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¿Cena de negocios?

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(Ella)

Las últimas veces que estuve de viaje fue por placer. Pero se están desvaneciendo los gratos recuerdos de visitas sin otro fin que el cultural, pues catar la gastronomía de cada lugar es también cultura... Pero ahora con jefes milimetrando cada desplazamiento, estoy bastante más que aburrida. Es un estrés constante en el que no puedes bajar la guardia ni en los desayunos, cuando aún estás con los sueños eróticos de la noche aún están rondando en la cabeza. Ni por la noche, cuando tienes la cabeza como un bombo de tanta entrevista y gestión...

Menos mal que esta noche hay un paréntesis en la programación, y por un capricho del destino es viernes, con lo que algo podré aprovechar para salir de esta rutina laboral...

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(El)

Todavía es mediodía y me quedan cuanto menos cuatro reuniones esta tarde que cierren el proyecto y me dejen la noche libre en la capital. Esa gran ciudad que dicen que de noche la magia, diversión y lujuria se percibe en el aire.

Estoy deseando que pase el tiempo para poder desconectar, pero el destino es caprichoso y, esta vez, afortunadamente, se me pone a mi favor. Y los planes surgen solos.

Al finalizar la segunda reunión salgo a tomar un refresco y coincido con tu presencia.

Una compañera ingeniera que trabaja para mis clientes. Lástima que no hayamos coincidido en ninguna de las reuniones....

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(Ella)

Yo no estaba tan estresada como cabreada. Se suponía que yo iba a tener el fin de semana libre y no estar de reunión en reunión. Así que aproveche la pausa para fumar y salir a cagarme en mi mala suerte. Entonces le vi a él tan trajeado y estresado como yo. Pero al menos no parecía estar deseando entrar corriendo la reunión... por fin alguien normal!

Alargue el cigarrillo más de lo cuenta para poder apreciarlo mejor; sería más o menos de mi edad, con un buen físico y el pelo algo ensortijado, adecuadamente de peinado para la ocasión. Algo en la forma de rellenar aquel traje me decía que no se había abandonado por completo al mundo laboral. Una mirada furtiva me confirmó que estábamos en igualdad de necesidades, un poco de fiesta....

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(El)

Percibí su mirada clavada en mí. Me sorprende tanto como me intriga.

Tu cuerpo impresiona. Tu pelo negro ondulado está recogido por una coleta baja. Muestra la pesadez de las reuniones que hayas tenido pero aun así me parece algo excitante.

Ambos vestimos de traje pero por supuesto tu camisa blanca esconde bien dos pechos.

Has elegido bien la combinación. No es provocativo sabes bien cuánto se juegan nuestras empresas en este proyecto, pero es lo suficientemente ceñido como para poder imaginar tu cuerpo sin él.

Ojalá hubieras llevado falda, pero el pantalón no te deja mal. Calculo que llevaras una talla 38-40. Tarde o temprano tengo que verte por detrás...

Tu presencia me atrae. No es fácil que inicie una conversación pero sin saber cómo, parece que puedo leer tu mirada. Me acerco a ti, y gracias a tu credencial colgada al cuello puedo lanzar mi primera frase "¿Trabajas para CR Engineering?"

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(Ella)

Alzo una ceja entre incrédula y divertida con tan manida presentación.

"Y el señor ingeniero es un negociador perteneciente a la First and Quality Corporation, o es casual que pase por aquí a echarse un cigarrito?"

Se quedó tan sorprendido que no acertó a contraatacar. Temí haber resultado demasiada ejecutiva agresiva y petulante, así que esbocé una sonrisa conciliadora y me reconduje: "tranquilo, yo también estoy deseando terminar...". Me sostuvo una mirada tan directa que no supe si estaba aún sorprendido, extasiado o tan agotado que ya no reaccionaba. Hasta que hice una lectura más precisa d su expresión: comprendí instintivamente que deseaba abandonarlo todo en aquel mismo instante y desconectar... Conmigo como acompañante.

Me sonreí... Dios los cría y ellos de juntan.... y el estrés es muy malo.

"Escucha, tú no crees que es mejor dejarse de tanta negociación diplomática y pasar a los hechos?".

Silencio. Deja caer la colilla como si su brazo se quedase sin fuerzas. No aparta su mirada, como tratando de confirmar lo que le estoy proponiendo. Esto requiere medidas más clarificadoras, a veces los hombres se pierden con tanta sutileza. Me desabrocho el botón superior de la camisa, entreabriendo un poco la boca. Podía leer su pensamiento: “me queda una última reunión, joder, no puede ser, pero daría cualquier cosa por salir de esta mierda de fin de semana... y agarrarla contra una pared... céntrate, tío, que te queda una, te la vas a cargar si no apareces.... queda con ella para luego...”

Alcé de nuevo la ceja, impacientándome.

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(El)

Reacciona joder estas quedando como un auténtico gilipollas... Te ha hundido en dos frases y además se te está ofreciendo, qué más quieres... reacciona de una puta vez....

Pero fíjate qué pechos, que piel, es imposible no rendirse a ella. Sus labios son fijos y muy peligrosos. Te ha demostrado que con solo abrirlos te ha envenenado. Su cuello... su piel es perfecta, parece tan suave que te perderías durante minutos besándolo y desgastándola... Reacciona!!! Reacciona!!!

"Los hechos son los que cierran los negocios y creo que tú y yo cerraremos la maratón de reuniones esta noche. Te invito a cenar. Te recojo personalmente en el lugar y a la hora que me digas. Te dejo fácil la negociación en este punto"

¿La has derribado tú ahora? No lo creo ella es mucho más directa y lo sabes... ¿que está pensando? Se ha desabrochado el botón tiene que decir que sí.... Sus ojos me están matando... Bésala!!!

Cobarde!!! Porque no me has dicho de irnos ahora...

Aunque la idea tampoco me resulta desagradable.

Se perfectamente la respuesta, es la oportunidad de olvidar las tensiones, relajarte y disfrutar un poco el fin de semana.

