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Fiesta de año nuevo en Ancón

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Me llamo Sandra tengo 29 años, y estoy en la fiesta de fin de año en la casa de mi primo Juan que está en Ancón al costado de la playa, son la 1 de la mañana, como mi esposo llega en una hora estoy lista para él, estoy con un minivestido floreado, que es con tiritas arriba, pero vueludo abajo, estoy bailando con mi tío que es mucho mayor que yo, me da vueltas y se levanta mi pelo lacio, pero también un poco mi vestido, “que bien se mueve mi sobrina solterita”, y mis primos aplauden, me siento feliz y también un poco mareada, pues con lo de ‘solterita’, mis primos brindan conmigo, aprovechando que no llegaba mi esposo.

Casi todos son familia, primos y tíos con sus esposas, descanso y tomo con las esposas de mis primos, la verdad es que estoy ansiosa que llegue mi esposo, pues ese vestido solo me lo deja poner cuando él va a la fiesta conmigo, es muy celoso, además me da gusto estar mareadita pues como soy un poco conservadora, solo cuando estoy en tragos le dejo hacer TODO lo que a él le gusta, además con su trabajo como un mes que no me toca, pero de esta noche no se me escapa.

Estoy bailando con mi primo Juan, cuando suena mi celular, "Sandrita estoy mal, estoy yendo al baño cada 10 minutos, es imposible que pueda ir, toma un tax...", mi primo me ve la cara y le cuento todo, “pero Sandrita eso quiere decir que vas a ser solterita toda la noche”, en eso vemos llegar un carrazo, era un Mercedes del año, mi primo sale corriendo diciendo, “Es mi padrino José!!”. Cuando entra con el veo que es un hombre como de 50 años, no gordo pero bien maceta, enternado, es bien trigueño, saluda a todos diplomáticamente, se le ve como con ganas de terminar de saludar para irse, mi tía que estaba al costado mío me dice que es el dueño de la fábrica donde trabaja Juan y otros tres primos, de repente lo veo frente a mí, es solo un poco más alto que yo, y eso que soy chata, pero al verme se le van los ojos y todo rezago de aburrimiento desaparece de su cara, mi primo me lo presenta “Padrino esta es Sandrita mi prima la única solterita de la fiesta, que dice que ya se quiere ir”. Él aprieta mi mano, siento su mano caliente, me dice “Pero Sandrita, si yo estoy aquí para bailar contigo toda la noche”, y sin más me jala al centro de la sala, están tocando un merengue, y será gordito pero es un bailarín, siento que me sujeta bien de la cintura, como que me atrae suavemente a él, yo coquetamente me escapo dando una vueltita, la familia hace una rondita, con nosotros en el centro, gritaban, “Bravo por los solteritos”, como fastidia la familia, me estoy divirtiendo de lo lindo, termina la pieza y le digo “Gracias don José”, el me mira divertido, “Pero Sandrita, por favor llámame Pepe, al fin y al cabo somos solteros, bueno casi, pues yo soy divorciado, pero es lo mismo ¿no?”.

Ahora tocan una salsa, y me jala suavemente para seguir bailando, yo lo sigo me toma de la cintura y pega su cara a la mía y me dice al oído, “Que linda eres Sandrita, que suerte que tengo, yo pensaba llegar y salir, pero después de conocerte, quiero quedarme contigo toda la noche”, diciendo esto último me mira con una mirada picara, yo lo miro no puedo evitar sonreírle, si supiera la verdad, miro el suelo diciendo, “Pepe eres terrible, eres bien mandado”, el me mira y me pega más a él, yo no me resisto, “Sandrita como como crees que conseguí todo lo que tengo en la vida, mi fábrica, mis casas, todo, cuando ves algo que realmente te interesa, te debes mandar de frente”, lo miro a los ojos y me rio, él lo toma como un sí, y me estrecha más, cuando termina la pieza, mi primo Juan se acerca con un vaso de wiskey, “Mi padrino ha traído tres botellas de whiskey chivas, y quiere que todos brindemos con él”, ya me imaginas como se puso la fiesta con la combinación cerveza, wiskey, y la gente en una hora o se iba o se quedaba dormida.

A medida que bailábamos, Pepe se mandaba más, “Sandrita tienes el cuerpito más rico que he visto, vámonos a otro sitio para seguir divirtiéndonos solo los dos, no vayan a hablar mal tu familia”, a medida que me estrechaba más, comencé a sentir un bulto debajo de la cintura que provenía de él, esto ya me ocurrido otras veces cuando voy sola a una fiesta, y lo que hago, es separarme, dejar de bailar y mirarlo con cara de sargento, y eso es suficiente, pero esta vez no sé qué me pasaba, el fin de año, la cerveza, el wiskey, el mes sin sexo, la plantada de mi esposo, o el tremendo bulto que sentía debajo de mi cintura y que ya me estaba haciendo que todo el cuerpo me temblara y que mi corazón me latiera a 100, pero no hice nada, solo lo miraba, el me abrazo por un segundo, me tomo de la mano, y me llevo a la puerta, allí estaba tomando wiskey mi primo Juan, estaba totalmente mareado, no sé si entendió cuando Pepe le dijo, “Ahijado, tu prima Sandrita ya quiere irse a casa, y tomar un taxi a esta hora es muy peligroso, así que me he ofrecido a llevarla”, se despidió abrazándola, cuando mi primo se despidió de mi me di cuenta que no estaba tan borracha, pues al darme el beso en la mejilla, me dijo “Cuidadito solterita”, dándome una mirada picara.

Subimos al carro, y el salió disparado como quien lo lleva el diablo, eran como las 3 de la madrugada, ni bien nos alejamos, una de sus manos se despegó del timón y se metió debajo de mi vestido, no fue difícil pues mi vestido era amplio, rápidamente uno de sus dedos, se metió debajo de mi tanga y se metió en mi rajita, era un dedo, más bien un dedote, que se metía por todo mis recovecos, me sentía que me estaba mojando, me sentía culpable, nunca en 8 años de matrimonio había sido infiel, si confieso que se me habían mandado incluso hombres más jóvenes y guapos, pero siempre supe decir, no. No sé qué tenía Pepe, era gordo, no era alto, era medio serrano, tenía como 50 años, pero no podía resistirme a lo que me hacía, me mente decía que no, pero mi cuerpo no me obedecía, quería más y se acomodaba, para que su dedo, ahora dos dedos me exploraran como les diera la gana.

No podía creerlo, yo una joven de 29 casada con un hombre, alto, guapo, blancon, aquí en un carro con un viejo, gordo, serrano, pero que mi cuerpo no podía resistirse a nada de lo que me pedía, “Que rica conchita, mojadita, eres una diosa Sandrita”.

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