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La mujer del Pastor

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Solo una historia más.

Debo empezar esta historia diciendo que he sido una mujer “Relativamente” feliz los últimos 19 años de mi vida y que logre llegar a este momento gracias a la generosidad de mi esposo quien ha sido mi guía espiritual, padre amoroso, excelente hijo y bienintencionado esposo. No obstante lo anterior hoy me siento más pecadora que antes, Daniel mi esposo es Pastor en nuestra pequeña comunidad por lo que estoy bajo la mirada de todas las mujeres del medio quienes permanentemente buscan el apoyo y consejo acertado de mi marido.

Pero no siempre fue así, antes de ser su esposa, fui la más puta de todas las putas, déjenme contarles, fui educada en una familia muy conservadora, de fuertes convicciones y de educación católica casi fanática, desde los seis años, asistí a escuelas confesionales donde siempre nos hablaron de los peligros del demonio, conforme fui creciendo, aprendí que el demonio y la carne, eran la combinación ideal para los pecados más graves, a nadie conté y confesé que llegue a sentirme parte del diablo cuando, después de ver el ayuntamiento de un toro con varias vacas, en mi centro de placer, se empezaron a manifestar punzadas y calambres que solo cesaban cuando llevaba mi mano a mi entrepierna y con movimientos circulares lograba apagar aunque fuera momentáneamente la comezón que me consumía.

No tenía a nadie a quien recurrir, en el rancho no había vecinos con hijos o hijas de mi edad por lo que siempre andaba sola buscando cualquier lugar para medio ocultarme y frotarme hasta lograr cierta tranquilidad, una de esa tardes, buscando ocultarme cerca de un arroyo, descubrí a una pareja de peones que desnudos retozaban sobre el zacate lejos de las miradas de los pocos viajeros de la zona, su ropa estaba amontonada a un lado de sus cuerpos, él estaba tirado de espaldas y era ella la que lo montaba, se quedó tan grabada en mi esa imagen que por más de un año repetí ese momento en mis sueños como en recuerdos, diariamente la imagen me sirvió para disparar mis sesiones de autocomplacencia. A pesar de haberlos mirado por más de una hora, me impresiono el tamaño de miembro que los mantenía unidos, dentro de mi pensé que mientras más grande fuera el miembro del hombre más tiempo podía durar su ayuntamiento, empecé a buscar los bultos en las entrepiernas de los hombres, incluso mis hermanos y mi padre.

Abandone las escuelas de religiosas cuando termine la educación secundaria y debido a mi deseo de estudiar, me mandaron a casa de una tía, para estudiar en la preparatoria cercana a su casa, me había librado del yugo familiar y aunque mi tía era de formación similar, el solo hecho de convivir con otros jóvenes y mujeres de mi edad, me permitió que mis fantasías masturbatorias, tuvieran otras caras o tuvieran otro motivo, comencé a vivir las primeras experiencias a través de las historias de mis amigas, desde un simple besuqueo hasta el enterarme de los primeros toqueteos, en la práctica, ninguno de los hombres se acercaba a mí, me empecé a vestir más provocativa, faldas más cortas, blusas transparentes, escotes amplios que permitieran mostrar mis senos, saliendo de casa buscaba maquillarme y pintarme los labios, funciono ya que sin pensarlo un muchacho de la universidad, fue a invitarme a una fiesta una mañana en la que con amigas estábamos en uno de los descansos, primero dije que no me darían permiso pero con mucha inteligencia él me dijo que podía yo asistir en horario de escuela y que así no tendría que pedir permiso, me pareció buena idea y aunque trate de que otras amigas me acompañaran, a la hora de la hora termino siendo una cita a solas, el chico muy lindo, me cito a las 9 de la mañana, del lugar de la cita a la universidad seria solo unos minutos, por lo tanto no pensé mal cuando me invito a entrar en su casa solo para cambiarse de ropa, nomás entramos a su departamento, me dijo que me sentara mientras lo hacía, el de inmediato empezó a quitarse la ropa que llevaba, cuando termino de quitarse su camisa, mi vagina empezó a escurrir como si me hubiera acariciado por horas, cuando se bajó sus pantalones, por la orilla de su bóxer, creí adivinar la punta de su miembro, empezaron a endurecerse mis pezones y a multiplicarse los espasmos en mi vagina, seguramente mi turbación se hizo evidente pues hasta mis mejillas se encendieron, se puso frente a mí y giro los 360 grados como para lucirse conmigo, se acercó a mí y me beso en los labios, por primera vez estaba yo viviendo una de mis fantasías, el beso me prendió mas y no supe en que momento mi mano trepaba por sus muslos para encontrarme con su miembro que ya sobresalía formando un buen bulto, me encendí prendí y herví en un solo minuto, sé que tuve un orgasmo por esa simple caricia, después apreté su miembro como si fuese a huir, el con habilidad empujo mi cabeza y me pidió que lo besara, por instinto en segundos lo chupaba y exprimía como si quisiera extraer todo su jugo, la cantidad de  líquido seminal que me dio de inmediato me envicio en su dulce sabor, mientras tanto sus manos empezaron a descubrir mis senos y apretaron y violentaron mis pezones, me gusto su rudeza. No sé cuánto tiempo paso hasta que lleno mi boca con su esperma, mantuvo su dureza, me tomo de los brazos y me levanto, mis senos desnudos rozaron su miembro, continuo desnudándome hasta el punto que solo mis bragas blancas me acompañaban, con hábil mano, la hiso a un lado y acaricio mi clítoris, que diferente sensación a la que yo me proporcionaba, me olvide de todo y solo me deje hacer, entrecerraba los ojos para poder soportar los raptos de placer que me invadían, sus dedos provocaban orgasmos continuos, no sé decir en qué momento su miembro me estaba penetrando, mi cuerpo convulsionaba y el solo lo gozaba, me desmaye de tanto placer, cuando abrí los ojos, ya estaba otro muchacho con nosotros, se estaba desnudando y a mi vista me ofrecía un miembro más grande y más grueso, lo arrimo a mi boca y empecé a chuparlo, el primer chico aprovecho para penetrarme por atrás al estilo perro ¡Que torrente de emociones! ¡Era Feliz! De tanto placer sentía mi vagina inundada, los líquidos escurrían por mis muslos, se intercambiaron varias veces, hasta que uno de ellos dijo –Basta, tenemos que devolverla. Me empezaron a vestir, pase al baño y me limpie el rostro y mi intimidad superficialmente, no lo podía creer, eran las dos de la tarde, me habían estado gozando por más de cuatro horas, legue a casa y me encerré en el baño, al salir no tenía fuerzas de nada, me tire a dormir y mi tía pensó que estaba enferma, a las diez de la noche desperté sintiendo nuevas urgencias en mi vagina que tuve que calmar con mis caricias, mal dormí. Me levante y me apresure para ir a la escuela, mi tía intento retenerme en casa, no recuerdo que argumente pero salí, ya estaba esperándome cerca de la entrada, nos vimos y nos besamos le pedí que me llevara a su casa, en el camino me besaba y yo iba mojándome y con palpitaciones en todo el cuerpo, nomás entrar a su casa nos desnudamos y me lance a sus brazos.

