Nuevos relatos publicados: 7

Una tarde inesperada

  • 13
  • 13.880
  • 8,97 (29 Val.)
  • 0

Trabajo desde hace dos años en una cafetería de mi barrio, en la que los clientes normalmente son gente conocida.

Una de las clientes habituales es Diana, una señora de 48 años, divorciada, de media melena de 1,75 cm de altura, pechos abultados y caderas anchas. Viste apretada y en verano luce escote y piernas.

Este pasado Julio, vino una tarde noche al bar, normalmente suele ser clienta por las mañanas, y pidió un gin tonic. Me sorprendió porque suele tomar café.

Vestía una camiseta de tirantes marrón y una minifalda roja. Llevaba unas sandalias con bastante tacón.

Se sentó al final de la barra y empezó a tomar su copa con la mirada perdida, sin prestar atención a lo que ocurría a su alrededor.

Terminó su copa bastante rápido, cinco minutos calculo yo. Me pidió otra.

Se la serví y enseguida la cogió y pegó un sorbo largo.

Con la confianza del día a día como cliente, me atreví a preguntarle si estaba bien.

Contestó airada

—¿Me ves mal?, ¿no puedo tomarme una copa de vez en cuando?

Yo le pedí excusas y le dije que la veía bien pero que la notaba pensativa.

Me fui hacia el otro lado de la barra y oí que alguien me llamaba.

—Carlos, ven un momento – me llamó Diana.

—Dígame, contesté serio.

—Perdona por haberme puesto así, y gracias por preocuparte, contestó sonriendo.

Amablemente le dije que no se preocupase, que quizás yo no debería haber preguntado, pero que solo lo hice por la confianza que teníamos.

Yo seguí con mi trabajo, y en una de las veces que me acerqué al final de la barra observe que su copa ya estaba vacía. Hice como si no me diera cuenta y me dirigí hacia las mesas para recoger algunos vasos.

Entonces ella se dirigió muy simpática, pidiéndome otra copa cuando terminase lo que estaba haciendo.

Recogí la vajilla y me dispuse a servirle.

—¿A qué hora cerráis?, me preguntó

—Normalmente a las diez, contesté.

—Vale, entonces me la tomo tranquila, contestó guiñándome un ojo.

Miré el reloj y vi que eran las nueve y media pasadas, le sonreí y le contesté que sí, que además hasta las once por lo menos no me voy, que luego tengo que recoger todo.

A las diez menos diez me pidió la penúltima.

—¿No te importa que me tome otra? Preguntó.

—Tranquila.

—Como cierras a las diez igual quieres ir recogiendo ya, y solo quedamos cuatro gatos, contestó sonriendo y con pinta de que el alcohol ya estaba haciendo efectos claros en ella.

Le contesté que no pasaba nada, que podía ir recogiendo mientras tanto.

Seguí con mi trabajo, recogiendo, limpiando y acabando de cobrar a los que quedaban, hasta que solo quedó ella.

Eran las diez y cuarto pasadas, pero no le dije nada.

Me pidió la llave para ir al baño. Se metió pero no cerró la puerta del todo.

La curiosidad, el morbo, o lo extraño de su acto me dio por mirar, y acerté a verle como se subía la minifalda y asomaba un culo que como sospechaba, era monumental.

Miré para otro lado y seguí con el cierre de la cafetería.

Al salir, dejo la llave sobre el mostrador y me preguntó si podía tomar la última.

Normalmente le hubiese dicho que no, pero por alguna rara razón le dije que sí, pero que tenía que cerrar la puerta para que no entrase nadie.

Sonrió y dijo que no había problema.

Una vez cerrado, y mientras yo limpiaba la maquina del café, ella empezó a darme conversación.

Me contó que sus amigas siempre le estaban diciendo que era una aburrida, que nunca se animaba a salir con ellas…

A mí se me ocurrió la mala idea de preguntar si no le gustaba ir con sus amigas, si no le gustaban los sitios a los que iban,

—Si me gustan los sitios, pero es que estas solo van a ver si pillan algún jovencito para llevárselo a casa, contestó riéndose.

