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Secreto a cuatro voces 4: el punto de quiebre

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En el pasado Halloween, unos amigos de Carolina y Tamy organizaron una fiesta en la Casa de Bronce, una casona destinada para fiestas y celebraciones, con un gran jardín, un buen salón y todas las comodidades para unas 60 personas. Los encargados principales de la fiesta fueron Berta, una mujer de 42 años (de la misma edad de Carolina y Tamy) con algunos kilitos de más, pero con una mirada penetrante y muy excitante y Manuel, un tipo alto, de ya cumplidos los 43 años, con un abdomen cervecero y con los temas sexuales en cada conversación que realiza, sobre todo cuando tiene unos tragos en la cabeza. No son pareja, pero a la hora de organizar fiestas siempre son los escogidos y auto escogidos.

Ese martes ambos chequearon el local y todos los preparativos de la fiesta. A las 3:00 pm comenzaron a llamar uno a uno de los invitados para comprobar quiénes asistirían y recoger las respectivas contribuciones para el evento. A las 6:00 pm ya habían garantizado la asistencia de 50 personas, entre las que se encontraban Carolina, Tamy, Roberto y César. Ninguna de las parejas sabía que la otra asistiría.

A las 10:30 pm, por casualidades de la vida, las dos parejas se encontraron llegando al local al mismo momento. Su cara de sorpresa era enorme, si bien era de suponer que todos serían invitados, no se habían detenido a pensar en ello. Aun así, las cosas ya no se sentían iguales, la última vez habían acordado una despedida y tenían días que no hablaban de nada sexual entre ambas parejas. Carolina ya quería vivir cosas distintas, Roberto buscaba nuevas emociones, César sólo tenía cabeza para Berta, (su sueño húmedo antes de Carolina), y Tamy pensaba que iba a tener una aventura distinta aquella noche. Sin embargo, no pudieron evitar recapitular en su mente las experiencias vividas anteriormente.

Los cuatro entraron a la fiesta y ya había llegado bastante gente. Casi estaban todos. Carolina y Roberto, después de saludar durante unos minutos, se sentaron en una mesa cerca del jardín y Tamy y César se incorporaron a un grupo que conversaba cerca de la entrada de la cocina, en el cual estaban Berta y Manuel. Durante bastante rato no paraban de reír con el nuevo repertorio de chistes eróticos de Manuel. Y claro está, César no perdió la oportunidad de ver a Berta por todos lados, aprovechando que ya tenía unos cuantos tragos en la cabeza y Tamy estaba muy entretenida con los chistes.

Casi todos los disfraces eran muy simples. La mayoría sólo tenía un antifaz y un poco de maquillaje aquí y allá. Sólo los más jóvenes tenían disfraces un poco más elaborados y dos muchachas tenían disfraces un tanto sugerentes: Una diabla con minifalda y una bruja con un traje bastante trasparente.

Carolina y Roberto, después de haberse tomado un par de tragos y bailado una o dos canciones se sentaron en sus respectivas sillas, y de alguna manera el ambiente los puso un tanto entre románticos y excitados. Roberto le dijo unas cuantas cosas entre amorosas y subidas de tono y Carolina lo besó varias veces hasta que los dos se besaron intensamente. Se les había olvidado incluso dónde estaban, hasta que Pablo, uno de los amigos que se encontraba en la misma mesa, les dijo riéndose: “Váyanse a un Hotel… busquen un cuarto”. La pareja reaccionó de inmediato, y fue inevitable para Carolina reírse copiosamente.

Ya Roberto estaba entusiasmado y no iba a ceder tan fácilmente. Siguió acariciando la pierna de su esposa, aprovechando lo largo del mantel de la mesa. Carolina le rozaba el pene de vez en cuando y de tanto en tanto se lo apretaba. Después de un rato de este manoseo, pararon un rato para que a Roberto se le disimulara un poco la erección y se pararon a bailar.

Luego de dos piezas de merengue y una de salsa, Roberto tomo del brazo a Carolina y salieron del salón de baile, pero no se detuvieron en la mesa donde se habían sentado desde el inicio, sino que siguieron caminando. Al percatarse de ello, Pablo casi gritado les preguntó: “¿Para dónde van?”, a lo que Roberto contestó con tono de broma: “Vamos a buscar un cuarto”. Los tres rieron y la pareja siguió caminando hacia donde estaba el jardín.

