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La tanga más excitante

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Ella era una chica de unos 30 años, delgada con cabello negro a la altura de sus hombros, ojos negros, estatura baja, senos medianos y de nalgas normales, nada fuera de lo común.

Cuando comencé a salir con mi novia yo sabía que compartía departamento con otra chica aunque no la conocía en persona, hasta que un día nos encontramos por la noche y me la presento, fue algo normal un saludo y un beso en la mejilla sin alguna otra reacción de mi parte (debo reconocer que me encanta mirar a las mujeres guapas y algunas veces lo primero que pienso es si estará usando tanga, para luego imaginarme abriéndole las piernas, hacer a un lado la tanga y chupar toda la vagina hasta que termine en mi boca).

Normalmente cuando llegaba al departamento y la amiga de mi novia estaba ahí, solo saludaba e iba directo a la recamara, pero en una ocasión llegue y las dos estaban platicando en la cocina así que decidí entrar y saludarlas, he aquí mi primera impresión sexual de aquella mujer por llamarle de alguna manera.

Era un domingo por la mañana, así que….

(La llamaremos Susana para efectos de este relato) Susana se encontraba platicando en la concina con mi novia, al entrar y mirarlas no pude notar ver que Susana usaba un pantalón de tela que más bien era una pijama de color blanco con algunas estampas azules nada provocativo, sin embargo, al mirarla de espaldas y para mi sorpresa note que usaba tanga, esto gracias a que el color de ésta debió ser negro y se transparentaba, y es que aunque fueron solo segundos pude ver como se formaba ese pequeño triangulo que comenzaba en su cadera y que se iba juntando poco a poco hasta perderse entre sus nalgas justo a la mitad de las mismas, claro, como buen fetichista no pude evitar ir inmediatamente al baño para masturbarme con aquella imagen.

Desde ese día mire a Susana de otra manera, cada vez que la encontraba solo quería verla de espaldas para intentar descubrir si ese día usaba tanga, aunque para mi mala suerte no volví a ver eso en mucho tiempo, sin embargo, eso no fue problema para masturbarme de vez en cuando con aquella imagen que hasta la fecha me la poner dura.

Para terminar con esta anécdota recuerdo que un domingo después de una buena fiesta la noche anterior desperté y mi novia seguía durmiendo por la resaca, decidí darme un baño y me di cuenta que no teníamos crema dental, yo sabía que Susana no estaba en el departamento así que pensé en tomar prestada un poco de la suya y entre en su baño.

Al entrar en su baño tuve una tremenda erección y es que justo a un costado de la puerta estaba su cesto de ropa sucia, y ahí, colgada en el borde de la misma mitad dentro y mitad fuera como acomodada a propósito una prenda negra que desde el primer momento imagine era la tanga que había usado la noche anterior, hasta la fecha no puedo dejar de imaginarme la imagen de Susana desvistiéndose poco a poco para finalmente quitarse la tanga y lanzarla al cesto de la ropa, no pude evitar sentir ese escalofrió provocado por la excitación de saber que estaba ahí frente a mí para que yo hiciera lo que quisiera con ella, como desesperado y aun desorientado por la excitación cerré la puerta del baño puse seguro y tome la prenda, sentí un vacío en mi estómago cuando confirme que era una tanga negra con algunas pequeñas estrellas estampadas de colores rojos y un poco descoloridas por el uso, lo primero que hice fue sacar mi pene que para ese entonces ya estaba sumamente duro y lubricado y comencé a masturbarme.

Acto seguido busque el puente de la tanga, ese pequeño pero delicioso espacio de doble tela que está justo en la parte de abajo donde seguramente horas antes habían estado sus labios vaginales y que había humedecido con su sudor, ahora la tenía en mis manos, eso me hizo sentir escalofríos de nuevo y más al notar unas pequeñas y leves manchas blancas (nada desagradable, todo lo contrario) en el puente que seguramente eran de sus fluidos, la puse en mi nariz y aspire como nunca, era un ligero olor a sudor pero muy sutil que lejos de ser áspero no podía dejar de aspirar, incluso me atrevo a decir que sentí un pequeño olor a perfume tal vez por la ropa que estaba a su alrededor

Después busque la parte de atrás de la tanga que había estado metida entre sus nalgas y que seguramente había empapado con su sudor y la puse en mi nariz, aunque el olor era un poco diferente más fuerte que el del puente, debo reconocer que lo disfrute como nunca tal vez por el solo hecho de saber dónde estuvo metida esa tela, regrese al puente y esta vez lo lamí deseando que aun estuvieran impregnados sus fluidos y justo en ese momento eyacule en una cantidad que muy pocas veces lo había hecho.

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