Cerremos rápidamente las reuniones, su mirar tan directo me traspasa, pero le deseo??

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(Ella)

Pensé para mí: el negociador se ha puesto las pilas y ha sacado una vena galante políticamente correcta. Jijijijijijiji

"Bueno, si eso es lo que ofreces, eso es lo que tomaré. Pero me temo que tendrás que ser más duro en la próxima reunión, porque tu partenaire va a darte mucha caña".

Se quedó lívido, no podía imaginarse que la siguiente y última negociación del día iba a ser conmigo, jajajajaja! Estos son los pequeños placeres de conocer a la competencia...

Aunque pensándolo bien, incluir las palabras "duro" y "meter mucha caña" en las misma frase mientras tengo el escote un poco más abierto de la cuenta, igual lo ha trastornado un mucho... Adoro ésta sensación de poder absoluto, desarmando al otro hasta dejarlo a mi merced más maligna...

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(El)

No me lo puedo creer... Es ella...???

Serán todos unos hijos de puta. Nadie en la empresa se atrevía con ella. Todos habían perdido cualquier negociación con ella en el pasado. Dura, directa, seca, irrompible... y me mandaron a mí para conseguir algo positivo??

El juego ha comenzado...

Sabe emplear plenamente sus virtudes y ya me ha ganado el primer round.

Duro? Caña? Escote? Cuello libre?

A qué se refiere? A lo que me depara la reunión o a la que me depara la noche?

Mientras mis pensamientos de preocupación se mezclan con los de lujuria y deseo, veo como ella tira su cigarro y comienza a volver hacia la entrada del edificio.

Mi mirada esta pérdida en ella, la sigue pudiendo apreciar su trasero. Perfecto!!

Como cojones voy a vencerla?

Como sacar algo positivo cuando lo único que deseo en este momento es fallármela?

"A las 21 en el Hotel Galicia"

Eso fue todo lo que dijo mientras en su cara se vislumbra una sonrisa, provocativa y malvada.

Sé cómo provocarla...

Sé que si me siento de frente estoy muerto.

Y si me siento a su lado? Actuará igual?

Vamos a jugar!!!

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(Ella)

La última reunión comenzó con cinco eternos minutos de retraso. Esto es España, tampoco unos minutos de cortesía son el fin del mundo, pero empezar tarde es señal de ineficacia, mala cosa. Me recogí mejor el pelo en un moño alto recogido con un pincho de nácar y me preparé mentalmente para la última reunión. Ahora que sabía con quién iba a verme estaba más tranquila. Lo había dejado un tanto aturdido y eso me daba cierto margen para presentar los términos con más fuerza. El que mueve primero, gana. Siempre era así. Aunque esta vez tendría el aliciente de quedar más tarde con él, y me resultaba un trofeo apetecible para redondear el fin de semana.

Yo ya estaba sentada junto a mis colegas cuando llegaron ellos. Había una chica rubia, joven, posiblemente secretaria adquiriendo experiencia. Su rostro tenso me recordó a mis comienzos, cuando cada reunión era un reto. Y él, con un semblante menos relajado que hacía escasos minutos. Se había hecho examen de conciencia y no venía a jugar. Nosotros éramos superiores en número, lo cual siempre impone un tanto, pero mis dos compañeros eran en realidad apoyo logístico: director del proyecto y el contable. Ambos experimentados en sacar datos de debajo de las piedras en un abrir y cerrar de ojos.

Plantee los términos iniciales con claridad y profesionalidad, pero no pareció muy impresionado. Es más, detecté una leve sonrisa interna mientras hablaba...

Ese capullo estaba escaneándome el escote! Me había olvidado de abotonarme la blusa, y el muy canalla estaba atendiendo a mi canalillo más que a mis demandas. Me cabreé tanto que decidí aprovechar la situación mi favor finalizando en voz medio decibelio más bajo y en el mismo tono profesional: "Y ahora, si la visión de mi escote no le perturbase en mayor medida, me gustaría escuchar lo que están dispuestos a ofrecer".

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(El)

Entré al edificio detrás de ella recreándome la vista, pero sabía que el tiempo de juego había terminado o estaría perdido en la reunión. Sabía cómo, al menos, intentar conseguir algo positivo.

Busqué a mi compañera. Ella era rubia, con ojos verdes y un gran cuerpo. Alguien con quien te perderías también en los jugos de la pasión y el desenfreno, pero desgraciadamente para mí, era lesbiana.

La encontré preocupada pues era hora de entrar y no nos habíamos reunido previo a la reunión. En 5 minutos le conté el plan por encima y solo le pedí que a mi señal propusiera que únicamente los técnicos nos quedáramos solos en la sala.

Entramos y allí estaba ella. Se le veía más tranquila y segura que antes...

Maldita sea!!! Se ha dejado la camisa abierta!!!

Comenzó exigiendo más que negociando. Yo escuchaba con mucho detalle aunque mi mirada no iba a sus ojos ni a los números que exponían sus lacayos, sino a su escote. Sin embargo no era el único. De reojo, vi como sus dos lacayos se perdían en su piel cuando se olvidaban de su pantalla. Uno desde cada lado. Eso me indicaba que no estaban acostumbrados y por tanto ella había bajado la guardia.

Qué decir de mi empleada... Alguien de quien había oído hablar en tantas ocasiones, no podía estar tan buena y desearla con tanta fuerza.

"Y ahora, si la visión de mi escote no le perturbase en mayor medida, me gustaría escuchar lo que están dispuestos a ofrecer", dijo ella.

Una sonrisa me salió pero sin darle importancia comencé diciendo "sus resultados y números parecen demoledores pero conllevan errores". Seguí avanzando en mi defensa hasta que me tocó cerrar mi turno atacando y a la vez haciendo la señal a mi compañera, diciendo "por cierto la visión de su escote es una delicia para cualquiera de la sala, incluyendo sus dos compañeros los cuales han prestado mucha más atención a usted que a nuestras exigencias".

