Nuevos relatos publicados: 7

Más allá de una fantasía con mi madre (Cap. 9)

  • 7
  • 36.370
  • 8,62 (47 Val.)
  • 0

CAPÍTULO 9

MEJORANDO NUESTRA RELACIÓN

A pesar que la noche anterior yo no había tomado ni una gota de licor, me sentía exhausto y fui el último en levantarme. Me di cuenta de ello, porque cuando abrí mis ojos, eran las 11 de la mañana y lo primero que puede escuchar era una música romántica, si no me equivoco “Te Amo” de Franco De Vita, que venía del primer piso, y la voz de Sofía cantando muchas partes de ella a todo pulmón:

 “ … aunque no es tan fácil de decir,

y defino lo que siento

con estas palabras,

te amo

uuuuuuuuuuh

Y de pronto nos rodeó el silencio,

y nos miramos fijamente, uno al otro...”

Wow, en mi vida jamás recuerdo haberla escuchado cantar algo, y no lo hacía tan mal, a parte que esa letra, ¿qué esta pasando?, lo del beso de anoche no fue un sueño, fue una realidad, pensaba.

Pensé que estaría Sofía haciendo abajo, y me imaginé que de pronto estaría arreglando la sala, entonces de seguro se pondría sus shorts amarillos, esos cortitos, que me permitirían verle sus piernas de forma completa. Este fue mi incentivo para levantarme lo más rápido que pude, me puse la primera ropa que encontré y bajé, buscándola.

Me había equivocado, no estaba vestida como me la imaginaba, y tampoco estaba arreglando la casa, estaba vestida de manera formal, como si fuera a trabajar a la oficina, pero era sábado!!, llevaba unas medias de nylon negras, zapatos de tacón, una falda gris, con un partido a medio muslo, una blusa negra formal con unos pequeños vuelos por el cuello, era de manga larga, podía apreciar un sujetador de color negro, ya que la blusa tenía un toque transparente, estaba muy bien arreglada, llevaba hecha una cola y un gracioso mechón de cabello le caía por un costado de su rostro, ni parecía que hace unas horas atrás estaba que no podía levantarse. Llevaba puestos unos lentes, que aunque con un toque moderno, se le bajaban hasta media nariz, y la hacían ver más atractiva. Estaba completamente divina.

Se encontraba sentada de lado en la silla de la mesa, cruzada sus piernas, de una forma tan sensual, la pierna que tenía por encima se balanceba coquetamente al ritmo de la música, tenía unas hojas sobre la mesa y escribía algo en la computadora portátil, de la cual salía la música que acababa de escuchar.

—Hola, ¿que haces?, le pregunté.

—Hola cariño, me dijo, disculpa si te desperté.

Era la segunda vez en poco tiempo que me decía “cariño”, me empezaba a gustar.

—Sabes, me llamaron de la oficina, y tenemos una reunión de trabajo urgente a medio día, estoy preparando una información que necesitan.

—Pero, es sábado, le dije.

—Si, pero de esta reunión depende un negocio que la empresa necesita hacer, para lo que es urgente revisar estos balances que me pidieron.

Y yo que me había levantado con la ilusión de estar con ella, y conversar de lo pasado la noche anterior, para saber si estaba dispuesta a aceptarme como un pretendiente y dejar de verme con su hijo, y se diera cuenta que yo era un hombre que estaba completamente enamorado de ella. Pues el beso y el “te quiero tanto” de anoche me daban fuerzas para hacerlo.

Por otro lado la canción que escuchaba y su forma de cantar, me daban alas para no equivocarme en el paso que pretendía dar. Decirle que estaría dispuesto a luchar por ella, y que aunque me demore años, la conquistaría si me diera la más mínima esperanza para hacerlo.

—La reunión es a las 12, y no sé a que hora nos desocupemos, pero por lo bajo estaremos terminando pasadas las 4 de la tarde, no te preocupes por mí, ya arreglaron en llevarnos de comer a todos quienes iremos a trabajar, así que te tocará almorzar solo por hoy, me decía, mientras cerraba su portátil y guardaba sus cosas.

