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Fiebre del sábado a la noche

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Bueno, como les prometí, les escribo lo que finalmente me sucedió con mi amigo, L., este último sábado, 12/11/16.

Habíamos quedado que yo iba a ir a su casa a eso de las 20 horas. Y por supuesto, a las 19:45, ya estaba tocando timbre. Preguntó quién era a través del portero eléctrico, le respondí que era yo, y entonces bajó a abrir la puerta de entrada del edificio.

Nos saludamos cordialmente, y fuimos subiendo la escalera hasta su departamento. Yo “sentía” sus ojos por todo mi cuerpo, principalmente, en mi cola.

Entramos, y mientas él cerraba la puerta yo me di media vuelta para esperarlo. Luego de cerrarla con llave, levanta la vista, y nuestras miradas se encontraron. Nuestros ojos parecían 4 brasas, no por el color, sino por el “calor” que “desprendían”. Se acercó a mí.

-“Al fin mi amor, vamos a poder estar unas cuantas horas juntos...”.

-“Sí, mi vida. Es lo que más estaba deseando”, le respondo, y me acerco más a él poniendo mis labios sobre los suyos, para luego empezar a besarnos en forma tierna y amorosa. Nuestras gruesas y duras lenguas se entrechocaban dentro de nuestras bocas, aumentando más nuestros deseos.

-“Te quiero”, me dijo.

-”Te adoro”, le respondí.

Mientras tanto nuestras manos viajaban por nuestros respectivos cuerpos. Yo le agarraba las mejillas, la nuca, la espalda, toda su cola, y con mi mano izquierda empecé a pasarle la mano en el pantalón, por sobre su pene, el cual ya estaba bastante duro. Y sus manos también pasaron por mis mejillas, para bajar de golpe hacia mis nalgas, y luego mi pene.

Nos fuimos sacando la ropa uno al otro, hasta quedar totalmente desnudos los dos. Me tomó de la mano, y me llevó a su dormitorio, donde había un sillón no muy ancho, y sin posa brazos, y me dijo que me sentara en él.

Obedecí, por supuesto, y entonces él se arrodilló delante de mí, y me dijo:

-“Hoy te voy a hacer completamente feliz. Te voy a hacer todo lo que sé que querés”.

-“Soy tuyo”, le dije. Nada más. No hacían falta más palabras.

Y mientras que con su mano derecha se llevaba mi pene hacia el interior de su boca, con sus dedos mayor e índice de su mano derecha, apretando hacia abajo el sillón, empezó a tocarme una y otra vez mi ano, y habían momentos que se quedaba con su dedo mayor apoyándose en la entrada de mi culito, haciendo fuerza como para metérmelo, pero sin llegar a hacerlo. Fue tanto el placer que me estaba haciendo sentir, que mis caderas se fueron más hacia abajo, quedando mi ano, prácticamente al borde del sillón.

-“Ay, mi vida, me encanta lo que me estás haciendo. Si seguís con ese dedo en mi culito, voy a acabarte en seguida”, le dije.

-“Mmmm”, me “dijo”, con la boca llena y negando con la cabeza. – “No, pará, no acabes ya, por favor”, agregó, mientras que como mi ano estaba al borde del sillón, siguió jugando con su dedo en mi culito, pero esta vez, metiéndomelo un poco más.

-“Aaayyy… no sigas por favor”, le digo, “te acaboooooo….”, y le acabé.

-Ay, guacho qué placer me hacés sentir”, le dije, mientras él se tragaba toda la leche que le iba eyaculando una y otra vez.

-“Me alegro que te haya gustado”, me dijo, y bajó besándome mi pene, mis testículos, mi entrepierna hasta que su lengua llegó justo, a las puertas de mi “canal del placer”, y empezó a lamerme el culito, primero, para de a poco, empezar a meterme la lengua dentro de mi ano. ¡¡Por favor!! ¡¡Qué placer!! ¡¡Ni se lo imaginan!!

-"Ayy mi amor me enloquecés. Tu “beso negro” no me lo olvidé más desde que me lo diste el mes pasado. Seguí, por favor, seguí”.

Entonces mientras sentía su lengua, comencé a sentir otra cosa más acercándose a mi culito, el cual entró deslizándose: su dedo mayor.

Su boca empezó a besarme mi pene, mi ombligo, mi abdomen, luego se detuvo un ratito en cada una de mis tetillas jugando con ellas con su lengua, hasta que finalmente llegó a mi boca, siguiendo jugando con su dedo dentro de mi culito.

-“Te adoro, C. Siempre te deseé. Años y años”, me dijo, acercando su boca a la mía y dándonos unos hermosos y cálidos besos de lengua, y su dedo ya en estos momentos, entraba y salía de mi culito.

-“Querés que te coja, ¿verdad?”, me preguntó, a lo que yo le respondí mirándolo a los ojos y moviendo mis caderas para sentir su dedo dentro mío.

-“Bueno”, me dijo, “entonces empiezo”.

De repente comienzo a sentir otro dedo tratando de entrar en mi culito. Ya empezaba a sentir un pequeño dolor, por supuesto, pero dolor lleno de placer. Y mientras nos seguíamos besando, su otro dedo, logró entrar todo dentro de mí por lo que ya tenía dos dedos suyos, dentro de mi culito, que entraban y salían. Que dicho sea de paso, en cada salida de sus dedos, yo le decía:

-“No, por favor, no los saques. Metémelos más adentro.”