A unos pocos metros y viendo que nadie los estaba observando se metieron en un baño que se encontraba en uno de los rincones del jardín. Pensaron que era un baño de servicio, pero no, era amplio y estaba muy limpio, parecía que estaba destinado para las fiestas que se centraban en el jardín. Olía bastante bien, por lo que era evidente que los asistentes a la fiesta no lo habían usado.

Pero aun cuando se habían cerciorado de la vista de posibles intrusos, no se percataron que Tamy los había estado observando, y conociendo sus andanzas, sabía que algo estaban tramando. Esta le apretó el brazo a César y le hizo un gesto para que mirara hacia el jardín, para que viera que Carolina y Roberto estaban entrando en el baño, y con un tono de broma dijo: “Voy al baño”, con intenciones de que César la acompañara, pero este tenía la esperanza de vivir con Berta algo parecido a lo que había vivido con Carolina, y por eso no la siguió de inmediato.

Tamy se fue hasta el baño y llegando a la puerta, oyó como Carolina y Roberto se reían y se besaban y murmuraban algunas cosas. Cuando trató de abrir, se dio cuenta que la puerta estaba cerrada. Pero ya con bastante excitación en la cabeza, toco y dijo: “Carolina, soy yo, Tamy… por favor abre la puerta”. Hubo unos segundos de silencio y luego se oyó que quitaban el seguro de la puerta. Tamy entró y vio que ya Carolina no tenía pantalones y que Roberto tenía una tremenda erección debajo del pantalón. Carolina le dijo a Tamy: “Ya tenemos confianza... si quieres puedes ver un rato… incluso te puedes tocar”. Tamy cerró la puerta y se sentó en un pequeño muro que estaba al final del baño. Carolina le desabrochó y le bajó los pantalones a Roberto y miró pícaramente a Tamy.

Roberto se sentó sobre la poceta y Carolina se subió sobre él y comenzó a cabalgarlo. Apenas se introdujo el pene, ella se movía como si hubiera tenido años sin sexo. Roberto le agarraba las nalgas y se las apretaba, esto excitaba cada vez más a Carolina. Aceleraba y aceleraba el ritmo, ya no podía aguantar mucho y ella terminó por primera vez. Tamy se tocaba, pero todavía no se quitaba la ropa. Mientras Carolina descansaba un poco recostada sobre el pecho de Roberto, este le continuó apretando las nalgas para que no se perdiera la excitación.

Carolina estaba por comenzar nuevamente cuando se oyó nuevamente la puerta. Y se oyó: “Abran, es César”. Tamy se levantó y abrió la puerta. César entró y vio a Carolina sobre Roberto ya un tanto jadeante. Cuando se dio cuenta que Carolina comenzaba a cabalgar a Roberto, se sentó con Tamy en el muro del fondo y comenzó a tocarse el pene. No tardó mucho en sacárselo para masturbarse. Cuando Tamy se dio cuenta de que el miembro de su esposo ya estaba totalmente erecto y fuera del pantalón, se agachó y comenzó a chupárselo. A pocos metros se oía la fiesta, la música, los gritos, incluso los chistes de Manuel en un tono cada vez más fuerte. Pero dentro del baño Carolina se metía el pene de Roberto con todas las ganas que tenía y Tamy le chupaba el de César como hacía tiempo no se lo hacía.

César le tomo la cabeza a Tamy y trataba de meterlo más en la boca. Roberto comenzó a tratar de meterle un dedo en el ano a Carolina, y esta comenzó a decirle: “Eso... anda, métemelo en el culo… me encanta el huevo por delante y el dedo por el culo”. César se puso frenético, quería meterlo hasta la garganta de Tamy, pero esta al ver que casi se ahogaba por lo profundo que lo tenía metido, se levantó, tomo una gran inspiración y comenzó a quitarse el pantalón. Ya sin ropa, se subió encima de César, pero no era muy cómodo, por lo que se paró y se agachó recostándose a la pared, mostrándole todo su culo a César. Este se levantó y con Tamy en esa posición le introdujo su pene por la vagina. Tamy gemía y sólo decía: “Así, así… así”. Muy poca ropa entre los cuatro, pero todavía mantenían puesto los antifaces, lo que lo hacía un poco más excitante.