El me empujo por los hombros hasta que quede de rodillas, empecé a mamar su miembro mientras lo sacudía con mi mano, cerré los ojos para mayor disfrute, cuando volví a abrirlos estaban a nuestro derredor tres nuevos chicos desnudos, todos pasaron por mi boca y todos pasaron más de una vez por mi vagina, disfrutaba cada minuto que pasaba, no tenía llenadero, esta vez paramos hasta las tres de la tarde, tuve que dar muchas justificaciones a mi tía, antes de bañarme me obligo a comer, lo disfrute, después baño, dormir, despertarme otra vez encendida, acariciarme para calmarme.

Esto se estuvo repitiendo a lo largo de varias semanas, a veces eran tres y otras eran cinco los chicos que gozaban de mi cuerpo y yo de ellos.

Los sábados no tenía razón de salir, al siguiente, encontré justificación diciendo que iría a la Biblioteca, todo fue igual excepto que esta vez había más de diez chicos en su casa, mi boca se hiso agua igual que mi vagina cuando vi todos esos rabos a mi disposición. Fue un verdadero maratón, no tenía conciencia de cuantas veces me gozaban para mí era un orgasmo continuo, todo paro cerca de las seis de la tarde, no sabía que tendría que mentir a mi tía, no hiso falta, no estaba en casa, respire aliviada, comí, me bañe y dormí, les había prometido verles el domingo.

Así pasaron dos semanas más, las compañeras que inicialmente me cubrieron, me pusieron un alto, ellas creían que era un enamoramiento profundo de una pareja, me recomendaron  cortar la relación, imposible, yo estaba enviciada a las emociones fuertes.

Semanas después, el chico me planteo organizar una reunión de fin de semana, encontré de pretexto una excursión con investigación escolar, Salí de la casa el sábado a las 8 de la mañana, esta vez había más de quince muchachos, me sentía feliz y desinhibida me fueron tratando suavemente pero pasadas las horas se hacían más rudos y violentos, como a las tres de la tarde llegaron otros diez chicos, me percate que les cobraban cincuenta pesos por participar, estuve siendo gozada sin parar hasta las tres de la mañana en que el hambre me agoto, me dieron pizza y con la bebida algo me dieron que el cansancio y la fatiga desaparecieron, ahora era yo la que les buscaba, era yo una fiera que iba de una a otra verga buscando deslecharles o que estuvieran duras para penetrarme, cerca de las diez de la mañana del domingo, llegaron más chicos y otros se retiraron, alguno se portó muy rudo conmigo y me encanto, fue él el que tomo la virginidad de mi trasero, todo el día fue lo mismo, no me daba tiempo ni de limpiarme, empecé a sentirme agotada por las seis de la tarde y luego me volvieron a dar algo con la bebida, el levantón me permitió gozar por cuatro horas más y de repente perdí la noción de todo, entreabría los ojos y alguien estaba arriba o atrás de mí, mi boca rebosaba semen que manchaba mi cuello y mis senos, me volvieron a dar estimulantes y llegaron más chicos, había unas vergas que yo veía descomunales y las buscaba a la menor oportunidad, no supe en que momento colapse.

Desperté hasta el lunes a las once de la mañana, había muchos chicos desnudos tirados en el piso y en los muebles de la sala, no encontré mi ropa, todo me dolía, mis agujeros me escocían y estaban inflamados, empecé a llorar, me avergoncé profundamente me di cuenta repentinamente en lo que me había convertido, me vestí con ropas de diferentes personas sin ropa interior, no paraba de llorar, así salí a la calle y camine y camine.

