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Las converti en zorritas

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Como me folle a mi vecina y su hermanita pequeña convirtiéndolas en mis zorritas y gane dinero dejando que se las tirase su propio padre.

Era nuevo en la ciudad, por motivos de trabajo me habían trasladado y llevaba dos días en un nuevo edificio. Era un edificio donde vivía gente joven que pasaba poco tiempo en casa como por motivos de trabajo. Tengo 25 años, mido 1?88, peso 85 Kg. y soy moreno con ojos claros.

Era sábado y había ido a comprar y cuando entraba en el ascensor vi como entraba también una chica que solo verla sentí un escalofrió. Era pelirroja, con el pelo ondulado y una media melena muy excitante. Tenía una cara de viciosilla que te daban ganas de tirarte encima. Sus ojos verdes y sus labios carnosos no ayudaban a bajar mi excitación. Llevaba un mini-top ajustado sin sujetador donde se pedían intuir sus tetas de un tamaño más que aceptable. El pantalón ajustado que llevaba dejaba a la vista un culito respingón impresionante. La visión global era la de una chica de unos 20 años y sobre 1.70 cm. de altura, con un cuerpo de modelo de pasarela y una imagen morbosa que me dejo sorprendido? mujeres así no hay demasiadas!! Me sonrió y creí derretirme.

—Hola! Me llamo Lidia. ¿Eres el nuevo vecino del 5º verdad? —Me dijo

—Si. Me llamo Alfonso. ¿A qué piso vas? —Le dije mientras le miraba sin disimulo esos pechos que parecían querer escapar del top.

—Al mismo que tú, soy tu vecina de al lado.

Quizá era mi mente calenturienta, pero me daba la sensación que a la niña le gustaba que le mirase sin demasiado disimulo. Se acercaba a mi más de lo necesario. Yo solo podía pensar en lo que debería ser para su novio poder follar a una chica como esa que parecía una modelo de las que solo ves en televisión. No podía perder la oportunidad de intentar hacerme con su confianza y le invite a tomar algo al salir del ascensor? para conocernos. Ella accedió sin pensárselo demasiado, pero me dijo que mejor íbamos a su piso que seguro que yo no tenía nada que ofrecerle al acabar de llegar al edificio. Abrió su puerta y paso? vaya culito tenía mi nueva vecinita!

Me senté en el sofá y se sentó a mi lado y empezamos a hablar. Me informo que tenía 19 años, que vivía con su hermana de 18 años y su padre, que era viudo desde hace 6 años. Descubrí que no tenía novio (pero no me engañaba, tenía cara de haber chupado muchas pollas). La conversación iba decayendo, cuando me dijo que si quería beber algo que no se había acordado de invitarme a nada. Le pedí una Coca-Cola, mientras iba por ella me recoloque el paquete que estaba por estallar. Me la trajo rápidamente pero al dármela tropezó y se cayó la bebida encima de mi camisa. Ella me pidió perdón, yo dije que iba a mi casa a cambiarme pero ella insistía en que me quitase la camisa allí para que pudiese limpiar la mancha. Me la quite. Que situación! Una pelirroja de infarto y yo semidesnudo! Le pedí algo que ponerme, pero ella sonriendo me dijo?

—Mejor que darte algo que ponerte? ¿por qué no me quitas a mi algo de ropa vecinito? Así igualamos la situación?

Yo estaba por estallar? una pelirroja de medidas de puta de lujo, me estaba invitando a desnudarla 15 minutos después de conocerla. Yo me imagine que tenía truco y le dije:

—Perdona, pero yo no pago para follar. Te has equivocado conmigo no suelo follar con putas por muy buenas que estén.

—¿Piensas que soy una puta? ¿Piensas que cobro a los tíos que me follan?

—¿No es así? Perdona no era mi intención?