Con el calor del momento Carolina y Tamy estaban terminando al mismo tiempo, y en el medio del orgasmo, se oyó nuevamente que tocaban la puerta. Carolina se mordió los labios y los apretó contra Roberto y Tamy se puso una mano en la boca para que no se oyeran tanto los gemidos. Y se escuchó al otro lado de la puerta: “César, no sé qué le estás haciendo a Tamy, pero ya van casi 30 minutos desde que se vinieron al baño”. Era Manuel riéndose de la situación. Lo que no sabía era que dentro la temperatura sexual estaba hasta las nubes.

Mientras que retomaban un poco el aliento, César contestó: “Tranquilo, estamos bien… sólo estamos conversando”. Y se rió para que lo oyera Manuel. Pero este no se iba y continuó preguntando: ¿Qué van a hacer después de la fiesta… van para otro lado? César le dijo, mirando a Carolina y Roberto: “Nos vamos para un Hotel”. Manuel se rió y les dijo: “¿Puedo ir con Ustedes?”. Carolina y Roberto miraron a César y a Tamy, esperando la respuesta de César y este, no se sabe si por la excitación o por los tragos le dijo: “Claro, y ¿con quién vas a ir?”. A lo que Manuel contestó: “Creo que con Jhocelin o María Elena, las dos parecen estar bastante locas esta noche” y siguió riéndose, hasta que al fin dijo: “Nos vemos en el salón”.

Todo estaba muy raro. No podían continuar después de aquella conversación. Por más que no sabían si era en broma o en serio lo de Manuel, no podían quitárselo de la mente tan rápido. Por lo tanto, ambas parejas se vistieron y salieron del baño. Manuel quedó estupefacto cuando vio salir a Carolina y Roberto y luego a César y a Tamy. Eso estaba bastante raro. No aguantó las ganas y se acercó a Carolina y le preguntó: ¿Ustedes van a hacer algo después de la fiesta?; a lo que ella contestó: “Creo que nos vamos para un hotel”. Manuel no sabía realmente qué hacer, incluso se le olvidó hacer un chiste con ese comentario.

Una hora después, ya Roberto y César querían terminar lo que habían comenzado. No habían podido terminar con la interrupción de Manuel. Roberto le dijo a Carolina: “Vámonos, ya quiero seguir saboreando mi plato favorito”. Carolina sonrió y se levantó de una vez. Casi sincrónicamente César y Tamy se levantaron y también se dispusieron a irse. Carolina y Roberto se despidieron primero de Manuel, Berta, Jhocelin y María Elena que estaban casi en la puerta de la casa. Y como siempre Manuel, no perdió la oportunidad y les dijó: “¿Siempre se van al hotel?” a lo que Roberto contestó muy serio: “Si, nos vamos al Hotel Los Patios… nos vemos después”, y continuaron su camino hacia su vehículo. No habían pasado más de 5 minutos cuando Tamy y César también se despedían, y Manuel les hizo la misma pregunta, y Tamy contestó: “Si, nos vamos al Hotel Los Patios… nos vemos después”.

Manuel miró a Berta, Jhocelin y María Elena y se echaron a reír. “Increíble… y van para la misma habitación”, dijo Manuel. Jhocelin y María Elena sin parar las carcajadas, le dijeron a Manuel: “Nosotras también nos vamos para Los Patios… no nos lleves para la casa, déjanos en Los Patios”. Y continuaron un rato riendo.

