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Un rico orgasmo anal

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Me cambié al condominio que heredé de mi madre y aunque el edificio era de 60 unidades multifamiliares, rara vez me encontraba con gente en sus pasillos, al punto que me tomó un par de meses conocer quiénes eran mis más inmediatos vecinos de los lados. El edificio era de tres niveles y el primer nivel era parte del guardacoches y un área de entretenimiento y bodega donde regularmente también estaba la lavandería, el segundo nivel era una doble sala, la cocina y zona de comedor, y en la tercera estaban los dormitorios.

Mi dormitorio quedaba al lado interno del edificio y precisamente de donde se podía observar el área de la alberca y zona de entretenimiento de áreas comunes. Mi unidad, al igual que las que estaban a los dos lados, era por su diseño arquitectónico del edificio, los únicos que tenían una terraza que solamente estaban divididas por un ladrillo decorativo. La barrera era de bajo nivel, que cualquiera de mis vecinos de los dos lados, se podía pasar a mi propiedad sin el menor esfuerzo. Es de esta manera que conocí a la doctora Desiré.

Una tarde de domingo que yo descansaba, vi como una silueta humana hacía sombra a través de las cortinas, lo que me llamó la atención y era la doctora quien se había saltado el decorativo cerco para alcanzar su bufanda que el viento le arrebató de su cuello. Me pidió disculpas y desde aquel día comenzamos a ser vecinos y amigos. Me tomó otros dos meses conocer que ella era médico residente en el departamento de emergencias de un hospital local, que tenía alrededor de un año que se había divorciado de su esposo, quien era piloto comercial de una aerolínea conocida, que tenía una hija de cinco años y que por sus pláticas cuando compartíamos el vino usando el cerco que nos dividía como estante, me di cuenta que tenía mi edad: 35 años.

Desiré, era una mulata de tez clara, que si no me hubiese hablado de sus ancestros africanos, hubiese pensado que era latina. Bonito cuerpo, con un rostro angelical, cabello chino o crespo que le cubría buena parte de su escultural espalda, pero sus lindos ojos no pasaban desapercibidos, eran dos preciosas luces color esmeralda. Otro de sus atributos femeninos que llamaban su atención, eran sus exuberantes glúteos y unos pechos firmes que armonizaban con su sensual y exquisito cuerpo. Pero de todos esos recuerdos visuales que tengo de ella, lo que recuerdo más que todo, es su manera abierta de ser. Realmente con la doctora Desiré, no había tabús, especialmente si el tema era el sexo. Obviamente, aquello fue un proceso de confianza que tomó otros meses.

Para los meses de verano salía con sus reducidos bikinis a tomar el sol, lo que realmente era excitante y que raras veces pude ser testigo, pues por su trabajo y por el mío, no coincidíamos, pues yo trabaja durante el día y su turno en el hospital era el de noche. El día que se me acercó con más confianza fue para la fiesta de acción de gracias y que me sorprendió tocando el timbre de mi puerta principal. Me llevó unos bocadillos típicos de su madre patria, Jamaica y aquel día me enseñó los pasos básicos del baile Reggae.

Estuvimos compartiendo alrededor de una hora y media, pues el resto de la noche la pasaría junto a su madre e hija, e inclusive me hizo una invitación, pero ya tenía un compromiso. Pero aquello del baile Reggae me dejó algo excitado, pues ella llegó al punto de rozarme con su rico trasero el bulto que se me hacía en el pantalón y lo cual ella lo llevó al teatro de las bromas:

- Sr. Zena, parece que se me ha excitado, si quiere otro baile me tendrá que pagar…

- Le daría $100.00 por un baile más.

- ¿Tan poco valgo? Mire, que bailarinas de mi calibre no somos baratas.

- ¡Disculpe Dra. Desiré, no quise insultarla! Le ofrezco mil dólares.

- ¡Sr. Zena, usted lo que busca es otra cosa! –y se ríe en son de broma.