Cuando vio que mi culito ya estaba con una pequeña dilatación relativamente importante, los sacó y me dijo:

-“Bueno, mi amor, ahora empieza lo mejor para los dos”, me hizo apoyar mis piernas sobre sus hombros y comenzó poniendo en la entrada de mi “canal” su glande, el cual era bastante importante de tamaño. Bajó un poquito, me chupó un poco más el culito, luego se irguió sobre sus rodillas, y empezó a meterme su pedazo, lentamente pero sin pausa.

¡¡Nuevamente tengo que escribir: ¡¡qué placer!! ¡¡¡¡Volaba..!!!!

-“Dale, dale…. Metelo... metelo todo de una vez por favor...!!!!”, le pedía con urgencia.

Entonces acercó su boca y nos besamos más que apasionados, parecíamos dos desaforados que, parafraseando un tema musical, “parecía que fuera a ser nuestra última noche”, y empezó a cogerme más fuerte,  pero lentamente. Bien adentro mío. Se quedaba unos segundos quieto. Y luego retrocedía hasta quedar su pedazo casi fuera de mi culito. Y otra vez. Bien fuertemente adentro mío, y a los segundos otro retroceso.

-“¿Te gusta, C?”, me preguntó.

-“Sí, mi amor, síííí…aaaahh!! Gggg”.

Yo ya no tengo adjetivos. Pónganlos ustedes.

Yo en cada empujón de él, trataba de ir hacia adelante como para poder sentir más su pedazo, hasta que llegó un momento, que me quedé absolutamente quieto. Dejándome coger. Qué él tomara la acción total del acto sexual más exquisito. Y me cogía con pasión y con amor, hasta que llegó un momento que empezó a cogerme, cogerme, y cogerme, con ímpetu, con ganas, con velocidad, con profundidad, y ahí empecé también a mover mis caderas para atrás para adelante para los costados, los cuales eran todos movimientos reflejos. No fue que yo pensara en moverme. No. Mis caderas oscilaban “solas” totalmente fuera de mi control. Y oscilé más y más y más, hasta que llegado un momento me dijo:

-“Ahí voy, C. ahí voyyy… te doy toda mi lechiiitaaaaa…aaagghhh”… y empecé a sentir su leche dentro mi “canal del placer”, eyaculándome una y otra vez, y empecé a sentir, cómo resbalaba de mi culito, parte de ese néctar que yo lo quería todo adentro mío. No quería perder ni una sola gota de su elixir.

Luego de sus “estertores” y que me vació todo su néctar dentro mío, “cayó” sobre mi hombro su cabeza y nos besamos delicada y tiernamente. Los dos habíamos quedado exhaustos de tanto movimiento que habíamos hecho, pero totalmente llenos de placer.

Mientras nos seguíamos besando, fue sacando de a poco su pene:

-“Nooooo…no lo saques”, le pedí, pero no sólo lo estaba sacando, sino que también su pene se iba “arrollando”.

-“Te adoro”, me dijo, se levantó y fue al baño a lavarse, mientras yo me quedé sentado y aún con mis piernas dobladas donde antes habían estado sus hombros. Con mi dedo mayor derecho, empecé a pasármelo por mi culito y metiendo la lechita que me parecía que estaba cayendo de él, y aprovechaba a dejar mis dedos índice y mayor dentro de mí y con la otra mano comencé a pajearme.

En eso él sale del baño y vio lo que estaba haciendo, y entonces se me acercó, me hizo bajar las piernas, abrió las suyas, y se puso bien cerca de mí, quedando su pedazo a la altura de mi boca.

-“Chupalo un poquito”, me pidió, a lo que obedecí de inmediato por supuesto, ya que yo lo había pensado antes que él me dijera nada. Comencé a chuparle el pedazo, y él con una de sus manos, agarró mi pene, y de a poco, comenzó a bajar, sacándome el placer de chuparle el pedazo, hasta que se sentó sobre mi pedazo, penetrándose  por su culito. Se sentó rápido, nada de lentitud. Se lo metió todo dentro suyo de golpe, y comenzó a subir y bajar, subir y bajar, oscilando una y otra vez, cogiéndose con mi pene, y acercando sus tetillas a mi boca para que se las chupara. Y subió y bajó, subió y bajó hasta que no aguanté más y le inseminé con toda mi lechita en su culito. Mientras yo eyaculaba y como no me podía mover mucho, él más se sentaba  a mi pedazo, y me apretaba con sus brazos. Y oscilaban sus caderas muy pero muy cadenciosamente.

-“¿Te gustó, C?”.

-“Sí, mi vida.”

-“Bueno, esto es lo que toda la vida quise hacer contigo, desde que nos conocimos en la Empresa. Siempre quise que me cogieras, y si podía, también cogerte yo a vos”, me dijo, “y hoy sí que se nos dio. A los dos”.

Yo simplemente, lo miré a los ojos y le dije:

-“Te adoro. Me hiciste más que feliz. Creo que yo también siempre quise hacer esto contigo. Espero poder hacerlo otra vez.”

Y me respondió:

-“Por supuesto. Ni lo dudes. Ya nos vamos a coger otra vez.”

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