Nuevos relatos publicados: 6

Sexo con maduro. El “abu” era su amante, Lucía una pervertida, ahora mi amante.

  • 9
  • 16.062
  • 9,59 (39 Val.)
  • 2

Estoy persuadido de que los hombres mayores tenemos ese “no sé qué”, que seduce a las mujeres jóvenes, del mismo modo que cuando era más joven me seducían, a morir, las milf y las sub-40, bueno aún sigue siendo una de mis adicciones más intensas.

Ahora el caso circunscribe a la seducción que el hombre maduro, emocionalmente estable y sexualmente experimentado tiene para la mujer joven. Disfrutar de una plática interesante y disfrutar de las cualidades amatorias de un tipo con la suficiente habilidad para esperar sus tiempos y hacerla despertar ese incontenible y voraz deseo de comerse toda la carne posible…

Soy un tipo cómodo, en algunos aspectos tradicionalista, que se toman su tiempo para disfrutar de la vida y aprovechar cada momento, hacer del carpe diem una bandera en mi filosofía de vida y del hedonismo más puro y refinado una forma de beberme la vida degustando cada sorbo como el supremo de la existencia.

Los sábados por la mañana acostumbro salir de casa, recorrer esas dos cuadras entre el aroma de la naturaleza del parque, retirar el diario y sentarme en un barcito, del centro de Adrogué, pegado a la ventana y hojearlo mientras saboreo el exquisito café doble con crema que sirven en ese tradicional lugar del que soy habitué.

Siempre la misma mesa, siempre la misma rutina, eso me permite conocer casi de memoria el entorno de gran parte de los clientes, por eso esta vez noté que en una mesa de junto era habitual ver a un señor, bastante mayor que quien escribe, compartir el desayuno con su nieta.

En los últimos tiempos había reparado en su presencia, por la afectuosa relación de mis vecinos de mesa, nada fuera de lo habitual, pero el gracejo de la muchacha era algo que adornaba el sitio como un centro floral de refinado aroma, no menos significativo la extrema amabilidad del señor para con ella, siempre era de llegar primero y esperarla.

La muchacha, joven espléndida veinteañera, lucía una atractiva figura, vestía normalita, pero como llenaba las ropas daba como para generar mi sincera admiración por sus formas contundentes, claro que muchacha a esa edad no produce admiración, sobre todo de los maduros que vemos en cada una de ese tipo una posible presa de caza furtiva…

Pero volviendo al punto, esta muchacha era un regalo de la vida para comenzar ese finde con una sonrisa para el deseo, aunque ese sábado parecía que el regalo visual sería solo para mí, la mesa lindera solo tenía un ocupante, la vecinita atractiva. La sonrisa de los sábados, no la acompañaba esta vez, la seriedad había copado su afable expresión, la mirada perdida y sobre todo esa mirada triste y perdida que podía ver reflejada en el cristal de la ventana, si hasta me dio la impresión de ver el brillo de alguna lágrima asomando a esos temibles ojos verdes que solían encandilar cuando me topaba con ellos en una escondida mirada.

Como la situación se prolongaba, decidí acercarme a la mesa contigua, presentarme con cordialidad y ofrecerme para preguntar si podía ayudar de algún modo, pues era notorio que algo fuera de lo habitual le sucedía.

También dijo reconocerme como vecino de mesa, tras la presentación y las disculpas por la intrusión en algo que no me correspondía, tan solo ofrecerme por si fuera necesario, me comentó que el señor que la acompañaba, ya no vendría más…

Dije que no pretendía ser indiscreto ni metiche, pero viendo el estado de turbación, me ofrecí a prestarle mi hombro para poder liberar su aflicción si lo necesitara. Dijo que todo estaba bien, que no había preocupación, que solo parecía y que…

- Disculpa, pero no te creo nada de lo que dices. La oferta sigue en pie, siempre es mejor soltar lo que nos oprime el alma, pues más temprano que tarde todo eso emerge nos enferma. Si quieres hablarme de tu “abuelo”, pues es obvio que de él se trata tu pena…

- Ah, del “abuelo”, remarca abuelo con especial tono de voz, claro, el “abuelo” no vendrá me lo acaban de comunicar, en una nota dejada para mí, cuando llegué aquí esta mañana.

