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Verónica, una lectora que se convierte en uno de mis relatos - Parte 2

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El rostro de Verónica se miraba relajado, mostraba una sonrisa de satisfacción.  Había alcanzado cuatro orgasmos en aproximadamente 30 minutos que ahora se sentía exhausta y se arropaba a la par de mi cuerpo aun procurando calmar su respiración.  De repente me dice que siente esa sensación que mi esperma se desliza entre su vagina y que no quiere llenar la cama.  Le pido que no se mueva y voy por una toalla para limpiar y evitar que mi esperma caiga en las sabanas.  Fue una delicia ver cómo salía de aquel pequeño orificio ese liquido blanco que Verónica saboreo diciéndome que sabia a jugo de naranja. Esperé algún par de minutos para que mi abundante corrida saliera de las entrañas de esta preciosa chica.

Después de limpiarla, Verónica hace lo propio limpiando mi verga para luego recostarse sobre mi abdomen y de esa manera ella comenzó a acariciar mi verga flácida y a la misma vez con sus pequeñas manos jugaba con mis huevos, halándome de una manera relajante los pocos pelos que encontraba en mi escroto.  Quizá por mero instinto o simple curiosidad, pues no creo que era de su conocimiento, Verónica me daba un placer tan exquisito con aquella maniobra, que por arte de magia, mi verga se fue llenando de ganas y ante los ojos sorprendidos de Verónica, quedaba erecta de nuevo y comenzó a besarla con pausas, pues a la vez me hablaba:

—¡Me gusta tu verga!

—¡Como! Pues no dices que no has tenido sexo antes. ¿Has visto otras antes que no te gusten?

—Bueno, no he tenido sexo, pero para eso existe el internet.

—¿Te gusta la pornografía?

—¡Un poco!  No es que esté totalmente metida pensando en ver pornografía.

—Y la de tu novio que dices que estabas a punto de coger…

—Realmente no se la vi, estábamos a oscuras y yo estaba más pendiente a no ser pillada teniendo sexo.  Pero no recuerdo sentir el tamaño en comparación a tu verga.  La tuya es enorme y realmente me puse tensa cuando sentí la punta entrando.

—¿De veras te dolió mucho?

—No fue dolor… no sé cómo explicarte.  Fue como un leve ardor pero que a la misma vez me gustaba.  No sé, es algo confuso de explicar.

—¿Y lo de tu primer orgasmo con una verga adentro?

—Eso es más confuso de explicar…  Sentía como una sensación de orinar, pero a la vez si hacia el esfuerzo de orinar, como que me llegaba una sensación de calambre a mi abdomen.  Algo así como una corriente eléctrica que me hacia un cosquilleo difícil de explicar.

—Pero tú ya has tenido orgasmos cuando te masturbabas.  Porque llegabas al orgasmo, ¿verdad?

—Sí, pero este fue diferente.  No sé cómo explicarlo.  Como si le hubiesen subido el volumen a la radio a tu misma canción favorita y de repente estas eufórica por su volumen.  Algo así como de ir a 30 millas por hora y sentir el empujón cuando subes a cien en un segundo.

—¿Todos fueron igual o fue el primero el más rico?

—Todos han sido ricos, pero el último quizá ha sido el más intenso.  Eso de sentir tu verga, salir y entrar y tu dedo en mi culo, al principio fue algo incomodo, pero me ha sacado una corrida que sentía me volvía loca… fue como un delicioso shock nervioso que no podía detener.

—¿Tienes juguetes sexuales? ¿Has experimentado con juguetes sexuales?

—No… si mis padres o hermanos lo encuentran pasaría una tremenda pena.

—¿Qué edad tenias cuando por primera vez te masturbaste?

—¡Que pena! ¿De veras te tengo que contestar?

—¡Si gustas!