—¿Y qué tal se les da?, pregunté mas por seguir la conversación que por interés.

—Jajajaja ¿Te interesa el teléfono de alguna?

Sonreí, pero ni contesté para no liarlo más.

Ella siguió con su conversación, contándome ya cosas un poco fuera de lugar. Que si sus amigas le suelen preguntar si no echa de menos echar un polvo, que porque no se anima a ir con ellas a ver si encuentra alguien que le caliente la cama…

—Total ellas cuando ligan son con tíos más viejos que ellas…  me contó riéndose, ¿yo para que quiero uno de cincuenta?

Entonces empezó a preguntarme cuantos años le echaba.

Yo por educación le dije que cuarenta, aunque pensaba que tendría más de cuarenta y cinco.

Sonrió y me dijo que 48, para cumplir 49 en octubre.

Acabó su copa, y me propuso tomar la última con ella, que me invitaba.

Error, la última se convirtió en las tres últimas mías y otra más de ella.

Dieron las doce y sonó su móvil. Un wassap, de una amiga suya con la que solía hablar todos los días  a las once y media.

—Ni me he dado cuenta la hora que es, me dijo mientras contestaba a su amiga.

Empezó a reírse, porque su amiga le preguntaba donde estaba, y ella le contestó que con un chico tomando una copa. Su amiga no le creía.

—¿Qué edad tienes?, que me pregunta esta la edad.

—32 le contesté.

Volvió a soltar una carcajada.

—Me dice que si me lo voy a llevar a casa, y le dicho que si. Que se mueran de envidia.

La cosa se fue complicando, ya que la amiga no le creía y esta me propuso sacarnos una foto para mandársela.

Pensé porque no, tampoco es nada malo.

Me senté al lado suyo, y nos hicimos una foto con su móvil.

Enseguida la contestación de la amiga no se hizo esperar, y la correspondiente carcajada de Diana.

—Dice que  más quisiera yo que irme a casa con uno  así.

Entonces se puso frente a mí y mirándome a los ojos, me preguntó si sería mucho mandarle una foto agarrados los dos en situación un poco mas intima.

Todavía no se que se me paso por la cabeza, pero quizás el alcohol, la imagen de su culo en el baño, su escote… se me ocurrió decirle que tenía pensado.

No me explico gran cosa, solo si aceptaba, que ella se encargaba.

Se puso delante de mí en el taburete y puso mis manos en su cintura subiendo ligeramente la minifalda e hizo la foto.

Volvió a sonar el móvil, pero esta vez no hubo carcajada, sino enfado.

Le pregunté qué pasaba, que le había puesto.

Me contó que se había reído, que le había dicho que dejase de hacer el ridículo.

Ella le contestó que el ridículo lo hacían ellas, que a ella esta noche la iban a poner mirando a cuenca.

Volvió el móvil a sonar y otra vez cara de enfado.

Se giró me volvió a mirar, me cogió las manos y me pidió que le ayudase.

—¿Qué te ayude?, pregunté sobresaltado.

—Si, necesito que vengas a casa, ponerle el skype y que nos vea juntos.

Me negué, la cosa estaba yéndose de las manos.

Entonces ella se puso triste, y empezó a escribir un wassap.

—Ya le he dicho que me da igual lo que diga, me voy para casa, me dijo tristemente.

—Lo siento Diana, pero es que esto es un poco raro… respondí con remordimiento.

Sonó el móvil, y su cara era un poema.

Me contó que se estaba riendo de ella, que cuánto dinero me había dado.

Total que me pico el orgullo eso de que me había dado dinero, le cogí por la mano a Diana y le dije, vamos a tu casa.

Su cara se iluminó y rápidamente le escribió que se apostaba, que pusiese el skype, que íbamos para casa.

Llegamos a su casa enseguida, y por el camino ella me preguntó que hasta donde podía llegar.

Yo le contesté que hasta donde quería llegar.