- ¡No! Por otra cosa estoy dispuesto a pagar más. – y su risa llega a la carcajada.

Fue por aquel tiempo que nos olvidamos de los títulos protocolarios y nos comenzamos a llamar por nuestros nombres. Aquel juego del baile, donde bromeábamos con más confianza llevó a la Dra. Desiré a mostrarse más abierta y descubrir un poco mas su intimidad y a la vez ella descubría la mía. Aprovechando aquellas bromas llega la pregunta en tono serio:

- Disculpa mi atrevimiento Tony: ¿Usted ya ha pagado o pagaría por favores sexuales?

- Si, ya lo he hecho… No es cuestión que me enorgullezca, pero si, ya he experimentado el sexo de paga.

- ¿Cómo? Disculpe mi sinceridad Tony, pero usted es un hombre muy atractivo y se me hace difícil pensar que usted ha pagado por tener sexo.

Le di las gracias por sus cumplidos y le expliqué en lo que pude ser abierto en aquella ocasión, que aquello era otra fase de lo complejo del ser humano. El sentido de fantasía, el experimentar otra sensación… curiosidad.

- ¿Y que fantasía quería cumplir Tony? –lo dice con una sonrisa picaresca.

- ¿Realmente lo quiere saber? –le contesté con esta pregunta.

- Bueno, si usted gusta, si tiene confianza… está con un adulto que intenta ser su amiga. –dijo.

- Bueno, en aquella ocasión me llevó la curiosidad del sexo anal y bueno en realidad la mayoría de las mujeres no se atreven y es todo un tabú hablar de esto con tu respectiva pareja.

- Entiendo… pero no creo que sea verdad que a la mayoría de mujeres no les guste el sexo anal. Quizá sea un tabú, pero a muchas mujeres nos gusta o nos encanta el sexo anal. –Se incluía ella y me sorprendía su declaración.

- ¿Realmente Desiré, realmente le encanta como usted dice el sexo anal?

- Si, le estoy siendo honesta y sincera como tú has sido conmigo. Creo que todos…

Desiré se extendió por todas las avenidas científicas, sociológicas, psicológicas, antropológicas para aclarar la duda, si es que existía, lo normal como a través del tiempo el sexo anal es de lo más común en cualquier relación. Que pocas mujeres lo admitían, era otra cosa, pero ella creía que a la gran mayoría le gustaba este tipo de sexo. Habrá las excepciones como todo en la vida, pero en lo particular a ella, terminaba enfatizando, le encantaba el sexo anal. De solo escucharla se me paró la verga y no sé si notó mi bulto cuando hablábamos, aunque estoy seguro que lo sintió cuando bailábamos cuando ella hacía aquel movimiento de caderas rozándome con su rico trasero mi verga.

No me esperaba aquella plática, y de esta manera por aquellos días continuamos hablando de temas sexuales que realmente me excitaban y que me hacían manchar mis bóxers con mis líquidos seminales. No me le lancé con insinuaciones, pues de alguna manera le había hablado de mi frivolidad con el sentido de la auto estimulación, la cual nunca practiqué de joven, pues nunca le sentí placer y que la barrera de los condones le quitaban estímulo a mi pene. Como médico y aunque no era especialista en el tema, buscaba siempre encontrar respuestas científicas a todo, aunque creo que también le excitaba hablar de todo aquello. Recuerdo que le conté de mi capacidad mental de no eyacular hasta que yo deseara, lo que hizo que sus ojos se abrieran más que de costumbre y me dio una placida sonrisa. Creo que la Dra. Desiré estaba tan excitada como yo y que deseaba coger conmigo, tanto como yo lo deseaba, pero jugábamos a tomarlo de esa manera frívola y ver quien daba ese paso. De antemano pusimos que nuestras intenciones inmediatas o largo plazo, no era tener una relación de parejas, si no que ambos buscamos algo informal, ninguna atadura, al punto que coincidíamos que nunca nos volveríamos a casar.

