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Odio a los que follan despacito

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La verdad es que me gusta que me follen duro. No soporto a los “cogequedito”. El sexo tiene que ser salvaje y desgarrador. Primitivo. Cuando un hombre me folla con delicadeza mi vagina se seca de inmediato. La primera vez que jodí con alguien me aburrí. El chico era varios años mayor que yo y no me quiso lastimar. Me penetró lentamente y me aburrió. Me dije ¿así que esto es todo?

Después de esa primera experiencia comencé a buscar películas porno. Cerca de mi casa, en el mercado, un señor las vendía. Formato VHS. Era un señor gordo que me miraba el culo y las tetas cada que pasaba. Así que fui y le pedí una de las películas. El gordo pervertido me la regaló. Pudo ver en ese acto desesperado mi necesidad de información.

Tomé la película y regresé a casa. Mientras caminaba recordaba la sonrisa perversa del señor. Seguramente me imaginaba desnuda frente al televisor rozándome el clítoris con las yemas de los dedos.

Al llegar a casa puse la película de inmediato. No podía esperar. Mis papás llegarían en un par de horas. La primera escena era la de un fontanero musculoso que tras echar un vistazo al lavabo, terminó follándose a su clienta.

El fontanero le daba duro y eso me calentó. Parecía una maquina decidida a destruirle la vagina a esa mujer que se chorreaba con cada embestida. Él le mordió los pezones, el cuello y las nalgas. Le chupó el clítoris con mucha intensidad, como si quisiera arrancárselo.

Mis pantaletas terminaron mojadas y después de ese día me propuse buscar un hombre que me follara de verdad. Que me embistiera como una bestia. Que fuera una animal intentando destruirme con su falo.

Escribir me desahoga. En el siguiente post les cuento como me fue en mi búsqueda.

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