No podía llegar a casa de mi tía, me sentía sucia y lo estaba, en el cabello levaba huellas de semen seco, caminaba sujetando la ropa suelta que había conseguido, camine por horas sin pensarlo y sin saber la ruta, un templo del cual salía música fue mi refugio, ahí había varias personas, solo me miraban y mostraron comprensión, no preguntaron nada, un hombre joven me abrazo y me dijo que los caminos del señor eran misteriosos pasando su brazo por mi espalda me condujo al interior de la casa anexa al templo, Era Daniel mi ahora marido, me dijo que me bañara mientras me conseguía ropa limpia, no sé de donde la saco pero me ofreció todo limpio y ordenado sobre una cama anexa al baño, me vestí como quise y me percate que tenía un hambre endiablada, cuando se lo dije sonrió y me llevo a comer, después de hacerlo, me sentí fatigada y pedí un lugar para dormir, lo hice por dos días y sus noches, desperté el miércoles en la tarde.

Una mujer con mucha gentileza me llevo a su casa donde me habían preparado una habitación, había mucha ropa para que escogiera lo que quisiera, Daniel me dijo que había llegado a su vida como una bendición y sin que hubiera alguna razón, me propuso matrimonio, yo quería negarme pero termine aceptando, nunca me pregunto nada de mi pasado y yo no quise contarle, después de tres meses nos casaron en una sencilla ceremonia y después de un tiempo le asignaron un nuevo templo al que llegamos ya casados y con un embarazo de tres meses, a los ojos de todos éramos la pareja perfecta a pesar mío el no utilizaba mi cuerpo como yo hubiera querido, nunca me permitió siquiera que tocara su miembro que a pesar de ser de buen tamaño, yo hubiera querido que lo usara con más frecuencia y con más violencia no obstante termine por acostumbrarme a su ternura y su forma de amarme.

Tuvimos un hijo, un hermoso bebe que peso cerca de los cinco kilos, después de que nació las relaciones entre Daniel y yo fueron paulatinamente mejorando aunque siempre me hacía falta acción.

Por su propia naturaleza mi hijo siempre fue un poco rebelde, lo mostro desde la educación elemental, parecía que no obedecía a nadie, solo yo le calmaba en sus arrebatos, solo le hablaba y corría a refugiarse a mis brazos y se serenaba inmediatamente, este comportamiento siguió por varios años y por temporadas reñía hasta con su padre, justo al terminar la educación secundaria, Daniel mi marido le informo que lo enviaría a estudiar a los Estados Unidos, estudiaría el nivel preparatorio  y al mismo tiempo la formación Teológica para iniciarse como Pastor, mi hijo, con actitud rebelde dijo que solo estudiaría lo necesario para pasar, que no iba a esforzarse ni a hacer nada sobresaliente y que ya no sabía si iba a regresar, en privado me dijo que si volvía, lo haría solo por volverme a ver, al final de cuentas se fue.

Los casi cinco años en que mi hijo estuvo fuera, para mi fueron un poco difíciles, Daniel mi marido tomaba cada día nuevas actividades y parecía que quería estar lejos de mí, cuando le reclamaba su actitud, me decía que no debía preocuparme, después vendrán tiempos mejores, decía, cuando más le extrañaba era por las noches, así sin pensarlo, caí nuevamente en mis sesiones de masturbación, varias noches de la semana, me sobaba por horas hasta lograr dos o tres pálidos orgasmos que solo hacían que mi deseo por sexo real se me exacerbaran sobre todo en la época de calor que por necesidad tenía que dormir desnuda.

Debo decir que solo guardaba en mi mente la persona física de mi hijo, no sabía cuánto había cambiado, en mi sueños lo seguía viendo de la edad de catorce años, cuando se fue. Una mañana, recibimos una carta de la Institución XX que nos informaba que nuestro hijo había sido expulsado por mal comportamiento y se nos invitaba a recogerle en la próxima semana, Daniel hizo los arreglos para salir por nuestro hijo el siguiente sábado, no me incluyo en sus planes así que tuve que quedarme a esperar su regreso.

Esa noche de sábado en particular fue un martirio, desde la tarde había empezado a sentir la comezón en mi vagina, me masturbe más de tres veces hasta que sentía que me secaba por dentro, me bañe repetidas veces con agua fría y no lograba bajar mi temperatura, me sentía arder por dentro y no había nada que calmara esa sensación.

Eran ya pasadas las doce de la noche y escuche que llamaban a nuestra puerta, me puse solo una bata encima y baje a ver quién podría ser, al abrir me encontré con un joven alto con barba cargando una gran mochila, pregunte: -¿Qué se le ofrece joven? El Pastor no se encuentra, vuelve hasta dentro de ocho días.

-¿No me reconoces ma? ¿Tanto he cambiado?

El joven cruzo la puerta al decir sus preguntas, con la luz interior, le pude ver mejor. Era la copia corregida y mejorada de Daniel mi marido, mucho más alto que el, con una mirada brillante, una seguridad y aplomo que no tenía nada que envidiar aun a hombres mayores, tiro al suelo su mochila al tiempo que camino hacia mí.

