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Consolando a Lucía

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Lucía es una enfermera de unos 32 años aproximadamente, es de contextura delgada, muy delgada la verdad. Pero como toda mujer, tiene su gracia, es amiga y compañera de mi novia Paula.

Recientemente ha tenido muchos problemas familiares pues acababa de divorciarse de su esposo y tiene una niña menos de 1 año de edad. Y eso la tenía devastada y más bien despechada de la vida, creo que muchas veces vivía por vivir, todavía no asimilaba su separación, pero al menos su hija era su razón de vivir.

La verdad nunca me llamó la atención, ni tampoco la he visto con ojos de deseo. Pues siempre la vi muy delgada para mi gusto, la veía como se suele decir un palo de escoba, y hasta casi no tenía pechos, a pesar que siempre tenía su cabello lacio planchado y se maquillaba bien.

Sin embargo luego de dar a luz, Lucía había mejorado mucho físicamente, ya que ahora se le podía apreciar unas lindas caderas y obviamente por qué daba de lactar sus pechos también habían crecido, y mucho.

Tenía o tiene, más bien una muy buena relación con mi novia Paula, y ella se a convertido en su paño de lágrimas últimamente con sus problemas. Mi novia confía mucho en mi, y conversamos de todo, así que yo estaba al tanto de todo lo que le pasaba a Lucía.

Ahora aprovechaba las veces que venía de visita o cuando pasaba retirando a mi novia de su casa, para sacarle unas fotos, pues últimamente me atraía mucho su cuerpo. Aunque su cara ahora lucia menos arreglada, ya que casi no se preocupaba por su apariencia, pero ahora había notado que tenía unos labios sensualmente carnosos.

Bueno, resulta que, como enfermeras, periódicamente tienen que hacer turnos de trabajo de 24 horas, un día de esos mi novia Paula estaba de turno. Cuando yo estaba descansando en casa luego del trabajo y recibo una llamada suya.

—Hola amor, ¿cómo estás? Me pregunta

—Bien preciosa, le contesté, y tu turno cómo va?

—Sin mayores novedades, pero muy ajetreado, sabes, tengo un problema

—Cuéntame, a ver si te puedo ayudar

—Bueno, más bien Lucía tiene un problema

—Y que le pasó a tu amiga?, ¿no me digas que su ex le está molestando?

—Para nada, sino que, déjame te cuento

Resulta que estaba de visita fuera de la ciudad donde un pariente y ya de regreso a su casa, pues que se le ha apagado el carro, y justamente estábamos conversando por teléfono que estaba por un lugar desolado justo antes de cortarse la llamada, me decía que se le estaba acabando la batería del teléfono también.

Así que estoy muy preocupada, y me gustaría pedirte el favor que fueras a buscarla.

—Ok, le dije, mientras pensaba que no era problema ayudar, ya que algo de mecánica sabia, y como tenía una Suv, en último caso podría remolcarla. Dame la dirección, le dije, ya te cuento cómo va todo.

Con dificultad logré llegar por el sector indicado, en verdad estaba abandonado y alejado de la ciudad, no había luz y pude visualizar el auto de Lucía, le hice señas y me acerqué.

Saludamos y la encontré llorando, me contó que estaba desesperada, pues no sabía si Paula había alcanzado a escuchar por donde estaba. Inclusive me abrazo mientras yo no sabía qué hacer, para consolarla la abracé también, mientras podía sentir sus pechos presionados contra mí.

—Vamos, no llores, le dije, mientras secaba sus lágrimas.

—No puedo, me contestó, es que solo a mí me pasan estas cosas, primero lo de Juan –su ex–, dificultades en el trabajo, y ahora esto.

—La vida no es fácil, le dije, pero es de valientes luchar y salir adelante. Claro parecía una frase sacada de una tarjeta, pero fue lo primero que se me ocurrió.

—Gracias por tus palabras, me dijo, mientras intentaba calmarse.

En ese momento creo que habíamos conversado más que todas las veces juntas que los habíamos visto antes.

Por alguna extraña razón la veía muy atractiva, pues consolar a una mujer que está llorando te hace sentir como más protector y a ella tan frágil, lo cual tiene un toque de sensualidad.

Vestía un pantalón de mezclilla verde, el cual se ajustaba a su nueva figura muy bien, resaltando su cintura, destacando sus caderas y mostrando su trasero un tanto levantado y tentador. Llevaba unos botines pequeños, lo cual ayudaba al efecto se levanta cola. Llevaba una blusa blanca semi transparente, por fuera del pantalón, sin mangas, y que permitía apreciar el sujetador de color blanco que llevaba. Su blusa se había soltado el botón superior, lo cual me permitía apreciar sus pechos de una forma muy sexy.

Llevaba el cabello suelto, como ya no se arreglaba mucho, sus labios estaban sin labial, y sus ojos los llevaba sin sombras.

Pero por efecto de lo que había llorado, su nariz estaba roja. Sus labios estaban de un color rosa natural muy sensual. Y sus ojos hinchados de tanto llorar se los veía brillantes por las lágrimas que tenía.

Como digo, al estar en ese rol de protector, salvador y consolador, pues lo único que me provocaba era abrasarla y decirle que todo estará bien. Y así lo hice, ella necesitada que estaba, se dejó.

Luego la solté y me puse a limpiarle las lágrimas y terminé dándole un beso en la frente, en señal de protección.

