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Infiel con el amigo de mi esposo

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Me llamo Sofía por motivos de seguridad. Lo que pasare a contarles sucedió hace poco, contarlo me sirve como un desahogo. Tengo 26 años, casada desde hace dos años con Santiago a quien adoro con todo mi corazón. Fuimos enamorados desde la universidad. Tenemos un hijo de 2 años. Soy una mujer de mediana estatura con un cuerpo bien definido, delgada, mi pelo es lacio un poco rubio y mi piel es blanca. Tengo la cara bonita, en fin, mi esposo siempre me ha dicho que parezco modelo.

Cuando nos casamos mi esposo tenía un buen trabajo en la cual iba en ascenso ganando cada vez más, sin embargo a los pocos meses nuestra suerte cambio, lo despidieron de su trabajo por un caso de fraude en el que mi esposo no tuvo nada que ver. Tiempo después se demostró su inocencia pero le fue casi imposible conseguir empleo. De ahí para acá ya ninguna empresa quería contratarlo por esa situación los meses pasaban y el dinero se nos fue terminando. Tuvimos que hacer muchos recortes y para colmo mi esposo que no es de un temple muy fuerte se derrumbó enseguida refugiándose en el alcohol, vivimos días terribles. Mi esposo se contactó con un amigo suyo de la universidad llamado Ernesto que le consiguió empleo en la empresa donde él trabajaba.

En una ocasión Ernesto vino de visita yo traía un short que era muy ajustado y se me marcaba mucho el trasero, él se me quedó viendo y me dio mucha pena y me retiré al baño, pero algo dentro de mí se encendió. No sé qué dialogaron, pero cuando salí me contó mi esposo que él le dijo que venía del gym y otras cosas. Me contaba mi esposo que él era muy mujeriego, que le gustaba andar detrás de las mujeres y eso me hizo sentir morbo por la forma en que me miró. Me imaginé que pensaría al verme así vestida.

Desde ese día, cada que llegaba sentía su mirada lasciva recorrerme de arriba a abajo, cuando volteaba para traerle un vaso de agua sentía su mirada clavada en mi trasero y al regresar con el vaso me rozaba la mano al agarrarlo, eso me hacía estremecer. Mi marido distraído con los trabajos no se daba cuenta de nada. Él me daba conversación, se sonreía conmigo y yo por ser atenta me sentaba cerca de él, podía oler su perfume y eso me empezó a atraer. Mi esposo seguía con el vicio del alcohol hasta el punto de prácticamente ser un alcohólico. Me tenía muy descuidada y me trataba. Ya casi ni teníamos vida sexual y si la teníamos era una vez cada dos meses y su rendimiento era malo pero yo lo amaba como para atreverme a serle infiel. Lo único que me quedaba era masturbarme algunas veces y así calmar las ganas que sentía.

Un día por la mañana cuando mi esposo no estaba yo estaba súper caliente así que decidí meterme a la ducha a darme un baño y masturbarme… Estaba jadeando fuertemente cuando sonó el teléfono. Salí del baño a contestar el teléfono. ¡Era Ernesto! Me dijo: - ¿Bueno? - Sí, bueno ¿Quién habla? - Soy yo Sofía -quería hablar con tu marido. - No. Él no está en este momento. Mi respiración aún estaba agitada por lo que estaba haciendo y por el nerviosismo de estar hablando con él desnuda, sentía como si me pudiera ver y él notó mi agitación y me dijo: - Oigo tu respiración agitada ¿Te sucede algo, estás bien? - Si- le dije -Es que estaba haciendo ejercicio-. Me dijo -Una mujer tan hermosa como tú no necesita hacer ejercicio…. Perdón, no pude contenerme, mejor hablo después para ver si está tu marido. -¡No!- Le dije sin pensar y él se dio cuenta y me dijo -¿Quieres seguir hablando?- le dije -Estoy algo triste- y él me dijo -¡Cómo! ¡Una mujer tan hermosa como tú nunca debe estar triste! Si yo fuera tu esposo, no te dejaría sentirte triste, estaría siempre haciéndote reír, consintiéndote- le pregunté -¿Cómo me consentirías?-y él me dijo -Estaría haciéndote el amor todo el tiempo- Empecé a temblar y él me dijo –Esa boca siempre me ha parecido muy sexy, eres muy atractiva. No pude aguantar y le colgué. Esto había ido demasiado lejos. El me volvió a marcar y cuando contesté me dijo -Perdóname, no volverá a pasar, es que no pude contenerme- Le dije, -ok, pero por favor no vuelvas a decirme nada de eso- y colgó.