—No fue como tú te lo imaginas.  Fue algo extraño.  Recuerdo que mi amiga Lizbeth me había hablado que lo había experimentado y creo que mi hermana mayor se masturbaba y algunas veces por la noche oí sus gemidos de placer.  Aquello me daba curiosidad, pero a la vez tenía miedo hacerlo, pues Lizbeth me hablaba de introducirme un dedo o dos y yo tenía miedo por lo que nos hablaba mi mamá de conservar la virginidad hasta el matrimonio, pero un día sin pensarlo me acostumbre a dormir con una almohada entre mis piernas, por alguna razón sentía rico esa sensación y hasta ahí, todo era normal, pero un día mi madre lavó la almohada y estaba húmeda para poderla usar y me he traído una de esas pequeñas almohadas que pertenecían al juego de los sofás de la casa.  Aquellos eran mas sólidos y también eran de una tela de terciopelo que al ponérmelos entre las piernas me daba un cosquilleo, pero también la pequeña almohada tenían una hechura a cuadros y al subir mi pierna para apoyarme mejor, sentí que el relieve de la costura, que era algo así como un adorno y grueso me quedo al nivel de mi parte intima.  Sentí rico el bulto de la almohada y de alguna manera que no comprendo, comencé a chocar y a restregarme frenéticamente con mi almohada hasta que llegué a tener mi primer orgasmo.

—¿Apuesto que fue el descubrimiento más grande de tu vida?

—¡Por supuesto!  Por unos días aquella almohada que de repente desaparecía del área de la sala, fue mi acompañante favorito.

—¿Te masturbas seguido?

—Al principio me masturbaba todos los días, pero luego pasó a ser algo de una vez a la semana, a una vez al mes.

—¿Pero nunca has jugado con juguetes sexuales?

—No te miento, quise intentarlo pero no le encontré placer.  Quizá porque no supe usarlo o porque tenía la tensión que mi madre o hermanos entraran al cuarto.

—¿Hace mucho de eso?

—No. Fue precisamente después de leer tu relato de Nadia y quería descubrir eso que tu llamas  “orgasmo anal”.  Le he pedido a Lizbeth, que es mi mejor amiga, que me preste su consolador.  Le he puesto lubricante y he intentado introducírmelo sin mucho éxito.

—¿Realmente quieres intentar el sexo anal?

—¿Si tú lo quieres?

—Es obvio que lo quiero… es más, te iba a rogar si es que tú te negabas.

—Chistoso… pero antes que me partas el culo, quiero que te vengas en mi boca.  Es algo nuevo que quiero experimentar el día de hoy.

Verónica ha estado masajeando y de vez en cuando se ha llevado mi glande a su boca.  Ha tomado posición y con sus manos acaricia mi verga y ahora su lengua masajea mis huevos.  De alguna manera intenta llegar a mi ano con su lengua, pero por la posición se le hace imposible de llegar y se mantiene por algunos minutos chupando mis huevos y la parte baja de ellos.  Es una sensación deliciosa y a esto le tengo que agregar que de alguna manera Verónica me  ha puesto su pulgar cerca del ano.  Ahora toma posición para mamarme la verga y siento que mi líquido seminal y la saliva de Verónica recorren el área de mis huevos y ella lo usa como lubricante para masajear mi ano.  

Cuidadosamente intenta introducirme el dedo en el culo, pero sus uñas lo hacen sentir incomodo, pero de alguna manera lo logra.  Ella con su pequeña boca recorre toda mi verga hasta succionar mis huevos.  Es una delicia y estoy a segundos de venirme otra vez y se lo advierto a Verónica, quien me hace saber nuevamente, que quiere que me venga en su boca.  Ella sigue frenética con su pulgar en mi culo y mamándome el glande y por segunda vez toco el cielo y le dejo ir otra descarga en su deliciosa boca.  Está llena de mi esperma y ahora sí, Verónica ha perdido algo de su maquillaje y se va al baño a limpiar, no sin antes volver a confirmar que mi esperma realmente sabe dulce y con sabor a frutas.

Oigo que la regadera se abre, me llama y me invita a ducharme junto a ella.  Se ha amarrado el cabello y ahora su lindo rostro se realza.  Tiene una cadena de oro en su cuello con un rosa de oro como medalla y Verónica luce bonita sin maquillaje.  Toma jabón y se entretiene masajeando mi verga que ahora esta flácida por la descarga que le acabo de dejar ir.  Me enjabona los huevos y restriega mis nalgas.  Yo hago lo propio y me doy gusto masajeando sus ricos y lindos pechos que me siguen recreando una duda si realmente son naturales.  Por alguna razón, a Verónica le gustan los besos, tenia tiempos de no besar a nadie así.  Regularmente en experiencias sorpresivas como esta y regularmente con chicas de mayor edad, aquello de los besos pasa desapercibido y la concentración es más directo al contacto sexual.  Verónica quiere que la llene y llenarme de besos y así pasamos un buen rato saboreando nuestras lenguas y queriendo adivinar que es lo que piensa el otro, al vernos mutuamente a los ojos.

