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En el portal

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Sonaban las ocho en un reloj cercano cuando la silueta de Nina se recortó en la puerta del oscuro portal; al caminar solo se oía el sonido de sus zapatos hasta que sonaron aquellas palabras y aun sin reconocer la voz sintió más curiosidad que temor.

—Estas aquí; pensé que no vendrías.

Se encaminó hacia ella y notó unas cálidas manos que rozaron sus brazos y subieron acariciándolos hasta llegar al cuello y atraer su rostro; al notar el suave contacto de los labios sobre los suyos rodeó el cuerpo del hombre atrayéndolo hacia si para besarlo con desesperación; solo se oían suspiros que se trocaron en jadeos cuando unos hábiles dedos comenzaron a hurgar en la abultada vulva aventurándose después entre los húmedos y cálidos labios vaginales hasta localizar el clítoris que reaccionó de inmediato.

Un escalofrío recorrió el espinazo de Nina; hacía tiempo que nadie la sorprendía tan gratamente y se dejó ir. El hombre la llevó al límite y comenzaron los espasmos; nadie antes había logrado tal proeza y con la respiración entrecortada Nina susurraba.

—Más, dame más.

Otra silueta se recortó en la puerta de entrada; la de una mujer algo encorvada con un cesto y que apenas entrar encendió una pequeña linterna dirigiéndose hacia las escaleras; la pareja guardó silencio excepto por el hipar de Nina que la mujer no oyó o eso pensaron.

—¡Subamos a mi casa!

Nina encendió una linterna y tomo a su acompañante de la mano; subieron al tercer piso por la escalera y al entrar en la casa; a pesar de que la luz era tenue quedaron ambos deslumbrados; Nina preguntó si le apetecía tomar algo.

—A ti; solo quiero tomarte a ti.

Se enzarzaron en una batalla de besos mientras ella reculaba hasta llegar al salón donde se desnudaron sin dejar de acariciarse y Nina le dio la espalda consciente que ese hombre la tomaría exactamente como a ella le gustaba; la rodeó con sus brazos atrapando sus pechos que apretó como si pretendiera reventarlos; besó su cuello repetidas veces y apoyando la cabeza en su espalda hizo que se doblara; Nina, con las manos en el sofá separó las piernas y notó como la enhiesta verga se adentraba en su sexo con una violenta estocada que la habría hecho caer a no ser porque él hombre la sujetó fuertemente por los ijares.

La dureza de las profundas envestidas la transportaron a otro tiempo y lugar ya lejanos que se había esforzado mucho en olvidar sin conseguirlo; culeó consiguiendo que saliera y girando la cabeza exigió.

—¡Quítate el condón!

El hombre lo hizo y retomó la labor llevando a la mujer al apogeo; los espasmos la sacudían como preludio del primero de los orgasmos que se encadenó con otro y otro más llevándola a un estado de frenesí que culminó al notar las primeras descargas de cálido y viscoso semen inundando sus entrañas.

La pareja mantuvo el contacto pues el hombre la alzó sin salir de ella y se giró para acomodarse en el sofá y continuó acariciándola amorosamente y al rato; cuando la erección había desaparecido por completo la oyó murmurar.

—¡Quiero volver a verte!

—Ahora que se tu dirección no habrá problema pero ahora permíteme ir a por mi ropa…

Nina lo interrumpió hablando atropelladamente.

— ¿Ya te vas? si puedes quedarte a pasar la noche te pagaré la diferencia de lo que les hayas cobrado a mis amigas ¡no me importa el precio!

Ahora que por fin he encontrado a alguien capaz de hacerme sentir viva no puedes desaparecer. La boda es en quince días pero quiero verte antes; si tienes fechas disponibles me adaptaré a ellas.

El hombre se puso en pie y la miró unos instantes tratando de entender a que se refería y al fin respondió.

—Voy al baño; prepara unas copas y cuando vuelva hablamos.

Unos minutos después regresó al salón donde encontró a Nina junto al sofá con dos whiskies sin hielo;  con un gesto la invitó a sentarse frente a él; estaban ambos desnudos pero en ese momento pareció no importarles.

—Siempre he sido racional y minucioso en casi todo y así tratare este asunto.

Puedo quedarme a pasar la noche llegados hasta aquí aunque no sé nada de tus amigas o un pago.

Aclárame eso de la boda porque no me habías dicho nada en todos estos días; lo único que me quedó claro era que nos veríamos hoy a las ocho en el portal a oscuras de la calle Alameda 35.

Nina lo interrumpió de nuevo rectificándolo.

—Alameda 35 Bis; este es el Bis. Los dos portales y escaleras así como el comercio que hay en medio están a oscuras desde hace una semana y creo que la avería durará otros ocho  o diez días más.