Para las fiestas de fin de año me había platicado que por mera casualidad caía en su día libre y que por un acuerdo con su ex esposo, aquellas dos últimas semanas del año, su hija la pasaría con él, así de esta manera me insinuaba que estaría disponible y me preguntó cuales eran mis planes. Regularmente yo no salgo por la noche por esos días y mi hijo estaría conmigo el 25 de diciembre, así que la víspera de navidad, estaríamos los dos celebrando en mi lado de los condominios. Llegó desde las 7 de la noche con una repostería que su madre había horneado, pero se limitaba a tomar vino pues a pesar que era su día libre, era todavía responsable a asistir por cualquier emergencia. La llevamos calmada con el licor, pero todo comenzó a tomar colorido con lo del baile, donde le introducía la cumbia, salsa y merengue.

Desiré vestía divina, como si se tratase de ir a un club de baile: zapatos de tacón, un vestido dorado que no llegaba a cubrir sus rodillas, y su perfume era exquisito y más embriagante que el vino que consumíamos. Me pidió que pusiera alguna balada, algo suave, que quería aprender a bailar ese tipo de música, pues regularmente en los bailes regularmente suelen poner música suelta, movida. Puse unas baladas y ella se abalanzó contra mi hombro y pude sentir por primera vez, el olor de su cabello y lo duro de su corpiño cuando lo contraminaba a mi pecho. Realmente aquello fue el protocolo, como si se trátese de ser novios y de esa manera sintiendo su mejilla cerca de la mía, llegó un delicioso y corto beso, el cual fue el comienzo de otros más intensos y más largos. La música continúa y nosotros continuamos en la faena de comernos el uno al otro. Yo llegué a remover su brassier y es donde ella me preguntó si tenía profilácticos y le di una respuesta negativa. Ella de antemano me había hecho saber que estaba bajo control de natalidad, y que aquello de los preservativos era una precaución no solo para prevenir el embarazo, pero también para otras cosas. Le sugerí que fuésemos a la farmacia de la esquina, pero creo que por lo caliente del momento, no quiso cortarlo de aquella manera y dejó que le comenzara a mamar sus ricas tetas. Me di gusto a placer saboreando aquel oscuro pezón y ver como su mirada se envolvía en enorme excitación que hacía que sus bien marcados parámetros de médico, salieran volados por un lado. Quería llegar hasta su panocha cuando totalmente le quite el vestido y quedaba solamente con su prenda íntima, un diminuto bikini color amarillo que iba a tono con su vestido dorado. Ella tomó el control y me sentó en el sillón y me despojó de mi pantalón y mi bóxer. Solamente me dejaba con mi camisa algo abierta y mis calcetines. Mientras hacía todo aquello, me pasaba su lengua donde podía, pero se entretuvo más tiempo mamándome las tetillas y la zona pectoral hasta que llegó a mi verga. La toma entre sus manos y me dice: Tienes un rico tamaño… vamos a ver si es tan potente como lo has dicho.

Con aquella expresión dirigida con una sonrisa hacia mí, me comenzó a dar una mamada espectacular y Desiré es una experta en estas artes orales. Tiene una garganta profunda y un ritmo exquisito que a cualquiera manda al paraíso en 3 minutos. Yo me arraigué a mi concentración de aguantar y demostrarle que si tenía poder para satisfacer a cualquier dama y me mantuve viendo como Desiré se daba gusto mamando mi erecta verga. De alguna manera mis manos llegan alcanzar sus nalgas y llego a su mojada panocha, ella para la mamada y me pide que la coja. Se va sobre al otro lado del sillón y me deja esa rica vista de sus nalgas paradas en posición de perrito. Quería mamarle la panocha, pero Desiré quiere sentir mi verga adentro de ella. Comienzo a bombearla la panocha haciendo de un lado su diminuto bikini, mientras puedo escuchar como jadea de excitación. La taladro de esa manera por unos siete minutos y luego me pide literalmente que le coja el culo.