—Cállate! Vete de mi casa, cabron. —Me interrumpió

—¡Que situación! Mi vecina era una chica de 19 años y medidas de infarto, estaba en su casa, quería guerra y yo la acababa de llamar PUTA? La había cagado, pero creía que no estaba todo perdido. Pensé que a la vecinita le gustaba la guerra y jugué mi última carta y le dije:

—Cállate vecinita, si no cobras por follar deberías. Con tu cuerpo pagaría hasta tu padre por follarte, seguro que se ha matado a pajas pensando en tu culo el muy cabron. Y ahora déjate de hacerte la ofendida y chúpame la polla que sé que lo estas deseando. Cobrar no cobraras, pero eres una joven zorrita. Solo me conoces de hace 15 minutos y ya estas mojadita deseando que te folle como a una perra, ¿verdad?

Ella sonrió? y se quitó el top mientras se arrodillaba ante mí?

—Así que piensas que soy una zorra? te lo voy a demostrar vecinito? vas a disfrutar como nunca lo has hecho?

Lidia, mi vecina pelirroja estaba de rodillas delante de mí, semidesnuda. Me desabrocho el pantalón, me bajo los slips y sin usar las manos se metió mi tranca de 20 cm. en su boca. Todo esto lo hizo sin dejar de mirarme a los ojos fijamente. Se la metía y sacaba despacio pero sin dejar de mirarme con esos ojazos verdes.

—Que zorra eres vecina! Que bien la chupas! Sigue mi putita!

—¿Pensabas que era una puta? Oblígame a chupar, cabron!

Realmente era una puta zorra, le cogí de su melena pelirroja intentando no hacerle daño pero obligándole a meterse toda mi polla en su boquita. Le estaba follando la boca sin piedad. Ella no se quejaba, chupaba y gemía como una autentica perra. Estaba en el paraíso con mi vecinita pelirroja de rodillas ante mí. Con ese cuerpo podía ser modelo o azafata, pero al parecer solo era una jovencita muy caliente. La vecinita lo hacía tan bien que yo estaba cerca de acabar. Entonces sin dejar de obligarle a meterse toda mi polla le dije:

—Perrita, me voy a correr. Si se te escapa una sola gota de mi leche te voy a romper el culo sin compasión. ¿Lo has entendido Lidia?

—¡¡Cállate cabron y córrete!!

Eso fue demasiado y me corrí como hacía tiempo que no hacía. Salió leche de mi polla en cantidades que no recordaba, pero la zorra de mi vecina se la tragaba sin parar. Que putita estaba hecha. Cuando acabe de correrme me di cuenta que no se le había escapado nada. De repente ella se separó de mí, abrió su boquita y dejo caer un poco de mi semen sobre sus tetas y mientras lo espacia me dijo.

—¡¡Uyyyyy!! ¿Me he portado mal vecino? que has dicho que me ibas a hacer de castigo? vecinito?

Solo oír esas palabras me empalme de nuevo. Ni en mis fantasías mas ocultas podía creer que una chica con ese cuerpo podía ser tan zorra. Mientras pensaba en la suerte que tenia de tener como vecina a una puta escultural, mi vecina se quitó su pantalón y se pudo a 4 patas con el culito en pompa mirándome con carita de niña buena esperando a que le rompiera ese culito de ensueño. Yo estaba deseando encularla sin compasión pero antes de tirármela le dije:

—Vecinita te voy a follar hoy y todas las veces que quiera. A partir de hoy vas a ser mi puta particular. Te follare cuando quiera y dejare que te folle quien yo quiera siempre que pague lo que yo diga. Tu no veras un solo euro solo veras mi polla en tu boca, coño o culito. ¿Lo has entendido vecinita?

—Siiiii. Soy tu zorrita, tu perra particular? ¡¡¡Pero rómpeme el culo cabron!!!

Dando gracias a Dios por la suerte de tener una chica de 19 años con cuerpo de modelo de lujo para mí siempre que lo deseara, me acerque a ese culo y sin ninguna contemplación se la metí hasta el fondo. Ella grito como nunca había visto gritar a nadie.