El hombre se quedó pensativo otra vez unos instantes hasta que golpeándose la frente con la palma de la mano exclamó interrogante.

—¿Ariadna? Seguro que no eres  Ariadna.

Nina lo miró extrañada negando con la cabeza y echó la cabeza atrás como si mirase al techo.

— ¡Y esta noche no me esperabas! todo ha sido una confusión y muy grata por cierto; Tony, me llamo Tony y ha sido un placer estar contigo y si me lo permites te diré porque estaba en el portal y después me cuentas lo que se te ocurra; me refiero a porque has entrado en el juego.

Hace unas semanas conocí a una chica en un chat de fotografía y después de intercambiar opiniones respecto al tema en cuestión tuvimos algunas charlas por privado que subieron de tono hasta concertar un encuentro en esta dirección; bueno en el 35.

No nos conocemos pero quedamos que entraría a las ocho en punto; se detendría unos instantes en el marco de la puerta y yo diría la frase que has oído al llegar. “Estas aquí; pensé que no vendrías” a partir de ahí veríamos que surgía y lo demás ya lo sabes.

Nina se cubrió el rostro con las manos: tardó un par de minutos en hablar y lo hizo sosegadamente.

—Mi nombre es Nina. Me caso en quince días como he dicho antes y mis amigas me prometieron una sorpresa antes de la despedida de soltera que haremos mañana; al oír tu voz he supuesto que “eras la sorpresa” y la verdad es que me has sorprendido mucho más de lo que esperaba.

Que me has hecho sentir viva es cierto y entenderé que te sientas decepcionado pero eso de que te quedes a pasar la noche sigue en pie.

Pase lo que pase dudo que siga adelante con la boda; no ahora que se parte de lo que me estoy perdiendo y estoy segura que con un poco de paciencia encontraré a alguien capaz de hacerme sentir bien; mi novio es una buena persona pero no me satisface y a pesar de que he tratado que probemos cosas nuevas no reacciona; él se conforma con que lo que tiene pero yo ahora ya no.

Dicho esto Nina callo y en silencio Tony fue donde había quedado su ropa y regresó con ella al sofá instalándose junto a la mujer que lo miró con curiosidad, curiosidad que disipó de inmediato aclarándole con voz pausada.

—Al llegar al portal puse el móvil en silencio y supongo que Ariadna habrá intentado contactar conmigo al no encontrarme en “Alameda 35” voy a ver que hay.

Tony consultó el teléfono y leyó el único whatsapp que le había llegado.

<Disculpa n puedo ir ha surgdo 1 imprevisto hablamos manna, dm algo>

Miró a Nina largamente como valorando la situación y sonriendo respondió con un escueto.

_m qd sin batería mñna nos leemos _

Girándose dijo a Nina muy serio.

—Sigamos con lo nuestro; muéstrame a que te referías con lo de probar cosas nuevas.

—Para ponerlo en situación vimos juntos varios DVD porno y puedo decirte que soy capaz de hacer todo cuanto se muestra en ellos; pero al proponerle intentar alguna de ellas al bobo de mi prometido respondió escandalizado.

.- <Esas cosas no son para practicar en pareja; aunque es extraordinario cuando lo haces con alguna de esas depravadas que se ganan la vida vendiendo su cuerpo>

Se apartó y mirando a Tony con descaro musitó.

—Vamos a mi habitación; compre algunos pañuelos con la seguridad que les daría gratas aplicaciones pero todavía no he tenido oportunidad de estrenarlos.

Presidia la espaciosa estancia una enorme cama de latón con dosel; Nina sacó de un cajón uno cuantos pañuelos de vistosos colores y preguntó.

—¿Me dejas que te ate o prefieres atarme tu?

—Es tu fiesta y yo tu regalo; trátame bien porque después cambiaremos.

Tony se tendió en medio de la cama y alargó brazos y piernas en dirección a las columnas que soportan el dosel; ató sus tobillos y muñecas sin forzar las ligaduras que eran testimoniales y para terminar; después de besarlo largamente cubrió su rostro con otro pañuelo.

Tony notó como paseaba los dedos por su pecho y vientre para dedicarse después a las piernas; un leve soplido dio paso al principio del suplicio al que fue sometido; ligeros lengüetazos en el interior de los muslos hicieron que se tensara y eso animó a Nina que continuó con el juego y lamio los huevos casi de pasada y apartando la verga regresó a ellos sorbiendo uno y presionándolo con la lengua contra el paladar para repetir la operación con el otro y a continuación fue lamiendo y mordisqueando el tronco hasta llegar al capullo; retiró el prepucio con los labios y comenzó la fiesta.