-¡Hijo, cuanto has cambiado!, ¡estas mucho más grande y hermoso que como te recordaba! Tuve que terminar la oración en brazos de mi hijo quien se había agachado un poco para tomarme entre sus brazos y cargarme de la cintura como si mi peso no significara nada.

Me tenía sujeta fuertemente entre sus brazos, mis piernas colgaban a la altura de sus rodillas, su cabeza se colocó entre mis brazos y lo siguiente que sentí fue una descarga eléctrica que me provoco al besar la parte baja de mi cuello, besaba repetidamente, al bajarme yo temblaba y el continuo sus besos por todo mi rostro, beso mi frente, mis parpados, mis mejillas, mi boca, el otro lado de mi cuello, nuevos chispazos de corriente llegaron a mi cerebro, volvió a levantarme y estiro sus brazos como si cargara a una pequeña criatura, su mirada brillante estaba radiante de felicidad, -¡Estas hermosa ma! ¡Tal como te recordaba! ¡Preciosa!

Me deposito nuevamente en el suelo y siguió prodigándome de besos cortos en toda mi cara y mi cuello, soporte bastante bien el calor que sus caricias me provocaban, con ese manejo no me percate que con tanto trajín, la bata se abrió por completo y mostraba mi desnudes completamente, al separarse mi hijo se me quedo viendo y su rostro se ilumino con una amplia sonrisa. -¡Hermosa! ¡Divina! ¡Tal y como te imaginaba! Dijo tomándome de las manos.

Me solté de sus manos y  de forma apresurada anude mi bata lo mejor posible quedando brevemente un seno fuera que acomode lo mejor que pude, los colores y calores corrían por todo mi cuerpo.

Pasa hijo, pasa, dije caminando al interior de la sala y encendiendo todas las luces, mi hijo como en desgano, empujo su mochila con el pie y cerró la puerta. Me siguió en mi recorrido y repentinamente me abrazo por la espalda pasando sus brazos por encima de mis senos que sintieron con placer lo fuerte del abrazo, sin quererlo, mi cuerpo vibro y provoco una ligera humedad en mi entrepierna, mi hijo volvió a enterrar su cabeza entre mi cuello después de respirar entre mis cabellos  y dando un par de sonoros besos que me hicieron temblar.

¡Ma, hueles riquísimo! ¡Tú aroma y su recuerdo era lo único que había veces que me hacía dormir!

¿Quieres cenar? Debes tener hambre.

¡Claro ma me comería un caballo! ¡Pero me quiero bañar primero si no te importa!

Anda hijo, ve, mientras te preparo algo.

¡No me tardo! Dijo subiendo de dos en dos los escalones de la escalera.

Trate de no pensar en el episodio y la experiencia de placer que sin saber mi hijo había provocado, me concentre en la preparación de una improvisada cena.

Prepare dos raciones de carne una ensalada sencilla que aderece con mostaza mayonesa y huevos cocidos rebanados, busque entre las latas y encontré una de medios duraznos que a mi hijo le encantaban y adicione con crema natural agria y leche condensada, prepare una jarra de café y me senté a esperar que mi hijo bajara.

Pasando más de veinte minutos, empecé a inquietarme, me disponía a subir para ver qué pasaba cuando mire a mi hijo bajar, estando al pie de la escalera pude por uno o dos minutos sorprenderme por lo que veía, venia descalzo, cubierto solamente por un calzoncillo tipo bóxer de su padre, piernas muy velludas, muslos amplios y fuertes, pecho también con una cruz de bello marcada que iniciaba en la parte baja de su cuello y terminaba por debajo de la cintura de su calzón, por otra parte empezaba casi en su axila, cubría todo lo ancho de su pecho y terminaba en la axila del otro lado. Se había rasurado por lo que su rostro lucia esplendoroso destacando la blancura de la barba recién removida contra el bronceado del resto de su cara y cuerpo, se veía deslumbrante, pero lo que más me sorprendió fue el enorme bulto que tenía entre sus piernas que hacia lucir impresionante, tenía muchos años de no ver un paquete así de marcado.

¿Te Gusta lo que ves? Pregunto al llegar a mi lado dando lentamente una vuelta, pude apreciar su trasero bien marcado, elevado, prominente, fuerte así como su paquete que a mi lado se veía más impresionante.

No supe que contestar, solo me acerque a abrazarle. La sensación de su piel desnuda con mis manos me hiso estremecer, sentí la dureza de sus músculos en espalda y brazos, vibre y me separe caminando a la cocina, nuevamente mi hijo me abrazo por atrás y sentí en mi espalda el enorme paquete, camine más rápido y busque desprenderme de sus brazos invitándole a que se sentara a comer.

¡No traigo nada de ropa limpia ma!

Mande por paquetería más ropa, libros y otras porquerías, pesaban mucho, tu sabes, para viajar a gusto hay que hacerlo ligero.

No sabía que contestar, torpemente, me afane en acercarle los platos de lo que había preparado, mis manos temblaban a contratiempo con mi interior, me percate que la humedad de mi entrepierna, corría por mis muslos.

Como pude, me senté a la mesa y con discreción, con la bata recogí parte de mi humedad, solo tenía ojos para revisar a mi hijo, no podía creer que fuese el, el que provocara esas sensaciones en mi cuerpo. ¿Me estaba calentando como cuando tenía 19 años y me mojaba casi igual que entonces por mi hijo? No lo debía hacer, era algo equivoco, no obstante placentero y disfrutaba la sensación.