Ambos quedaros ruborizados sin poder articular palabra, momento perfecto en la que mi compañera propuso que debido a la situación fuéramos los técnicos los únicos que mantuvieran la negociación. Se levantó abrió la puerta y sin mediar palabra los tres salieron de la sala.

Nuestras miradas se mantenían el uno al otro. Ningún movimiento de los demás nos hacía apartar la vista.

Al cerrar la puerta, cogí la carpeta mirándote. Me levanté y bordeando la mesa me acerque a ti y pegando mi cara a tu mejilla derecha dejé los papeles diciéndote suavemente e intentando provocarte: "de ti depende que está reunión sea la más corta de todo el fin de semana" (mientras mi mano izquierda recorría tu brazo izquierdo) "Cambia 4 de los 10 puntos, bajo un 10% final, y disfrutemos de la cena que deseamos ambos"....

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(Ella)

Durante unas milésimas de segundo tuve la sensación de ser acorralada pero yo no soy una presa tan fácil y no me deje amilanar por su rápido y sutil acercamiento. Por supuesto, yo también sé ser directa. Aproveche su cercanía a mi mejilla para sopesar la mano en su paquete y responder en el tono de voz más femenino posible: "te referirás a 2 de los 10 puntos y a ese 10% tendrás que sumarle un 2% extra. Lo de la cena es otra negociación que ya cerré antes".

Él no se movió ni un ápice, creo que incluso retuvo la respiración mientras hacía sus cálculos. Pero su bien nutrido paquete estaba haciendo lo imposible por salir de allí y apoyarse sobre la mesa, dejando bien a las claras cuál era su posición. Tras bajar la mano, esperé paciente a que los acontecimientos sucedieran por sí solos.

Detecté un leve gruñido de contrariedad y otro de satisfacción. Sabía que le había ajustado mucho contra las cuerdas, pero también anticipaba su satisfacción por salir airoso de una negociación no del todo mala, donde otros la habían cagado estrepitosamente. Sin contar con el postre.

Cuando se giró sobre sus talones para mirarme de frente, tras haber caminado un par de pasos, supe que lo tenía en mi mano. Apoyó las palmas en la mesa frente a mí y casi exigió: lo haremos así entonces, pero nos facilitareis el acceso inmediato a la base de clientes. Y la cena la decido yo."

Bajé la mirada en señal de sumisa aceptación. No era el momento de mostrar orgullo, y le dejé creer que tomaba el control. Era mejor para su ego y para mis objetivos. Además, ya era hora de terminar el trabajo y empezar con el placer.

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(El)

"Perfecto. Trato cerrado y ahora toca disfrutar" pensé para mí mismo. Miré los papeles. Pero no podía intentar exprimir un poco más la situación... Cerré la carpeta y la mire fijamente...

"Hay un último punto a tratar" dije en voz alta. Su cara se torció ya que pensaba que ya habíamos terminado la negociación. Aunque al ver su expresión, sonreí ligeramente y dije: "Quiero que para esta noche vistas falta corta. El color lo eliges tú".

Me la estaba jugando, pero por qué no arriesgarse. Con ansia para finalizar e irnos, no la deje hablar, ya que posiblemente me replicaría pues sabía que le tocaba su orgullo en exceso "¿Te recojo en tu hotel a las 22?"

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(Ella)

"Eso son dos puntos! De acuerdo con el atuendo, pero no te vengas arriba, era a las 21 en el Hotel Galicia. Confío por tu bien que no te retrases, no habría segunda oportunidad" Dije levantándome y tendiéndole la mano para cerrar el trato. Él no se hizo esperar y me dio un apretón confiado y firme. Recogimos nuestros documentos y salimos ante la atónita mirada de nuestros respectivos equipos.

Aquella noche los preparativos para salir fueron mucho más estimulantes que de costumbre. Ya me había deshecho de los aburridos colegas de trabajo, y estaba segura de no ser molestada, con el móvil en modo avión y el busca desconectado. Ya estaba bien de obligaciones.

Me di una larga ducha relajante con aroma a vainilla. Sequé cuidadosamente mi pelo, ahora ya suelto de sus ataduras. Dejé que se ondulara de forma natural. Ya tenía preparado el vestido sobre la cama: nada de exceso de provocación ni de faldas ejecutivas, tenía el atrezzo perfecto: un vestido rojo de punto muy fino, que se pega al cuerpo como un guante, a la vez que caía delicadamente sobre los muslos, justo dos centímetros por encima de las rodillas. Unos taconazos a juego, un perfilado de ojos y por supuesto rojo fuego en los labios.

A menos cinco estaba en el hall, vigilando los movimientos de la calle.

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(El)

De camino al hotel reserve en una mesa privada en el restaurante "Memé". Conocía el lugar. El privado es un lugar íntimo y algo romanticón. Creo que ideal para la ocasión.

Lo primero al llegar al hotel, fue ir a alquilar un coche a la oficina que existía en el hotel. Me ofrecieron lo único que quedaba. Un Renault Megane de color azul. Me gustó aunque hubiera preferido otro tipo. Era estéticamente bonito y amplio tanto en la parte delantera como trasera. Quizás sea de utilidad...

Tras haber cerrado los temas de cena y transporte me duché y vestí con los más cómodo que pude evitando trajes, pero adecuado para una cita de tal nivel. Me puse unos vaqueros de vestir, con una camisa nueva azul marino y una americana a juego. Me perfumé y salí impaciente a lo que el destino me deparaba.

Quedaban 10 minutos para las nueve y ya estaba parado a 20 metros de la puerta de la entrada. Sólo tardo 5 minutos que se me hicieron eternos, pero cuando la vi.... todo se compensó.

¿Cómo un traje podía ocultar ese cuerpazo?

La vi con un vestido rojo, ajustado que marcaba cada centímetro cuidado de su cuerpo. Su presencia era hipnótica. Todo aquel que pasaba a su lado quedaba mirándola. Ninguno sabía que era la mujer más directa, difícil y dura que podían conocer.

