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Iniciación en el mundo lésbico

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-¿Así que eres reportera de "Vergara mundi"?

Marcela, ahora conocida mundialmente como "Marchu" me ofreció delicadamente una taza de café vienes, mientras cruzaba sus hermosas piernas para que pudiera ver sus muslos, de sus labios carnosos se desprendió una ligera sonrisa de complicidad.

-Bueno, no exactamente-, conteste nerviosa, al instante de que sentía sus dedos acariciando los míos al tomar el plato de porcelana que me ofrecía. -Soy estudiante y hago mi tesis apoyando a la editora de "Vergara".

-Ah, supongo que has oído hablar de mi obra.

-Claro- Conteste rápidamente, ya que en este tema me sentía más segura. -Sus trabajos son excepcionales, aunque algunos críticos la califican de exagerada.

-Querida, eres muy joven- Marcela deslizó su mano por debajo de mi blusa y empezó a acariciar mis senos con la punta de sus uñas. –Ay tantas cosas por conocer- Supongo que conoces la obra de Vergonio.

-Si, claro, se le considera el iniciador de la doctrina-

-Vamos, niña, relájate un poco- dijo riendo Marcela- Vergonio no es mas que un cobarde que no se atrevió a descubrir al mundo…. Ciertas cosas.

Ahora sentía los dedos de Marcela juguetear libremente sobre mis pezones que –claro- respondían en forma casi inmediata a sus caricias. Delicadamente abrió su pequeña cartera y sacó una agenda con fotografías que fue mostrándome una por una. Cada imagen me dejaba helada, extasiada, me olvide de la pequeña taza de café vienes que me había servido y solamente tenía ojos para esas fotografías.

-¿Son reales? –Es decir, ¿existe algún truco?

-No, claro que no, soy una artista, ¿te parecen exageradas?

En la mayoría de las fotos se encontraba ella, ¡pero que situaciones! Marcela tragoneando la punta de un pene que podría pesar cinco kilos, Marcela deslizando por su culo un falo de mas de 30 centímetros de largo, y mas grueso que mi brazo, Marcela chupeteando unas bolas tan grandes que una sola no entraba en su boca…

-!Cielos!, es decir, no se que decir…

-Todas son reales, querida. Upss, mira esta, la llamo "La Verrrrrrrrrrrrrrrrrrga", ¿te gusta?

Por un momento sonreí, ¡claro que me gustaba!, pero lo que provoco mi sonrisa fue el sonido, tan maravilloso, tan especial, como un pequeño motor acelerado listo para entrar y salir por mi vagina con un ritmo desenfrenado, un pistón súper potente…

Marcela me sonrío, y sacó de su bolso un hermoso DILDO NEGRO, lleno de venas, con todo y bolas, Cielos, debía de medir al menos unos 20 centímetros, con la mano no podía abarcar su diámetro y su textura era súper suave y a la vez maravillosamente firme.

-Repite conmigo-

Marcela empezó a pasar este dildo por mis labios obligándome con una suave presión a entreabrirlos, mientras que con la otra mano masajeaba suave pero firmemente los labios de mi vagina, obligándome a separar las piernas lentamente.

-Repite conmigo, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga…

Cielos, empecé a abrir un poco mas la boca y de manera totalmente inconciente mi lengua recorría la punta de esa gran pija de suave látex, mientras susurraba entrecerrando los ojos esa maravillosa frase: -verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga…

-¡Vamos! !Pero si eres una putita maravillosa!

Exclamó Marcela cuando me vio cerrar los ojos y sintió en sus dedos la humedad exagerada que brotaba de mi vagina.

-Ahora trata –tan solo un poco- de meterlo en tu boquita, inténtalo-

Cuando escuche eso, estuve a punto de levantarme de la mesa, lo que me pedía me parecía imposible, apenas si podía cubrir la punta de esa pija con mis labios y ella me pedía que me la metiera en la boca, ¡imposible!

-No se si pueda-,

Alcancé a balbucear, mientras mi lengua, como un ser independiente a mi conciencia, giraba frenéticamente por toda la punta de ese magnífico dildo.

-Te voy a ayudar-,

Con un tono divino, Marcela me quito de los labios esa magnífica pija y tomando mi rodilla, hizo que separara aún más mis piernas hasta dejar los muslos en cada lado de la silla, como si estuviese montando un gran corcel.

Entonces colocó esa preciosa, grande, gigante, gruesa, tibia, suave y dura pija en la entrada de mi vagina empapada y empezó a empujarla con suave firmeza, como nunca lo hubiese yo imaginado.

-Cielos, no voy a poder-.

Exclamé mordiéndome el puño de la mano en espera de un gran dolor…

Pero increíblemente la punta de esa maravilla se deslizó en mi vagina como si fuese un guante hecho a la medida. Marcela lo giraba y lo retiraba casi en su totalidad para volver a empujarlo cada vez un poco mas adentro…

-Uffff, uffff, uff-f.

En cada arremetida mis muslos se separaban un poco más, pero mis nalgas y mi culo se apretaban tratando de mantener dentro de mi cuerpo esa monstruosidad. Marcela lo movía cada vez un poco mas rápido, aprovechando la excesiva lubricación de mi vagina sobre todo el dildo.

-Ven, acércate a mi, pequeña. No digas uffff-.

Me tomó del cuello y me incliné hacia ella hasta apoyar mi frente en sus hombros, mis manos sujetaban rabiosamente la mesa y todo mi cuerpo se tensaba tratando de alcanzar un súper orgasmo.

- Dilo, di ese nombre que tanto te gusta-.

Marcela me susurraba estas palabras una y otra vez al oído, mientras yo empezaba a sentir como un sueño las bolas de ese dildo ya pegadas a mi cuerpo y la mano de Marcela moviéndolo y girándolo maravillosamente rápido.

- Verrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga…

-¿Vamos, putita, acaso no lo puedes tragar todo ahora?-

Marcela empujaba y arremetía con su mano esa pija maravillosa y yo podía sentir como su brazo ejercía presión para poder empujarlo hasta adentro, las bolas chocaban con mis nalgas haciendo un profundo sonido de "plosh", "plash", mi culito se encontraba empapado de mis propios jugos y yo repetía como hipnotizada en cada arremetida:

-verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga…

Entonces Marcela retiro de mi vagina ese monstruoso pero delicioso dildo, el cual al salir goteaba escandalosamente mis jugos y lo llevó directamente a mi boquita, embarrando todo lo largo del dildo en mi carita, haciendo que lo cubriese de besos y lamidas a todo lo largo.

Abrí la boca… y no se como, aún ahora cuando veo este dildo en el cajón de la mesa de noche de Marcela, no puedo explicarme como lo logré, pero en aquella ocasión, mientras me venía como una perra puta, me trague todo esa pija, hasta sentir sus bolas pegando en mi barbilla, sintiendo momentos de asfixia que Marcela me ha ayudado a controlar, con las pantys mojadas y el vestido completamente empapado y arrugado de mis propios jugos, mientras Marcela repetía como una letanía maravillosa a mi oído, abrazándome y sujetándome para controlar mejor mi orgasmo, repitiendo una y otra vez esta palabra increíble para ambas:

-verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga, verrrrrrrrrrrrrrga…

Esa noche dormimos abrazadas y desde entonces no nos hemos separado.

(8,00)