Algo dentro de mí me hacía sentir rejuvenecida, viva, o más bien totalmente resucitada, como si fuera apoderándose de mi cuerpo una nueva mujer, nacida para el sexo, mismo que había logrado reprimir todos esos años. Pensando y sintiendo todo esto, las muchas palabras que mi hijo pronunciaba, se perdían en un limbo impresionante. Solo podía captar algunas de ellas, Te vez hermosa, Estas más bella que en mis mejores recuerdos, siempre has sido bella, pero hoy estas impresionante, te quiero mucho mama, nunca quise separarme de tu lado, eres mi sueño largamente repetido, eres el motivo de mi vida, eres como el sol en mi verde vida, eres la razón de mi existencia, Palabras, palabras que solo servían para avivar el fuego que iniciaba el incendio de mi carne, palabras que me hacían más sensible a los placeres de la carne que se despertaban al mirar su torso desnudo.

Deje fluir por mi cuerpo todas las emociones, mis pezones se endurecieron, mis senos crecieron y mis labios vaginales se engrosaban como cuando los acariciaba con mis dedos, era eso, sus palabras eran como caricias, si hubiera utilizado otras, tal vez el sentimiento no existiera, no obstante, creí descubrir deseos en ellas, tal vez quería escuchar palabras diferentes, algunas casi soeces como para pedirme más, como para excitarme más y mejor, palabras, palabras. 

Apreté mis piernas y con la yema de mis dedos busque estimular mi clítoris que ya sobresalía, me concentre en mi placer al tiempo que veía a mi hijo devorar la comida, hablar y sonreír, ya no escuchaba, los latidos de mi corazón y el palpitar de mi sexo que estaba ardiendo me llevaron a un orgasmo placentero que me obligó a cerrar los ojos y derrumbarme sobre la mesa, casi me desmayo cuando sintiendo mi clímax metí dos dedos a mi vagina.

Cuando abrí los ojos, Daniel mi hijo, estaba a mi lado, mi  bata se había abierto nuevamente y a su vista estaban mis pechos duros y palpitantes, al tenerlo cerca, tome su cara y le bese, el correspondió a mi beso con experiencia, su lengua domino a la mía, su saliva corría de su boca a mi boca, había ansia y frenesí en ella, suspirábamos y temblábamos, me levanto entre sus brazos y me subió a la mesa, de un movimiento retiro la bata de mi cuerpo y se volcó sobre mis senos, mordió, chupo, con los dientes mordía el pezón y lo estiraba como queriendo desprenderlo de mis senos, a cada caricia un suspiro mío le correspondía, su boca bajo recorriendo mi torso, yo me arqueaba queriendo que su boca no perdiera contacto con mi cuerpo, cuando paso de mi ombligo y llego a mi pubis, no pude más que suspirar y abrir mis piernas, su boca lengua y labios me llevaron al cielo, tenía toda una vida esperando por una caricia así, me derrame al primer contacto y seguí derramándome cuando acompaño a sus caricias bucales con la penetración con dos dedos a mi vagina, rápidamente sus dedos encontraron en el techo de mi vagina mi punto G su lengua y labios mantenían presión y succión en mi clítoris y mi orgasmo se hizo continuo, me estremecía y vibraba toda, a pesar del enorme placer quería desprenderme de sus caricias sabiendo que estaba mal, que era mi hijo, pero al segundo siguiente, presionaba su cabeza contra mi vagina como si quisiera meterlo nuevamente al lugar donde había salido.

Después de muchos minutos y de innumerables orgasmos, mi hijo se desprendió de su bóxer y a mis ojos se mostró un bello y gigantesco miembro, teniendo rasurado su pubis, lucia inmenso, segura estoy que media más de 25 centímetros, gruesas venas corrían a todo su largo y una enorme cabeza descapullada  que con la forma de hongo, dejaba ver una ranura de la cual salían gotas de brillante líquido que parecían brillantes gemas que confirmaban su excitación, con enorme habilidad, abrió mis piernas y las coloco sobre sus hombros, enfilo su miembro a mi vagina y como si este supiera a donde ir, se colocó entre mis labios y me penetro lentamente, cada pliegue de mi vagina fue sintiendo como ese gran intruso avanzaba, era con mucho uno de los más gruesos que me habían penetrado, me amoldaba a su invasión, suspiraba agitadamente mientras mis piernas eran llevadas más atrás, mis rodillas junto a mis orejas, estaba totalmente ofrecida, abierta, a pesar de ello me sentía estrecha, llenada al máximo, mis líquidos salían y mojaban su miembro todo estaba a mi vista, el placer era inmenso, los orgasmos continuos ahora formaban un rio que corría por la ranura de mi trasero y caían a la mesa.

