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De El Amor y otros vicios

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De El Amor y otros vicios

Prosa poética

Son tus senos turgencia maravilla de la simetría, tu ombligo es copa repleta de vino embriagador, y tus caderas suaves colinas perdidas del paraíso, que ocultan joyas y tesoros maravillosos, que de solo verlas se colman los deseos, y tu nombre? Ahhhh. Tu nombre!!

Tu nombre, es mantra divino que cae de mis labios como licor de cascada blasfema, oculto en un dialecto hedónico y sonoro, de versos impuros, que los retóricos definen como amor para justificarlo, pero su verdadero nombre es agonía.

Te conocí en una noche dulce, llena de placer, tórrida y naranja de nubes harapientas, de esas, que le desgarran la luz a la alba luna, cual dedos de una vieja bruja, secos y nudosos como corriendo una cortina y te fuiste de mí, atravesando trochas y tolvaneras, caminos que empolvan los recuerdos, como mágica aparición, hasta perderte entre la bruma, manto lechoso que te robo de mis recuerdos.

Llegaste a mi excedida en atenciones, como persona con intención oculta. Y quién? Aun sumido en la desconfianza, puede resistir tu embrujo. llegaste, cual fiera voluptuosa conquistando con tus encantos, destruyendo y provocando con todo el esplendor de tu insidioso ser, con tu canto entre cadenas, que son lamentos de agonía que vuelve almas libres, en alientos cautivos, y yo, vencido por el poder de mi propia entropía, perdido en el pecado de mi sumisión inerte, desposeído, cediendo a tus caprichos, sediento de ti, subyugado, implorando la muerte, y no es sano morir así, en el cenit de la entrega, en la infértil e icónica espera de la estatua, en un inútil pastoreo de nubes, a la espera de un suspiro tuyo batallando mis demonios, solo y sin esperanzas, solo en mi agonía.

Dispuesto estuve en el propileo de tu bajo vientre, la entrada a ese cofre, codiciable de tormentos fabulosos, la guarida de la Lillith, tu dulce escondite y cuya simple cercanía producen necesidad y saciedad, todo a la vez, y donde todo apetito posible sensible a las pasiones humanas encuentra cobijo.

Allá estuve como un moderno Prometeo dispuesto a darte mi fuego, urgido de hundir mi lanza en ti y sacrificar mi espíritu, ceder mi herencia por el plato de lentejas, que son tus caricias, para afrontar mi eterna subyugación, legar mi voluntad de hombre, solo por un suspiro, y terminar el camino que me tocó vivir, como un desventurado, porque no se puede ser feliz desgastando el alma.

Dispuesto estuve, de entregar todo rastro de voluntad, para poder deyectar mi lava en ti, el licor de mi estirpe y rebosar tu ombligo, que es como copa llena y bañar tu cuerpo, cubrir tu desnudes bañarte con mi licor, sin embargo atormentado fui por la iquinidad que me recordaba lo débil de mi alma y mi errático deambular, por la razón de la sin razón...

 

Keemosabe

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