Asume la misma posición siempre con su bikini puesto, pero ahora ella recuesta su cuerpo sobre donde uno descansa los brazos en el sillón, el cual es una elevación no muy apta para mi altura, pero me acomodo y Desiré deja expuesto su culo y su panocha queda restregando el sillón que es de cuero. Intuyo que ella ha practicado esta posición, pues mientras le doy por el culo, ella siente la fricción del cuero del sillón directamente en la panocha. Con Desiré no hay mucho cuidado con la penetración anal, ella me ha platicado de lo placentero que le parece, así que con mi verga bien lubricada de sus jugos vaginales, le hago de un lado la tela del bikini que bloquea su pequeño orificio y veo como mi verga desaparece en su rico culo. La taladro con embestidas potentes pero no a una alta velocidad, pero Desiré jadea y me pide que le dé más fuerte. En la posición que estaba era algo complicado pues estaba algo así como haciendo flexiones de pierna a medio nivel, pero retomo otra posición y me voy por sobre ella y ahora sí, tengo la potencia y la velocidad que ella quiere. Le vergueo el culo hasta que comienza de nuevo a jadear y a decir: Dame fuerte Tony, así, así, así…

De repente le llega el orgasmo y tan pronto ella se va, al minuto le dejo ir mi descarga y le lleno el culo con mi corrida. Está satisfecha, quizá ha llegado al orgasmo en aproximadamente 20 minutos. La limpio con una servilleta que está en la mesa y la invito a irnos a bañar. Subimos al tercer piso donde están las habitaciones y el baño y nos damos una caliente ducha donde Desiré pierde el maquillaje. Aun así, Desiré se ve sensual y tan pronto salimos del baño, me acuesta y comienza a mamarle la verga otra vez, y me la deja ensalivada y erecta de nuevo. Me hace saber que quiere que le parta el culo de nuevo, pero esta vez en su posición favorita.

Ella se va de estómago sobre la cama y deja todo su cuerpo nivelado por sobre ella, por alguna razón extiende sus manos agarrándose del espaldar de madera de mi cama, y apenas eleva en algo el trasero, donde lo diviso un poco rojizo por la cogida que le acabo de dar. Me dice que es la posición que más le gusta, me voy por sobre ella y al principio tiene abierta sus piernas, pero luego las une de nuevo. Ahora si ya no tiene su diminuto bikini amarillo y me subo por sobre de ella y mi verga se vuelva a desaparecer en su rica y apretada cavidad. Mientras la culeo, le hablo al oído lo rico que esta su culo, le masajeo con mi lengua alrededor de su cuello. A los minutos de excitarla de esta manera y con mi verga en su rico culo, me dice que quiere que se la entierre bien, que le rompa el culo con todas mis ganas. En la misma posición me acomodo como si fuese a hacer lagartijas, y he comenzado a sumirle a gran velocidad y con las fuerzas más endemoniadas mi erecta verga, al punto que mi cama cruje por los impactos. Desiré de nuevo ha comenzado a jadear, gemir y a gritar, que creo que los vecinos alrededor que hoy celebran las vísperas de Navidad, pueden escuchar la cogida que están protagonizando sus vecinos. En esta posición, le saco completamente la verga y se la dejo ir bien adentro de nuevo y la doctora Desiré es un rosario de plegarias: ¡Dios mío que rico! ¡Dios mío, me vas hacer acabar! ¡Dios mío, que divino esta tu verga! – y dijo tantas cosas y de repente grita: Tony, dame, me vengo, me vengo…