Después de pasear la punta de la lengua alrededor varias veces engulló el capullo y lo acarició con el anverso de la lengua y a continuación y casi con rabia lo llevó al fondo de su garganta golpeando con la frente en la pelvis del hombre que se sobrecogió; comenzó entonces a follarse la boca con largos y lentos trasiegos, con los dientes tiraba del prepucio para cubrir el capullo y al engullirla el pellejo volvía a destaparlo llevándolo de nuevo al fondo donde se entretenía haciendo gorgoritos y continuó así hasta conseguir  que Tony se vertiera totalmente en ella pues no se retiró a pesar de que el semen rebosaba por la comisura de sus labios.

Quedó en parte sobre el cuerpo del hombre lamiendo lo restos de semen hasta quedar totalmente satisfecha  y solo entonces se tendió junto a él después de soltarle para que pudiera abrazarla. Con voz mimosa preguntó.

—¿Estas bien, que te ha parecido para empezar?

— Estoy muy bien y sorprendido; no imaginé que fueras una experta en estas lides y no entiendo el comportamiento de tu prometido que prefiere el sexo de pago en lugar de gozarlo contigo. Tampoco entiendo que dejaras de frecuentar al tipo de personas con las que aprendiste todo esto y las cambiaras por alguien como el que describes.

Tras unos instantes Nina inició un largo monologo.

—Estaba en segundo de carrera cuando conocí a Ulrik, un profesor danés que vino para hacer un master de filología castellana. Ese hombre estaba en mi clase de literatura aunque tiene quince años más que nosotros y me cautivó por la curiosidad que mostraba por todo; la profesora organizó unas actividades  con grupos de estudio y me sugirió que lo ayudara; éramos siete pero una de las chicas abandonó el grupo y los otros cuatro se emparejaron después de una semana; Ulrik me invitó a cenar una noche en su casa y después de degustar unos platos típicos de su país y hablarme de du esposa y sus dos hijos me preguntó sin reservas si me apetecía tener sexo; me pareció algo tan natural y civilizado que acepté.

Ese hombre se dedicó en cuerpo y alma a hacerme gozar sin pretender aparentemente obtener nada a cambio pero ese era su objetivo; hacerme sentir bien porque de ese modo la recompensa fue mayor. En una sola jornada disfruté más que en todo el curso anterior y supe que me quedaba mucho camino por recorrer y así se lo confesé antes de separarnos esa gloriosa jornada.

En el año que pasamos juntos marcho dos veces a casa; la primera por navidad y después en Semana Santa en que regresó acompañado de su esposa; nos presentó y con toda naturalidad le contó delante de mí que era la chica con la que compartía cama y la mujer me felicitó añadiendo que estaba siendo de gran ayuda para su esposo: salimos a cenar los tres un par de veces y la segunda nos dijo que marcháramos a nuestro refugio porque no quería romper la magia que existía entre nosotros; Ulrik la besó en los labios y tomándome de la mano salimos del restaurante; ella marchó sola al hotel y de madrugada después de una velada inolvidable fue a visitarla; tras cuatro días la acompañamos al aeropuerto.

Después de Ulrik pase una temporada con el también danés Klaus y otra con Harald; todos de la misma universidad aunque era yo quien los buscaba al saber por Ulrik que venían. Después y con casi todo aprendido estuve con varios chicos de aquí que no tenían nada que envidiarles y fue cuando conocí a Basilio que al principio parecía muy lanzado; después de un tiempo me di cuenta que era un buen hombre y me deje seducir por su sinceridad y buenas maneras apartándome de aquella vida que tanto me satisface y en este tiempo he tratado varias veces de incluir en nuestro reducido repertorio alguna variante pero se niega en redondo a cualquier cosa que se aparte de lo tradicional.

Esa es básicamente mi historia en cuanto a hombres y sexo se refiere.

Comenzó a sollozar y Tony estrecho un poco más el abrazo tratando de confortarla. A continuación preguntó.

—¿Qué harás, resignarte; vivir una mentira y rodearte de amantes hasta que definitivamente lo vuestro explote o pararlo ya? No pienso aconsejarte porque es una responsabilidad que no me corresponde pero creo que necesitas pensarlo fríamente antes de tomar una determinación.

Nina tardó en responder y cuando lo hizo fue tajante.

—Mañana iré con mis amigas a la despedida de soltera y antes de estar demasiado borrachas les contaré; primero este encuentro y lo que ha dado de sí hasta el momento y a continuación mi determinación de suspender la boda indefinidamente; por la noche tenemos cena con mis futuros suegros; me dolerá por ellos porque en realidad  son buenas personas aunque él se extrañó cuando anunciamos nuestro compromiso.

Tony la besó y ella se dejó apapuchar; estaba en la gloria y al rato le propuso.

—Si te quedas a dormir te preparare un desayuno inglés; además de todo lo visto hasta ahora soy una gran cocinera y también eso quiero demostrártelo.

©PobreCain

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