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Carolina, una de esas chicas que nunca olvidas

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Carolina era una de esas chicas que conoces y nunca olvidas, yo tenía ya 30 años, los había cumplido ese mismo día, aunque no importa, nadie me regaló nada, pero ese día el regalo llegó solo, de una manera que ni imaginaba.

Me encontraba paseando en un parque cercano a mi casa, había estacionado mi moto cerca y cuando me disponía a fumar un cigarrillo noté que no me quedaban, así que crucé la calle para comprar otros, de pronto escucho una voz asustada cerca de mí, era una niña que paseaba un perrito, y al oír el ruido de un automóvil éste se asustó y al tratar de huir rompió la cadena que la unía a su linda ama, y el pobre echó a correr asustado, iba a cruzar la calle con el riesgo de ser brutalmente arrollado por los vehículos, y ahí es donde aparecí yo.

Al pasar el can cerca de mí lo cogí del collar y lo retuve, salvándole así la vida, luego se acercó su dueña y fue donde la vi con más atención, era preciosa, tenía solo 18 años, se llamaba Carolina, tenía el cabello larguísimo, lindo rostro, ojos y labios sensuales, y unas caderas que harían enloquecer a cualquiera ya que contrastaban espectacularmente con su finísima cintura.

Me miró agradecida y dijo que no sabía cómo pagarme ya que era su perrito regalón, el problema era cómo lo llevaría a su casa pues su cadena se había roto, sin dudarlo me saqué mi cinturón y lo até al collar de su mascota y le dije, "Te lo presto, pero para que me lo devuelvas debes darme tu dirección para ir a recogerlo" y ella propuso una mejor idea: "Mejor juntémonos en este mismo parque a la noche, a las 10, yo te traigo tu cinturón y aprovechamos de conocernos. "Yo acepté fascinado, y la dejé con su perrito y yo me marché a esperar que la hora corriera.

Finalmente, a las 10 de la noche llego a la entrada del parque, aún hacía mucho calor y había mucha gente paseando a esa hora ya que era pleno verano. De pronto ella aparece, con el mismo jeans ajustado mostrando su ombliguito, esa polera que destacaba sus senos de mujer ya desarrollada, y su larga cabellera azabache que contrastaba con su piel blanca.

Después de charlar lo suficiente, me dijo que sus padres eran separados y que vivía con su abuela, que tenía el sueño pesado y que nunca la sentía llegar, así que podía llegar a cualquier hora de la noche y como era verano, no tenía clases, yo entendí con esas palabras que yo le había gustado y que quería pasar la noche conmigo, y no me equivoqué porque cuando le propuse ir a mi casa a tomarnos unas cervezas aceptó con una pícara sonrisa, subirnos a la moto y llegar a mi casa fue una sola cosa.

Mis padres no estaban, ni volverían en dos días así que pensé: Esta es mi noche y éste mi regalito de cumpleaños...

Entramos a mi cuarto, destapamos unas latas y puse música suave, luz tenue y abrí la ventana para refrescar el ambiente, comenzamos a juguetear, a hacernos cosquillas y a pasarnos el trago de una boca a la otra, casi sin darnos cuenta ya estábamos tendidos en mi cama besándonos y recorriendo nuestros cuerpos como desesperados, pero faltaba el paso decisivo, que no tardó en llegar, al mirar ella sobre un mueble vio un frasco de vaselina, que en mis ratos de soledad uso para masturbarme mientras veo algún video porno.

Ella me preguntó para qué lo uso y le dije: "lo uso para limpiar los vidrios de la ventana, aunque también se usa para hacer masajes, te gustaría que te hiciera uno?". - Sí, aceptó ella, así que según mis indicaciones se tendió en la cama sumisamente y se subió su top, sin titubear le desabroché el sujetador y contemplé su hermosa espalda, pálida y firme, con un rotundo surco que la cruzaba. "Allá voy, sólo relájate" dije y me lancé a la sabrosa empresa, unté su espalda con abundante líquido y comencé a acariciar su piel, mis manos estaban calientes como su cuerpo, luego comencé a ampliar mi radio de acción y le propuse que se bajara los jeans, también aceptó, se los desabrochó y se los bajó dejando a mi ávida mirada sus lindos calzoncitos, negros y muy pequeños, que no cubrían nada, se los bajé casi sin que se diera cuenta, no sé si ella sabía o no lo que estábamos haciendo pero a ella parecía gustarle porque nunca oponía resistencia, siendo así le bajé sus calzoncitos y quedó ante mi vista una de las imágenes que más me ha costado olvidar en toda mi vida... ¡porque tenía un culo divino!!!

