Nuevos relatos publicados: 13

El diario de Claudia: sexo violento en baño público

  • 8
  • 12.960
  • 9,00 (28 Val.)
  • 0

Como toda chica trans a veces simplemente me gusta pasar una buena noche en alguna discoteca, para tomarte unos tragos, escuchar música y conocer gente. Esa tarde estaba algo aburrida en la calle así que decidí irme, así con “ropa de trabajo” por el barrio de Getsemani, a un club por la calle del Arsenal. Sabía que había un bar gay por ese lugar.

Me había puesto unas botas negras con tacos altos, aquellas que te llegan hasta los muslos, muy sexy claro, una minifalda de licra plateada que apenas me cubría el trasero (¡en serio!), braga roja y un top negro de licra bien apretadito. Obviamente llamé la atención apenas entré al lugar. Me fui directo a la barra para pedirme un trago: “ron con Coca-Cola por favor” Era un lugar donde se veía mucho frenesí: música a todo volumen, luces, humo de los cigarros, y un grupo bastante ecléctico de gente: gay, trannies, gays solapas, mujeres, etc. Todos pasaban un buen momento.

De vez en cuando alguien se me acercaba, me invitaban un trago, acariciaban mis muslos, alguito de conversación y listo. Uno que otro me invitó a meter mi mano dentro de su pantalón o short para darles un “masaje” a la verga. Yo encantada claro. A medida que pasaba la noche, los tragos y los masajes, me sentía más cachonda y mi culito ya empezaba a pedir carne. ¿Pero aquí donde? ¿El baño? Decidí darme una vuelta por el baño para ver si podría funcionar; noté que había varios, incluyendo uno en el sótano, donde estaban las salas de juego. Instintivamente me fui a ese. Al llegar al sótano noté un grupo de tipos en la barra y otros jugando algo de billar. Les sonreí a todos y seguí mi camino.

“¿Baño de hombres o de mujeres?” Pensé. Bueno vamos al de hombres; no había nadie. Aproveché la oportunidad para arreglar mi maquillaje y ponerme un poco más de lápiz labial. Estaba tan concentrada en mis labios que no noté que otras personas habían entrado al baño. De pronto escucho que la cerradura de la puerta se cierra por completo.

“Ok ¿qué está pasando aquí?” Pensé algo nerviosa.

Los cuatro tipos que estaban dentro me miraron de pies a cabeza, concentrándose claro en mi trasero.

“Hola amor, ¿Estás sola? ¿Necesitas compañía?”

Calculé mis reacciones. Obviamente sabía lo que tenían en mente y si me oponía la cosa podría ponerse fea e incluso violenta. No quería nada de eso. Además bajé al baño porque tenía ganas de coger.

“Depende, ¿me están ofreciendo algo?” Respondí calmada.

“¿Qué tal cuatro vergas duras en tu culito y boca?” Y al decirlo los cuatro sacaron sus vergas para mostrármelas.

No me quedaba otra, sabía que si no me dejaba sería peor. Pero dadas las circunstancias se me ocurrió satisfacer una vieja fantasía.

“Si quieren mi culo van a tener que violarme” Respondí.

Eso funcionó como un gatillo. Se desnudaron por completo y enseguida me arrancaron la minifalda, bragas, y top, dejándome solo con las botas y el brasier.

Dentro del baño había un sillón ancho y viejo así que lo jalaron hacia el centro de la habitación. Me jalaron hasta él, poniéndome de rodillas sobre el asiento acolchado; mi cuerpo quedó arqueado, en 90 grados, ofreciendo mi culo a mis captores.

“Quédate así puta”

No hice caso, más bien, abrí más aún mis piernas. “Cuando quieras”

De arranque el primero se acercó me tomó fuerte de la cintura y sin tacto alguno me penetró hasta el fondo de su verga de manera casi violenta.

“Oh mierda, eso si que estuvo fuerte” dije

“Quieres que te violen verdad perra, entonces aguántalo”

Casi clavándome los dedos en la piel empezó a meterme su pene cabezón una y otra vez sin parar; mi huequito empezó a dilatarse rápidamente, dejándolo listo para el resto de mis cacheros. Al mismo tiempo que me lo metía el otro tipo agarró mi cabeza, llevó su pene a mi boca y me hizo mamarlo una y otra vez; nuevamente, nada de gentilezas, luego de la segunda chupada su verga se metió hasta el fondo de mi garganta casi asfixiándome.

Ahora los cuatro tomaban turnos, mientras uno me cachaba por atrás otro violaba mi garganta, todo de manera brutal. Me trataban como un pedazo de carne con huecos. Giraban mi cuerpo de un lado a otro – en un momento estaba sentada, clavada hasta el fondo en la verga de alguien con otras dos dentro de mi boca, luego estaba en cuatro patas sobre el frio suelo del baño mientras alguien penetraba mis orificios.

