Nuevos relatos publicados: 6

Por el momento - V (La noche)

  • 12
  • 7.482
  • 9,20 (15 Val.)
  • 1

Cuando me desperté, Pablo estaba sentado en la butaca, pensativo, Ari seguía dormido y Toño le acariciaba el culo, con mucho cuidado; como si no quisiera despertarle. Me levanté y, sin decir nada, entré en el baño a darme una ducha; y cuando estaba disfrutando del agua que caía sobre mi cabeza, entró Pablo, cogió el gel y empezó a lavarme la espalda.

—No me metas el dedo en el culo ¡eh!

Me hizo girar, de manera brusca, y dándome una palmada en el culo me dio el gel.

—¡Toma! Ahora te toca a ti.

Le tomé la palabra y después de recorrer ese cuerpazo con mis manos llenas de gel, le lavé bien el ojete y me lo empecé a follar.

—¡Joder!, que rico estás Pablo... es que, no me canso de follarte ¡cabrón!

—¡Tu dale fuerte!, ¡fuerte José!, que a mi ¡me encanta!…

Y así, estuvimos, unos minutos, follando a saco; hasta que me corrí. Y luego le aclaré la polla y se la chupé hasta que se corrió.

—¡Guau!, ¡que a gusto me quedo siempre que me la metes! ¡coño! Pero, ¡que a gusto!…

De repente, una idea...

Oye, José he pensado que deberíamos ir, antes de que cierren, a comprar algunas cosillas al Sex-shop de Cea Bermúdez… ¿te parece? No cierran hasta las ocho y media.

—¡OK!, prepárate que nos vamos ahora mismo…

Entré en la habitación y le dije a Toño, que aprovechara el tiempo.

—Nosotros vamos a salir, pero volvemos enseguida.

—Vale, José. Aquí os esperamos…

Cogimos el coche y nos pusimos rumbo al sex-shop.

Llegamos muy justos de hora, pero llegamos a tiempo.

Y vimos muchos juguetitos...

—Un par de dildos, de látex, y punto, dijo Pablo. Ya vendremos por aquí otro día con mas tranquilidad.

—¡Bueno!... pero, por lo menos una copa nos tomaremos antes de volver a casa ¿no?

—¡Por supuesto, José!, pero ya en el barrio ¿vale?

Nos metimos en un garito que conocía Pablo y nos sentamos en una mesa, al fondo, en un rincón que estaba preparado con una butaca corrida hecha en la propia pared. Queríamos evitar, en la medida de lo posible, que la música nos dejara sordos; y también, gozar de una cierta intimidad.

Al rato. Me doy cuenta, de que Pablo no dejaba de mirar en dirección a la barra.

En concreto, a un chaval, que estaba de pie, de espalda, con pantalón corto de running y un culo tremendo; muy sexy

—¡Que!, ¿le conoces?

—Pues, ¡creo que si! Pero, ahora mismo no soy capaz recordar de qué…

Y en eso, se le acerca un madurito como nosotros y se giró a decirle, vete tú a saber que y…

¡Ah!, ¡coño!… pero, si es el Chema. Ese es amigo de mi Ari. Vamos a saludarle; ya verás que majo es.

Nos dirigimos hacia él y…

—¿Qué pasa, Chema? ¿qué hay de tu vida?… hace mucho que no nos vemos ¡eh!

—¡Coño, Pablo!, que no estaba seguro de que eras tu; menos mal que me has reconocido. ¿Y Ari? Hace mucho que no le veo.

—Se fue a Aranjuez ¿no te lo dijo?

—¡Que va!… no sabía nada

—Le salió un trabajo allí. De un día para otro. Haciendo chapuzas.

—¡Vaya!, ¡me alegro mucho! …. ¡que está el curro, como para decir que no!

—Si quieres, podemos verle ahora. Está en casa de este amigo.

¡Por cierto!, te presento a José, un amigo que es como de la familia.