Vi como miraba impaciente esperando una llegada, ¿tendría las mismas ganas que yo?.

Me acerqué con el coche, deteniéndome a su lado. Bajé y la miré. Mi mirada recorrió su cuerpo mientras me acercaba a ella para abrirle la puerta.

"Estas increíble, y has cumplido el acuerdo" dije mientras le abría la puerta.

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(Ella)

“Por supuesto, yo siempre cumplo un trato. ¿A dónde me vas a llevar?”

El Megane azul discurrió sin contratiempos por una ciudad abarrotada de gente. Amy Winehouse nos acompañaba cantando lánguidamente. El conducía sin prisas aparentemente tranquilo y yo traté de darle un poco de conversación intrascendente, al fin y al cabo ahora ya no estábamos en reunión de negocios. ¿Es la primera vez que vienes por aquí? ¿Sueles quedarte o regresas a casa cuando terminas el trabajo?

Realmente lo que quería era información extra sobre su tipo de vida, si había una familia esperándole o si era un amante del trabajo incorregible. Y sobre todo, cómo se movía fuera de los despachos.

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(El)

Al entrar en coche no pude controlar mi mirada hacia sus piernas. Su vestido se había recogido a media pierna. Su piel parecía suave, cálida y deliciosa. Iba conduciendo por la capital sin poder dejar de imaginarme su cuerpo tras el vestido. La deseaba.

"¿Es la primera vez que vienes por aquí? ¿Sueles quedarte o regresas a casa cuando terminas el trabajo?". Su voz me recompuso de mi imaginación.

De modo irónico, muy dado en mí cuando alguien me impone (su aroma y presencia era sensual y me imponía y ponía mucho) dije: "La primera vez, lo que se dice la primera vez no es. Como sabes nuestra base no es de aquí aunque tengamos sucursal, pero yo he vivido en la capital toda mi infancia y juventud hasta los 22 años. A esa edad me fui a Inglaterra. Cuando vengo a la capital suelo quedarme al menos un día más para aprovechar y ver a amigos o familiares. Para este viaje tengo la vuelta abierta. Dependía de ti. De si conseguíamos un acuerdo rápido o no".

Perdí la visión de la carretera para mirarla y sonreírla. La mano de la palanca de cambio se deslizó y con un dedo llegue a tocar la piel de su pierna ligeramente y suavemente, diciendo "Así que podemos alargarlo todo lo que quieras"; volví a sonreír "¿Y tú?"

Quedaba poco, menos de 5 minutos, para llegar al restaurante.

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(Ella)

Yo estoy continuamente viajando. Es interesante al principio, y tedioso después. ¿Quién no necesita un lugar donde asentarse?

Dejé la pregunta en el aire. No me apetecía hablar de trabajo ni dar demasiada información personal. Me dediqué a observarlo con disimulo. Sus movimientos eran precisos y seguros, pero su mentón estaba apretado. Creo que mis hormonas revoloteaban a su alrededor elevando su tensión. Noté un levísimo roce en un cambio de marcha, y me dediqué a ser mala. Me recosté bien hacia atrás en el asiento, dejando que el vestido escalase un poco más de lo que la postura sentada había descubierto. Elevé una de las dos rodillas y la froté contra mi otro muslo. Su mandíbula hizo el gesto de tragar. Siiiiiiiii, me jugaría un brazo a que estaba empalmandose. Aquel jueguecito me divertía mucho. Él no podía más que conducir, y yo no tenía nada más que hacer que provocarle.

¿Así que su estancia dependía de nuestra última reunión? Eso me daba infinidad de respuestas posibles, pero decidí ser práctica: "Un regreso abierto es una oportunidad a la sorpresa, dont you think?".

El lanzó una carcajada liberando el ambiente cargado, y se relajó un poco. "Ya hemos llegado", fue su única respuesta.

Aparcamos sin problema en la zona reservada para el restaurante, y salí del coche sin esperar a que me abriera la puerta.

Noté una furtiva mirada de deseo, y una leve mueca de disgusto en la cara. Ay! Los tiempos de las princesitas desvalidas han terminado. Lo que en realidad me interesan son los caminos que los hombres han de innovar para rescatar la función del cortejo y caza sin utilizar las viejas fórmulas de gentileza machista. Y este estaba innovando a marchas forzadas. Debatiéndose entre la cortesía y la caballerosidad, abrió la puerta del restaurante y me dejó pasar primero.

El ambiente era cálido y distinguido. Elegantes sillas tapizadas de rojo, mesas redondas con un generoso espacio entre ellas, lámparas de pared iluminando tenuemente cada estancia... Bastante clásico e incluso un puntito romántico, pero adecuado para la ocasión. Me dio buena impresión la diligente atención del servicio, y el estado del mobiliario. Un camarero despistado o un mantel sucio rara vez acompañan un menú excelente. Y yo soy de buen diente.

Nos llevaron a una mesa algo apartada, aunque no era propiamente un reservado. Mi anfitrión había hecho sus deberes. Eso me complació, y empecé a verle con más interés. Cómo se quitaba la chaqueta, la curvatura de sus hombros bajo la camisa, su mirada escaneándome una vez más....

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(El)

"Estamos llegando" fue lo único que pude decir después de lo que considere una directa a lo que podía pasar esa noche, y por qué no las siguientes. Afortunadamente, esa situación me hizo olvidar temporalmente mi excitación. Estaba empalmado deseando estar entre esas piernas. Cada vez que miraba de reojo su falda era más corta. Quería meterme y disfrutar debajo de su falda, y mi pene se lo estaba diciendo, menos mal que con los vaqueros lo disimuló.

Llegamos. Su forma de actuar y su fragancia me atraían más de lo que deseaba. Salí corriendo del coche solo como objetivo de estar cerca de ella, de rozarla y provocar un acercamiento. De ver sus piernas abiertas y disfrutar de una vista de su escote lo más cercano posible....

