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Loco por mis nalgas

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En una sala de chat conocí a  Max. Chateamos un par de semanas y me contó que se había dejado con su mujer y que tenia ganas de culear, con lo que fuera, hombre, mujer.... Intercambiamos fotos y quedamos en vernos. Vive en Pedregal, un suburbio un poco turbulento en las afueras de la ciudad así que fui con cierto recelo. Cuando lo recogí me fijé con detalle. No más de 1.70, negro, cabello al rape, 23 años, brazos, pecho y espalda  tatuados y buenas piernas de futbolista,, muslos desarrollados y un culo de negro: redondito, duro, parado.....

Nos pusiemos a conversar y quedamos en irnos a un motel cercano de una vez. Yo tengo 38 años, blanco, mido 1.75 y tengo un buen par de nalgas, formadas y grandes. Mis piernas son velludas pero me rasuro el agujerito y me recorto los vellos públcos.

Cuando llegamos a la habitación cada uno tomó un baño por separado, el primero. Cuando salí yo, había apagado todas las luces. En la penumbra pude ver su cuerpo, musculoso y tenso. Se había tapado la verga, que tenía parada mientras veía una película porno.

Me fui acercando poco a poco y comence a acariciarle el pecho, unos pectorales duros y fuertes. Bajé mi mano por su estómago, plano y duro,  y le comencé a sobar la pinga. Que pingota, cabezona, creo que mide como 8 pulgadas, gruesa. Se había rasurado las pelotas y todo el vello púbico. Creo que le daba un poco de verguenza que yo lo tocara pero se dejó acariciar.

Me pegue a mamarle sus tetillas mientras le sobaba la pinga y las vergas. Su piel azabache estaba lindisima, sin ni un solo pelito. Apenas lamí su pecho comenzó a gemir y a menearse suavemente. Luego comencé a pasarle la lengua por la cabeza de la verga, como si fuera un cono de helado. Le pasaba los labios mojados y a la vez le agarraba las dos bolas suavemente.

Max solo gemía y gemía, meneandose para que su verga entrara en mi boca cada vez más profundamente. Logró que me entrara toda la pinga hasta el fondo de la garganta y salió toda babeada, chorreando saliva caliente. Cada suspiro de él me inspiraba a meterme la verga más profundamente.

Cuando ya tenía un rato gozando de mi boca, Max se incorpora y me comienza a sobar las nalgas, rudamente. Me las apretaba y separaba y juntaba mientras me decia toda clase de vulgaridades.

- Que culón tan blanco tienes, que ricas se sienten. mmmm, que nalgonas tan deliciosas....

Yo sólo levantaba las nalgas y las meneaba para que Max siguiera tocándolas.  En un momento me mojé un dedo y me lo ensarté suavemente en el culo a la vez que lo apretaba. Eso parece que lo volvió loco y me dios dos nalgadas bien fuerte mientras el tuco negro le bailaba entre las piernas.

- Te gusta que me abra asi? como una puta caliente? le dije.

La verga le palpitaba y volví a mamársela con más ganas. Cada vez que me tragaba su pinga la sentía hinchándose en mi garganta.

Me subí en el sofá de la habitación y eso hizo que mis nalgas quedaran al aire, expuestas y abiertas. Enseguida sentí como me metía uno y luego dos hasta tres dedos, dilatándome el ano suavemente con crema de cuerpo.  Que ricura, como sentía ese culo  abierto......

Me fue metiendo su tranca poco a poco, metiendola y sacándola mientras yo veía reflejado en el espejo mi culo que parecía una boca abierta cuando Max sacaba la cabezota rojiza. Al principio usó un condón pero al rato se lo quitó  y volvió a someterme con su pipizote. Me la metía hasta el fondo y en un momento lo hizo rápido, duro, con rabia hasta que sentí la leche bien profundo en mi culo, caliente, espesa, tanto que apreté el ano y Max se quejó que le hacía daño.  Una soberana cogida que se repetiría muchas veces, sobre todo cuando le enseñé lo rico que es mamar y que te mamen el ojete como si fuera una conchita caliente.

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