—Mucho gusto, José; y me dio la mano

—El gusto es mío; y nos clavamos los ojos…

—Me gustaría verle ¡eh!… pero, justo ahora ha venido mi padre a decirme que se van al Tanatorio a acompañar a mi tía Amparo. Se ha muerto mi tío Fede y como ya está tan mayor, no quieren dejarla sola. Se ha empeñado en pasar toda la noche velándolo; así que, tengo que estar en casa esta noche, por si acaso me llaman o se me necesita para algo.

—¡Coño!, lo siento, dijo Pablo…

—Lo siento chaval, dije yo

Estás tan guapo como siempre ¡eh, cabrón! No sabes cuánto me alegro de verte

—Yo también, Pablo….

—Esto no quiere decir que te tengas que ir a casa ya ¿no?

—No. Todavía puedo tomarme alguna cerveza. ¿Si queréis acompañarme?

—¡Por supuesto!

La barra estaba abarrotada de gente que quería su consumición y los dos decidieron encargarse del tema.

Pablo me miró, dándome a entender que fuera a sentarme; para no perder el sitio que, afortunadamente, todavía no lo había ocupado nadie.

El local estaba lleno de gente y miraba atentamente a Pablo y al chico, deseando que no tardaran demasiado en traer nuestra consumición.

La verdad, es que el sitio era muy entretenido; muchos machotes tremendos y bien presentados y alguna fémina pululando entre ellos.

Volví a mirar hacia la barra a ver como lo llevaban estos dos y me pareció que Pablo y Chema estaban muy pegaditos. Y, a partir de ahí, no pude quitarles el ojo de encima. El chico estaba muy bien.

Y, afortunadamente, no tardaron mucho.

—¡Ya estamos aquí!, dijo Pablo, cuando volvieron, con unas cervezas... ¿has visto que gentío?

—Si, últimamente, esto se pone hasta arriba, dijo Chema; que se metió en el rincón para estar sentado entre los dos.

—No sabía yo que les iba tan bien a estos.

—¡Bueno! Yo, si me permitís, quiero brindar por ti, le dije a Chema; y cogiendo mi cerveza

inicié el brindis por el encuentro con Chema.

—Pablo es la última persona que esperaría encontrarme aquí, dijo Chema

—¿Y, eso?, dijo Pablo…

—No sé si os habéis dado cuenta, pero esto, desde hace unos meses, es un chiringuito gay.

—Ya decía yo. Pero, ¡fíjate! no he caído…

—¿Eres gay?, dijo Pablo…

—Bueno, supongo que te habrá llamado la atención, el hecho de que te haya dejado tocarme el culo, mientras pedíamos ¿no?

—Y… ¿te gustan los maduritos como nosotros?

—Sobre todo, si están como vosotros

Mira por donde, nos acabábamos de encontrar con un chavalito que nos estaba pidiendo caña.

Tenía el pelo castaño y un cuerpo muy bien formado. Fuerte, con una cara bonita y muy atractivo.

—Os voy a dar mi número de móvil ¿vale? Así podremos vernos cuando queráis. Yo tengo que irme ya.

—¿Te acompañamos?

—Vivo aquí cerca, pero ¿si queréis subir a casa a tomar algo?…

—¡De puta madre!, dijo Pablo...

Nada más entrar en el portal de la casa de Chema, Pablo se lanzó y le dio un beso en la boca, mientras le manoseaba.

—Que rico estás, Chema. Como me gustaría follarte el culo

Llegó el ascensor y subimos hasta el tercero

—Voy a darme una ducha. Si quieres, puedes meterte conmigo, le dijo Chema a Pablo

—¡Por cierto!, podíamos cenar aquí ¿no?, dijo Pablo mirándome

—Me parece una idea fantástica, dijo Chema. No creo que nadie nos moleste hoy.

—Por mi, encantado, pero debería de llamar a estos dos ¿no?, nos están esperando.

—¡Claro!, por supuesto. Te importa si les invitamos a cenar.

—¡Genial!, dijo Chema y tirando de Pablo se metieron en el baño.

—¡VOY A PEDIR LA CENA EN EL CHINO! ¿VALE?

