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El día que la fantasía se hizo realidad (Parte 1 de 2)

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Había sido una noche difícil, no había podido dormir del todo bien. No podía quitar aquella imagen de su mente. Mónica, la mejor amiga de su esposa, había estado en su casa ayer por la noche para tomar un café. Cuando él llego, el encuentro fue de lo más normal. Sin embargo, la blusa de Mónica parecía contar otra historia. Sus senos, sin ser muy grandes le eran muy atractivos por su forma y aparente firmeza (misma con la que a veces fantaseaba poder comprobar). Pero en esta ocasión, sus pechos estaban coronados por unos redondos pezones erectos que eran notablemente visibles a través de su blusa vaporosa y un brasiere que debería ser liso y delgado. Los pezones eran de esos que se paraban desde la areola formando una pequeña montaña y no solamente la punta, lo que era tremendamente excitante para Mario. Al despedirse, ella le dio un abrazo y un beso y le dijo... "no me iba a perder tu apapacho hoy...". Eso basto para que Mario tuviese la imagen de esos pechos desnudos y erectos contra su torso, entre sus dedos, y desde luego en su boca... Daba vueltas para poder dormir, abrazo a Laura, su esposa, y ella se oprimió contra su pecho mientras movía sus piernas como gata en celo, ella también tuvo una noche inquieta...

Al despertar, Mario dirigió su atención hacia la sensación de cosquilleo y calor que emanaba de su entrepierna, y al bajar su vista pudo ver el cabello castaño claro de Laura que se movía rítmicamente. Ella, al darse se cuenta, levanto la cabeza y miro a Mario: "Buenos días amor! Quería darte una sorpresa", dijo con una sonrisa en la boca mientras su mano subía y bajaba por su miembro erecto. "Buenos días amor!", contestó Mario y le acarició con ternura la cara a su esposa. Ella volvió su atención al pene de Mario, lo acarició con la mano lentamente desde la base hasta la punta y volvió a bajar al mismo tiempo que la punta de su lengua recorría la punta y Mario se estremeció; no podía distinguir la diferencia entre dolor y gran placer. Al darse cuenta, ella repitió la operación, lo que saco un gemido de la boca de Mario, "Ahhhhh!"... Recorría la punta del pene con la punta de la lengua y su mano subía y bajaba por el resto del miembro que parecía explotar en cualquier momento. Se mojó los labios y comenzó a succionar, mas como a besar profundamente el glande y Mario gemía y le trataba de acariciar la espalda, sin lograrlo; "déjame hacerte lo mismo", pidió el. Ella levanto la cara y le dijo: "pensé que nunca lo pedirías!" al tiempo que giraba su cuerpo para acomodar su pelvis justo del encima del rostro de su esposo.

A Mario le gusta darle sexo oral a Laura, pero nunca lo habían hecho al mismo tiempo. Se mojó los dedos de la mano con la boca y los acerco a la vulva de ella. "Dios mío!" exclamó, ella esta empapada y sus dedos se deslizaron con facilidad a lo largo de la hendidura. Agarró con fuerza las nalgas de Laura y se acercó para probar su humedad. Sus labios se encontraron con los de la vagina de Laura y chupo ese delicioso líquido, besando y lamiendo la totalidad de la vulva de donde emanaba su delicioso y dulce humedad. La chupó con fuerza besando fuertemente sus labios, lamiendo y succionando su clítoris. Ella por su parte chupaba con fuerza el pene mientras que con la mano lo masturbaba con más fuerza cada vez. En cuanto sintió que el pene se endurecía en preparación para el orgasmo de Mario, se detuvo y le dijo: "me muero de ganas de sentir como te vienes dentro de mí... No lo hagas antes, de acuerdo?". Se levantó para quedar hincada con la vagina en la cara de Mario, a lo que él respondió con un ataque aún más feroz de su lengua a la vulva de Laura. Sus piernas temblaron y dejó salir gemidos de placer, al tiempo que Mario sentía como la vagina se estremecía ante el orgasmo que era inminente. Bebió frenéticamente el líquido que corría en su boca.

Ella cayó rendida hacia atrás y él se levantó y se acomodó frente a ella. Le levantó las piernas y puso los tobillos en sus hombros. Quedó hincado frente a ella. Tomó su pene con la mano lo acaricio contra la vagina de Laura que gemía al sentirlo y le pedía que lo metiera con fuerza. Hizo este movimiento varias veces, frotando la punta de su pene con el clítoris de ella, haciendo círculos alrededor de su entrada y empujo con fuerza. "Aahh!" exclamó ella al sentir la oleada dentro de sí. Le tomó los senos, tersos y blancos con pezones rosados y muy erectos. Deseaba besarlos, chuparlos con fuerza, pero no podía, pues la posición no lo permitía. Se movía con fuerza y podía sentir como su orgasmo se aproximaba, mientras que el de ella aun no cesaba. Ella levantaba su cadera mientras que sus piernas no dejaban de temblar. Ella gritó de placer "Más fuerte, más fuerte!" le pidió y él empujo con más fuerza cada vez, escuchaba el sonido de su piel chocando con la de ella junto con los gemidos de ella y su propio rugir. Explotó!, con una  eyaculación larga, estremeciéndose con cada espasmo de ella. Ella sentía como su pelvis se contraía sin control, tuvo un orgasmo increíble!

Después de descansar un poco ella se levantó y se metió a bañar. Al poco tiempo él se metería y harían el amor una vez más bajo el chorro de la regadera...

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