- Disculpa pero ahora sí que ya no entiendo nada… Que te comunican que tu abuelo, no vendrá, entiendo que fue algo que le sucedió… o tal vez… (sí, con la cabeza), no entiendo que te anoticias aquí y ahora… Sin pretender ser indiscreto, pero… la verdad entiendo cada vez menos…

- El “abuelo” como le llamas, en verdad… no es abuelo, bueno no es mi abuelo… asombro) Claro, el señor con el que me has visto varias veces acompañando no es mi abuelo, sino que es… (tensa y lágrimas asomando en sus ojos)

- Podemos conversar de esto en un lugar menos público? Tal vez sea mejor para ti, bueno… digo… si quieres?

- Sí!!, quiero, mejor salgamos…

Caminamos juntos, el parque próximo era el lugar más apropiado para mantener una plática que requería adecuado marco para poder expresarse en la comodidad de no ser observada. Y comenzó a decir:

- Te conozco desde que comenzamos a frecuentar ese bar, te he visto como lees tu diario, te gusta el café doble con crema, que antes de comenzar a abrir el diario, siempre das un primer sorbo al café… Bien… el “abuelo” como le llamas, no es precisamente mi abuelo, sino.. –tomó una bocanada de aire- sino, es mi… soy… “su querida” así suele llamarme, su amante, su entretenimiento y también en el sexo, obviamente.

Lágrimas furtivas dicen que además de compañera en el sexo existía un grado de afecto que servía para aceitar y hacer fluida la relación con “el abuelo”.

- Y… ahora se fue mi amigo, “mi abuelo” y me encuentro en doble dilema, no solo he perdido a un entrañable amigo, sino que también era él quien me ayudaba económicamente en mis estudios, pues como soy del interior del país lo que me envían mis padres no me alcanza para terminar mis estudios, y el señor Henry, “el abuelo” como le dices era quien me sostenía, no te creas que era sexo pago, había algo más que sexo, había un sincero afecto y me gustaba sentirme tomada por un señor como él, y además era mi… mecenas? O más bien yo era la becaria que el asistía financiera y sexualmente. Ufff, sí que me fue difícil contarte, pero solo deseo que no me malinterpretes, que entiendas mi situación y sobre todo la pérdida sufrida hoy…

No hubo palabras, solo un abrazo, que refugiara su cara sobre mi pecho y quedar para poder esconder mi nariz entre sus aromáticos cabellos y acariciar su rostro, presionando contra mí. Fue un momento, interminable donde mi cabeza comenzó a bullir a mil, pensando, elucubrando de qué modo poder acceder a su… bueno… afecto o… a lo que fuere, en ese momento no pensaba en otra que en sentirla sentada sobre mis rodillas acariciando toda esa “carnita” tan apetecible. Asomaban los colmillos del Lobo hambriento, relamiéndose de tan solo imaginarme sobre ese “bocatto di cardinale” que se me acaba de presentar, mansita como un pollito mojado.

El tiempo apremia, los movimientos rápidos y precisos para evitar que se vuele…

- Me parece que este lugar no es el más apropiado, para hablar de estos temas, veo que nos comienzan a observar. Te parece mejor si nos vamos… Ven, tengo mi apartamento cerca de aquí, podemos tomar un café y seguir con el tema… no tienes nada que temer, estas en buenas manos. –se tomó de una-

- Buenas manos… fuertes y qué dedos tan gordos tienes…

Vivía solo, era tiempo de una de esas varias separaciones, sin pareja y con necesidades sexuales momentáneamente insatisfechas, esa me parece debió haber sido el pensamiento de Lucía, que así dijo llamarse, por la sonrisa complaciente que me regaló cuando quedamos en la intimidad.