—¡VALE!

Saqué mi móvil del bolsillo y me puse a wasapear con Toño:

¿estáis en casa?

Si. ¿por?

Es que nos hemos encontrado con un amigo de Ari y nos ha invitado a cenar a todos. Dice que tiene muchas ganas de verle.

—Por lo visto se han encontrado con un amigo tuyo

—¿Que amigo?

Me dice Ari que ¿quién es, ese amigo?

Chema

—Chema

—¡No jodas!… ¡guauuu!... me encantaría verle. Es mi mejor amigo, pero no le veo desde que empecé a salir con Ana. No sé porque deje de llamarle.

Vale. Pero ¿cómo quedamos?

Dile a Ari, que estamos en su casa. Seguro que el sabe donde vive.

Ok. Nos preparamos y vamos para allá.

—Hemos quedado en casa de tu amigo Chema; supongo que sabes donde vive ¿no?

—¿En casa de Chema? ¡Por supuesto!

Luego llamé a “La Gran Muralla” y pedí unos rollitos vietnamitas, un chopsuey de verduras, pollo al limón, gambas con bambú y setas chinas, arroz tres delicias, etc., etc.... y también unas cervezas.

Salieron de la ducha con una toalla a la cintura y muy contentos…

—Mira, José, que cosa mas bonita

Y tirando de la toalla dejó a la vista el precioso rabo de Chema.

Me acerqué y agachándome me lo metí en la boca

—¡Mmmmmmm! ¡qué buen rabo!…

 y seguí chupando. Pablo se le había acercado por la espalda y le obligo a inclinarse un poco, para darle lengua en el orto.

¡Mmmmmmm! …. que tío mas rico… y que duro está el cabrón…

Fue un buen rato el que estuvimos saboreando tamaña golosina. El chico estaba mucho mejor de lo que aparentaba a simple vista; pero, sonó el timbre de la puerta… y naturalmente fue a abrir.

—¡Guau!, ¡joder tío!, que ganas tenía de verte; y le pegó un abrazo a Ari, muy intenso y lleno de besos... y alguna lágrima ¡eh!…

Toño, expectante, aguardaba su turno… hasta que, por fin, se separaron y…

—¡Hola, soy Chema!

—¿Has visto que tío mas guapo?, dijo Ari, dirigiéndose a Toño

—¡Hola!, yo soy Toño; y alargó su mano. Es un placer conocerte Chema. Ya sé que eres el mejor amigo de Ari. No ha dejado de hablarme de tí desde que hemos quedado en vernos.

—El placer es mío, Toño… y tú también eres un tío muy guapo. Pero, pasad, pasad...

—¡Joder!... ¡Vamos a pasarlo de puta madre!, dijo Pablo.

Nos miramos y empezamos a tocarnos mientras esperábamos a que llegase la cena. No tardó demasiado…

... y les gustó lo que había pedido.

Después de cenar, empezó la fiesta que todos esperábamos.

Toño había tomado mucha mas confianza con Ari y, como el que no quiere la cosa, empezó a chuparle la polla como si fuera un pirulí; pero, eso si, sin dejar de mirar, atentamente, el morreo que le estaba pegando Pablo a Chema, mientras yo, que le había quitado la toalla para comerle el culo, me desnudaba.

Le abrí de piernas y le separé las nalgas para poder ver ese ojete; y empecé a darle lengua intensamente, procurando ahondar lo máximo, para disfrutarlo mas.

Me encanta este culito (pensaba), mientras sentía la suavidad de su esfínter en mi lengua. Que rico culo. Le cogí de los huevos y tirando hacía abajo situé su rabo apropiadamente, para saborearlo, y casi me atraganto.

—¡Joder que ansia! dijo Toño, que se dio cuenta

Al oír el comentario, Pablo levantó la cabeza y me miró, como preguntándome ¿qué pasa?

—Este tío, que está muy bueno ¡joder!