La maravillosa sensación de sentirme más llena que nunca, la firmeza y dureza del enorme vástago, los movimientos continuos de entrar y salir, el frotamiento de mi punto G la emoción de ver su rostro tan cerca, sus labios chupando y mordiendo los míos, su saliva y el delicioso sabor, sus besos en mi cuello, su resoplar cada vez que llegaba hasta el fondo de mi útero, su respiración entre mi cuello y cabello, sus enormes manos acariciando mis nalgas, insinuación de penetración de sus dedos en mi agujero posterior, todas estas sensaciones hacían mis orgasmos encadenarse, entraba en una ola de placer para caer un segundo y volver a trepar a la siguiente y a la siguiente, hasta que de tanto placer perdí el sentido, cerré los ojos un segundo, los abrí cuando mi hijo preocupado me besaba el rostro y acariciaba mi cuello, se había mojado las manos y me aplicaba la humedad para hacerme reaccionar, el solo había sido capaz de darme las mismas sensaciones de 12 hombres; cuando mi reacción fue notable, vi preocupación en su rostro y le sonreí, sonreí y aproxime mi boca a la suya, sorbí su aliento y volvió en mi la mujer insaciable, -¿No habrás gozado mi amor?

-¡No ma! ¡En eso andaba cuando desmayaste! ¿Te sientes bien, ma?

Claro mi amor, soy tan feliz que tuve que desmayarme para despertar y verte y saber que lo que acaba de pasar, no es un sueño.

-¡Solo es el inicio ma! Yo lo he disfrutado como un loco, llevaba años pensando en ello, deseándote, sabiendo o intuyendo que tu serias mía y yo feliz siendo tuyo.

-¡Eres la razón de mi existir y siento un morbo enorme al saber que estaba haciendo el amor a mi madre, la mujer más bella del mundo!

-¡Adoro tu forma de ser, de vibrar entre mis brazos, fue una experiencia increíble estar dentro de ti! ¡Sentía todos y cada uno de los espasmos de tu vagina en mi pene!

-¡Por momentos, apretabas tan fuerte como si quisieras y pudieras arrancármelo!

-¡Tienes la vagina más sabrosa y jugosa que me he comido! ¡Tú sabor es un elixir!

¿Te has comido muchas, hijo mío? A mí nunca antes nadie me había comido así. ¡Eres el primero en darme esa experiencia!

Mi hijo no contesto, solo me miro sonriente, se alejó de mi lado permitiéndome apreciar que su miembro estaba erguido e incitante, aun tenia huellas de mi humedad, me levante totalmente para caer de rodillas a sus pies, abrazar sus piernas y afianzándome, llegue con mi boca a su miembro, abrí al máximo y lo atrape entre mis labios, con mi lengua recorrí el capullo  y avance por el tronco, recogí su humedad y la mía, si años atrás me había enviciado por el sabor dulce de una verga, esta vez, mi paladar me ofreció el más dulce y enervante sabor, la combinación de su néctar y el mío, ambrosia para mis sentidos y acicate para mis más obscuros deseos sexuales.

Mi hijo solo gemía, se agarró de la mesa y se dejó hacer, abriendo las piernas para mantener el equilibrio, no pude tragar todo su miembro aunque lo intente llegando su glande hasta el fondo de mi garganta, lo saque de mi boca para recorrerlo por fuera lamiendo las venas y su intrincado recorrido, llegue a sus testículos y chupe cada uno de ellos, recorrí con mi lengua su perineo para regresar nuevamente a llenar mi boca con él, repetí las caricias en forma desordenada por mucho tiempo, a pesar de las experiencias en mi juventud, dado el ancho de su herramienta, mis mandíbulas empezaban a dolerme, mi saliva escurría y su pene vibraba con sus palpitaciones, lo sentí endurecerse mucho más y de pronto se dejó ir, coloco una mano tras mi cabeza y empujo al momento de que su descarga primera lleno mi boca golpeando sobre mi lengua.

Fueron más de cuatro los chorros de leche que me regalo mi hijo, sus testículos se contraían rítmicamente, con la mano derecha los apreté suavemente mientras tragaba, se fueron haciendo menores y menos intensos, le mantuve dentro de mi boca hasta que era solo un ligero escurrimiento, su dureza no disminuyo totalmente, aún estaba firme cuando mi hijo me levanto tomándome de los brazos, busco mi boca y me regalo por vez primera un beso de amor cargado de erotismo cuando intercambiamos saliva y restos de esperma.

Nunca nadie me trato así, había firmeza y seguridad en su manejo, me hizo sentir protegida y amada, por primera vez correspondían con ternura a una felación mía, como resto de su respuesta me coloco en la mesa nuevamente solo para pasar su lengua desde mi perineo hasta la cumbre de mi clítoris, dejo saliva en su recorrido junto a la humedad natural de la zona, me penetro lenta y suavemente, una vez que llego al fondo con movimientos ondulatorios y circulares tomo posesión de todo mi interior; y todo cambio.

Como si supiera que estaba totalmente entregada y atenta a sus acciones, empezó a moverse rápidamente en forma de pistón, entraba y salía acelerando a cada momento, no sé de donde sacaba tanta energía, su cuerpo fue llenándose de una capa ligera de sudor, mi humedad era tan intensa que por sus movimientos salía como pequeños chisguetes a todo el derredor de nuestros cuerpos, la humedad mojaba la mesa, yo estaba atenta a los gestos de su cara, en momentos cerraba los ojos, en otros me miraba y sonreía, de repente paro y saco su herramienta de mí, los orgasmos habían sido incontables, las mujeres entenderán que empezaba a necesitar que regara mi interior como final perfecto para nuestro incestuoso ayuntamiento.