- Ponte cómoda, si tienes tiempo podemos pasarlo bien, solo es una invitación…

- Sí, claro, puedo. El sábado era nuestro día con Henry, venía para quedarme el finde con él, por eso en la mochila traigo algunas ropitas y algún libro para repasar mientras él se dormía. Será como tu dispongas, no me siento presionada, sino cómoda, me gustas desde hace mucho… y te voy a contar un secreto: Hace un tiempo Henry venía con cierta impotencia por la medicación y por eso teníamos juguetes y hasta habíamos jugado un poco con la idea de invitarte a venir con nosotros, nos habíamos acostumbrado a verte y nos parecía que bien podrías ser el indicado para… que “mi abuelo” como lo llamaste nos viera teniendo sexo. Ja! Ahora, de pronto toda esa fantasía está a punto de ser algo real… te parece que lo sea?

Mi sonrisa, de oreja a oreja, decía un sí grande como la sonrisa de la luna, justamente el destino me pone a esta muchachita en mi cama, ahora que llevo más de tres semanas sin ponerla, y precisamente ella fue motivo de una pajota en una noche de insomnio. Busqué dos cervezas, temprano para beber, el calor interior ameritaba algo más sustancioso que una bebida cola. Chocamos las botellas a modo de brindis, amplió un poco la historia trunca antes de la cerveza, que estaba siendo “becada” desde que se vino del interior para estudiar, casi desde los quince comenzó en la casa de un señor mayor, amigo de Henry, que al morir éste, “el abuelo” heredó la “nietita” y esa es toma la historia de Lucía. – Ahora espero escribir la continuación de mi historia, si es que te interesa… digamos… “una sobrina”

- Pues entonces, bienvenida sobrina. Otro brindis de cervezas.

Un abrazo y beso, pero qué beso!!! Fue la firma del convenio, había ganado una sobrinita y ella un tío… ponte cómoda…

Se puso cómoda, en la mochila llevaba todo, sandalias de tacón alto, un faldita escocesa, símil de las colegialas, pero súper breve que cubría escasamente hasta la entrepierna, arriba un top de red que se desbordaba los opulentos senos. Una exquisita muestra de erotismo y lujuria en tacones altos, me excita, me sentía pleno con ese cuerpo cálido en mis brazos. En el segundo respirando en la boca del otro me comía la boca.

Su mano en mi verga consigue una erección sin par, me lleva al dormitorio, abre la puerta del ropero para que el espejo de cuerpo entero refleje y multiplique las imágenes de la mejor mamada que me hubieran hecho. Me sentó en la cama, de lado para que pueda ver como sacude, lame y engulle el miembro, dilata sus mandíbulas para dejarme entrar en su boca, bien profundo, al mejor estilo de garganta profunda, hacerme sentir sensaciones inéditas.

Mamar y lengüetear sin parar, impedirme controlar, hacerme perder en sus sensaciones. Los gemidos y jadeos del maduro hablan por mí, la voz quebrada, ella maneja los hilos de mi deseo.

- Puedo…

Sabe que intento decir, el sonido de su garganta y el gesto aprueban que el estallido de la imperiosa eyaculación sea dentro de su boca. Un borbotón descontrolado de semen se dispara derecho al fondo de su boca, los siguientes se deslizan sobre la lengua. Sin dejar de mirarme, controlando cada uno de mis gestos, traga y degusta mi leche, sostiene mis nalgas para retenerme en su boca, soy un delicioso prisionero de su pasión.

Fue una deliciosa experiencia, diría que uno de los mejores bucales que me han hecho, sobre todo demostrativa del gustoso placer de hacerme llegar a este final feliz, agradece por haberse tragado todo mi licor del paraíso.

Me dejó tendido, fue por unos tragos, temprano para hacerlo, pero me dijo que podría quedarse todo el finde, hasta el martes no tenía clases, podía ser toda para mí. – Esto es una muestra gratis…

Relajados bebimos, pedimos un delivery con comida, quedé en bóxer, ella solo con mi camisa, todo el placer por descubrir, por experimentar.

Los sucesos siguientes son muy intensos, contundentes y removerlos para escribir me produce el mismo efecto erótico de vivirlos en tiempo real, por eso me obligo a una pausa para no cansar y provocar en la mujer que gusta de sexo con maduros que me pida la continuación de esta historia, si te gusta el sexo con maduros, dime y te cuento el resto, vivo en [email protected], espero ansiosamente saber de tu curiosidad.

Lobo Feroz

(9,59)