Nuevos relatos publicados: 16

Diario de Claudia: Vida de puta travesti - Parte 2

  • 6
  • 8.002
  • 8,92 (12 Val.)
  • 0

Con semen aún en la cara me coloqué en cuatro sobre la cama, ofreciendo mi huequito hambriento a quién quiera tomarlo primero.

“Por si acaso pueden meter más de uno al mismo tiempo” advertí, con una sonrisa de puta pícara. Sabía bien que llegaríamos a eso y en realidad, como estaba súper caliente, así lo deseaba.

Los chicos ya se habían recuperado de la primera descarga, mejor aún, así podrían follarme más tiempo sin vaciarse tan rápido, así que se acercó el primero, un chico de unos 24 o 25, bastante guapo. Se puso algo de lubricante, me tomó de las caderas (“oh si mi amor, hazlo”), acercó la punta de su verga a mi boipussy y empezó a empujar – “vamos, cógeme como la puta que soy” le reclamé; esto lo envalentonó más aún y así, de un solo tiro, metió sus 25 centímetros de carne dentro de mi cuerpo

“¡Oh my fuck!” Gemí… sí que la tenía gorda ya que sentí como un torpedo a 100 por horas perforándome sin piedad. “¡qué rico papi, ahora dale duro!” le pedí. Me agarró más fuerte de las caderas y empezó a metérmelo cada vez más rápido y fuerte. Era divino y me sentía en el paraíso.

Viéndome ser cogida animó al resto, quienes hasta ahora solo miraban masturbándose. “¡Vamos chicos, mi culo no muerde!” “¿Qué tal si van tomando turnos para empezar?” les instruí. Parecía que para un par de ellos era su primera vez con una puta travesti, así que había que darles “instrucciones” sobre cómo cogerme. Yo encantada, pues estaba dominando la escena.

Tal como les dije, y ahora con las vergas durísimas como hierro, empezaron a tomar turnos detrás de mí, tomándome de las caderas y metiéndome una y otra vez sus pedazos de carne. Cada vez que entraba una a mi cuerpo yo empujada hacía atrás con fuerza para que entren completamente hasta el fondo. Uno, dos, tres, cuatro; uno, dos, tres, cuatro…mis cuatro cacheros daban los mejor de si, tratándome de complacerme al máximo.

“¡Vamos, cójanme como la puta que soy! ¡Con fuerza!, ¡Métanmelo todito hasta el fondo!” gritaba yo como perra desesperada; lo estaba pasando de maravillas…y encima, me pagaban.

Quería más aún así que cambié de posición, de espaldas sobre el borde de la cama, para que uno de ellos me follara (yo con mis piernas abiertas, sobre sus hombros), mientras el resto violara nuevamente mi boca; terminé con una verga a la derecha, otra a la izquierda, y la tercera sobre mi frente. Y empezaron a meterlas, una después de otra, en mi boca que se había convertido en una especie de vagina.

Creo que los cuatro estaban en shock, pues no esperaron tanto de mi servicio. “Esta si que es una verdadera puta” dijo uno de ellos, sonriente. Todos tomaban turnos, todos querían un pedazo de mí, todos querían usar cada uno de mis huecos. Cerré mis ojos para concentrarme en las sensaciones de mi piel – sentía vergas frotando mi rostro, metiéndose dentro de mi; me imaginaba sumergida en una tina de baño repleta de semen, sumergiéndome en la leche caliente hasta cubrir mi cara, entrando por chorros a mi boca abierta, hasta salir desnuda, como una ninfa, con una capa blanquecina, bañada en puro esperma.

Nuevamente cambiamos de posición para poder ser doble-penetrada; era algo nuevo para ellos al parecer así que se mostraron súper excitados. “Claro, lo hemos visto en los videos pornos”, me dijo uno de ellos. Uno de mis cacheros se echó de espaldas en la cama, yo encima de él, mirándolo a los ojos, me clavo su mástil dejando mi cuerpo caer sobre él, “¡ay, qué rico se siente!” pensé. Una vez bien adentro, inclino mi cuerpo hacia adelante, exponiendo mi redondo trasero.

“Hay espacio para uno más” le dije con una mirada pícara y putera al tipo que tenía la verga más gorda. “Vamos!”

Él se acercó, tomó su mazo por la cabeza y empezó a empujar contra la entrada de mi boipussy. Mientras él lo hacía yo solo pensaba “entra papi, entra de una vez!” Y la cabezota en forma de hongo entró “Oh my fucking god!” Sentía que el orto me iba a explotar – me estaban cogiendo las dos vergas más gordas del grupo; entre las dos quizá era un cilindro de 10 a 12 centímetros de ancho, más grande que un puño. Mis ojos se abrieron desorbitados, lancé un gemido, mezcla de placer y de dolor. Apenas había entrado la cabeza, faltaban otros 25 centímetros; no quería perderlo así que tomé algo de aire y empecé a empujar fuerte hacía atrás… “¡¡mételo mierda, mételo todo!!” grite; él me agarró de las caderas y como un taladro me empaló hasta el fondo…tan delicioso, tan rico, tan putamente bueno. Sentía desvanecerme, casi desmayarme. Recosté mi cabeza sobre el pecho desnudo de uno de mis amantes y simplemente dejé que ellos dieran rienda suelta a toda su energía. Yo era un pedazo de carne que tenía que ser follada.

Mete y saca, mete y saca, mete y saca…mi hueco anal estaba ahora tan dilatado y suelto que fácilmente podrían haberme metido dos brazos enteros.

Reaccioné y pedí a gritos dos vergas en mi boca. Los otros dos chicos se pusieron a cada lado mío, ofreciéndome sus piezas duras, las que empecé a chupar de inmediato.

Ahí me tienes, toda una puta enchufada por cuatro vergas duras, todas dentro de mi, todas hambrientas por mis huecos. Yo no podía parar…solo tragaba carne por todos lados. Habremos estado así por casi media hora.

Había pasado un buen rato desde que empezamos. Era hora de hacer el depósito; así que, con las pocas fuerzas que me quedaban, me puse en cuatro, abrí mis piernas, cara contra el colchón.

“Llénenme”, comandé.

Como soldados obedientes alistaron las armas (en realidad, yo llevé el mando todo el tiempo). Uno por uno tomaron mi hermoso trasero de puta y empezaron a penetrarme sin parar hasta dejar una carga entera de esperma delicioso dentro de mí; los chorros de esperma regaban mi interior….podía sentirlo, calientito, resbaloso, pegajoso…Todos cumplieron hasta quedarse vacíos; había tanto semen dentro de mi que al pararme empezó a gotear de mi trasero para bañar mis piernas.

Nos quedamos unos minutos tirados sobre la cama, exhaustos; en el cuarto solo se olía sudor y semen, solo eso. Ninguno de ellos se atrevió a mamarme la verga. Lástima, pero no importaba…me habían hecho la puta más feliz del barrio.

Al final, me pagaron con creces por mis excelentes servicios, prometiéndome volverme a buscar en una semana, quizá con nuevos amigos. “Mándalos” les dije, “me los como a todos”.

Terminé la noche con semen por todos lados: cara, labios, garganta y claro, mi vagina anal. Y con un montón en dinero en la mano.

(8,92)