—Había pensado en unos besos, unas caricias un poco de magreo… dijo riéndose pícaramente.

—Vale, ¿y si uno de los dos se siente incomodo? Pregunté.

—Que diga que vamos a apagar la Cam que esta ya ha visto suficiente.

Me pareció buena idea, a la vez que todo esto me estaba dando un poco de miedo.

Llegamos a su casa, y conecto el ordenador. Se conecto a Skype,  iniciamos la video llamada y allí estaba su amiga.

Diana muy sonriente, le empezó a decir que haber que decía ahora.

Su amiga volvió a decirle que cuanto me había pagado.

Entonces yo le contesté que no me había pagado, que tenía ganas de follarmela y que todo esto me estaba aburriendo ya.

Su amiga se rio, y no tuvo otra idea que decir que eso le gustaría verlo.

Yo entonces cogí a Diana que estaba delante de mí, la giré y le empecé a comer la boca. No sé cómo pero cuando me quise dar cuenta mi mano estaba en su culo y su minifalda levantada.

Diana al principio se quedó un poco parada pero luego empezó a mover su lengua dentro de la mía y aun me fui calentando más.

Me separé me dirigí a la cámara, y me dirigí a suAMIGA.

—¿Podemos apagar esto ya?, ¿o quieres algo más?, le dije muy seguro de mi mismo.

La muy salida me contestó que si se podía pedir algo mas, que no quitásemos la Cam, o que al menos quería ver el rabo que se iba a comer su amiga.

Diana enseguida le contestó que si estaba loca, que se iba a quedar con las ganas.

Yo por el momento de excitación y porque me daba ya todo un morbo bestial, le dije que no se preocupase.

Ni corto ni perezoso me desabroché el pantalón, y me baje los bóxer y le mostré mi miembro erecto.

Su amiga se quedó con cara de asombro pero Diana no se quedó atrás.

Entonces Diana se creció y le dijo a su amiga si le gustaba lo que veía.

Su amiga le contestó que si todo eso era para ella sola, en medio de una carcajada medio nerviosa y excitada.

Diana que como digo estaba ya muy echada para delante, le contestó que sí, mientras empezó a acariciármela.

Yo intentando mantener la calma volví a meter la mano por debajo de su minifalda y a magrear su culo.

Ella entonces dejo las caricias y directamente empezó a meneármela haciéndome una paja.

Su amiga tenía los ojos como huevos.

Yo empecé a besarla, y con la mano libre a tocar sus pechos. Ella subía la velocidad de su masaje en mi polla.

Por un momento me olvidé de la Cam, y ya con las dos manos le quite la camiseta, le desabroche el sujetador y me lancé a sus pechos.

Diana solo gemía, y eso aun me ponía más cachondo.

Empezó a balbucear algo así como que la estaba poniendo muy cachonda.

Levante la mirada, la coja en brazos y la lleve al sofá.

La tumbé y deslice mis manos debajo de su falda, bajándole el tanga.

—Carlos, la Cam, me decía entre gemidos.

—¿Quieres que la quite? ¿quieres que paré?

—¿Qué vas a hacer? Me pregunto.

—Comerte el coño le respondí mientras empecé a tocárselo.

—Joder ni te muevas, sigue por Dios, me gritó muy excitada.

Estuve por lo menos diez minutos lamiendo, chupando y tocando su clítoris. Ella gemía y apretaba sus manos contra mi cabeza.

De repente sonó su móvil. Paré y le dije que si quería cogerlo. A lo que ella me contestó que si luego iba a seguir. Le contesté que sí, que no se preocupase.

Cojeo el móvil y era su amiga que aun seguía en laCAM. Quería ver el espectáculo y estábamos lejos.

Me lo contó riéndose, y le yo totalmente excitado, le pregunté si quería que lo viese todo.

Me preguntó que era todo. Y yo le dije que si ella quería… una follada en toda regla.

—¿Quieres follarme? Pregunto con voz muy temblorosa.

—Si, ya que le dijiste que te iba a poner mirando a Cuenca… pues para no dejarte en mal lugar, le contesté sonriendo pícaramente.

