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La madre de mi alumno de particulares

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Mi nombre es Leo, soy maestro y actualmente me encuentro en ese largo proceso de preparación de oposiciones por lo que, para poder sobrevivir doy clases particulares a domicilio. A principios de año vi un anuncio en Facebook de una madre solicitando un profesor de inglés para su hijo. Le escribí, hablamos y quedamos en su casa para conocernos. Por lo hablado por teléfono y las primeras impresiones me imaginé una señora algo mayor, pequeña, fea y, casi seguro, bastante pesada… no pude averiguar nada de ella mediante Facebook ni WhatsApp ya que no tenía ninguna foto personal por ningún lado. Así que, sin haberle visto la cara, me dirigí a su casa.

Al llegar, llamó al timbre y por fin iba a ver qué cara se escondía tras esa voz poco inspiradora (¿sería tan vieja como creía?... ¿sería tan pesada?... o quizás estaría buena ¿y sería una madre cachonda??).

Cuando abrió la puerta me llevé una grata sorpresa, era una tía de unos 40 años (poco mayor que yo, que tengo 33), pelo corto y guapa de cara. Se notaba que hacía deporte, iba vestida con ropa deportiva y juvenil, me fijé especialmente en las mallas que llevaba, unas mallas deportivas bien ceñidas que, al girarse para dirigirme al salón, me dejaron ver ese culazo tremendo fruto de tantas horas de bici y gimnasio, se le marcaba el tanga exageradamente e, hipnotizado por ese culo tan bien puesto, le seguí hasta el salón. A ella también le gustó lo que vio dado que mi foto de WhatsApp no inspiraba nada bueno ya que yo salía con un careto bastante particular y, al verme, lo primero que dijo fue “Ah, sí que estás mejor en persona que en foto” …

En fin, que conocí a su hijo y tras charlar un rato decidimos que empezaría a darle clases de inmediato. Ya noté en ese momento que en esa casa no había presencia masculina, más tarde me enteraría de que estaba divorciada, había tenido una historia bastante truculenta y su vida sentimental y sexual estaba en estado de hibernación.

Comenzamos a dar clases y día a día fuimos conociéndonos más. Ella, como es normal, estaba con ropa de andar por casa: esas mallas que tanto le marcaban, pijamas bien ceñidos, albornoz… Las camisetas que llevaba eran bastante anchas y cada vez que se acercaba a la mesa por cualquier razón, me dejaba ver esos sujetadores tan finos que llevaba, no tenía unas tetas gigantes, pero sí suficientes para que yo no quitara la vista de ellas cada vez que se acercaba. Lo mismo ocurría cuando se agachaba a recoger cualquier cosa, sus mallas se bajaban dejando a la vista esos tangas tan morbosos que llevaba…a pesar de ir vestida en plan casero, la ropa interior que usaba era de loba nocturna. Yo no perdía ocasión para mirar esos tangas rosas tan provocativos que llevaba, incluso le pedía que buscara cualquier cosa con la excusa de verla agacharse y observarla así, en cuclillas y mostrándome ese culazo con su tanga asomando.

Poco a poco fuimos tomando más confianza, había buen rollo entre nosotros y cada vez teníamos más contacto físico, nos acercábamos, nos tocábamos al hablar... que si un roce en la mano, un agarrón en el brazo, una mano sobre el hombro con los cuerpos pegados al mirar cualquier cosa en el móvil. A mí, estas situaciones me ponían cada vez más cachondo y cada vez hacía más por provocarlas, y era algo recíproco, ella se dejaba tocar y no hacía nada por apartarse, más bien al contrario.