Berta se fue a sentar en una mesa y después de un corto silencio, Manuel les dijo a Jhocelin y María Elena: “¿Y si vamos a ver si es verdad que se van para el los Patios?; a lo que estas contestaron: “Claro, vamos y revisamos... y si es mentira nos regresamos”. Se montaron en el vehículo de Manuel y casi salían del estacionamiento, cuando uno de los muchachos que estaba en la fiesta, salió corriendo del salón y le dijo a Manuel: “Hey… Manuel… acuérdate que yo me voy contigo”. Y sin mucha explicación se subió al vehículo. El paseo cada vez se ponía más loco: Jhocelin una mujer un tanto gordita, de piel latina, con buenas nalgas, y una cara no del todo agraciada, pero muy sexual; María Elena, una mujer delgada, blanca, con un trasero regular, una cara muy linda, y un poco recatada en lo sexual; ambas de más de 40 años; Arturo de unos 19 años, bastante delgado, de estatura media, blanco, y en plena efervescencia sexual; y Manuel. Los cuatro a espiar a dos parejas en un Hotel.

Al llegar al Hotel, sorprendidos, se dieron cuenta de que los vehículos de ambas parejas estaban en el estacionamiento. Y Manuel sin la más mínima pena llamó a Tamy:

Manuel: “Hola Tamy, nos vinimos a Los Patios… ¿qué te parece?”.

Tamy riendo: “¿En serio?... ¿y con quién viniste?”.

Manuel tratando de hablar seriamente: “Yo les dije… estoy con Jhocelin y María Elena… y adivina qué, aquí también está el vehículo de Carolina y Roberto”.

Cuando Tamy oyó esto, tapo la bocina y le comentó a César, y estos sin percatarse de las implicaciones del asunto y sin prestarle mucha atención a si Manuel decía la verdad o no, por la sola idea de que Carolina y Roberto estuvieran también en el Hotel, continuó:

Tamy: “No lo puedo creer… estamos en la habitación 508… si quieren vienen… y luego llamamos a Carolina”.

Manuel totalmente atónito: “Ok… nos vemos en unos minutos”.

Tamy llamó a Carolina y confirmó que estaban en el mismo hotel, y que estaban en la habitación 705, dos pisos arriba de ellos. Y ya planeaba con César la forma de acercársele, cuando se oyó la puerta. En ese momento se percataron que habían invitado a Manuel sin darse del todo cuenta. Tamy ya se había cambiado de ropa y con los tragos en la cabeza y la noticia de Carolina y Roberto, abrió la puerta con un traje de encaje bastante sugerente y todavía tenía el antifaz. Ella pensó que sólo era Manuel, pero de pronto entraron a la habitación Jhocelin, María Elena y Arturo, y por último Manuel. Aquello parecía que la fiesta hubiera continuado.

Después de reírse un rato, Tamy pensó que la mejor manera de acercarse a la habitación de Carolina y Roberto, era colocando como excusa a Manuel y por eso le propuso al grupo ir a la 705 para “darle una sorpresa a Carolina”, mirando pícaramente a César. Todos se rieron y se dispusieron a ir para la otra habitación. Tamy llamó a Carolina y le preguntó si podían ella y César ir para allá, a lo que esta le contestó, que si querían continuar con lo del baño, que subieran. Esto había sido más fácil de lo que había pensado, pero ya había metido al grupo en el asunto y tendrían que subir todos. Jhocelin y María Elena parecían dos niñas a punto de hacer una travesura; Arturo no sabía qué hacer, los nervios le decían una cosa y la hormona otra; y Manuel quería vivir la experiencia hasta donde se pudiera.

Tamy tocó la puerta de la 705 y apenas Carolina abrió la puerta, entraron todos de un solo golpe. Carolina estaba en ropa interior y Roberto ya estaba dispuesto al sexo sobre la cama. Ambos ya estaban muy excitados. Al punto, que después de unos minutos incomodos no pusieron reparos al asunto y Carolina les dijo: “Nosotros no vamos a parar… si todos quieren ver… adelante… pónganse cómodos…” y se rió. Manuel ni corto ni perezoso se sentó en una silla que había en la habitación, sin quitarle la vista a Carolina que ya estaba en prendas menores.

Carolina se subió a la cama y le bajó un poco los pantalones a Roberto y lo comenzó a chupar. César y Tamy ya se tocaban entre ellos. Los demás estaban en Shock. Nadie hablaba, sólo se escuchaba el aire acondicionado. Roberto cerraba los ojos y los abría sólo para acariciarle el cabello. El cuerpo de Carolina era devorado por la vista de César, Manuel y Arturo. Jhocelín y María Elena no estaban muy seguras de qué hacer. Tamy se tocaba ella y le apretaba el pene a César.