—Cabron! Mariconazo! Me has partido en dos. Que cabron! Podías haber ido con más cuidado! Da igual! Follame vecino! Quiero que me rompas en culo!

—Te gusta zorra? Suplícame que siga enculandote perra!

—Siiiiiiiiiii. Follame así! Que bien lo haces vecino!

—Que culito tienes vecinita. Que placeeeeeeeeer.

—Mmmmmmmmm Sigue cabron!!!

—Seguía enculandola sin parar cuando oí un ruido en la puerta del comedor. Me di la vuelta y cual fu mi sorpresa cuando vi a un señor de unos 50 años y una morenaza de cuerpo de infarto que llevaba una minifalda y un top como el de Lidia mirándonos con cara de sorpresa. Y no era para menos, estábamos en medio del salón. Lidia estaba a 4 patas con el culo en pompa y la cara apoyada en el suelo, le caían lágrimas de los ojos y no paraba de soltar insultos mientras yo no paraba de romperle ese culo de puta. Estábamos los dos sudando y ella estaba con su melena pelirroja empapada de sudor y su cara apoyada contra el suelo, con los ojos cerrados, gritando, gimiendo a cada embestida de mi polla en su culito de zorra. Me imagine que era su padre y su hermanita menor. La situación se podía poner complicada y la puta de mi vecina no se había dado ni cuenta de los invitados. Seguía disfrutando de mi polla en su culo. Gritando. Gimiendo. Tenía que pensar en algo El padre estaba en estado de shock, callado sin saber cómo reaccionar. Sin embargo la jovencita que le acompañaba miraba con la misma cara de viciosa con la que me había mirado Lidia en el ascensor.

Sin parar de penetrar analmente a mi nueva vecinita le agarré del pelo para acercarle su carita a mí y le susurré al oído:

—Lidia, tu padre está en el salón. Ahora mismo acaba de descubrir que su hijita, la que siempre consideró una muñeca de porcelana es una zorra. Pero a ti no te debe importar porque a ti lo único que te debe importar es que mi polla te siga enculando. ¿Lo entiendes Lidia?

—Siiiiii, me da igual lo que diga mi padre. Jodeme Alfonso!!

Impresionante! —Pensé —Dijo esto mirando a su padre y lamiéndose los labios. Yo estaba fuera de mí y le metía mi polla hasta el fondo. Mis huevos golpeaban contra su culito de modelo de pasarela. Mientras su padre se puso de rodillas y empezó a llorar como un crio mientras gritaba:

—Lidia, zorra de mierda. Para que me he partido la espalda para pagarte una carrera durante estos 6 años sin tu madre. Para que he luchado. Eres una puta de mierda. ¡Explícame que voy a hacer ahora!

El hombre sollozaba sin saber qué hacer. Mientras la hermana que estaba allí de pie me estaba mirando con una carita que no reflejaba enfado. Debía medir 1,75, morena con el cabello largo, los ojos verdes como su hermana, con al menos un 100 de pecho y con el mismo cuerpo de modelo de pasarela que su hermana a la que estaba rompiendo el culo. Cogí del pelo de nuevo a Lidia y le susurré que le dijera a su padre que si pagaba lo que ella valía se la podría tirar como lo estaba haciendo ahora el nuevo vecino. Ella me sonrió y mirando a su padre mientras le caían gotas de sudor le dijo:

—Papi, no te enfades. No es tu culpa que sea así de zorra. Me enseñó mama. Ella me inició en esto de follar con cualquiera, mientras tú estabas trabajando ella se tiraba a los vecinos, a tus amigos, incluso a tu jefe se tiro más de una vez. Pero no debes enfadarte, papi, siempre lo hacía cobrando por sus servicios. Ahora si tú quieres puedes follarme como te plazca, siempre y cuando pagues lo que vale tirarse a una jovencita de 19 años con mi cuerpo. Seguro que hace mucho tiempo que no te puedes follar a una mujer como yo, ¿verdad papi?