Ese tonteo fue creciendo y creciendo, yo cada vez le echaba más piropos, si ella me decía que tenía que ir al gimnasio a bajar lo cogido en Navidad yo le respondía que no entendía el porqué, que cómo pretendía mejorar ese cuerpazo… si se ponía una foto nueva en el WhatsApp no tardaba en decirle lo guapa que salía, si se cortaba el pelo le hacía ver que me había fijado y le decía lo bien que le quedaba…

Un día, mientras yo le daba clases al hijo dijo que se iba a dar una ducha… Esa idea de imaginármela duchándose en el baño frente al salón, a solo unos metros de mí, me empezó a poner cachondo, de hecho, perdí la concentración de la clase totalmente así que decidí ponerle un juego en el ordenador al chaval y le dije que iba un momento a la cocina a ponerme un café. Pero por supuesto ese no era el plan... Al pasar por delante del baño me fijé que la puerta tenía un hueco de llave antigua, grande y fijo que más que suficiente para poder ver a través de él. Sin dudarlo me lancé sobre esa mirilla y lo que vi me dejó loco. Tenía el agua de la ducha dada pero no estaba bajo el agua sino sentada sobre el wáter y con las piernas abiertas apoyadas en el bidé, desnuda completamente y con la mano izquierda pellizcándose los pezones mientras con la derecha se estaba dando dedo con una cara de lujuria impresionante. El agua ahogaba el sonido, pero aun así pude escucharla cómo gemía, se sacaba los dedos, los chupaba y volvía a meterlos en ese coño empapado.

A esas alturas mi polla estaba a punto de reventarme el pantalón, pero en ese momento no `podía hacer nada para aliviarme. Justo en ese momento, con mi cara pegada en la mirilla, me vibró el móvil y con el susto di un pequeño golpe en la puerta del baño, ella levantó la cabeza y miró directamente hacia la mirilla donde yo tenía pegado el ojo. Ella supo que yo estaba allí ya que no vio luz a través del agujero y así, sin dejar de mirar hacia la puerta y colocándose totalmente de frente hacia mí, volvió a abrir las piernas y me mostró todo su coño completamente abierto, se llevó los dedos a la boca y los dejó deslizar dentro de ese coñito rosado tan apetecible... Empezó a masturbarse sin quitar la mirada de la mirilla, se le cerraban los ojos del placer y ahora podía escucharla jadear nítidamente. En ese momento yo ya estaba enajenado perdido, quería entrar a ese baño, sacarme la polla y follármela salvajemente. Pero justo ahí me llamó su hijo reclamándome así que tuve que volver a la realidad e ir a atenderle antes de que viniera él a buscarme y me viera mirando cómo se duchaba su madre…

Así que seguí con la clase y al rato salió ella de la ducha, vino al salón con un albornoz muy corto, cruzamos nuestras miradas y nos dijimos sin palabras que queríamos follarnos. Nos dejó y se fue a la cocina a tomar un café. Yo no tardé en dejar al chaval entretenido con unos ejercicios y me acerqué a la cocina con la excusa de decirle que el chaval tenía bien preparado el examen. Ella estaba de pie, apoyada en la mesa de la cocina, empezamos a hablar uno frente al otro a unos escasos 30 centímetros, muy juntos. Nuestros pies chocaban en el suelo, metí mi pie entre los suyos y, mirándole a los ojos le forcé lentamente a abrir las piernas, puse mi mano en el interior de sus muslos desnudos y comencé a subir hasta que mi mano desapareció bajo ese albornoz tan corto. Seguí subiendo y llegué a ese coño que tanto estaba deseando... ¡estaba empapado!! Froté mis dedos sobre él sin llegar a penetrarle, los mojé bien y me los llevé a la boca... no pudo evitar emitir un “ufff…. me pones muy cachonda joder”. Metiendo ahora mi mano por la parte de arriba, me acerqué hacia su oído a la vez que le pellizcaba un pezón y le susurré:

-Quiero follarte, ¡y quiero follarte ya!

-Ahora no podemos, está Oscar en el salón -me respondió-.

-Pues si quieres gozar como una perra, invéntate algo…

En ese momento se levantó y fue como una desesperada al salón y le dijo al hijo que por hoy habíamos terminado, que podía bajar al patio a jugar a la peonza. El chaval no lo dudó y en un momento estaba saliendo por la puerta, ella le acompañó para asegurarse de cerrar la puerta y, justo en el momento en que estaba girando la llave, yo ya estaba detrás de ella agarrándole el culo por debajo del albornoz. Aplastándole contra la puerta le comencé a besar el cuello, subiendo hasta la oreja mientras volvía frotarle el coño metiéndole dos dedos y susurrándole nuevamente “me gusta que seas así de obediente”. Eso le hizo resoplar inevitablemente, empezando a respirar muy entrecortada. Le di media vuelta, le comí la boca y fui bajando lentamente deteniéndome a lamerle los pezones, los succioné y los rocé con los dientes hasta ponérselos duros como piedras y seguí bajando hasta quedar arrodillado frente a ella. Metí mi cabeza entre sus piernas y subí por los muslos lamiéndole y dándole pequeños mordiscos a medida que me acercaba a ese coñito tan bien depilado con una fina línea de pelo únicamente. Quité el nudo del albornoz, le pasé una pierna por encima de mi hombro y pasé mi lengua por toda su raja recorriéndola de abajo a arriba, saboreando su flujo y rozándole el clítoris con la punta de mi lengua.