Yo simplemente me dejaba llevar, sin ofrecer resistencia alguna. La verdad es que sí, me estaban violando, pero por alguna pizca algo sado de mi parte, lo estaba disfrutando como una verdadera puta. Las vergas entraban con fuerza en mi ano, sentía sus bolas golpear mi trasero, sentía esas cabezas gordas raspar mi garganta, mientras yo las dejaba cubiertas de una capa densa de saliva.

Usando sus correas me amarraron a los cuatro extremos del marco de una puerta; mi cuerpo quedó en forma de una X, completamente vulnerable. Alguien notó el sobre de lubricante que llevaba en mi bolso.

“¿Qué piensan hacer?”

Con una corbata cubrieron mis ojos.

“Tómenlo con calma chicos” advertí ya algo nerviosa.

Entonces lo sentí…

El puño de una mano, completamente lubricado empezaba a presionar contra mi ano. ¡OMFG! ¡Con puño!

Solo puedo decir que casi me desmayo. Podía sentir ese puño grandote alargando sin piedad mi boypussy, estirándolo, “ohhhhh…...” y de pronto, quedar completamente anclado al llegar hasta la muñeca; luego de eso parte de su brazo desaparecía dentro de mi cuerpo. Entonces él empezó a perforarme, al mismo tiempo que giraba su brazo de izquierda a derecha.

Confieso que al inicio me dolió un poco, pero luego que su puño entrara y saliera un par de veces mi vagina anal estaba completamente estirada. Ahora lo estaba gozando totalmente. Cada uno de ellos metió su puño y brazo dentro de mi culo….era absolutamente divino…yo, en lugar de hacer resistencia empujaba hacía abajo para meterlo cada vez más al fondo.

“¡Más mierda, más, quiero más!!” Gritaba, desesperada como una loca. El hecho que tuviese los ojos vendados hacía que todo sea puramente sensorial.

Luego de violarme atada a una puerta me desamarraron, me pusieron en el piso, en cuatro patas (aun vendada en los ojos), y nuevamente empezaron a meterme sus vergas en el culo, pero ahora cada uno de ellos me llenaba por completo con semen caliente. Al mismo tiempo que esto pasaba, podía escuchar alguien masturbándose frente a mi rostro; sabiendo lo que se venía, abrí mi boca y expandí mi lengua. Y así fue: el semen caliente empezó a caer por borbotones sobre toda mi cara, al mismo tiempo que sentía los chorros de semen en mi interior. ¡Me estaban inundando con esperma!

Finalmente me saqué la venda de los ojos y me di cuenta, para gran sorpresa mía, que en silencio habían entrado más hombres al baño. ¡Eran 8 en total! Cada uno de ellos pasó tanto por mi garganta como mi culito, cada uno de ellos dejó su carga salada en mi cuerpo. Me sentía exhausta, ni me podía parar. Seguía en cuatro patas, con el culo al aire, expuesta.

“Ahora, para el toque final” dijo el líder del grupo…” ¿qué más falta?”

Como mi ano estaba completamente dilatado y lubricado con esperma, este tipo juntó ambas manos, como en posición de rezar, las lubricó bien y empezó a empujar hacia mi interior.

“¡Dos manos! ¡No voy a poder!” Reclamé.

Muy tarde…poco a poco, centímetro tras centímetro, mis manos siguieron avanzando. Ya podía sentir sus nudillos. Yo simplemente cerré los ojos; el esperma no dejaba de chorrear por mi cuello. ¡OMFG!, ¡OMFG! Empecé a gemir; en lugar de ofrecer resistencia empecé a empujar hacía atrás… ¡que los meta de una vez! Sus pulgares ya estaban casi dentro…”mételo por favor mételo!” grité. Y lo hizo, apenas mi esfínter cedió mi culo terminó tragándose ambas mano, hasta las muñecas. Me estaba abriendo por casi 12 centímetros o más! Una vez dentro de mi separó ambas manos para ensancharme más aún…sentí una ligera ráfaga de aire, y mientras me abría, el semen de todos esos hombres empezaba a salir a chorros para meterse dentro de mis botas.

Al final me dejaron tirada en el suelo, casi desnuda, bañada en semen. Me tomó unos minutos recuperarme, ponerme la ropa aún encima de todo ese esperma que cubrí mi cuerpo. Me miré al espejo: sí, lucía como una puta que acababa de ser violada. Semen por todos lados. Me arreglé lo mejor que pude.

Tuve que salir por la puerta de escape para que nadie me vea así. Mientras caminaba, en el fondo, gozaba de felicidad.

Claudia.

(9,00)