—¿Cómo me puedes decir eso Lidia? ¿Cómo me puedes decir que me dejas follarte si te pago como si fueras una vulgar ramera?

Yo escuchaba la conversación sin dejar de joder el culito de mi vecina, la situación se estaba poniendo demasiado morbosa y yo no iba a poder aguantar mucho. Así que comente:

—Señor, no se lo piense demasiado y pague. Su hija tiene un culo que bien vale lo que pida. ¡Yo no voy a aguantar demasiado!

El hombre sin dejar se sollozar, se levantó, se bajó el pantalón y se acercó a su hija. Le dio una bofetada y le introdujo la polla en la boca. Lidia se la comía al ritmo de mis enculadas mientras su padre iba cambiando los sollozos por gemidos. Como yo estaba a punto de acabar le dije a su padre si me dejaba la boca de la zorra de su hija. El aceptó y cambiamos de posición. El padre se puso dónde estaba yo y le dijo a Lidia:

—Hija, zorra, desde que se murió tu madre te he ido viendo crecer y viéndote como te ibas convirtiendo en una mujer de bandera. Te he visto como ibas con tus amigos con esa ropa de ramera. Te he visto cómo te lo montabas en tu habitación con tus novios. Y yo mientras solo, me conformaba con hacerme pajas imaginando lo que sería meterle la polla a mi niña. Ahora te voy a follar como a una perra. Vas a hacer lo que te pida y después te pagare porque eres una puta de mierda. ¿Entiendes Lidia?

—Cállate padre! Follame si tu polla se pone dura. Seguro que soy demasiado mujer para un viejo verde como tú, cabron.

Esto fue demasiado para el padre, que le metió la polla en su coño encharcado de golpe. Ella gimió como una ramera y yo aproveche que abrió la boca para meterle mi polla y comenzar a correrme. La muy zorra se fue tragando mi semen, mientras su padre la follaba, mirándome a los ojos. Se lo trago todo, sin dejar ni una gota y acabo limpiándome la tranca y dejándomele limpia. Mientras su padre le metía la polla y le insultaba y le decía que hacía tiempo que tenía ganas de tirarse a su hija. Yo estaba bastante cansado, así que me senté en el sofá para seguir contemplando como a la pelirroja de mi vecina se la iba tirando su propio padre mientras la insultaba y escupía. Cambiaron de posición y Lidia se sentó encima de su padre y empezó a cabalgar mientras su padre le agarraba ese par de melones. Lidia gemía, gritaba y cabalgaba a su padre de forma brutal.

—¡Padre, que bien lo haces! me voy a correr si sigues así. ¡Qué polla tienes! ¡Cuánto tiempo has perdido de disfrutar de tu hija mayor! A partir de ahora si pagas bien, podrás follarme cuando quieras papi.

—Cállate zorra. Me voy a correr dentro de ti. Te pagare y te follare cuando quiera. Tienes un cuerpo de infarto hija. Que coñito más dulce!

Yo me estaba empalmando de nuevo viendo la escena, el padre jodiendo a la niña con cuerpo de modelo. Sus tetas se movían al ritmo de la polla del padre. En ese momento el padre le dio la vuelta le abrió de piernas y se la volvió a meter mirándole a los ojos y diciéndole:

—Puta! Ramera! ¿Qué te parece que te folle tu padre?

—Cállate cabron! Tú me insultas, pero bien que me estas follando. Te podías haber negado. Pero, ¿hacía tiempo que deseabas tirarte a tu hijita verdad?

—Hacia demasiado tiempo, Lidia. Con tu cuerpo todos mis amigos te miran con cara de salidos. Y yo siempre te he tenido que ver en casa con esos shorts y con esas camisetitas sin poder no mirarte mal. Cuando vemos la tele y te pones apoyada en mí siempre tenía ganas de desnudarte delante de tu hermana y follarte como lo hago ahora.