Ahí la tenía por fin, a esa madurita tan cachonda gimiendo y resoplando para mí, se notaba que hacía mucho que no tenía una aventura así porque estaba caliente y dejándose llevar como una loca. Le metía dos dedos mientras con mi lengua jugaba con su clítoris hinchado, pasaba mi lengua de abajo a arriba, hacia los lados, en círculos, apretándoselo… ella gemía y gemía sin parar tratando inútilmente de no hacer mucho ruido ya que estábamos en la puerta que daba hacia la escalera del edificio y no quería que se enteraran los vecinos (a mí esto me daba aún más morbo y le chupaba con más ganas haciendo que no pudiera reprimir sus gemidos).

Comencé a follarla muy duro con mis dedos, moviéndolos adelante y atrás haciéndole encharcar en cuestión de segundos y le dije “quiero que te corras en mi cara” Fue decir eso y sus gemidos pasaron a ser jadeos ya sin miedo a que le escucharan los vecinos y su coño empezó a derretirse sobre mí, salpicaba sin parar hasta que lanzó un par de chorros sobre mi cara. Lamí todo su flujo, chupé sus muslos empapados, lamiendo hasta la última gota, me levanté y la llevé a su habitación. Le obligué a arrodillarse mientras me desabrochaba el pantalón, saqué la polla y se la metí entera en la boca. Le forcé a hacerlo, pero ella no se resistió en ningún momento, estaba sumisa y muy hambrienta tras su primer orgasmo.

La chupaba disfrutándola, me lamía el tronco, los huevos, me hacía pequeños chupetones desde la base hasta el capullo y cuando llegaba a éste lo chupaba como un chupachups, recreándose en él, metiéndolo y sacándolo de su boca, jugando con mi glande con la punta de su lengua… Uffff, me estaba poniendo enfermo de lo bien que lo hacía, mi polla palpitaba y se hinchaba por momentos dentro de su boca. Le agarré con una mano del pelo y empecé a follarle la boca salvajemente su saliva le caía por los pezones bajando por su vientre hasta llegar a empaparle el coño. Saqué la polla de su boca y le di a lamer mis huevos mientras le restregaba la polla por toda la cara frotándome en sus pómulos, golpeándole en las mejillas, la frente... todo eso mientras ella me succionaba los huevos como una profesional… Si seguía chupándomela así no tardaría en correrme así que levantándole por los pelos le subí a la cama poniéndola a cuatro patas. Entonces me coloco detrás de ella y le froto el coño con mi polla, le golpeo con ella sobre el clítoris y comienzo a jugar metiéndole solo la punta del rabo, abriéndole el coño poco a poco. Ella empieza a moverse suplicando más polla, la quiere toda dentro…me inclino sobre su espalda hasta poder decirle al oído “la necesitas toda dentro, ¿verdad?... pídemelo, dime que quieres que te folle como una puta!!”

“Sí, dámela ya, necesito que me folles cabrón, necesito tu polla, estoy cachondísima, ¡fóllame por favor!”

En ese momento se la meto hasta el fondo, sin ningún cuidado, mi polla se desliza dentro de su coño encharcado y empiezo a bombear sin detenerme en ningún momento. Ella empieza a gemir y gritar de placer, sus gemidos me ponen más y más cerdo y cada vez le doy más duro, su coño chapotea en cada pollazo que le doy y mis huevos casi me revientan al chocar contra su culo. Le agarro del pelo y le levanto hacia mí, magreándole las tetas sin parar de darle polla. Le agarro los pezones, estirándoselos y retorciéndoselos hasta hacerle gemir de dolor y placer. ¡Se los abofeteo hasta dejárselos duros como piedras y casi morados y ella se pone cada vez más y más perra!! Vuelvo a tirarle contra la cama, me levanto sobre su culo y empiezo a machacarle con unas embestidas muy salvajes…le aplastó la cara contra la almohada y ella la muerde de placer entre jadeos muy primarios... en ese momento me grita “me corro joderrrr… me corrooo”. Su cuerpo empezó a convulsionar con el orgasmo y dejando un charco impresionante en el colchón.