Manuel no aguantó mucho y se sacó el pene para masturbarse. Aunque la luz era bastante tenue, Tamy vio el pene erecto de Manuel y dejo de tocar a César y se agachó para agarrárselo y chupárselo. Jhocelin se acercó a Tamy y Manuel para observar la chupada y María Elena hizo lo mismo con Carolina y Roberto. César se subió a la cama y comenzó a acariciarle las nalgas a Carolina. Arturo no sabía hacia dónde ver o qué hacer, pero su erección era enorme.

Carolina le preguntó a María Elena si lo quería tocar, y esta nerviosamente pero muy excitada le dijo que sí. Carolina se apartó un poco y María Elena agarraba el pene de Roberto, al principio un poco tímidamente, pero poco a poco lo comenzó a masturbar. Jhocelin al ver eso, le preguntó a Tamy si ella podía participar. Tamy sonrió se apartó un poco y las dos pasaban sus lenguas por el pene de Manuel. Este con gemidos cada vez más fuertes casi gritaba: “Coño, esto si es coger… esto es lo máximo… dos culos al mismo tiempo”.

César siguió tocando a Carolina en las nalgas, como sabía por experiencia que a ella le gusta. Pero esta, después de unos gemidos se sentó en la cama y llamó a Arturo. Este se acercó y ella le bajo el pantalón. Al apenas ver ese pene erecto se lo metió en la boca, y sólo se lo sacó para decir: “Carne fresca”. Ahora César le acariciaba las tetas a Carolina y esta le chupaba el pene a Arturo. María Elena ya estaba chupando a Roberto y este le estaba quitando la blusa. Tamy y Jhocelin todavía chupaban a Manuel y este le agarraba las nalgas a Jhocelín.

En unos minutos ya estaban todos sin ropa. Carolina se acostó en la cama con las piernas abiertas y Arturo, después de colocarse el condón, se le montó encima y comenzó a bombearla muy intensamente, como si nunca lo hubiera hecho. César le acercaba su pene a la boca, pero con el movimiento, Carolina sólo podía masturbarlo. Al lado, María Elena estaba acostada y con las piernas levantadas, apoyadas en el pecho de Roberto, y este la penetraba profundamente, haciendo que ella gimiera y de vez en cuando brincara un poco por unos pequeños toques de dolor. Tamy estaba encima de Manuel cabalgándolo y Jhocelin dejaba que este le chupara las tetas y le metiera la mano en la vagina, y de manera muy sexual abría otro paquete de preservativos esperando su turno.

Después de los dos primeros orgasmos de María Elena, Roberto le sacó su pene, se quitó el condón y tomó a Carolina por un brazo. Esta levantó a Arturo, a pesar de la excitación de este y acostando a Roberto se le subió a cabalgarlo en la cama. Se abrió las nalgas y esperó que Arturo se lo metiera por el ano. Y comenzó a gemir y a decir: “Me encanta la doble… y por el culo carne fresca”. María Elena besaba a Roberto y de vez en cuando a Arturo. César se levantó se colocó un preservativo y con Jhocelin recostada a la pared, (como Tamy en el baño), comenzó a penetrarla por la vagina. Jhocelin en plena excitación, casi como aullando, decía: “Que huevo más rico César… no me lo saques… sigue moviéndote”.

Tamy ya había terminado tres veces y se movía como loca sobre Manuel. Este ya estaba a punto de terminar, pero Tamy se levantó, le agarró el pene y se lo metió por el ano. Y decía casi suspirando, “como me gusta ahora por el culo… me envicié con Roberto… ahora me encanta un huevo en el culo”. Manuel no aguantó más y soltó todo el semen.

Jhocelin ya había terminado varias veces y César seguía bombeando. Él no podía aguantar y le decía al oído: “Que tremendo culo Jhocelin… si hubiera sabido que estaba tan rico te lo hubiera pedido hace mucho…”. Carolina, después de un orgasmo, les dijo a Arturo y Roberto: “Vamos a cambiar”. Los tres se detuvieron un poco, ambos hombres se cambiaron el condón, pero cuando Roberto se colocó el suyo, María Elena se le subió encima y comenzó a cabalgarlo. Estaba super excitada, abrazaba y besaba a Roberto y le agarraba la cabeza para que le chupara las tetas.