Aun así siempre buscaba hablar cuando mi marido no estaba y me decía piropos, nada inapropiado, que era muy hermosa, que suerte tenía mi marido etc. Y yo al sentirme halagada lo dejaba decirlos, aunque luego me pedía perdón y colgaba. Pero eso me hizo que llegara a desear que llamara, me hizo adicta a sus llamadas. Un día mi marido y yo discutimos fuerte. Desde que empezó a beber él se volvió frio conmigo. Me trataba mal. Él se fue al trabajo enojado conmigo y yo me sentía mal. Me sentía tan mal que necesitaba hablar con alguien y fui a mí recamara, me encerré y llamé a Ernesto. Cuando me contestó me saludó y me dijo -¿Que tienes, porque lloras?- le dije -Me acabo de pelear con mi marido, necesito dialogar con alguien para desahogarme- y él me dijo-Pues si quieres puedes contar conmigo- le dije, -Necesito verte- y él me dijo -¿Donde?- Le dije -A las 9:00 tengo clases de spinning, cerca de la clase hay un parque, allí te veo a las 9:40 cuando salga de la clase- Me dijo -Ok, allí te veo. Me sentí excitada, pero después me dije que no iría porque estaba mal eso. Pero al bajar para ir a la clase y ver a mi marido viendo la tele como si no pasara nada e ignorándome me dio coraje y me decidí a ir a verlo. Al salir de la clase una amiga a la que le conté de él me acompañaba y al llegar al parque, cuando vimos la camioneta mi corazón se aceleró y mi amiga me dijo -Allí está tu… galán - y se rio. Le dije -Si mi marido te habla dile que estoy contigo y estoy enojada, que cuando me calme regreso- y ella se alejó riéndose. Al llegar con él que me esperaba afuera, me saludó dándome la mano y me besó en la mejilla, pero lo hizo cerca de la boca, eso me excitó, pero aún no estaba lista para entregarme a él, me abrió la puerta y subimos, ya adentro me dijo –Ya puedes decirme que te pasa- y empecé a llorar y le dije –Es que Santiago no me entiende, me tiene abandonada, su maldita actitud de tratarme mal como si yo tuviera la culpa de lo que le paso- y él me dijo –No sé qué le pasa, el debería estar agradecido de tener una esposa como tú. Otra mujer en tu lugar lo hubiera dejado- Como seguía llorando me tomo de las manos y secó mis lágrimas y me dijo –No puedo ver llorar a una mujer tan hermosa como tú- y me dio nuestro primer beso, fue lento, tierno pero a la vez sensual. Lo dejé besarme, pero luego él se apartó y me dijo –Perdóname, no pude contenerme, eres tan atractiva que no entiendo cómo tu esposo teniéndote te trata tan mal, yo sí te tratare como una reina - cuando dijo eso se me quedó viendo a los ojos y siguió –Yo sí lo aprovecharía llenándote de halagos, caricias y besos y…- hizo una pausa y yo le dije -¿Y qué más?- y él me dijo –Y te haría el amor todos los días…- y él aprovechó que me tenía tomadas las manos, me tomo el rostro con una mano y me besó otra vez.

Esta vez fue más apasionado, más largo, yo no intente alejarme, él empezó a besarme el cuello y me decía al oído -Yo no te dejaría sola, yo aprovecharía para hacerte el amor a toda hora- mientras sus manos bajaban a mi cintura, su mano fue recorriéndola hasta llegar a mi espalda y se metió debajo de la blusa mientras me mordía los labios, luego bajó sus manos y empezó a acariciarme el trasero lentamente. Yo reaccioné e intenté soltarme, pero él metió su lengua en mi boca y mi resistencia se derrumbó, me abrazó fuerte y empezó a besarme con locura mientras me decía -¡Siempre me has gustado, desde que te vi, tus labios carnosos me excitan, me vuelven loco! ¡Yo nunca te descuidaría, te trataría como a una reina!- Yo estaba gimiendo, no podía hablar, mi respiración era fuerte y él me besaba y me tomaba del rostro y me veía a los ojos como para demostrarme que él era ahora mi dueño. Me dijo -¿Quieres ir a un lugar más privado para que nadie nos moleste y poder dialogar mejor?- Solo pude asentir, estaba tan agitada que no podía hablar. Pensé que quizás me quería llevar a un café o algo parecido. Mientras manejaba iba acariciándome las piernas y su mano subía a mis tetas y las estrujaba. Cuando vi a donde me llevaba me alarme ¡Era un hotel!