Pero qué coño hace!!! Ha salido escopetada del coche!!!

Supongo que mi cara me delató y mi pequeña desilusión se notó.

Al entrar al restaurante, y mientras nos acercaban a nuestra mesa, vi en su rostro una pequeña mueca de afirmación. Parece que la elección ha sido buena.

La mesa era adecuada. Apartada de la vista de curiosos, y lo suficientemente tranquila para poder hablar, rozarnos y jugar si se diera el caso, sin ser molestados o importunado por miradas.

Me quité la chaqueta, sin apartarle la mirada. Mínimas corrientes de aire provocaban que su fragancia inundara mis sentidos no pudiendo controlar mirarla y detenerme en cada parte de su cuerpo. Sus labios finos y sensuales, su cuello libre para ser explorado, sus pechos, no muy grandes, pero bien firmes y.... Un momento... Lleva sujetador o no?? No sabía distinguirlo. Ese vestido debería de marcarlo... ¿llevara algo de ropa interior?. Solo la idea de que no llevará nada me volvió a excitar. Para mí se me detuvo el tiempo, aunque ni llegó a segundos.

Mi mirada se vio interrumpida por el ofrecimiento de bebidas del camarero. "Esta es tu negociación" sonriendo y dejándole a ella la elección.

"Me apetece vino blanco. Tráiganos por favor una botella. El que usted nos recomiende pero que esté dulzón" directa, clara y sin pensarlo. Sin ella quererlo, su tono delato su lado de hierro, ese por el que es famosa y todos temen en las negociaciones. Ese que me atrae y provoca... ¿Será igual en la cama?

Antes de que el camarero nos dejara, me adelanté a pedir el picoteo. Antes tenía que saber sus gustos y por donde iría la cena de hoy. Sin esperar le pregunte "¿Te gusta el jamón ibérico?". "A quién no" contestó. "Perdone, adelante por favor un plato de jamón ibérico al corte". El camarero afirmó con la cabeza y volví a dirigirme a ella.

Tenía que lanzar una pequeña pulla y ver cómo reaccionaba "Seguro que no sabe tan bien como tu piel... pero puede ser un buen comienzo para la cena"

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(Ella)

Antes de comenzar siquiera con la cena, ya lo tenía revoloteando mentalmente entre mi escote y mi entrepierna. Quise dejar los términos claros para no dar lugar a situaciones incómodas: "mi piel tiene un precio, no creas que ya está vendida solo porque hayamos acabado la negociación oficial. Puedes pasar a ver la mansión, pedir presupuesto, sugerir cambios en la decoración, pero para alquilarla tienes que pagar la fianza: nada de groserías ni obscenidades. Ni en el amor ni en la guerra deberían de perderse las formas. Me aburren soberanamente los gañanes y los embaucadores. Aquí sobra la labia comercial, son más útiles las aptitudes de cazador profesional. No sé si me explico..."

Se quedó estupefacto con el discurso de condiciones, pero estaba preparado para lo que fuese con tal de obtener sus resultados, como buen negociador. No dijo absolutamente nada, sino que sonrió complacido y se recostó en el respaldo. Ya tenía las cartas sobre la mesa, y gracias a ello podríamos disfrutar de una cena sin pretensiones amorosas. Pero una cosa es el amor y otra el erotismo...

Ahora que él y sabía lo que no debía hacer, y yo ya sospechaba lo que él quería obtener, todo sería más divertido y excitante. Era la situación perfecta para mí. Y al igual que en el coche, aprovechándome de su incapacidad para actuar abiertamente por estar en público, me dediqué a ser traviesa. Ya sabía que estaba jugando con fuego, pero en el riesgo estaba la gracia.

Contraviniendo la etiqueta de comportamiento en la mesa, enrolle una loncha de jamón entre dos dedos juguetones y la chupe un poco antes de meterme la entera en la boca, dejando que mis labios resbalasen por los dedos que salían, mientras observaba atentamente su rostro. Estoy segura de que no se dio cuenta de que se le había caído la mandíbula. Estaba en mi tela de araña, y yo estaba tejiendo a su alrededor cada vez más fino. Se removió algo inquieto, no sé si para colocarse el paquete o para concentrarse más en las posibilidades sin caer en los límites que le había expuesto. Trago saliva. Llegó el camarero.

Pedí la cena pensando en sus posibilidades erótico festivas. Y como había pequeños entrantes y sushi, solicité un variado para empezar. Mira qué completo el restaurante, pensé. El vino estaba empezando a hacer efecto, y la sensación de poder sexual se unía a la euforia del alcohol.

Los canapés, tal y como yo había supuesto, eran de tamaño inversamente proporcional a su precio, así que disfruté cada uno de ellos por su valor exacto y procurando siempre buscar su mirada y su boca. Sus labios eran aún más expresivos que su mirada. Se entreabrían cada vez que un rollito de sushi entraba en mi boca, se estiraban a cada sorbo de vino, se contraían en un fruncido minúsculo cuando un pensamiento turbador pasaba por su mente, y se los mordía cuando me escuchaba hablar. Había feeling entre ambos. Me sentía muy cómoda y relajada, con su atención de cazador fijada en mí. Y yo seguí tejiendo a lo largo de la cena un red de hormonas femeninas que lo atrapaban sin remedio.

Para cuando llegamos a los postres la temperatura era insostenible. Me dejó escoger a mí, y siguiendo el mismo criterio pedí mousse de chocolate con frambuesas. Un par de flamantes copas de cristal tallado aparecieron frente a nosotros. Me miró sorprendido entre las ondulaciones de nata que cubrían la mousse y las frambuesas: "¿Y aún te cabe eso después de la cena!? Donde piensas meterlo?".

Una sonora carcajada estalló de mi interior. Me lo había puesto a huevo. Le miré lascivamente y sisee: "Nunca subestimes el poder de una depredadora, tengo sitio para esto y para lo que haga falta".