—Paula tiene mucha suerte de tener alguien como tú

En cambio yo, ni retener a un hombre he podido, me dijo

—Pero que dices, él es el que no sabe lo que deja abandonado, se pierde todo esto que tengo al frente, le reproché

—Jamás voy a encontrar a nadie que me comprenda, comentó

—Solo mírate, y discúlpame que te lo diga, muy buena, tienes una figura espectacular, tu cara es bonita y si te arreglas un poquito la harás ver más bonita todavía, estaba diciendo 

No terminaba de decir lo que pensaba, cuando ella de un brinco, ya que mide 1,65 aproximadamente y yo mido 1,80. Me abrazó por el cuello y me dio un beso en la boca.

No me lo esperaba, me cogió de sorpresa, yo con los brazos abiertos mientras asimilaba lo que estaba sucediendo.

El beso debe haber durado mucho, ya que me dio tiempo a reaccionar, y corresponder lo que ella estaba haciendo. 

La tomé por la cintura y la apegué mucho más hacia mi cuerpo, y nos dimos el más ardiente, apasionado y delicioso beso que se puedan imaginar.

Con una mano en su cintura y la otra en sus caderas para que no se resbale. La lleve hacia la parte delantera de su coche. La senté ahí mientras continuábamos besándonos y acariciándonos, no pronunciamos palabra alguna, solo disfrutábamos el momento.

Ella empezó a desabotonar mi camisa, mientras yo hacía lo mismo con su blusa. En instantes estábamos piel contra piel y de sus pechos solo me separaba el sujetador, el cual se podía abrir por delante, y no pasó mucho tiempo más en su sitio.

Esos pechos redondos, hermosos y con sus pezones cada vez más puntiagudos fueron mi deleite, los cogía, besaba y chupaba como un niño, incluso como todavía está dando de lactar, pronto me dieron su leche. La cuál al inicio me pareció un poco salada y rara, pero con el tiempo le encontré el gusto y cada vez succionaba más y más. 

Al hacer esto veía a Lucía retorcerse en su sitio, mientras blanqueaba sus ojos y se mordía los labios, a la vez que acariciaba mi cabello y mi espalda.

De pronto sonó mi teléfono, era Paula, mi novia. Para preguntarme que había pasado.

—Justamente estaba por llamarte, le dije, mientras intentaba calmar mi respiración, a la vez que Seguíamos abrazados con Lucia y ella me besaba el cuello.

—Te pasa algo me preguntó Paula

—Lo que pasa es que estoy arreglando algo sobre el motor del carro de tu amiga, le dije, mientras guiñaba el ojo a Lucía y ella me besaba y me intentaba zafar el pantalón.

Luego te llamo, le dije, esto se demora un rato.

—Ok, gracias amor, me dijo

—Bye preciosa, le dije, y colgué

Hasta eso Lucía me había zafado el pantalón y quería hacer lo mismo con mis interiores para sacar mi miembro, de hecho había metido su mano entre mis calzones y me acariciaba el miembro.

Yo hice lo mismo con sus pantalones y ella me ayudó a que se lo quitara, llevaba un calzón de algodón, no de esos mata pasiones, era pequeño y hasta podría decir que era lindo. También se lo bajé.

Ya prácticamente desnudos, empecé a buscar su vagina para introducir mi miembro en ella, por lo visto estaba muy mojada ya, y mi miembro entró suavemente en ella, una y otra vez, una y otra vez.

Yo la agarré de las caderas mientras la bombeaba, mientras ella ponía sus manos en mi pecho y movía su cabeza de adelante hacia atrás como una poseída.

La sentía terminar y yo que estaba a punto de hacer lo mismo, la solté, la bajé de encima del coche, le dí vuelta y le hice agacharse sobre el capo del coche, le abrí las piernas, le levanté la cola y apunté a su vagina, y empezaba la nueva sesión de bombeo, mientras le sujetaba con la mano izquierda de su cabello a la vez que mi mano derecha la tenía de su cadera.

Su vagina me agarraba de forma deliciosa, si bien es cierto había dado a luz, pero ya era más de 1 año que no tenía relaciones, y en verdad estaba muy necesitada.

No pasó mucho tiempo y terminamos juntos, el mejor orgasmo que he tenido en tiempos, ni siquiera con mi novia.

Luego caímos rendidos los dos a un costado de su coche, y nos quedamos abrazados durante un buen tiempo. Esta vez Lucía lloraba pero de placer.

Luego nos vestimos y como ya nos habíamos demorado mucho, revisé su coche y verifiqué que un cable de la batería estaba suelto, acomodé eso y regresamos a la ciudad, cada uno en su auto.

Paula, mi novia estaba esperándonos en casa de Lucía, cuando llegamos nos preguntó:

—Ya me estaban preocupando, que bueno que llegaron, dijo Paula 

—No te imaginas, me costó mucho hacerlo funcionar, pero al fin lo logré, le dije

—Gracias por cuidar de mi amiga, me dijo

Y de qué manera la había cuidado, pensaba yo

—Gracias amiga, tienes un novio perfecto, no sé qué hubiera sido de mí, sino llega a salvarme. Dijo Lucía

—Si es un amor, dijo Paula.

Así estuvieron un rato conversando, mientras de vez en cuando Lucía me quedaba viendo como con ganas de continuar lo que sucedió hace varios minutos atrás.

Finalmente nos despedimos y luego de eso, hemos tenido varios encuentros a solas con Lucía, ahora la veo arreglarse mejor y hasta con más ánimo.

Qué bueno poder ayudarla a mejorar su estado de ánimo, y si eso implica “sacrificarme” un poco, pues con gusto lo hago.

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