Nuevos relatos publicados: 11

Los eróticos castigados

  • 6
  • 9.859
  • 8,00 (12 Val.)
  • 0

Soy la afortunada esclava de mi señor. Un hombre capaz de enseñarme con paciencia las delicias de la carne, los placeres del amor y del sexo. Durante años estuve privada de cualquier sensación. Me casé con un hombre frío y aprendí lentamente a ahogar mis deseos y a no pensar en mi misma como mujer. ¡Hoy en día, en plena madurez y con su ayuda, he redescubierto mis pasiones y él sabe llevarme hasta la locura!!

¡Hemos fantaseado tantas veces!!! Cuando debemos separarnos, inventamos cualquier cantidad de locuras que mantengan vivo nuestro deseo e imaginación…Eso hace que cuando regresa a mi lado, me extasíe completamente con la contemplación de su cuerpo, con la desnudez de su piel, con sus caricias …

Una de nuestras fantasías más eróticas es la de compartir a mi señor con otras mujeres y que mantenga su propio harem. Les aseguro, que el poseerlo es absolutamente enloquecedor. Él pone el alma y el cuerpo en el arte de amar y lo amo tan intensamente, que lo compartiría gustosa solo por sentir su placer.

Cuando no está conmigo, podemos pasar horas enteras excitándonos, seduciéndonos y acariciándonos mientras creamos situaciones eróticas que nos mantienen deseosos uno del otro hasta su próxima visita. Una de nuestras herramientas es crear entre los dos relatos para publicar y el siguiente, es la continuación de uno ya publicado por Iván.

Me encuentro sola en el cuarto donde llevo varios días desnuda por órdenes de mi señor. No siento ningún ruido en la casa. Aprovecho para darme un baño relajante en la tina, acaricio lentamente mi cuerpo, recordando los acontecimientos del día anterior y las deliciosas corridas que tuve mientras le mamaba la verga y sentía las caricias que por orden suya, me hacía una de las puticas de su harem. Ella puso todo su empeño en mamarme el coño deliciosamente. Nunca antes había gozado de las caricias de otra mujer y mi amo estaba encantado con los resultados… Había logrado que llegara al éxtasis entre las caricias de su amiga y la arrechera que se reflejaba en la cara de mi señor…

Estaba terminando de arreglarme y sentí por fin que la puerta de la habitación se abría… Comencé a temblar como una adolecente de solo imaginar que tendría planeado este día mi señor. Salí del baño envuelta en una toalla grande y allí estaba él. Traía en sus manos un paquete de almacén. Como siempre, cuando estoy frente a él me arrodillé a sus pies antes de mirarlo a los ojos en actitud sumisa. No me permite besarlo en la boca, hasta que no atiendo su verga correctamente. De esta forma, mi boca queda a altura de su entrepierna y bajando su bragueta busqué entre sus pantalones el objeto de todos mis deseos. Su verga no es exactamente la más gruesa o grande… pero debe estar hecha a mi medida porque me hace gozar intensamente. La tomé entre mis manos con reverencia y la llevé a mis labios para besarla y mamarla durante unos segundos. No me permite hacerlo tanto tiempo como desearía… Él sabe que me enloquece que me deje mamarle hasta el cansancio, que no hay manjar más exquisito que su falo para mi paladar y es el premio que me da por ser buenita.

¡Basta me dice!!! Levántate. Me mira a los ojos y me besa en plena boca antes de mostrarme una cara de enojo estudiada… Puedo ver que le brillan los ojos de placer por lo que sigue.

Tu comportamiento de ayer merece un buen castigo puta… Me has hecho quedar mal ante un amigo y tú sabes que no soporto desobediencias. ¡Abre el paquete!!! Vas a lucir un regalo que he traído para ti. Entusiasmada, tomo la bolsa que reposaba encima del lecho. Su cara me prometía disfrutar de su compañía y sus caricias y por unos instantes llegué a pensar que traía para mi algún juguete nuevo para compartir. ¡Miré con extrañeza el contenido de la bolsa!!!  solo había una especie de collar larguísimo y unos ganchos de presión. No se me ocurrió que podría querer mi amo con ellos. Lo saqué lentamente mientras mi cara reflejaba mis interrogantes.

¡Ya verás cómo vas a quedar decorada con él… retira la toalla!!!  no has permitido que te vea… Metió entonces su mano entre mis labios y se sorprendió de sentirme tan mojada. ¡Definitivamente eres una zorra deliciosa!!! Debes estar deseando que te coja ahora mismo ¿verdad puta? Pero tu señor no tiene intenciones de darte el gusto… abre las piernas mientras permaneces parada. Voy a colocarte la prenda de castigo que tengo reservada hoy para ti; y sin más explicaciones, comenzó a recorrerme ensartando el collar sin ninguna delicadeza entre los labios de mi coño… abriéndolos y clavando las cuentas dentro de él procurando que me hiciera daño. Halando, lo alzó hasta mi cuello, donde le dio dos vueltas apretadas para luego irlo enredando en espirales por mi torso. A pesar de sorpresa y de sentir una fuerte presión que me lastimaba entre las piernas, me estaba sintiendo completamente excitada por la situación.

Nunca antes había recibido de él ningún castigo o maltrato. Siempre se ha mostrado comprensivo y atento con mis caprichos. El solo hecho de descubrir en él esa nueva faceta de AMO, me ponía súper arrecha y él debió descubrirlo en mi rostro. Dice que pongo una cara de puta que lo enloquece y tal vez con intención de cambiármela, no ceder ante mi latente deseo y mantener su posición dominante, fue que terminó su labor colocando en mis pezones los ganchos que acompañaban el collar. Fue tal el dolor que no pude evitar un grito al sentir la presión de los ganchos. Mi movimiento, logró que el collar fuertemente atado a mi cuerpo, me recordara que no estaba en posición de moverme para evitar hacerme daño.

Así debería permanecer por el resto del día. Te lo has ganado por ser incapaz de comerte una verga que no sea la mía, sin toser ni tener arcadas; nunca más te pediré que lo hagas para no volver a quedar en ridículo, pero en cambio tendrás que ser mejor para otras cosas.

Después de pasarme su lengua por mi coño cruzado por el collar y darme un beso en la boca, se retiró de la habitación cerrando con llave tras de sí. Pase el resto del día sola, intentando no moverme demasiado mientras pensaba que estaría haciendo mi amor, quien lo estaría entreteniendo, dándole placer y sintiendo la presión del collar y los ganchos. Así terminé quedándome dormida tras el primer castigo real que recibía.

(8,00)