No sé, tuve la sensación que todo aquello era un sueño, pero sentía el agua y sentía el tierno calor de su aliento cuando la estrechaba en mis brazos, pues por su altura de cuatro pies y once pulgadas y con un peso de menos de 110 libras, cargar a Verónica, con ella amarrándose a mi cuello y con sus piernas abiertas abrazándome, como ella algún día abrazaba a su almohada en su primera experiencia de un orgasmo, era realmente estar como en ese trance de confundir la ilusión con la realidad.  Nos terminamos de bañar y obviamente ella se quedó en el baño volviéndose a maquillar mientras yo la esperaba en la sala de la suite.

Salió cubierta por una toalla, como si quisiera evitar que yo la volviese a ver desnuda.  Llegó a la sala buscando su bikini negro, el cual se puso con una maniobra bien femenina y delicada.  Se ha puesto mi camisa deportiva que llevaba puesta y le queda como si fuese un camisón de dormir.  Me hace saber que le gusta el aroma de mi loción y se ha acercado sentándose al lado mío viendo a la distancia el oleaje del golfo de Texas.  De repente con una mirada y sonrisa picara y poniendo su cabeza en contra de mi pecho desnudo me dice:

—Mira, ahora que ya soy parte de tu lista de mujeres con las que te has acostado, que numero soy.

Me preguntaba en referencia a mis relatos, pues en uno de ellos declaraba que llegaba a la número ochenta o algo así.  Me he puesto a reír y le he preguntado:

—¿De veras crees todo lo que escribo?

—Si.  Me lo has demostrado el día de hoy.

—Hay algunas cosas que son fantasía.

—¿Cómo qué?  Dime una…

—¿Leíste mi relato con Sofía?

—Si, la prostituta con la que celebraste tus 48 años…

—Si, ella misma.

—¿Y que es lo que no es verdad de ese relato?

—Bueno, si recuerdas que cuento que Sofía había abierto las cortinas y que parecía que alguien nos observaba desde afuera.

—Si.

—Bueno, eso es fantasía.  Nunca sucedió, simplemente me lo imaginé.

—Eso quiere decir que deseas ser observado…

—Quizá, pero es algo que a mis 49 años no me atrevo a hacer.

De repente todo queda en silencio, veo que ya son las doce del mediodía y que solamente me quedan 4 horas para seguir disfrutando a esta rica chica.  De solo pensar que está dispuesta a darme el culo, se me ha vuelto a parar la verga y Verónica ha sentido mi bulto chocando en sus costillas, pues ahora me he puesto un bóxer, que para mí es más cómodo.  Ella reanuda la plática y me cuenta de su experiencia de un sueño erótico que tuvo por la mañana:

—Sabes, hoy me sucedió algo extraño que nunca había experimentado.

—¿Te refieres a haber perdido tu virginidad y tu primer orgasmo con una verga adentro?

—¡No loco! Tuve un sueño contigo.

—¿Qué soñaste?

—Estaba soñando que hacíamos el amor en una piscina y que no nos importaba que nos viera la gente.  Aquello fue tan real que sentí un orgasmo tan intenso y al despertar por la mañana mi calzón estaba súper mojado.

—¿Así que en realidad has tenido cinco orgasmos este día?

—¡Quizá!

—¡Como que “quizá!  Si lo sentiste lo tuviste.

—No sé, fue tan extraño que camino al hotel se lo he contado a Lizbeth.

—¿Y que más sabe Lizbeth?

—¡Todo!

—¿Ella sabe que estás conmigo ahora?  ¿Qué estas cogiendo con un hombre que tiene la edad de tu padre?

—Si… y no sé si me lo cree pero se lo he contado.

—Así que se cuentan todo entre sí.

—Creo que todo… incluso, yo estuve viendo cuando por primera vez el novio de Lizbeth se la cogía.

—¿Cómo?

—Bueno, yo estaba con ella cuando su novio llegó a su casa, y en vez que Lizbeth me despidiera para que tuvieran privacidad, ella me ha dicho que me quede escondida en su armario y he visto todo lo que sucedió.

—Imagino que tú también te excitaste y quizá hasta te masturbaste.