—Le vamos a dar todo lo que quiera, ¿verdad que sí, nene?, dijo Pablo

Chema se reincorporó, como si reaccionara a esa invasión de su boca a la que le había sometido Pablo, y se colocó a cuatro patas; en respuesta a lo que había dicho.

¡Ffffffffff, que visión! ¡qué cuerpazo!

No lo pensé ni un instante. Le enchufé el rabo entre las piernas y enseguida sentí el calor de ese agujero y la dureza de sus nalgas en mis inglés. ¡Qué culazo!

Ari se levantó del cojín en el que estaba, medio tumbado y, cortándole el rollo a Toño, se metió debajo de Chema para empezar a comerle el rabo, mientras Pablo, por su parte, le ofrecía la polla para que chupara.

Así que, Toño decidió unirse a nosotros y comerme los morros, mientras se metía la polla de Ari en el culo para disfrutarla con lentos movimientos.

—¡Aghhhh!... ¡joder!... que bien me lo hacéis...

—Vete preparando Chemita que, de esto, no te va a faltar. Estás muy bueno tío.

Pablo, que ya le había retirado el rabo, me pidió la vez para follárselo; así que, le hice una seña a Toño y nos fuimos al sofá.

Ari seguía comiéndole el rabo, mientras Pablo le daba caña; pero hubo un momento en que se levantó y se apoyó en la pared sin desengancharse de Pablo, que seguía dándole fuerte. Entonces, Ari, se colocó detrás de su tío y se la clavó sin miramientos; pegándole fuertes empellones y diciéndole todo tipo de guarrerías.

-¡Cabrón!, me vuelves loco…¡mas fuerte, cabrón!

Toño y yo, nos quedamos un poco sorprendidos pero, enseguida, seguimos a lo nuestro.

Le había cogido por la cintura y le estaba sometiendo a un primer grado; fuerte y rápido, como le gustaba a él.

—¡Que me vas a reventar, cabrón!

—Si es que, estás tremendo ¡joder!… me pones a cien.

La verdad, es que nos habíamos juntado cinco buenos ejemplares; y con ganas de follar.

En un descuido, mientras follábamos como locos y, habiendo avisado a Toño de mi escapada, entré en el baño y miré en los bolsillos del pantalón de Pablo. Efectivamente, allí encontré las llaves del coche. Le pedí a Toño, mi cómplice, que se uniera a ellos y evitara que se dieran cuenta de que me había metido los pantalones; y a medio vestir salí de la habitación, para bajar a coger los dildos de la guantera del coche.

Cuando regresé, con las dos cajas en la mano, volví a desnudarme; y seguimos disfrutando de la noche…

Decidí abrir una caja para coger el dildo azul, que me parecía mas apropiado para darle caña a Chema y me lo llevé al sofá, arrebatándoselo a Pablo que estaba siendo sodomizado por su sobrino en un arrebato de fuerza bruta bestial. Toño, observaba mis movimientos, con el otro dildo en la mano; y sentado en un sillón me pareció que iba a metérselo.

El chico me miraba, expectante, y se mordía el labio inferior, pidiéndome acción; le abrí de piernas y las coloqué sobre mis hombros... y comencé a meterle el dildo. También me lancé sobre su rabo y empecé a comérselo, con verdadera ansia. Me embriagaba su olor corporal; y llegué a excitarme hasta ponerme a temblar. Mi cuerpo empezó a convulsionar, sin poder evitarlo, y no conseguía hacerme con él. Así que, tuve que dejarlo y buscar una manta para cubrirme.

Enseguida note los brazos de Toño, que me rodeaban y me daban calor.

—¿Te encuentras mal?, me dijo...

Efectivamente, empecé a sentir frio y ganas de dormir

—Sí, Toño. No sé qué me pasa, pero quiero irme a casa

Nos vestimos, procurando no llamar la atención de los otros... y, bajamos a la calle.

Poco a poco, mientras llegábamos a casa, me fui encontrando mejor. Pero, no pude evitar cortarle el rollo a Toño. Como, a veces, hago con vosotros. Os pido perdón.

(9,20)