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Un destructor destruido

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En la madrugada del 16 de mayo de 1980, mientras navegábamos detrás del portaviones con nuestras redes abiertas con el propósito de servir como rescate de aeronaves, me pareció vivir una pesadilla y aun hoy después de 36 años me acuerdo de cada minuto vivido como si fuera hoy con toda la adrenalina del momento.

En esa navegación de rutina yo cubría la guardia de petrolero (Guardia de trasvase de combustible) y en el momento de la colisión me encontraba en cubiertas bajas conversando despreocupado junto a dos compañeros más, de pronto un gran sacudón nos estremeció a todos y el movimiento iba acompañado de fuertes ruidos y temblores que nos llevaban hacia abajo, sintiendo en nuestros pies la sensación de hundirnos y a (escorar) acostar a la vez.

Cada uno de nosotros estábamos paralizados hasta que una fuerte explosión nos despertó de nuestro pánico y atinamos a subir rápidamente escaleras arriba en la forma que podíamos.

Al llegar a la cubierta principal el ruido era ensordecedor mientras mirábamos atónitos los iluminados ojos de buey del portaviones 25 de Mayo que pasaba rosando y barriendo todo el costado a un par de metros de nosotros. Poco después y ante la maniobra de su timonel logro separarse y el silencio sepulcral solo era cortado por los gritos de auxilio de nuestros compañeros heridos y otros que caían lastimados por las escaleras provenientes del sonar y puente de comando. Entre los que se encontraban ileso era el oficial de guardia que justo en el momento que bajaba se encuentra con el comandante que salía de su camarote con sus ojos desorbitados. Ambos se enfrentaron en una acalorada discusión frente a nosotros que aún no podíamos reaccionar. El capitán lo tomaba por las solapas a su subalterno y le gritaba e insultaba pidiendo una respuesta coherente ante tan grave daño. De inmediato y alertado por las voces se hizo presente el jefe de máquinas y rápidamente nos envió a inspeccionar los tanques del costado para saber si había algún daño o si estaríamos perdiendo combustible.

Como termino todo aquello no me lo imagino pero seguramente todo el peso de la responsabilidad caería sobre el capitán que seguramente se ganaría un juicio militar y la perdida inevitable de su carrera.

Después de aproximadamente dos horas de evacuar heridos con los helicópteros que iban y venían, se fabricó una improvisada cabina  en la plataforma delantera de lo que había sido el puente de comando para que el oficial de guardia continuara enviando sus órdenes de navegación desde allí a través de un Handy Radio manual) a el timón de popa (Timón de emergencia) así comenzamos a navegar hacia la costa con el puente de comando destrozado; torres de cañones desechos; las dos chimeneas arrasadas y el director de cañones caído sobre la cubierta.

Cuando llegamos a la costa ya había amanecido y todo el personal de control de averías se avoco a la difícil tarea de cortar los paneles de hierros retorcidos para sacar el cuerpo malogrado del joven conscripto que había quedado apretado entre los mamparos.

El intenso frio hacia difícil la tarea y los tubos de acetileno no alcanzaban a cortar el grosor de las paredes, nuevamente los helicópteros traían mas tubos desde el portaviones que permanecía fondeado cerca de allí.

Recién cerca de las 16.30 horas y ya cuando el sol escaseaba pudieron sacarlo  y minutos después arribo una lancha que junto a una comisión de guardia (personal vestido de gala) lo acompaño hasta su pueblo natal para brindarle la guardia de honor.

Esa segunda noche la pasamos allí anclados en una bahía y al amanecer cuando salió el sol, El A.R.A destructor Storni emprendió su último viaje al puerto donde a un par de kilómetros fue cubierto con un grueso nylon negro como ocultando la vergüenza y la muerte absurda de una víctima tan joven.

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