—No.  Realmente no me dio tiempo para eso.  El novio de Lizbeth se ha sacado un condón, se lo ha puesto y la ha penetrado tan pronto que Lizbeth no creo estaba preparada.  Ha dado un grito que escucharon hasta los vecinos y que si su madre hubiese estado cerca, hubiera sospechado lo que pasaba, pero Mike no ha parado, ha seguido encima de Lizbeth y dos minutos después todo se detiene, todo ha terminado.  Mike se limpia y se va.

Yo me he echado a reír con su cuento y ella también sonríe.  Me cuenta que su amiga sigue con el mismo novio, que realmente no tiene placer sexual con él, y es por eso que tiene juguetes sexuales para apaciguar esa calentura que Mike siempre le deja.  Verónica continúa hablándome y descubro que es por esa misma razón que se ha comunicado conmigo, y que a través de mis relatos descubre que el sexo es para disfrutarlo y que se puede llegar de muchas maneras al placer.  Ella está convencida que le gustan los hombres mayores, que ha caído con esa juvenil fuerza atraída a profesores y hombres de mayor edad.  Ella habla de hombres de 30 a 40 años, pero nunca imaginó que perdería la virginidad con uno de casi 50.

—¿Le contaras a Lizbeth todo lo que hemos hecho hoy?

—Si, ella está impaciente para que le llame y le cuente todo.  Incluso me pidió que gravara video para vernos o al más no haber, unas fotos.

—¿De veras te gustaría hacer eso?

—Si, si tú lo permites… también sería un recuerdo para tenerte.

—¿Y donde está Lizbeth?

—En su casa… ella vendrá por mí al hotel.

—Mira Verónica, eso de tomarnos fotos o video realmente no va conmigo.  Tampoco te lo aconsejo a ti.  Eso puede venir a lastimarte en el futuro.  Mira, te propongo lo siguiente, dile a tu amiga que si quiere asegurarse que realmente estas cogiendo conmigo, que venga hoy o mañana… en fin dices que puedes venir el miércoles también.  Ella puede quedarse en la sala y escuchar lo que pasa en el cuarto… si es que tú te sientes confortable.

—¡De veras! ¿No te importaría?

—No… haría la excepción.  Dime, ¿que edad tiene Lizbeth?

—Ella tiene 19, y es alta y muy bonita.

—Mira, ¿no estarás pensando en un trío?

—No, al igual que usted, no me sentiría confortable estando en la cama con mi amiga compartiendo al mismo hombre, o sea, los tres a la vez.

—¿Te importaría si se llega el caso de que me coja a tu amiga?

—No… sé lo que hay entre usted y yo, y sé que después de nuestra experiencia todo volverá a como estaba antes.

—¿A tu amiga le gustan también los hombres mayores?

—No creo, pero si acepta a venir, creo que por curiosidad y por lo que yo le voy a contar de usted, pueda a que se anime a coger usted.

—¿Y su novio?

—Bueno, si él no le da placer, alguien más algún día se lo dará.  Eso lo he aprendido de usted.

La plática se vuelve profunda en el tema y finalmente acordamos que si su amiga quiere tener esa experiencia conmigo, pues lo resolveríamos en su momento, pero ahora con solo la idea de cogerme a dos chicas de esta edad y una viendo a la otra como me la clavo, es una sensación que ha hecho que mi verga se vuelva a poner erecta y Verónica ha comenzado con sus manos a acariciarla de nuevo.  Ella hace plática ahora de tener miedo al sexo anal, pues sabe que es mi próximo paso a seguir.  Me hace preguntas que como sé que es un orgasmo anal, o como sabrá ella que es un orgasmo anal.  Le digo que al igual que ella, al tener sus primeros orgasmos vaginales, los cuales los sintió diferente al alcanzarlos con solo frotarse el clítoris, que ella descubriría la diferencia si lograba alcanzarlo.  Luego ella me pregunta:

—¿Hay algo que deba saber para alcanzarlo?  Usted habla en sus relatos que también les da masaje en el clítoris y toca su vulva…¿no será una confusión?

—Realmente es algo confuso, pero todo es mental. – y le explico.  Me contaste hace un rato que esta mañana habías tenido un sueño y que tuviste un orgasmo.  Incluso que habías divisado tus pantis y estas estaban súper mojadas  ¿Verdad?

—Si.