Me giro y repentinamente me penetro vaginalmente por atrás, se afianzo a mis caderas y esta vez, acelero sus envites, reanude mis orgasmos de inmediato, se agarraba en momentos de mis senos colgantes a los que apretaba por los pezones, con estas caricias lograba excitarme nuevamente por lo que mi gozo continuaba siendo espectacular e irrepetible, era la suma de todos los placeres recibidos en mi vida, era la suma de todos mis orgasmos, era el ardor más intenso en mi interior y como nunca, sentí como una fuente la primera lechada que recibía en mi interior de parte de mi hijo, fueron más de cuatro los chorros que recibí, apagaron por completo mis ardores y complementaron el placer del orgasmo final, nuestros cuerpos se estremecían al unísono como si bailáramos al ritmo de la misma melodía, gire mi cabeza y ahí encontré la suya, nos besamos hasta que nuestros espasmos culminaron, la humedad de nuestros cuerpos era tal que parecía que la lluvia nos hubiera mojado, al salir de mi interior de inmediato sentí un enorme hueco, pero sabía que él podía volver a llenarlo.

Vi el reloj en la pared y me asombre al ver la hora, las cuatro de la mañana, me había hecho gozar por más de dos horas.

Me cargo sin pronunciar palabra alguna me sentí segura en sus brazos, subió la escalera y llegamos hasta el cuarto de baño.

Solo fue un minuto y ya estaba ajustando la tibia lluvia de agua por nuestros cuerpos, sus manos inquietas sabían muy bien lavar y acariciar, la espuma de jabón era el lubricante ideal a sus fuertes dedos que limpiaron a placer mis oquedades, no dejo un sitio oculto a sus caricias y mimos, yo me dejaba hacer pues pese a haber quedado satisfecha, nuevamente recorría el camino de la pasión sabiamente provocada, sus dedos expertos y mi cuerpo necesitado eran complemento ideal, me estremecía ante cada nueva caricia o el descubrimiento de sensaciones placenteras aun en los pequeños pliegues de mi cuerpo, como muñeca, no atine a detener ninguna de sus maniobras, su boca y lengua seguían en forma continua todas mis sinuosidades y oquedades, mis flujos corrían dando más humedad casi aceitosa comparado con el agua que nos mojaba, mis brazos casi inertes solo se movían para asegurar el equilibrio, en muchos momentos los espasmos de placer me obligaban a doblarme por el medio, el en ese momento atacaba mi trasero que también gozo de sus caricias, sus dedos recorrían toda mi amplia ranura desde la cadera a la unión delantera de mis muslos, mis labios se abrían para rendir tributo a sus dedos hábiles, le mojaban él recogía la humedad para llevarle a su boca, luego me besaba hasta que me recomponía un poco y me erguía, solo para ser nuevamente acariciada y poseída.

Fui de mi hijo en todas las formas posibles que sus diligentes dedos me tomaron, cuando me sentía desfallecer nuevas caricias o un beso me levantaba para continuar en busca de más y nuevas sensaciones. Con mis manos intente detenerle, devolviendo tímidamente caricias a su enorme miembro, sacudía su piel presionando hasta que la cabeza de su pene se mostraba más obscura que el resto de su herramienta, apretaba disfrutando su dureza, gozaba su suavidad a la vez que recogía la humedad que salía por su ranura y llevaba yo a mis labios.

La luz del día nos sorprendió en la ducha y no se decir cuántos orgasmos me regalo, su miembro en ningún momento perdió su dureza, intente arrodillarme para volver a comerlo y no me lo permitió, con toallas empezó a secarme y a secarse, no me soltaba, parecía que con su pensamiento me movía y me colocaba en las posiciones que él deseaba para revisar mi cuerpo y acariciarme toda, era como si supiera que y como continuaría nuestra unión, besaba y lamia cada tramo de piel, lamio de mis axilas hasta los dedos de los pies, cuando besaba y acariciaba mi trasero sus dedos abrían mi ranura mientras el besaba y lamia de mi ano hasta mi vagina, me penetraba para provocarme y para satisfacerme ya que en muchas de sus caricias me estremecía por el placer que me invadía.

Ya secos de agua y yo húmeda de su saliva y de mis derrames me llevo a la cama, me deposito en el centro de ella y con gesto de infinita ternura, me arropo con las sabanas y abrazándome me dejo dormir, se quedó quieto haciéndome sentir su barra ardiente en la parte baja de mi espalda, quería voltear y besarlo pero había agotado toda mi energía, me había hecho gozar más que nunca en mi vida y sin desearlo dormí.

Al despertar solo unas horas después, la sensación de su enorme herramienta en mi trasero y sus manos abrazando mis senos, me hicieron sentir protegida, amada y deseosa de seguir gozando todas estas nuevas e inéditas sensaciones.