—Está bien, le dije, yo solo quería…. Y no me decidí a decirle que quería conversar con ella…

Me interrumpió lo que quería decirle, cuando exclamó:

—Son más de las 11!!, me atraso a llegar, y esperan esta información, es de vital urgencia.

Cogió sus cosas, una chaqueta que estaba en el sillón, buscó sus llaves y se dispuso a salir. Y yo parado como una estatua, viéndola hacer todo.

—Portate bien, me dijo, mientras con su mano acariciaba mi rostro, se paraba un poco de puntillas para alcanzarme, ya que aunque con tacos, yo era más alto que ella, y me estampaba una beso en la mejilla, el cual ahora no se preocupó en limpiar, sino por lo contrario me daba la impresión que quería dejar una huella que sea difícil de sacar.

El despecho que me había invadido minutos antes, se había desvanecido, y ahora me invadía una serie de dudas y emociones que serían difíciles de explicar por el momento.

No pude salir de mi pose de estatua, mientras giraba sobre mis pies para verla salir por la puerta de la casa, toda ella apresurada, moviendo sus caderas provocativamente y esa falda, nuevamente complice de mis fantasías, que gracias a su partido, me permitía ver parte de su muslo en su rápido caminar.

Ella salió y cerró la puerta, no sé cuanto tiempo me quedé como un bobo mirando la puerta, hasta que volví en mí, todavía no podía asimilar lo que estaba pasando.

Entre desayunar, arreglarme, comprar algo de comer y hacer mis tareas, fue en lo que me ocupé mientras estaba solo en la casa. Me parecía que el tiempo no pasaba, pues casi había terminado todas mis obligaciones y no eran siquiera las 3 de la tarde, y Sofía me había dicho que saldría pasadas las 4, que feo que es esperar que pase el tiempo.

Me dispuse a arreglar algunas cosas en la casa, y el tiempo no pasaba, entonces me puse a pensar en la forma como quería enfrentar a Sofía y llevarla a una conversación sin ánimos de parecer un desesperado, mucho menos un maníaco sexual.

Así que como todavía tenía tiempo, decidí preparar el terreno para una “cita” sorpresa en la casa, a lo que llegara Sofía de su trabajo.

Compre rosas y la acomodé en un bonito jarrón en la sala, limpie todo lo que estaba a la vista y no debía estar ahí. Busqué una selección de música romántica de la que me dí cuenta le gustaba, la dejé lista en el equipo de sonido. Acomodé la mesa a modo de un lujoso restaurante, busqué en internet fotografías para basarme y armé algo lo más parecido a una de ellas. Hasta puse un par de velas rojas que encontré en un cajón.

Salí a comprar una botella de vino, y como no sabía de cual le gustaba, cogí el primero que me llamó la atención, un par de copas de vidrio casi se me olvidan llevar, ya que en la casa no sabía si teníamos de esas copas, nunca se me había ofrecido. Pasé por un restaurante de comida italiana y pedí un platillo para llevar, consistia en spagetti con carne y una salsa de tomate, me habían dicho que era deliciosa.

Me vestí de una forma semi formal, pantalón de casimir, una camisa, sin corbata, mas bien la llevaba semi abierta, las mangas dobladas, lustré mis zapatos, y me rebajé la barba para dejarla como si fuera de unos 3 días, asi me gustaba llevarla. Y pasé mucho tiempo buscando mi colonia para oler rico para ella.

Dieron las 4 de la tarde, y yo empecé a desesperarme, se acercaba el momento que vería entrar a Sofía por esa puerta y no sabía cual sería su reacción, una parte de mí decía que estaba bien lo que hacía, pero otra me atormentaba buscando posibles situaciones en las que todo saldría mal.

Tenía lista la comida en el horno elcéctrico para calentarla en cuanto la sintiera llegar. Pero ya hiban a ser las 5 y no llegaba.

Esperaré un poco más, me dije, pero ahora si el tiempo parecía volar. Ya hiban a ser las 6 de la tarde, cuando escuché que se detuvo un auto fuera de la casa, miré por la ventana y era un taxi, del cual se bajaba Sofía, había llegado.

(8,62)