—Mmmmmmmm, estoy a punto de correrme papi.

—Yo también, mi hijita

La situación era totalmente morbosa. Mi polla se había empalmado de nuevo. De repente sentí que alguien me acariciaba la polla. Mire y era la hermanita pequeña de Lidia. Se había quitado la ropa y estaba de rodillas mirándome con cara de niña que no ha roto un plato, pidiéndome permiso para chuparme la polla. Era preciosa. Con un cuerpo de escándalo como el de su hermana pero con una carita de niña buena que te hacia volverte loco.

—Me llamo Susana, esta escena me ha puesto muy caliente. ¿Te apetece follarme como lo está haciendo mi padre a mi hermana Lidia?

—Sera un placer, Susana.

En estos momentos oí los gritos de Lidia y su padre, estaban corriéndose como cerdos. Era una corrida espectacular. A Lidia se le caían las lágrimas de placer y su padre estaba fuera de sí. Mientras miraba la escena Susana, la hermanita pequeña empezó a meterse mi polla en su boca mientras me miraba con un poco de rubor. Sin duda a sus 18 años parecía no tener la carrera de ramera de su hermana, pero por algo se debe empezar y mientras Lidia y su padre se encontraban abrazados en el medio del salón, yo me disponía a darme un festín con la hermanita pequeña de mi vecinita. Para empezar quería que entendiese que aunque tenía un cuerpo de puta de lujo el control lo llevaba yo. Así que le agarre con dulzura del cabello para que mi polla entrara hasta el fondo de esa boquita y empecé a follarle la boca sin descanso. Ella estaba a 4 patas entre mis piernas y por momentos parecía que se iba a ahogar pero no se quejaba en ningún momento. Yo le record

—Lidia, hija, Ponte a 4 patas que hace tiempo que le tenía ganas a tu culito. Y no te preocupes que pagare el plus de romperte el culo guarra.

—Lidia sonrió y se puso a 4 patas rápidamente. Susana que seguía cabalgando se empezó a correr como una verdadera puta. Gritaba y me arañaba y finalmente cayo exhausta encima de mí. El padre ya había empezado a encular a Lidia y me dio un poco de envidia, así que hice bajar del sofá a Susana y la puse a 4 patas y sin mediar palabra le clave mi polla en ese culito que debía ser virgen porque estaba muy apretado. Ella grito como una zorra pero pronto empezó a acompañar el vaivén de mis acometidas. La cara de Susana, a quien yo le estaba dando por el culo, y la de Lidia, que estaba siendo en enculada por su padre desde el otro lado, quedaron justo una enfrente de la otra, así que aprovecharon las dos para morrearse mientras nosotros las enculabamos. Su padre se volvió loco al ver la escena y empezó a encular con fuerza a Lidia mientras escupía e insultaba a las dos hermanas.

La situación estaba llegando al límite, mi polla ya estaba a punto de acabar y el viejo no debía estar mucho mejor. Las dos hermanas pararon de morrearse y se acostaron boca arriba esperando que nos corriésemos en sus bocas. El primero en correrse fue su padre, pero en realidad hubo poco margen entre nuestras corridas, con lo que casi pareció un solo chorro multiplicado por dos. Me preocupe de observar bien como nuestros chorros iban a parar a sus caras y sus tetas, que quedaron todas llenas de aquel líquido blanco y viscoso.

Las dos zorritas nos limpiaron las pollas y el padre se empezó a vestir y saco un fajo de billetes que tiro encima de las dos hermanas que se estaban morreando de nuevo. Se alejó y salió del piso. Mientras yo, desnudo y con dos bellezas morreándose a mis pies pensaba en todas las aventuras que podía disfrutar teniendo a dos vecinas sumisas con cuerpo de modelos dispuestas a obedecer todas mis órdenes.

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