Esta vez recordó subir la mandíbula, se sonrojó hasta la punta de las orejas y si no hubiera mediado una mesa y dos copas se hubiera abalanzado sobre mí. Pero me sentía segura y procedí a tomar el barquillo y remover un poco la nata. Él no desaprovechó la circunstancia y tomó una frambuesa con la cucharilla y la bordeó con la punta de la lengua...

...

(El)

Mi excitación podía rebosar por todos los poros de mi cuerpo aunque solo, creía yo, era visible en una parte. Mi pene estaba completamente duro, pero mi mente era más poderosa esta vez y deseaba seguir con los juegos.

La palabra "depredadora" retumbó en mi mente de una forma tan lasciva que me costó terriblemente no levantarme y comerme su boca entera. Inicie el movimiento pero me contuve.

Ella cogió el barquillo y removía suavemente la nata mientras su mirada me penetraba.

Era mi turno y cogí una frambuesa, a la que sutilmente bordee con la punta de la lengua.

En ese momento, entro el camarero, deteniendo el momento temporalmente. Dirigiéndose a nosotros, nos informo que durante los próximos 10 minutos no podrían atendernos debido a una incidencia en el personal. Disculpándose por el suceso nos preguntó si podríamos esperar a los cafés a lo cual, al unísono y mirándonos el uno al otro contestamos que sí, que no habría problema en quedarnos desatendidos por ese tiempo.

¿Podía ir todo más rodado?

Antes de salir el camarero por la puerta, nuestras miradas se volvieron a encontrar. "¿Por dónde íbamos?", dije.

Me acerque lentamente, agarrando la mesa por cada lado, y al mismo tiempo, bordeado con mis pies la patas de su silla, con el objetivo de atraerla mientras de mi boca, provocaba su reacción y a la vez evaluaba cuánto el alcohol había actuado entre nosotros.

"A sí... Ya me acuerdo... ¿qué tal la nata?¿Puedo probarla?"

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(Ella)

"Siempre que me dejes probar antes las frambuesas..." Inmediatamente me sentí transportada hacia adelante. Estaba jugando con las patas de mi silla!!!!

De la sorpresa abrí los ojos como platos mientras sollozaba de la risa. Pero él no sonreía en absoluto, era su momento y estaba decidido a emplearlo a fondo. Había dejado la frambuesa en el borde de la cucharilla, y yo alzaba el barquillo con nata como estandarte defensivo. Se lo coloqué a un par de centímetros de aquellos sensuales labios. En un ágil movimiento impregnado de instinto sexual, lanzó un bocado hacia adelante para alcanzar la presa. Mitad divertida mitad excitada, sonreí con la boca ladeada y arqueando una ceja me acerque lentamente a la frambuesa. Decidí cambiar de táctica y la tomé con la pinza de mis dedos. Presione un poco para evaluar la textura del fruto, rojo y prieto como mis pezones en ese mismo momento. Luego lo coloqué entre mis dientes y fui cerrando la boca hasta que reventó el jugo y empezó a gotear. A eso le llamo yo premeditación y alevosía. Tan concentrada estaba en no hacer una escena gore con el zumo de frambuesa, que baje la guardia. El tiempo suficiente para que el cazador dejara un poco de nata en mi escote. Mi cara de indignada ofensa fue inmediatamente sustituida por una de lujuria. Metí el dedo corazón en el escote y me recline hacia el respaldo para protegerme de nuevos ataques.

Menudo par de adolescentes...

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(El)

El jugo se escurría por sus labios y la nata estaba en su escote. Momento en el que se apartó, al principio ofendida, pero rápido cambio su cara, deseando algo más.

Metió su dedo en el escote recogiendo la nata con su dedo para posteriormente lentamente introducirlo en su boca, mientras notaba como abría las piernas.

"Está tan caliente como yo. Sentado no hago nada... hay que jugársela" pensé...

"Cierra los ojos" le ordené. Su mirada era de intriga, nervios y deseo a la vez.

No pudo decir que no. Quizá fruto del alcohol y la lujuria.

Acto seguido me levanté sigilosamente para evitar que pudiera preveer lo que haría. Lentamente me acerqué a ella para colocarme detrás. Desde esa posición pude observar como efectivamente sus piernas no estaban juntas y buscaban algo de aire para aliviar su calentura.

Mi dedo índice comenzó a recorrer su brazo lentamente desde el codo, apoyado sobre el brazo de la silla, hasta su hombro. Mi cuerpo se acercó a ella y pude notar cómo un leve escalofrío acompañado de un pequeño suspiro de sorpresa salía de sus labios.

Liberé mi mano y cogí una gota de nata que coloqué en su cuello. Inmediatamente después la susurre al oído "Antes de pagar la fianza de la mansión siempre hay que tratar con el vendedor y ver si es de confianza" y sin esperar a replicar, pudiendo salirme mal la jugada, comencé a saborear la nata y su cuello suavemente con mi lengua....

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(Ella)

Si fueran otras circunstancias, su atrevimiento le hubiera salido muy caro. Pero en ese justo instante me dejé hacer. Su lengua saboreaba con deleite y algo de tensión mi cuello descubierto por sorpresa. Había sido una gran jugada, aunque un poco arriesgada de más. Poco nos importaba en ese momento... salvo por el amable ofrecimiento del diligente camarero que carraspeó levemente tras nosotros, indicando que ya estaba en disposición de atendernos debidamente.

Me quedé como una estatua, mientras él se erguía con toda la diplomacia que había reunido. Susurró un "no gracias, todo está bien así", y yo tuve un instante de lucidez entre el bochorno y la risa: "Tráiganos una copa de Oporto, mínimo de 5 años". No estaba dispuesta a perder la magia por una minucia. Y así conseguí deshacerme del eficaz metomentodo.

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(El)

Fue una gran salida de mi compañera... Con un asentimiento nuestro inoportuno camarero dejo la sala para ir a por las dos copas que pedimos.

Al erguirme deje mis dos manos apoyadas en sus hombros, dejando sutilmente mis dedos gordos sintiéndolo todavía su piel.