Escape de su abrazo ya que él dormía, me deslice hasta tener esa maravilla de herramienta con la que la naturaleza le había dotado, frente a mis ojos, la mire con admiración y respeto, embelesada y ansiosa no pude evitar sacar la lengua y comenzar a lamerla para acto seguido meterla lo más que pude a mi boca, succione como si quisiera que de inmediato volviera a regar mi paladar con el néctar maravilloso de su derrame, una vez que comenzó a gemir supe que estaba disfrutando mis esfuerzos, su cuerpo fue girando sin quitar su miembro de mi boca y repentinamente mi cuerpo volvió a sentir el tributo de su lengua y dedos que de inmediato me llevaron al orgasmo, sin temor a equivocarme ha sido la forma más exquisita de despertar que la vida me ha dado, por momentos mis ansias y desesperación me hacían olvidar su barra entre mis labios, que se abrían para gemir y suspirar, perdí la cabeza y la noción de lo que hacía hasta que lo obligue a levantarse, lo lleve a recostarse en su espalda y trepando por sus piernas, con mis manos dirigí la bulbosa cabeza a mi vagina y lo cabalgue hasta caer desfallecida sobre su pecho, ya solo moviéndome de atrás a adelante termine de gozar cuando sentí en mi interior los disparos de leche ardiente con que me llevaba al sumun de los placeres.

Volvimos a quedarnos dormidos, esta vez el despertar fue obligado por nuestras necesidades fisiológicas, ya en el baño ambos, nos volvimos a meter al agua, pese a que nos acariciábamos y besábamos a cualquier momento el gruñido de su estómago me obligo a pensar como madre y Salí corriendo para preparar alimentos para los dos, eran ya pasadas las dos de la tarde.

Mientras cocinaba, el debate entre el bien y el mal se libraban dentro de mi mente, el remordimiento por lo hecho y el placer recibido se enfrentaban y la naturaleza salía ganando, lo justificaba pensando que el amor de madre todo lo podía y que pasada la euforia hasta le aceptaría que se fuera y me dejara para siempre. Estaba dispuesta a no volver a verle con tal de que lograra su felicidad, según yo libre de remordimientos por lo sucedido.

Su abrazo me trajo a la vida real, beso mi cuello suavemente al tiempo que se apretaba a mis espaldas, estaba desnudo, su gruesa herramienta estaba casi totalmente erecta, giro mi cuerpo y dijo: -¡Como estas hermosa, como quedaste de satisfecha, yo no me canso de ti, ya tengo hambre de comerte de nuevo!

Hiso el intento de quitarme la bata que tenía y se lo impedí, ¡Comamos hijo! Ven conmigo.

Haciendo un mohín frunciendo los labios, accedió a separarse de mí, fuimos a la mesa y saboreando un trozo de panque se acomodó en la silla sin importar su desnudes. Me senté frente a él y con mano temblorosa me serví una porción pequeña de la torta de huevos que había preparado, le serví a él el resto, devoro su parte de inmediato al tiempo que daba sorbos a su taza con café, sonriéndome en todo momento me dijo: -¡Esto es el paraíso! ¡Solo estar a tu lado lo es! ¡Yo lo sabía! ¡Eres maravillosa ma!

-¡No puedo imaginar siquiera como sería mi vida sin tenerte! ¡Quiero vivir siempre a tu lado, ma! ¡Quiero que escapemos de aquí y nos vallamos lejos! ¡Solo tú y yo, ma!

Asombrada le miraba, hablaba con tanta seguridad y emoción que me dejaba sin posibilidad de responderle, pensé que para cualquier argumento que pudiera yo hacerle el me ofrecería otro cual más de convincente y lleno de pasión y de vehemencia como la que transmitía con sus palabras y la euforia con que las decía.

Por momentos me sentía sucia, un sentimiento de inseguridad y temor, pensar en el abandonar a Daniel mi marido, la seguridad que me había dado, la angustia de que el mundo supiera de mi relación incestuosa, abandonar la comodidad en la que había vivido, el respeto de la comunidad, de repente deje de pensar en ello cuando mi hijo se puso de pie y se dirigió al baño. Ver su desnudo cuerpo, tan masculino, tan fuerte, nalgas rotundas redondas, duras, sus piernas fuertes, sus hombros anchos, sus brazos fuertes con sus grandes manos que me habían dado tanto placer, su rostro sereno y cuando volvía del baño mirar su gran instrumento que balanceaba a izquierda y derecha su amplia sonrisa terminaron desarmándome, una vez que se sentó nuevamente, lentamente me puse de pie, fui hasta él y dejando caer mi bata, me senté sobre sus piernas y empecé a besarle.

Relatar lo que ocurrió seria repetirme en la narración, solo puedo decir que agotamos todas nuestras energías hasta que en un momento el sueño nos venció a ambos solo para despertar horas después y volver a amarnos.

Hablamos mucho, reíamos y jugábamos, decidimos esperar al retorno de su padre para vivir dentro de casa ese paraíso de amor que construimos, le diríamos que iríamos en busca de una nueva vida, no le diríamos nada de nuestro amor y le prometeríamos volver sabíamos que dado el carácter de Daniel, lo aceptaría de muy buen grado.

Hoy al momento de la conclusión de esta historia, aun me siento un poco sucia pero cuando mi hijo me abraza o me besa, todo se olvida, me fundo entre sus brazos y mi deseo se licua entre mis piernas, se puede decir que siempre me tiene dispuesta, volvimos a mi familia y nos recibieron bien, nunca les dije que era mi hijo, para todos ellos era mi pareja perfecta que me amaba más que a nada en su vida y donde por mí era totalmente correspondido.

Tal vez en algún momento de la vida, decidamos tener un hijo y llevarlo a su padre para que conozca a su nieto.

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