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El M y su P, encuentro inspirador. Ella desea ser penetrada por el señor maduro

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Donde termina la realidad e inicia la ficción, o cuando la ficción se diluye lentamente en el pensamiento, los ojos se cierran para poder percibir las sensaciones con total intensidad.

En este momento se me complica establecer límites, solo tengo las sensaciones latiendo dentro de mí, el cuerpo estremecido, vibrando, agitada la respiración y aturdida la audición. Sentimientos y sensaciones, todo junto mezclado y desacomodado como resultado de un terremoto de emociones, más aún un tsunami de agitada turbación, sin poder procesar ni digerir los últimos momentos, ahora estoy tumbada en mi cama, los ojos abiertos en la penumbra, agitada y tratando de recomponer las sensaciones que han motivado mi desasosiego que voy a intentar armar como el desmadre de las piezas del rompecabezas…

Había tenido un día bien agitado en la oficina, complicados y variados problemas de la cotidianeidad, que no por eso mismo dejan de hacernos dificultoso el trabajo, pero… al fin había llegado la hora de marcharse. Hasta ahí nada fuera de lo común, más bien diría que más de lo mismo, la rutina que agobia y atonta los sentidos, el ansiado relax, entornar los ojos y dejarme llevar por el fetiche de mi M (maestro), el gurú o guía de mis sentidos más eróticos, subirme a sus relatos y ser parte de ellos. En sus relatos encontré el sentido del erotismo y la excitación, la motivación que despertaba ser arte y parte del deseo de un hombre mayor, sentirlo tan sensualmente activo, viril y pasional me hace derretir, me pierdo en mi propia lujuria, lo imagino como él, dejarme arrastrar al goce transgresor y atrevido, ser tratada como una dama, sentirme su amante y permitirme disfrutar siendo su puta. Sentir como el M enciende mi fuego interior, me hace vibrar, me convierte en una hembra, pura sensualidad, pasión al límite, me acelera el corazón y palpita el sexo, agitar la respiración y la vagina comience a gritarle que me penetre ya mismo.

Nada inusual, son las sensaciones que la invaden cuando piensa en su M, que hace que se moje a pesar de leer sus intenciones en la pantalla del celular, que la hace mojarse sin importarle que sea durante el horario de trabajo, siente esa imperiosa necesidad de sentirse cerca de su M, aunque sea con las cosas que le escribe, necesita sentirse como su verdadera putita.

Desde ahí el recuerdo se torna difuso, perdidas la referencias, como entrando en un cono de sobras temporales, saliéndose de la realidad racional para entrar en una realidad virtual, donde todo se acomoda a la lógica del influjo del mandato de su M. Hasta donde recuerda había perdido el control de la situación para ser la “partenaire” de su M.

Reclinada sobre el sofá, con el M delante de ella, pasa de la sorpresa al encantamiento de su presencia, de agitarse sus sentidos a sentir como las húmedas alas de la mariposa entre sus piernas siguen mojándose por su sola presencia.

- Aquí estoy, soy tu M, que viene a buscar a su Putita.

- Sí, M, mi vagina pide a gritos ser penetrada. Haber leído lo que le harías a tu putita me ha hecho mojar todita, llenarme de excitación, cada palabra de ti era imaginar que soy tu puta, poner mi nombre en todas tus intenciones, desear ser una de esas mujeres que han rozado tu cuerpo de hombre maduro. Mis 27 años te desean, quiero gozar como loca, experimentar todo lo que has hecho, quiero que seas mi M, yo ser tu P. Necesito que me lleves al éxtasis total, gritar, gemir y jadear hasta quedarme sin respiración, que penetres mi vagina, que me hagas desear ser penetrada por mi ano, quiero sentirme tu putita.

- Descubre tus pechos, abre tus piernas muéstrate, ofréndate al M.

- Soy toda tuya, estoy hecha un fuego, quémame en el tuyo!!!

El M tomó el cuerpo de su putita, la tez morena fogosa encendía todas las pasiones, sus ojazos negros lo vuelven loco viendo en ellos el brillo del deseo, los besa en los párpados para robarle los primeros suspiros, luego se deja deslizar por esa nariz pequeña y tierna, hasta perderse en la tersura de los carnosos labios encendidos y pasionalmente humedecidos en el beso frugal y posteriormente inundados cuando el M le comió la boca sin dejar de respirar.