Le dejé respirar unos minutos sin dejar de apretar su cara contra la almohada y suavemente le di la vuelta... aun respiraba con dificultad, jadeaba y sonreía a la vez, le besé jugando con nuestras lenguas mientras frotábamos nuestros cuerpos lentamente, seguí besándole por el cuello y bajando hacia sus tetas. Le empecé a succionar por debajo del pecho haciéndole pequeños chupetones y mordiéndole suavemente. Con la punta de mi lengua le empecé a lamer la aureola, chupándola en círculos, pero sin tocarle el pezón que a estas alturas ya estaba afilado y duro como una roca.

Rozándole con mi mentón empecé a jugar con él, presionándolo y moviéndolo en todas direcciones. Con cuidado le agarré un pezón con los dientes y se lo estiré hasta hacerle daño... un daño que le encantó porque automáticamente giró su cuerpo para que lo repitiera en la otra teta. Así lo hice, le mordí el otro pezón y con él atrapado entre los dientes comencé a jugar con la punta de mi lengua dándole lametadas muy rápidas. Mientras le daba lengua, con la otra mano le agarraba la otra teta, jugando muy duro con el pezón, ella empezó a gemir de nuevo... le junté las tetas de manera que sus pezones casi se tocaban el uno con el otro y le lamía como un perro, pasando mi lengua de una teta a otra viendo su cara muriéndose de placer.

Me metí una teta en la boca y le succioné muy fuerte, con mis labios apretaba el pezón succionándolo con rabia, apretaba y soltaba, apretaba y soltaba…ella me agarró del pelo tirándome fuerte y me gritó: “hijo de puta... vas a hacer que me corra otra vez, diossss!!” al tiempo que se mordía un labio con una cara de lujuria tremenda. Sin dejar de morderle las tetas bajé mi mano a ese coño encharcado, se lo agarré con mi mano abierta, apretándolo y soltándolo, le di unos cuantos palmeos, ¡le abofeteaba el coño y le metí tres dedos mientras le decía “voy a dejarte seca!”. Tumbados ahora de lado, uno frente a otro, empecé a follarle el coño con mis dedos, muy duro, se acercaba la traca final… Su coño no tardó nada en encharcarse de nuevo, lo tenía muy hinchado y sentía su flujo a punto de reventar en todas direcciones... forcé el brazo un poco y en cuestión de segundos su coño ya estaba salpicando como una fuente….”Ahhhhh joder, joder, joder, joderrr!!!”, no acertó a decir más... se vació nuevamente dejando sus piernas y las mías chorreando de una corrida riquísima…

Ahora me tocaba a mí, me levanté a los pies de la cama y empecé a pajearme frente a su cara, ella me lamía los huevos y yo estaba a punto de explotar… “cúbreme de leche cabrón, ¡dámela toda…dámela!” al oír esas palabras no aguanté más y un chorro de semen le cubrió desde la boca hasta la frente, así un par de chorros más, cubriéndole también las tetas y el pelo. Extasiado y mirándole así de preciosa, cubierta de lefa, le llevé la corrida a la boca con la punta de mi polla para que se la tragara toda. Ella sacaba la lengua y la saboreaba con una cara de viciosa increíble. Cogí la camiseta que ella usaba como pijama y le limpié toda la leche que le cubría de la cara al pecho y le dije: “quiero que esta noche duermas oliendo mi corrida y te masturbes pensando en nuestro próximo polvo!”… sólo me respondió: “cabrón morboso… por supuesto que lo haré”.

En ese momento llamó Oscar al timbre, tenía que subir porque se había puesto a llover. Nos vestimos a toda hostia y dimos por terminada “la clase”… y por supuesto, ¡le cobré la hora!!

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