No podía haber sido más inoportuna la presencia... No podía quedar así, y ya que todavía tenía nata en el cuello, menos mal que era en el lado opuesto a la entrada, volví a agacharme y con una voz suave y entre risa dije... "Creo que es mejor que termine el postre... Todavía queda algo de nata que saborear" y sin más, abrí la boca levemente cogiendo parte de su piel y absorbí, lo suficiente para dejar su cuello limpio de nata. Cerré la boca lentamente sintiendo toda su piel y degustando el olor de su perfume, provocándole un nuevo suspiro.

Me gire y regrese a mi asiento, momento justo en que entró de nuevo el camarero con nuestras dos copas mientras me termina de acercar a la mesa colocándome el paquete y cubriéndolo como pudiera para disimular mi plena erección

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(Ella)

La cosa se estaba poniendo interesante. El camarero ultra eficaz trajo las copas tan rápido que apenas tuve tiempo de registrarme en la deliciosa sensación de ser lamida y husmeada por una presa que se cree que está en el otro bando. El muy atrevido camarero osó ofrecer de nuevo sus servicios, lo cual fue respondido con un gélido silencio y una mirada de las que utilizo para despedir incompetentes, salvo que en este caso era por exceso. Fue suficiente y Míster Diligente comprendió.

Así pues nos quedamos solos de nuevo, con los restos del postre y el Oporto. Y él estaba tan excitado que podía sentir su tensión desde mi silla. Así que continué el jueguito para que no se enfriara. Dejé descalzarse un pie para trepar por su pierna mientras le decía que probase la mezcla de frambuesa al Oporto. Para cuando llegué a su entrepierna, un paquete tan prieto como caliente recibió a mis dedos con alegría y no poca sorpresa. Creí detectar un punto de alivio en su rostro, aunque aún desconozco la causa. La cuestión era cómo tomar el vino, mantener la temperatura y no morir en el intento. El gesto de su cara era un poema, y sus labios delataban su fiebre interna sin lugar a dudas. Afortunadamente no estropeó el momento con palabras; chico listo.

Pero la copa no daba para muchos rodeos, y en cuanto di cuenta de mi postre me levanté súbitamente. "Tengo que ir al baño a retocarme." Y me fui sin prisa y sin mirar atrás. De hecho estaba satisfechísima del doble juego de palabras.

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(El)

Mi impertinencia podría haberme salido mal, pero no fue así. Resultó todo un éxito a mis intereses. Me di cuenta cuando me senté.

Mientras saboreaba una frambuesa y tomaba un trago de Oporto note como su pie, llegaba a mi entrepierna. Fue un alivio confirmar que todo iba rodado, pues todavía me quedaban dudas de su predisposiciones finales. Sin saber muy bien por qué, este gesto terminó de relajarme mentalmente pero no sexualmente. Estaba demasiado caliente... daría lo que fuera por sentir su sexo húmedo....

Seguí disfrutando de los movimientos suaves que ejercía su pequeño pie sobre mi pantalón. No dije ni mú, contuve mi excitación como pude. No sé ni cómo aguanté.

Sin esperármelo se levantó "Tengo que ir al baño a retocarme"... ¿así? ¿me dejas así? ¿de verdad? Pensé. Mi vista se perdía en sus curvas al andar. En sus piernas descubiertas, en su trasero espectacular, en su piel desnuda de la espalda y hombros.... Quería sentirte como fuera...

Tardaba más de la cuenta... No había caído pero por lo poco que la conocía, las palabras que decía, siempre tenían un sentido. En mi cabeza empezó a resonar la palabra "retocar"... ¿se estaría tocando por mí en el baño? El baño estaba dentro de nuestra sala y sabía que nadie había ido, ¿tengo el valor de entrar a por ella? ¿es sobrepasar los límites? "RETOCAR" Mi mente la imagino tocándose de pie, con su vestido recogido por delante, humedeciéndose todavía más todo su coño...

No pude más y me levanté hacia el baño....

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(Ella)

Bastante cerca de nuestra mesa había un baño casi semiprivado. Entré y me mire en el espejo frontal; lo cierto es que estaba bastante espectacular y todavía podía mantener la compostura a pesar de la temperatura que había alcanzado la cena. Este encuentro había resultado ser de lo más estimulante pero ya era hora de pasar a la acción.

Entré en uno de los espaciosos lavabos y apoyé la espalda contra la fría pared de azulejo. Estaba tan caliente que necesitaba aliviarme un poco, y dejé caer uno de los tirantes del vestido. Verlo así, abandonado sobre mi hombro desnudo me inspiró, y subí un poco el vestido hasta la ingle con una mano, mientras me tocaba un pecho con la otra. Apoyé un pie sobre el wc y arrimé la puerta para que no me estorbara. Podía sentir mi chochito palpitar cada vez que recordaba sus pupilas dilatadas en mi escote y su lengua bordear la frambuesa. Lo bueno de no llevar pantis es que podía acceder libremente mi entrepierna y presionar el canto de la mano en mi ardiente coñito...

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(El)

Cambié de idea... Tenía que ser rápido si quería que el inoportuno camarero no la volviese a cagar. Me acerque a su lado y me ofrecí a pagar la cuenta añadiendo dos copas más que solicité nos dejara sobre la mesa.

Acto seguido y mirando que no me viese me acerqué al baño. La puerta de caballeros a la izquierda era visible desde el gueridon del camarero, disimulé que había entrando encendiendo la luz, pero girándome hacia mi destino. Sabía que no había nadie más que ella, entré lentamente y observé que únicamente había un habitáculo ocupado, entornado pero no cerrado.