—Bueno…¿recuerdas haber tenido tu almohada entre tus piernas?

—No.

—¿Te das cuenta?  No necesitas tener contacto físico para alcanzar un orgasmo.  Lo más probable tenías esa ansiedad de venir aquí y descubrir lo que pasaría.  Por lo que has leído de mí en mis cortas historietas, has imaginado paso a paso lo que yo haría contigo y yo sin ni siquiera poner un dedo en tu cuerpo, tu mente ha formulado una serie de eventos que sin contacto físico te han llevado a un orgasmo.  Ahora puedes ver que tu mente es sorprendente, así que el sexo anal es igual que todo lo demás.  ¡Que duele!  Eso todo el mundo lo sabe… pero no es cuestión del dolor, es cuestión que nuestro cerebro puede asociar el dolor y lo fusiona con el placer.

—¡Usted parece un sexólogo!

—No… mis respetos para todos los profesionales del tema, pero son cuestiones básicas que todos podemos aprender.  Mira, te voy dar un ejemplo simple: ¿Haz probado alguna vez como sabe la cerveza?

—Si.

—¿Te gusta?

—No.  Es muy amarga.

—Mas sin embargo son millones en el mundo los que asocian ese sabor amargo con el placer.  En otras palabras, no es que nos volvamos masoquistas pero asociamos el dolor o lo desagradable con el placer sexual.

—Sabe, por eso me gusta usted.  Sabe cómo hablar y explicar las cosas.

—¿Pensé que te gustaba por mi físico?

—También… me gustan sus piernas, su trasero, su pecho, su verga, en fin me gusta todo, pero su personalidad es algo que me atrae mucho.

Con aquella plática la he vuelto a tomar en mis brazos y la llevo de nuevo a la cama.  Es hora de desvirgarle ese precioso culo a esta muñequita y mi verga ya está con ansias de penetrarle. Verónica se había puesto su bikini negro después de la ducha, pero no me recordaba pues también se lo cubría mi camisa deportiva que ella se había apropiado.  Como siempre, ella comenzó con los besos y es que realmente me gustaba como besaba, pues honestamente desde mis años mozos, no recuerdo haber besado así.  Los besos le excitaban tanto que cuando toque su panochita por sobre la tela de su reducido bikini, aquel estaba súper mojado a pesar que ya ese día Verónica había experimentado cinco orgasmos, incluyendo la de su sueño.

Por sobre la tela de su bikini comencé a lamerle y poco a poco le fui dando vuelta, hasta que su pequeño, redondo y rico trasero quedo a la disposición mía. Le paso mi lengua por sobre la tela de su prenda intima, la cual con la presión que le he aplicado por minutos se ha metido haciéndose puño en su raya. Le abro las nalgas y le lamí toda esa área sin llegar a su rico culo, pues todavía tiene su bikini puesto.  Minutos después me asiste para podérselo remover. 

Ahora veo su pequeña panocha y arriba de ese hermoso orificio que parece un ostión con una pequeña perla de su clítoris, ahí está ese culo que pretendo desvirgar y hacer gozar.  Ya Verónica a sentido mi pulgar juguetear adentro de su pequeño orificio, ahora está sintiendo la punta de mi lengua juguetear con su esfínter.  La tengo en posición de perrito, pero Verónica acomoda sus pechos sobre una almohada y a través del espejo que es el espaldar de la cama, y de vez en cuando voltea a ver de un lado, como este hombre de 49 años le lame el culo con tremendas ganas y que esta a minutos que le meta su verga de 20 centímetros.  Verónica jadea, gime de placer y de repente aquella niña de 18 años que parecía ser tímida es mas comunicativa de lo que pensaba: Tony, que rico es esto…¿te gusta mi culo? – le respondo que si cuando puedo, pues estoy con mi lengua dándole placer.  Ella insiste con sus preguntas: Tony, ¿me vas a coger el culo?  -Nuevamente hago pausa para decirle que le voy a desvirgar el culo.  Verónica jadea, gime, cierra los ojos, frunce los labios y vuelve a preguntar: Tony, ¿te gusta mi culo?