Intencionalmente vacié gran parte del frasco en el centro de su rajita y metí mi mano caliente entre medio de esos divinos montes, masajeando de arriba a abajo, presionando cada vez más mi dedo central, acariciando a veces su apretado botón del culo y a veces sus pequeños labios externos, yo estaba en la gloria y ella se quejaba pero de gusto, y cuando la vi que rugía de placer como una gata en celo decidí darme el gran salto y sin dejar mi grato trabajo de masajear su rajita, me despojé como pude de mi ropa, fue un gran esfuerzo, sobre todo sacarme las botas, cuando finalmente lo hice y quedé desnudo junto a ella, me monté a horcajadas sobre sus caderas y le subí la polerita, ella no dijo nada, es más colaboró sacándose sus zapatitos y sus jeans, yo mismo me encargué de bajarle las bragas.

Finalmente estaba montado sobre ella, y continuaba con mis masajes, en su espalda, sus hombros, su breve cintura y su tentador trasero, y como quien no quiere, comencé a acariciar sus glúteos con mi verga, que ya se hallaba como hierro candente, ella seguía relajada con su carita reposando en mi almohada, lánguida y abandonada a mis seductores manoseos. Luego el paso final, sin esperar su aprobación decidí introducir mi ansiosa verga entre sus labios ya excesivamente lubricados. No fue difícil ya que hacía rato que su entrada estaba dilatada, lo único que oí de ella fue un suspiro largo y aliviado, como cuando se sienta uno en un mullido sofá. Y me di a la tarea de empujar rítmica pero suavemente, como bailando una danza suave, pronto ella misma me seguía el ritmo, ella movía las caderas cadenciosamente, el masaje había quedado atrás, ya estábamos follando, y me sentí asombrado de todo lo que estaba ocurriendo, recién hacía unas pocas horas la había conocido y ya estábamos en mi cama follando como dos expertos enamorados, lo gracioso de todo es que no gasté palabras en conquistarla, todo era fluido e improvisado, y me felicité a mí mismo.

Recién después de unos quince minutos de meter y sacar intermitentemente mi arma, ella comenzó a decirme obscenidades, parecía que estaba poseída, no paraba de decir incoherencias de las que sólo le entendía la palabra "joder".

Luego la di vuelta y comencé a follármela frente a frente, era hermoso ver su lindo rostro casi infantil, con sos ojos entrecerrados y mordiendo su labio inferior, me di a la tarea de besar sus pechos, pequeños pero muy redondos y firmes como nunca he visto antes, sus piernas rodeaban mi espalda y yo la empujaba firmemente con mi miembro tan metido dentro de su ser que parecíamos uno solo, fusionados y a punto de estallar, cuando ella interrumpió sus grititos de angustia y me dijo al oído: "Necesito que me des por el culo, nunca lo he hecho y quiero sentirlo ahora contigo, por favor..."

Fue más de lo que pude resistir, sin esperar más la di vuelta gentilmente y la puse en la posición del perrito, yo no lo podía creer, era más de lo que podía pedir y sin anunciarlo comencé a presionar mi miembro contra su rosado agujerito, ella cooperó bastante porque después de dos minutos logré albergar la cabeza, mientras le agarraba los pequeños pechos colgando y le mordía una oreja arremetí por última vez y se lo hundí hasta los pelos, ella gimió de angustia.

Pero cuando comencé a taladrar su recto suavemente se calmó un poco, y sus gemidos de dolor rápidamente fueron sucedidos por suspiros roncos y ahogados, mientras ella se frotaba el clítoris frenéticamente, parecía que se lo quería romper, así estuve por espacio de media hora, de pronto ella comenzó a tener un orgasmo descomunal, lo sé porque su cuerpo empezó a agitarse y sus suspiros se convirtieron en gritos feroces, como si una mano gigante e invisible la agitara como si fuera una muñeca de juguete, ella vociferaba manifestando su placer a los cuatro vientos.

-¡Sí, Sí, dámelo más fuerte papito!!!No te detengas...!!!Se siente tan riiiico...!!!Que bien se siente...no lo saques por favor...Mételo todo adentro!!

Te siento todo adentro..!! Dámelo todo papito...encúlame fuerte por favor..!!!

Y de pronto acabó, pero yo seguía como si nada, aún me quedaba energía, y mi garrote seguía castigándola sin ningún pudor, hasta que ella se detuvo y se dio vuelta a mirarme. Le pregunté qué le pasaba, si había hecho algo mal, pero sin decirme nada puso un dedo en mi boca como callándome y se puso de pie junto a la cama, yo no entendía nada de nada, pensé que se iba a vestir y marcharse, cuando de pronto ella dijo: "Espera un momento, ya vuelvo..."