Fui habiendo lentamente la puerta, abriendo lo mínimo posible para evitar que se sobresaltara... Cuando la vi... Entre y cerré lentamente tras de mí. Supongo que me había escuchado pero no detenía sus movimientos. Su cabeza está inclinada levemente hacia atrás con los ojos cerrados y mordiéndose su labio inferior. Su vestido rojo que moldeaba su figura había caído delicadamente de un lado dejando su pecho y su pezón, duro y erecto, al descubierto. Era pinzado delicadamente con dos dedos de una de sus manos, mientras la otra se empapaba con los jugos de su ardiente coñito. Quería comérmelo ahí y ahora. Me arrodillé y abrazando sus piernas por detrás dije "¿Me permites ayudarte en este asunto?"

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(Ella)

Sólo tuve que dejarme hacer. Afortunadamente para mí él apareció en el momento preciso en que yo empezaba a notar mis dedos demasiado lubricados como para ejercer la presión necesaria. Y lo mejor fue que fruto de su estado de excitación, no empezó suavemente a lamerme, sino que presionó desde abajo con su nariz en mi clítoris y su lengua circulando impetuosa entre mis labios. Le facilité el acceso elevándome el vestido y él se encargó de apartar la mínima tanga de hilo que me había puesto. Total, estaba ya inservible...

Mis gemidos inundaban el baño mientras él se afanaba en recoger mis fluidos. Hubo un instante en el que separé mis brazos y me apoyé en las paredes de la parte más estrecha del baño, pudiéndome incluso elevar un poco. Ohhhhh! Hubiera podido escalar por las paredes en aquel momento con tal de que su presión incidiera exactamente en el centro de mi placer...pero no fue necesario porque él se levantó y mientras metía tres dedos arqueados de urgencia en mi chochito chorreante, bajó lo que quedaba de tirante y empezó a succionarme un pezón con avidez. El ritmo que imprimió con ambos gestos me llevó a un límite de tensión en el que me abandoné y dejé que una oleada de placer me arrollase por completo.

Él bajó un poco el ritmo, pero seguía tan pegado a mí que podía sentir sus gemidos en mi pecho.

Cerré la puerta por completo con una mano y bajé el pie del váter. Instintivamente él se dejó empujar por mí sobre la tapa cerrada y yo me senté a horcajadas sobre su turgente paquete, ya liberado del pantalón pero no de su cárcel privada interior. Acerqué mi boca a su oreja y susurré: "quid pro quo, Clarisse" y a sabiendas de que se lo dejaría empapado empecé a rozarme sobre él ondulando mi cadera.

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(El)

Nunca había estado con una mujer que desprendiera tanto flujo. Esto me excitaba todavía más.

La situación es tan morbosa, excitante, ardiente y desenfrenada que no sabía cuánto iba a aguantar.

El sabor de sus flujos inundaba mi boca y me encantaba.

Sentado en la taza solo podía disfrutar del calor que me ardía por todo el cuerpo.

Cuando se sentó sobre mi pene, comenzó un vaivén de delante a atrás, sin llegar a penetrar, me empapo toda la entrepierna cosa que provocó todavía más.

Su vestido se levantó por completo dejando libre sus nalgas para ser agarradas, y acompañar el movimiento.

Su cuerpo se curvó de placer, dejándome de nuevo sus pechos y su pezón a mi disposición, momento que aproveche para volver a comerlo con ansia.

Mi mano bordeo su cadera, subió recorriendo su espalda hasta alcanzar su hombro.

Sin poder aguantar más, hice un movimiento apartado la cadera dejando que mi polla se ensalzara para penetrarla y clavarla lo más profundo que alcanzase. La gran humedad y mi empujón hacia abajo desde el hombro volvió a provocarla un tremendo escalofrió que me traspasó a mí con su gemido. Sentí en ese momento que sus piernas ejercían fuerza para sentirla más adentro. Sin un gran movimiento, sentí como su coño me engullía la polla con movimientos pélvicos.

Quería follarla. Clavársela. Quería correrme dentro de ella.

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(Ella)

Por fin lo había hecho. Tras todo el jugueteo previo, las indirectas con escote y las directas con frambuesa, con la tensión de la negociación y la risa del camarero diligente... allí estaba él y todo su deseo acumulado en mi cadera. Sus manos se aferraban a ella para dirigirla, su polla enhiesta clamando por fin su merecido premio...

En ese preciso momento él era el que tomaba el control absoluto de la situación. Era la presa recién cazada y sabía lo que tenía que hacer. Un rápido y único gesto fue suficiente para penetrarme con urgencia, y toda mi musculatura pélvica empezó a trabajar coordinadamente para darle aquello que merecía. Mientras me aseguraba que mis pezones quedasen bien a su alcance, me dediqué a ir cerrando mi vagina de abajo a arriba, con un movimiento ondulante de succión. Lo notaba tan turgente ahí dentro, que no sabía cuánto podría soportar sin explotar. Esa tensión sostenida por nuestros gemidos sonidos de chapoteo en un baño semiprivado era altamente inflamable.

Él empezó a empujar su cadera hacia arriba al tiempo que hacía rebotar mis nalgas hacia abajo. También mis pechos disfrutaban del rebote, aunque en alguna ocasión se encargó su ávida boca de amortiguar el impacto... Cuando él estaba a punto de correrse, dejé el rebote para hacer pequeños círculos con la cadera sobre él, gozando con cada uno de sus gruñidos animales. Sabía que no duraría mucho, así que lo alargue todo lo que pude, dejando que mi clítoris inflamado se rozase contra su vello púbico. Cuando abrió los ojos de par en par y cerró las palmas abiertas sobre mi trasero, supe que era el momento, y arqueándome hacia atrás empujé rítmicamente hacia su interior, cerrando mi coño todo lo posible. El calor nos invadía por completo, y el anticipó el orgasmo con unas exclamaciones guturales mientras arqueaba el cuello hacia mis pechos. No sé cómo no apareció nadie en todo aquel tiempo, pero exhalamos casi al unísono una ovación gloriosa que llenó la estancia. Cuando sentí su leche caliente humedecer todo mi interior, dejé que la sensación me inundase y recibí mi segundo orgasmo con deleite, disfrutándolo más aún que el anterior.

(9,50)