Creo que ella sabe que tiene un culo rico y realmente no me llega nada a la imaginación de cómo realmente describirlo.  Estoy seguro que sería injusto si me atrevería a hacerlo, pues la experiencia de tener ese culo en esa posición es única, y sé que he tenido a varios culos así de esta manera: algunos más grandes que otros, con estilos de caderas y cinturas diferentes y todos siendo honesto son excitantes, pero había algo especial en el trasero de Verónica y creo que he descubierto el por qué me parece es especial.  El rostro de Verónica es un rostro infantil, estoy seguro que llegará a los 40 años luciendo ese rostro juvenil.  De esa manera su pequeño cuerpo de solamente 4 pies y 11 pulgadas y sus mas que menos 110 libras, da la percepción de ser el de una niña entrando a la pubertad que prematuramente ha desarrollado sus hermosos glúteos y sus dos preciosos pechos, los cuales he descubierto tienen una medida rica de copa C34.  Van simétricamente a su cuerpo y sus piernas gruesas están exquisitamente torneadas para hacer compas, como si se tratase de unir dos preciosas melodías.

Pienso llevarla a esa posición, la que algunas mujeres me han comunicado se sienten más relajadas y que según por sus experiencias, es menos dolorosa al iniciar la penetración anal, especialmente si es la primera vez.  Ella que me conoce a través de mis relatos y sabe que es mi siguiente movimiento me dice: Tony, quiero que me des así, en esta posición.  No sé si es una rebeldía de su edad o simplemente porque le excita verme a través del cristal del espaldar de la cama, pero en realidad pensaba esa posición en consideración a lo pequeña que es, y bueno, si en realidad mi verga no es de las más grandes, muchas mujeres me han dicho que es bastante gruesa.  La realidad que la posición de perrito es una escena de por si rica de tener a disposición, y estoy seguro que en diez minutos me vendría fácilmente en el culo de Verónica si este fuera el único palo del día, pero por suerte sé que tengo dinamita para durar hasta que ella quiera, pues en las últimas horas, ya le he descargado dos ricas eyaculaciones en su panocha y rica boca.

Le meto mi verga cuidadosamente en su panocha y Verónica solo jadea profundamente.  Mi verga queda bien lubricada con los jugos vaginales, su culo está bien lubricado con mi abundante saliva que le he dejado, y comienzo con la faena de desvirgar este precioso culo.  Verónica por su tamaño es bien reducida y ahora entiendo el por qué ella misma no se pudo meter un consolador que lo describió más pequeño que mi verga.  Debo dilatar su esfínter un poco más con mis dedos.  Aquello me toma otros minutos y se que Verónica a pesar de dolor que sabe puede sentir, ella quiere sentir mi verga en lo más profundo de su ano.  Sé que lo desea, pues me lo ha dicho al oído cuando nos comíamos a besos.

Es maravilloso ver como mi glande desaparece en aquel pequeño orificio y presionado por sus nalgas.  Verónica se ha quedado callada, pero no se queja del dolor.  No sé si se hace la valiente o aquella terapia de asociar el dolor con el placer está funcionando, pero la mayoría de mujeres siempre expresan incomodidad o dolor a este punto de la acción.  Puedo ver el rostro de Verónica a través del cristal del espaldar de la cama, pero su expresión es de relajación y excitación, pues tiene fruncido los labios como si me quisiera comer a besos.  Aun así, detengo mi movimiento esperando que Verónica asimile el grosor de mi glande.  Pasa un minuto sin mucho movimiento y para mi sorpresa es Verónica la que vuelve a preguntar: Tony, ¿te gusta mi culo? – le he contestado que esta delicioso y ella me mira con esa mirada mágica de la seducción y me sugiere como si me lo dijese al oído diciendo: Cógeme, cógeme con todas tus ganas.

Aquello fue como ese olivo que se le echa a un Martini y creo que Verónica espera sentir toda mi verga adentro de su culo para considerar que como aquella bebida, sin su olivo no estaba completo. Le he sumido los veinte centímetros al pequeño culo de Verónica, y fue hasta ese instante que dio un gemido de dolor, pero que lo recibió con grande excitación.  La tenía tan trabada y ese morbo que hace ver ese culo divino volvía a llegar, era esa sensación prohibida de estar cogiendo con una niña.