Creo que este fue el orgasmo anal más espectacular que he presenciado en mi vida. Había visto otros, pero no podría decir si eran enteramente anales, pues cuando ocurrieron, ya sea yo o la chica se masturba masajeando su clítoris, y es por eso que siempre tenía dudas de aquello del orgasmo anal, pero la Dra. Desiré, por primera vez me sacaba de dudas. Cuando se fue por primera vez sobre donde uno descansa los brazos en el sillón, podía decir que con el cuero del mismo friccionaba su vulva y la llevó al orgasmo, pero en esta ocasión, totalmente nivelada en la cama y con sus brazos extendidos agarrándose del espaldar de mi cama, no había estimulación en su clítoris, al menos que con sus piernas cerradas el movimiento brusco de la cogida, sus labios masajearan su clítoris, pero no fue como la doctora me lo explicó posteriormente, definitivamente existe el orgasmo anal. Desiré me explicaba que aquella corrida era un orgasmo múltiple anal y que solamente lo experimentaba si conllevaba un prolongado e impetuoso masaje en el anillo de su esfínter. Al llegar la sensación y si su pareja continuaba con el bombeo, el placer se extendía y producía otro automáticamente, los cuales podrían durar de entre 5 segundos y se extendían alrededor de los quince. Estaban tan conectados entre sí, que provocaba un desorden muscular pero relajante, donde ella no tenía control de sus músculos y eran como un espasmo, un tic nervioso que le producía un cosquilleo por todo el cuerpo, pero ella enfatizaba el placer entre la zona pélvica y el perineo.

La verdad que quedé totalmente asombrado, pues hasta los músculos de los brazos se contraían con un movimiento y energía exagerada y que se podría decir de los músculos en sus glúteos y piernas. Yo que estaba sobre y adentro de Desiré podría decir que aquella experiencia era única, nunca antes sentí ese vibrar tan potente de unos intestinos y su vulva contrayéndose. Mi verga estaba adentro de su rico culo, pero aun podía sentir el impetuoso vibrar de su vulva, pues aquello parecía ser un ataque epiléptico, donde la Dra. Desiré conllevaba uno de sus más grandes corridas. No sé si por el miedo aquello lo sentí largo, pues por un momento quise parar, pues pensé que se trataba de un ataque al corazón o algo que no tuviera que ver con el placer sexual, y continué porque Desiré sé que intentaba decir a que le diera más.

Por lo prolongado y con la sorpresa de descomunal corrida, le volví a llenar su rico culo con otra espectacular eyaculación, pero con menos esperma que la primera. Aun así, me di gusto de ver cómo le salía aquel líquido blancuzco de su rico culo. Los dos quedamos exhaustos, y aquella rica escena la volvimos a repetir dos horas después, precisamente en la primera hora de Navidad, donde un orgasmo igual de espectacular recorrió por el exquisito cuerpo de la Dra. Desiré. Por aquellos días, ella fue mi pareja sexual y aunque había sexo oral, vaginal y me dejó venirme algunas veces entre sus ricas tetas, el plato principal fue ese rico sexo anal que a ella tanto le gustaba y que a mí también me volvía loco.

Cuento esta experiencia que viví hace algunos años y que he visto también con algunas bellas mujeres con las que he compartido, pues gente me ha escrito y se mantiene escéptica alrededor del orgasmo anal. La Dra. Desiré no era una profesional en sexología, lo de ella era la cirugía aplicados en el trauma en una sala de emergencias, pero tenía el conocimiento necesario en la anatomía y su psicología, para entender a plenitud la diferencia. También, tuve una experiencia similar con una psicóloga, y como repito, no son sexólogos, pero creo que como toda la gente que tiene ese sentido de observación y de curiosidad, pueden darse cuenta de un orgasmo anal cuando experimentan uno. Y en aquella búsqueda de un rico orgasmo, mi vecina, la Dra. Desiré, ella se saltaba el pequeño muro que dividía la terraza y entraba por mi puertas de cristal corredizas y me daba su rico culo con todas sus ganas y yo con todas mis ganas se lo cogí para que me diera ese placer exquisito de cómo ella se venía.

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