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Dormido

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Anoche después de que te dormiste estiré los brazos hasta que mis dedos rozaron tu cuerpo, sonriendo me acerco un poco a ti que dormías plácidamente al otro lado de la cama. Estabas caliente… la tentación de acurrucarme contigo es irresistible. Un murmullo se escapa de tu boca y me envuelves en tus brazos. Siento tu aliento cálido sobre mi nuca y luego tus labios rozan el lóbulo de mi oreja.-¿Estás despierto? pregunto-'No' me contestas sonriendo. Sé exactamente cómo despertarte, y estoy deseosa de hacerlo.

Soltándome de tu abrazo, te empujo para que te acuestes sobre tu espalda. Un suave gruñido causa que mi vientre se apriete con anticipación. Eres tan sensual, con tus brazos mmm, tu pecho, tu abdomen, y me perteneces. Tan solo la idea me emociona. Me apoyó sobre mis manos y rodillas y poso mis labios sobre tu pecho con un suave beso. Inhalas  profundamente, pero no abres los ojos. Entonces uso la punta de mi lengua para trazar un camino alrededor de cada uno de tus pezones. Tus músculos se tensan, pero tus párpados aún permanecen cerrados, empiezo a besarte desde el pecho hasta el ombligo. Tu tibia piel es dulcemente salada y se me hace agua a la boca. Giro mi cabeza, para que mi pelo caiga sobre tu pecho, sé que eso te gusta. Cuando llego a tu entrepierna, beso la punta de tu verga semidura. Otra vez inhalas profundamente, aún no abres los ojos, pero tu miembro está despertando.

Mi cara baja aún más, recorriendo tu piel con la lengua hasta llegar a tus testículos. La sensación de su piel me encanta. La piel de su saco es fina y sensible, pero mientras más te estimulo con la lengua, se contrae y adquiere una firmeza corrugada. Suavemente dejo que mis labios acaricien tus huevos hasta rodearlos y meterlos de lleno a mi boca. Apenas los chupo, arqueas la espalda y mueves tus caderas hacia mi rostro. El poder que siento es intoxicante. Me fascina ver cómo este hombre tan increíble anhela mis caricias. Tu falo está completamente duro, ya no aguantas más provocaciones. Echas la cabeza hacia atrás, estremecido por la manera que te chupo el saco. 

Me dices chúpamelo todo… ¡Ahora! Papi te siento vibrar de deseo, y para mi, eso es lo más excitante. Mi puchita ya está mojada, y tu ni siquiera me has tocado todavía. Añora que la llenes, pero quiero satisfacerte primero. Rodeo tu verga con la mano y la aprieto. La siento pulsar entre mis dedos. Deslizó la yema de mi pulgar sobre la hendidura mojada en su glande hasta que una gota de líquido transparente brota de ella. Inclinando mi cabeza lamo su cabeza y saboreo tu esencia. Quiero comerte completo. Chupándote entre mis labios, meto toda su longitud dentro de mi boca, hasta sentirte rozar en mi garganta. Por tu enorme erección necesito esforzarme para no arquear. No obstante, me deleita saber que te estoy enloqueciendo de placer. Soltándote poco a poco, dejo que se deslice de mi boca a la vez que estimuló la piel de su cabeza con el revoloteo de mi lengua. Ven acá, me dices, y antes de que me dé cuenta, me agarras por las caderas y me sientas sobre tí, dejando mi cara sobre tu verga y mi panocha apoyada en tu pecho.

Me siento completamente expuesta. No es difícil imaginar cómo será la vista que tienes de mí. Mi coño está caliente y húmedo. Ansía tus caricias y mi cuerpo no siente timidez para hacerte saber lo que quiere. -Estás tan mojada, me dices,  mientras me acaricias mi raja suavemente con dos dedos. Desde este nuevo ángulo te puedo acariciar el pito con la boca y las manos. Rodeando la base de tu grueso pene con los dedos y dejando que mis labios patinen de arriba abajo por tu verga hinchada.  Las venas que sobresalen me fascinan, y no me resisto al deseo de trazarlas con mi lengua. Se te pone cada vez más dura a medida que lo sigo chupando y lamiendo.

Te veo contemplar mis nalgas, mi chocho y sus labios recubiertos de humedad. Me penetras con dos dedos. Te siento moverlos hacia adentro y hacia fuera, curvándolos para estimular mi punto G. Me coges con la mano hasta que ya no aguanto más y me muevo sobre tu pecho, ondulando las caderas. Ahora te voy a probar me dices. Y cuando vacíe mi leche en tu boca voy a hacerte acabar también. Gimo y chupo tu verga con fuerza. Tu promesa sensual me excita aún más.

Quiero tu boca saboreando mi panocha mientras terminas. A la primera caricia húmeda de tu lengua en mi clítoris mi cuerpo entero se estremece. Las paredes de mi vagina se contraen sobre tus dedos, pero no aminoras el ritmo. Incrementa la presión en mí, gimiendo con la boca atiborrada de tu enorme verga hinchada. Mi orgasmo explota en mi interior no puedo contenerlo. Una oleada de intenso placer sacude mi cuerpo.

Te siento estremecer debajo de mí y mueves tus caderas para penetrarme más la boca hasta que tu clímax estalla, emanando chorros de elíxir caliente y salado sobre mi lengua. Me trago hasta la última gota de tu leche espesa mientras que las secuelas de mi propio orgasmo me dejan con los músculos temblando. Si esto es hacer el amor con la boca, no puedo esperar para hacerlo una y otra vez.

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