Quise de alguna manera llegar a su clítoris para extender el placer, y aunque un poco incomodo llegué, pero ella me pidió que taladrara el culo, que sentir mis huevos golpeando su panocha era maravilloso.  Así que de esa manera tan solo la tome de su pronunciada cintura, esa deliciosa figura de la cual todavía una semana después llevo el perfume de su piel y de su aliento, y me concentro en taladrar, de verguear a mi antojo su rico culo.  Que delicia era ver ese culo como absorbía mágicamente toda mi verga.  Ver ese culo bien abierto me hizo dar esa pausa, para meterle toda mi lengua a lo más profundo de sus entrañas.  Verónica solamente gemía y esta es una de las pocas mujeres que en aquel trámite del sexo con más tabús, salía con las expresiones más inauditas nombrando a Dios: ¡Dios que rico! ¡Dios que divino! ¡Dios que sabroso! ¡Por Dios Tony dame más duro! ¡Dios cógeme el culo!  Debo decir que todas aquellas expresiones las hizo en inglés.

Quizá pasé dándole verga a ese precioso culo por unos diez o doce minutos, cuando sentí que los choques de su culo con mi verga se hacían más intensos y más violentos.  Podía ver que de su culo aparecía una especie de liga blancuzca que comenzaron a hacer un sonido que volvía todo aquello más excitante.  Una especie de ventoso por todo el aire que le pompeaba a su ano. Bajé el ritmo un poco, pero esta vez simplemente para observar cómo salía completamente mi verga y como desaparecía de nuevo de su ano.  Mi verga salía completamente y se la dejaba ir de nuevo con tremendo ímpetu.  Verónica comenzó a jadear y gemir como loca diciendo: Así Tony, hazlo otra vez, me gusta, que rico siento tú verga en mi culo.  ¡Por Dios, sígueme dando verga!  Seguí con aquel ritmo de sacar completamente mi verga y dejársela ir con fuerza y de repente vi que en su mirada dibuja el placer de su sexto orgasmo. Gritó y pude ver a través del cristal de la cama, como sus ojos se tornearon del placer que sentía: Tony, me vengo, que rico, dale, no pares, métemela toda… cógeme, por Dios no pares.

Tuvo un fuerte orgasmo y realmente fueron múltiples, pues aunque ella se había ido de bruces por sobre la cama abandonando la posición de perrito, también yo me he ido sobre ella, y he seguido penetrando violentamente su ano sin parar por minutos, y mientras Verónica llora de placer, ver ese culito bien abierto de Verónica me lleva a mi tercera explosión y se lo dejo ir en lo más profundo de su culo.  Ella me pregunta si me he ido y le pregunto por qué.  Ella solamente me dice que ha sentido un calor rico adentro de su culo.

Al igual que le limpié la panochita cuando se le escurría mi semen de su vagina, los mismo hice al limpiar sus nalgas.  Ver salir mi semen del delicioso culito de Verónica es una imagen me he jurado vivir de nuevo, y creo que ella lo desea también.  Nos incorporamos y parece que es ella la que quiere hablar de lo que ha vivido.

—Es increíble Tony, tienes razón al decir que son sensaciones distintas.  Me fui y parecía que no iba a terminar nunca.  Parecía que se agotaba la sensación y aparecía otra más intensa.  Cada vez esa corriente pasaba más rápida y mas fuerte por toda mi columna, pero la sensación más rica, fue el sentir una vibración intensa alrededor de mi estomago, que si tú no te vas y no paras en ese momento, me hubiese vuelto loca.  Que rico Tony, nunca me lo esperé así.

De aquella manera terminábamos el día lunes de la semana de acción de gracias.  Nos bañamos y donde Verónica no se cansaba de cambiar besos.  Nos vestimos, no arreglamos y comenzamos a planear para el siguiente día.  Creo que ella estaba más ansiosa para que el martes llegara y lo digo no porque yo no estuviera ansioso también, pero a mi edad las horas pasan rápido y a la edad de 18 años, las horas se vuelven días.

Fuimos a una farmacia a comprar la píldora del siguiente día por las dudas, comimos algo ligero donde Verónica me platicaba que intentaría convencer a su amiga Lizbeth para que le acompañara.  Tenía una aura de placer dibujada en su lindo e infantil rostro y creo que llené sus expectativas de lo que fue nuestro encuentro.  Ahora la miraba alejarse entre la muchedumbre del estacionamiento del hotel, con su falda blanca y blusa roja, moviendo sensualmente sus lindas caderas y me quedé con esa imagen de su bikini negro, del cual la despojé para disfrutar de quitarle su triple virginidad.

Continúa

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