Yo no creía lo que pasaba... Qué estaba planeando, de pronto ella se acercó a mi escritorio en un rincón de mi cuarto, la luz era tenue así que no veía qué hacía, de pronto llega a mí con un objeto que yo tengo de adorno sobre aquel mueble, es una maqueta de plástico a escala de un transbordador espacial, el "Challenger", para ser exacto, mide casi 40 centímetros de alto, le pregunté qué se traía entre manos y me dijo: "Disculpa, cuando entré a tu cuarto y vi ese juguete me llamó mucho la atención la forma fálica del cohete que lleva al medio" -Es el propulsor central- dije yo extrañado.

-"Pues lo quiero invitar a nuestra fiesta, ¿puedo?"-dijo con travesura.

Y sin mirarme comenzó a despegar el cohete del resto de la nave, y se quedó con el que tenía la forma de consolador, que medía sus buenos 30 centímetros, se subió a la cama y me tendió de espaldas, ella se montó sobre mí y comenzó a mamar mi verga por primera vez, me calenté lo indecible al ver su boquita dilatarse con el tamaño de mi arma mientras yo acariciaba su larguísima cabellera que llegaba hasta el borde mismo de la cama, ¿Quién puede resistir algo así? Yo ya estaba a punto otra vez, y cuando verificó que mi excitación estaba al máximo hizo algo que no veré nunca más en mi vida, se montó delicadamente sobre mi verga y se la introdujo con un largo suspiro y comenzó a girar sus caderas en círculos, y con una mirada viciosa tomó el dichoso cohetito y... se lo introdujo en su propio ano!! Cuando lo tenía casi todo adentro me agarró del cabello y me dijo con un hilo de voz..."Húndemelo con tus manos, papito...no me tengas consideraciones, empuja fuerte.!!!"

Y así lo hice, mientras ella se aferraba a mi cuello firmemente y llevaba los movimientos con las caderas, yo le hundía mi verga en el centro de su coñito y con una mano libre le encajaba el monstruoso aparato en el pequeño agujero de su culo, hasta que desapareció de mi mano, se lo había tragado entero, yo bramaba como un poseso y ella no era menos, de su garganta brotaban aullidos roncos y vulgares, como una bestia de otro mundo, sus movimientos se volvieron violentísimos y cuando sus gritos se deberían oír en toda la casa, sentí que caían lágrimas en mi pecho, era ella que lloraba de no sé qué, pero no paraba de gritar y retorcerse, no sabría decir quién estaba jodiendo a quién, pero la estaba pasando salvaje.

Finalmente lanzó un último grito largo y débil, yo sentí mucho líquido mojándome los pelos, talvez se orinó, no lo sé ni me importa, luego se fue calmando hasta que sólo oía algo como un llanto suave, era de alivio, se sacó el instrumento de su ano y se lo paseó por la nariz, le pasó la lengua y lo dejó de lado, junto a la cama, siguió con sus movimientos hasta que advirtió que se acercaba por fin mi orgasmo, ya que mi miembro se hinchó dentro de su pequeña matriz y comenzó a escupir el viscoso tributo a su belleza femenina, al sentir la caliente inyección seminal le sobrevino un tercer y brutal orgasmo, mientras yo sentía mis disparos rebotar dentro de su infantil útero, ella me obsequió con un abundante chorro de sus propios fluidos femeninos, y así acabamos ambos a la vez. Pasaron los minutos y no nos hablábamos, no nos quedaban fuerzas casi, ella seguía con mi miembro ya deshinchado dentro de su cuerpecito, finalmente me dijo: "Debo confesarte algo. Al perro no se le soltó la cadena, yo lo hice esperando que tú acudieras a ayudarme, te vi desde el momento en que sacaste tu caja de cigarrillos y la notaste vacía, sabía que pasarías cerca mío, el resto ya lo sabes, sólo quería conocerte y ser tuya, y lo he conseguido, y ha sido fascinante, y perdona por haber estropeado tu juguetito espacial..."

Yo sólo atiné a besarla dulcemente y le dije que hoy era mi cumpleaños.

-"Entonces hagamos como que este es el comienzo de la fiesta."-Dijo ella.

Y después de vaciar cuatro latas más de cerveza sobre la misma cama y aún desnudos, volvimos a hacernos pedazos, pero ya no éramos más dos desconocidos, es más, el sol de la mañana nos sorprendió aun follando.

Después de eso seguimos viéndonos para follar, somos grandes amigos, hasta que me llevó a su casa y me presentó a su hermana… Pero esa es otra cosa.

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