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La chica del autobús, una belleza peligrosa

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Estaba en el autobús camino a casa después de una jornada de trabajo muy larga, tuve diez clientes y los diez con vergas de 18 y 20 cm, mi vulva estaba cansada, roja, hinchada y palpitando... Sólo recordar aquellos hombres y lo que me hicieron hacia mojar mis tanguitas, estaba sentada al lado de una chica, era hermosa, sus tetas eran enormes y sus pezones casi querían atravesar su ropa... En la parada siguiente tenía que bajarse, mientras se paraba se me estaba insinuando, levantando su falda y mostrándome que no tenía ropa interior, su cuquita se veía deseable, blanca, rasurada y húmeda.

Le pedí que se quedara un rato más, ya saben para ''charlar'' accedió sin ningún pretexto y se sentó de nuevo, le dije que si quería ir a tomar un café a mi departamento, se hizo la rogada pero al final dijo que si.

Llegamos, me quité la blusa y quedé en bra y jeans, miraba mis tetas con mucho deseo eso me hizo querer quitarme toda la ropa pero quería hacerla sufrir, darle muchas ganas y que me la arrancara. Me dijo que su nombre era Jessica, tenía 20 años y estudiaba en la universidad, me preguntó yo que hacía y dudé en decirle mi profesión, pero bueno, es algo que me gusta y no debo ocultarlo, le dije que trabajaba en un bar dando servicios especiales a los hombres, al parecer eso la excitó mucho pues mordió sus labios, al ver eso no pude más, me acerqué a ella y la besé, tocaba sus piernas y subía su falda, le besaba el cuello, las tetas, el abdomen... Como si quisiese devorarla, sus gemidos me hacían querer comérmela viva, al final quité su falda y pude apreciar de nuevo esa rica cuquita, dios, se veía deliciosa comencé a lamer sus labios, luego con mis dedos la abrí y pude ver ese clítoris enorme que tenía, estaba rojo y muy húmedo, lo saboree como si de un helado se tratase, Jessica tomaba mi cabello y me aprisionaba la cabeza contra su rica vulva, quería pasar toda la noche chupando ese delicioso manjar hasta que sentí sus contracciones y su delicioso jugo abundando en mi boca, sus gemidos eran guturales diciéndome que tuvo una buena corrida.

Jessica me tomó de los brazos y me acostó en el sofá, me quitó el jean y mis tanguitas con sus dientes, las tomó y estaban empapadas, puso mi pierna derecha en su hombro y acercó su cuquita a la mía, sentí su humedad combinarse con la mía, era delicioso quería más, le pedí que aumentara el ritmo y me restregara más duro, eso hizo parecía poseída por el placer, yo gritaba y gemía mientras sentía como nuestros clítoris se rozaban cada vez más duro, hasta que me corrí con su cuquita encima, eso no la detuvo pues seguía restregándose y dándome placer estaba tan sensible que tuve otra corrida descomunal...

Estábamos exhaustas, Jessica se acostó en mi pecho observando mis tetas y chupando mis pezones, se sentía tan bien, hasta que me quedé dormida, cuando desperté ella no estaba... Al igual que todas mis pertenencias, el apartamento estaba vacío...

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