Ella, colgó cogió el portátil y lo acercó a la mesa junto al sofá.

Yo la esperaba tocándome. Ella se sentó y le preguntó a su amiga si veía bien.

Su amiga le dijo que sí, que si le íbamos a dejar ver.

Diana dijo que por ella no había problema, y me preguntó a mí que pensaba.

Yo le contesté que por mi tampoco habría problema.

Entonces empezó un rollo interactivo a tres que me puso mucho.

Diana empezó a sobarme con una mano los testículos y con la otra la verga.

Y mirando a la cámara, le preguntó a su amiga que le parecía mi polla.

Su amiga no contestó solo hizo un gesto con la cara de excitación.

Yo empecé otra vez a meterle los dedos por su coño húmedo, mientras ella no paraba de meneármela y comerme la boca.

Tras un par de minutos así, le dije que se levantará y me tumbe y le invité a que se sentará en mi cara para seguir comiéndole, como le había prometido.

Ella se sentó mirando hacia mis pies. Empecé a lamerle y enseguida se inclinó y empezó a pajearme. Tras unos segundos, cogió mi polla y se la metió en la boca.

Estuvimos varios minutos, hasta que de repente ella paro de chupármela y me gritó un poco más que me corro.

Yo empecé a lamerle el coño mientras le metía un dedo por el culo y ella se masajeaba el clítoris.

No tardó mucho, se convulsiono y se corrió entre gritos de “joder  joder”.

Se sentó en una esquina del sofá y yo me incorporé. Le pregunté si ya no quería follar.

Ella me miró y me pidió que me pusiera delante de ella  de pie.

Me levanté y me puse enfrente.

Me cogió la polla y empezó a lamerla mientras me la meneaba.

La verdad que la chupaba muy bien. Mientras ella me la comía yo le sobaba los pechos que los tenia enormes, mucho más de lo que imaginaba viéndola vestida.

Después de cinco minutos, chupando. Paro y le dijo a suAMIGA que seguía mirando y sospecho que tocándose, ¿como quieres que me lo folle?

Ella jadeando le dijo, que elija él.

Yo no me lo pensé mucho la puse con el culo en pompa en el sofá y una vez metida empecé con las arremetidas, al principio despacio y al final más fuertes.

Me incliné hacia delante y le empecé a sobar los pechos.

Pasado unos minutos volví a erguirme y a entonces empecé a meterle el dedo pulgar de mi mano derecha en su culo.

Diana gemía y me pedía que no parase.

Paré y le pedí que se subiera encima, que estaba cansado.

Ella se sentó encima mirándome y le cogí los pechos y empecé a morderlos a lamerlos, mientras ella me cabalgaba.

Yo estaba a punto de estallar, y le dije que me iba a correr.

—Joder aguanta un poco que ya llego yo, por favor no te corras aun, me grito cogiéndome la cabeza.

Entonces ella cogió mi mano derecha y la llevo a su culo, para que le metiera un dedo.

Yo le metí dos, y se lo fui follando mientras ella seguía cabalgándome y masajeándose el clítoris.

Empezó a exclamar, “Aguanta aguanta que me llega, no te corras un poco más”

De repente grito un chillido muy agudo y grito “me corrooooo”.

Paro un segundo y me miró, y me dijo “ahora te toca a ti”

—¿Como quieres correrte? Me preguntó.

—En tus pechos Diana le contesté.

Se puso de rodillas y metió mi polla entre sus pechos y me pidió que se los follase.

Yo no conseguía correrme, quizás por haber aguantado tanto.

Entonces ella, cogió mi polla y empezó a mamarla mientras con la mano la meneaba arriba y abajo.

Enseguida sentí que ya llegaba, y le avisé ella no paró y solté el primer chorro dentro de su boca. La sacó y siguió meneándola cayendo el segundo en sus pechos.

Entonces volvió a meterla en la boca y succiono hasta que no quedo ni gota.

Y así acabó un día más de julio. Otro día os contaré más.

(8,97)