No deja de acariciarle las mejillas, deslizarse sin poder resistir la tentación del fruto prohibido, dos enormes senos que desean ser masajeados, mordidos y chupados golosamente, los pezones oscuros pero sensuales y tentadores, una invitación a la rapiña de los labios ansiosos del M. Lamidos, oprimidos y mordidos, son objeto de la atención y dedicación bucal, en especial modo el izquierdo, llamando su atención cual faro marino, por ese llamativo y seductor lunar, con forma de corazón que lo obsesiona y guía para colmar su gula por engullirse esas deliciosas tetotas.

Las manos de la putita sostienen la cabeza del M, con el pezón izquierdo cautivo en su boca, mordido y lamido sin la menor consideración.

Las manos del hombre se deslizan por su cuerpo, recorriendo el contorno hasta toparse con su intimidad, cubierta por una bombacha de algodón blanco, cubriendo el sexo húmedo y perfumado por el deseo que latía en los labios de la vulva. Desplazado el velo de la prenda accede entre el camino de vellos para tantear entre los labios el camino de humedad hasta trepar hasta el codiciado clítoris, el “sésamo ábrete” de la cueva de los placeres.

Los gordotes y hábiles dedos del M exploran y avanzan en la cueva de su putita, reconociendo y buscando los puntos más erógenos de su deliciosa intimidad, en las yemas de los dedos puede sentir como palpitan el deseo y grita ser penetrada.

Las manos del hombre se introducen bajo sus nalgas, palpa y siente la firmeza de sus carnes, se agarra del borde elástico de la bombacha, ella colabora elevándose para facilitarle la tarea de arrastrar la prenda y sacársela. La falda bien levantada, piernas abiertas ofrecen el camino libre a la ansiedad bucal del M para saciar la sed de un viaje por el desierto de ansiedades. Una mano en las nalgas acerca y contiene el pubis, la perfumada ostra se ofrece ser comida de un bocado.

Dos dedos, índice y mayor, entran sin permiso en la humedad de la conchita, girar y agitarse dentro de la cueva de los placeres, el pulgar se suma para naufragar en el mar salado del deseo. Este se queda sumergido en la humedad, los dos anteriores encuentran y fuerzan la estrechez del ano, girando cual tornillo, taladrando la quietud del agujero prohibido.

Los gemidos y jadeos se multiplican y amplifican, la boca del M se hace dueño y señor de las sensaciones, lamiendo y atrapando el clítoris entre sus fauces. Los dedos y la boca cómplices de los jadeos agitados, la calentura la recorre de pies a cabeza, el clítoris estalla en mil destellos cuando es aprisionado entre los labios y dientes del M, dominante y sometida se debaten en la angustiosa agitación de la brutal calentura, el hombre lame y muerde con fanatismo voraz la vagina, los dedos húmedos se revuelcan, giran y mueven en la oscuridad del maltrecho ano violado por primera vez.

Las piernas de la muchacha se elevan, agitan como aspas de molino, hasta reposar tensas pero vencidas sobre los hombros del M, presionando con los talones sobre éstos hace palanca para elevar la pelvis y ofrecerse al máximo a su delicioso ogro que está comiéndose sus gemidos más profundos.

Cuando volvió en sí, se encontró despatarrada y exhausta sentada en el borde del sofá, agitada, babeándose por su sonrisa vertical, con las manos temblorosas y la mirada perdida.

Nada parecía ser real, las sensaciones de estar y no estar se alternan, las palpitaciones van normalizándose, el zumbido en los oídos se evanece, la visión se hace nítida. Pareciera que todo está como era entonces, solo siente algo de cansancio, leve agitación del ánimo y esa agradable sensación de relax, como cuando… como cuando siente el arrollador paso del placer de ese final feliz que consigue cuando la presencia de su M invade sus carnes.

Pero… esto es el aquí y ahora, no entiende que le ha sucedido, dónde, cómo, por qué, solo este estado de agitación que cede a la sensación de bienestar y relajación que la invade, aparentemente nada ha cambiado, todo parece en su lugar, solo… que no recuerda en qué momento se descubrió los senos y quedó sin la bombacha, que yace en el sofá a un costado de su cuerpo, mudo testigo de sus agitados momentos.

Las sensaciones fueron totalmente reales, entonces… todo quedará en ese limbo mental de no distinguir la imaginación de la realidad. Ahora solo le resta estar pegada al celular para esperar el llamado del M.

Sus manos buscaron en su sexo retener las emociones de este momento de goce, con la fuerza con que se quiere retener el agua entre las manos.

Ahora el M y su Putita, esperan que nos cuentes tus sensaciones y apreciaciones respecto de nuestro encuentro inspirador en [email protected] estamos esperando saber que te pareció nuestra historia con sexo y responder a tus ganas de saber y nuestras ganas de comentarte.

El M, es el señor maduro que dobla y un poco más en edad a su putita.

Lobo Feroz

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