Arturo aprovechó la oportunidad y le volvió a abrir las piernas a Carolina y la volvió a penetrar con toda la fuerza, y le susurraba al oído: “Que cuca más rica… no me hagas parar más… te voy a soltar la leche…”. Y soltó todo el semen en la vagina de Carolina. Roberto volteó a María Elena y colocándole una almohada debajo del vientre, la penetró un rato por la vagina y luego muy lentamente se lo metió por el ano. María Elena, se movía como poseída, no podía creer que estaba teniendo un orgasmo anal. Al sentir esto Roberto le soltó el semen con todas sus ganas.

César tomó a Jhocelín y la arrodilló, como si se tratar de una película porno, se quitó el condón y le soltó el semen sobre las tetas. Las tiene tan grandes que parecía que apenas hubiera terminado.

En la cama para un lado María Elena totalmente rendida del cansancio y por el otro Arturo, todavía un tanto en Shock. En el medio Carolina y Roberto se besaban y abrazaban como dos novios en su primera vez. Tamy y Manuel descansaban en la alfombra y César y Jhocelin se sentaron cada uno en una silla. Todos durmieron un rato y luego se fue despertando uno a uno, pero en tiempos muy cortos entre cada uno.

La primera en despertar fue Tamy, que de una vez se incorporó y comenzó a chupar a Roberto. Este al apenas sentir la primera lamida dio un gemido que despertó a María Elena y Carolina. María Elena se levantó y comenzó a chupar a Arturo y esto hizo que se despertaran César y Jhocelín. Y después de reaccionar, Jhocelín se levantó y comenzó a chupar a Manuel. César que ya tenía su segunda erección, aprovechó la oportunidad para volver a penetrar a Carolina, comenzó a bombearla suavemente y luego cada vez más rápido. "Recordando viejos tiempos". Se oían risas, gemidos y algún pequeño grito, pero no se decía ninguna cosa coherente.

Después de un rato, Carolina se levantó de la cama y separó a Jhocelín para subirse y cabalgar a Manuel. Arturo, después de mirar por un rato las enormes nalgas que tenía al lado, apartó a María Elena y estando Jhocelín en postura de perrito, la penetró. Carolina se movía casi tan intensamente como Arturo penetraba a Jhocelín. César tomó por la espalda a Tamy y la penetró de lado por la vagina y esta del impulso soltó el pene de Roberto, por lo que María Elena, que sólo miraba, aprovechó la oportunidad y lo volvió a cabalgar. Un poco más lento y más sutil, pero todavía con muchas ganas.

En un siguiente giro, Roberto penetraba por el ano a Jhocelín, Carolina era penetrada en perrito por Manuel, María Elena cabalgaba a Arturo y César seguía penetrando a Tamy, pero esta vez por el ano. Roberto agarraba fuertemente las nalgas de Jhocelín, Carolina gemía y gemía con los embates de Manuel, sobre todo por la diferencia de tamaño entre los dos, María Elena encima de Arturo lo obligaba a que le chupara las tetas y César sodomizaba a su esposa.

Ya casi era la mañana y en un último giro, Arturo soltaba todo su semen penetrando por el ano a Carolina, César terminaba siendo cabalgado por Jhocelín, Manuel soltaba todo su semen en la boca de Tamy y Roberto hacía lo suyo en el ano de María Elena. Todos estaban muy sudados y cansados, y ya no podían más.

Arturo y María Elena se quedaron durmiendo con Carolina y Roberto. Y Manuel y Jhocelín en la habitación con César y Tamy. No habían podido asimilar lo que había pasado. Era evidente que las dos parejas habían vuelto a probar lo mejor del sexo, pero ya era diferente. Ya no era un Secreto a Cuatro Voces.

Sólo el tiempo determinará lo que pasará después. Lo que es cierto, es que lo que se pueda y se vaya a dar en el futuro, también lo compartiremos en relatos.

SIRENA Y TRITÓN

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