me marchaba del piso.

Continuará.

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