Él se detuvo y le pidió al encargado una habitación, me dio miedo y le dije -Vámonos, tengo miedo, me quiero ir- Pero él me dijo -No tengas miedo, solo vamos a dialogar- y yo temblando, sabía que si entraba ya no había marcha atrás. Le dije -¿Solo dialogar? ¿Me lo juras?- y él me dijo -Sí, te lo juro, solo haremos lo que quieras- y entramos. Entramos a la habitación y él se sentó en la cama y me invitó a sentarme. Una vez que me senté me tomo de las manos y empezó a besarme otra vez, pero ahora me metía mano en todas partes, me acariciaba las tetas, me acariciaba las piernas. Eso me dio miedo y traté de soltarme y le dije -¡No, esto no está bien, soy casada ¿Qué va a pensar mi marido? ¿Qué pensarás tú de mí?- Él me dijo –No lo sabrá, nadie se lo va a decir, así que tranquila y sólo déjate llevar- mientras seguía acariciando todo mi cuerpo. Me quitó la blusa y me bajó la falda dejándome en bragas y brasier. Empezó a agarrar mi trasero y mis pechos, me acariciaba de arriba a abajo, me mordía el cuello, me lamía y besaba mientras al oído me decía -¡Siempre soñé con tenerte así! ¡Siempre quise tenerte así!- Ya no pude más, solo cerré los ojos y me dejaba hacer, él aprovechó para quitarme el brasier y me lamía los pezones, me los mordía, me hacía gemir, luego me quitó las bragas. Me abrazó y al sentir su pene rozar mi vagina me hizo gemir, me metió la lengua en la boca, me abrió las piernas y puso su pene, la puso en la entrada de mi vagina y me dijo -¿Quieres que te la meta?- yo solo asentí pero el me dijo –te hare la mujer más feliz del mundo. Le dije -Dámela por favor, ya no aguanto, cógeme, métemela te deseo mucho - y me la metió, lentamente, parecía una barra de hierro caliente, me hizo gritar, luego empezó a bombearme primero lentamente, luego aumentó el ritmo como un perro en celo, me estaba cogiendo en la cama, se puso arriba de mí y me dominaba con su cuerpo atlético, me agarraba el trasero y me mordía los pezones y me decía –Te amo… eres la mujer más hermosa del mundo- Yo gimiendo y gritando le dije -¡yo también te amo…sigue… sigue no pares!- y seguía gimiendo y penetrándome mientras me decía - Eres mía… te amo. -¡Si, soy tuya, toda tuya, cógeme, métemela toda! Tuve un orgasmo intenso mientras me cogía, fue un largo tiempo en que me estaba cogiendo, Y se vino dentro de mí.

Cuando terminó empezó a besarme la boca, luego el cuello y llego a los pechos, allí empezó a morderlos y me dijo -¿Te gusta?- le dije que sí, me dijo -¿Santiago ha sido el único que las ha chupado?- le dije -Sí, está orgulloso de ser el único que las ha chupado- y empezó a morderlas con desesperación, a lengüetearlas. Luego bajó hasta mi vagina y me dijo -¿Santiago te ha comido la vagina ?- le dije -No, es muy asqueroso y no le gusta el sexo oral- el empezó a reír y me dijo -Pues ahora será mía- y empezó a lengüetear mi clítoris , metía su lengua como un perro, me lamía y me hacía arquear la espalda, le agarre la cabeza para que la metiera más, me hizo tener otro orgasmo intenso, él iba de mi conchita a mi ano y metía la punta de su lengua en mi ano volviéndome loca. Me tenía en sus manos totalmente. Luego se puso arriba de mí, puso mis piernas en sus hombros y su pene en la entrada de mi conchita, pero solo la rozaba torturándome yo le dije casi a gritos -¡Métemela, métemela! ¡Hazme tuya!- y él me la clavó de golpe, me hizo gritar de dolor y placer, empezó a bombearme salvajemente, parecía una bestia, mientras me la metía toda y me bombeaba me metía los dedos en la boca. Me apretujaba los pechos, me los mordía, me besaba y metía la lengua en la boca, yo estaba gimiendo y gritando, totalmente fuera de mí, entregada a ese hombre que me había seducido. Luego se tiró en la cama y me dijo -Cabálgame- Me monté, pero por ser muy grande su pene me tuve que montar con cuidado, pero él hizo un movimiento y me la clavó de golpe y me hizo gritar, se incorporó en parte quedando sentado y mientras me la metía, con una mano me agarró por el trasero y me apretujaba contra él con la otra, luego empezó a clavármela como bestia, en esa postura me entraba toda, me hacía sentir como me llegaba hasta adentro, luego me besó la boca y me la estaba comiendo a besos y los pechos me los mordía como un animal en celo, yo me abracé fuerte a él. Cambiamos de postura y me puso en posición de perrito y empezó a bombearme con fuerza. El sonido de nuestros cuerpos chocando eran fuertes y muy excitantes. Finalmente se vino por segunda vez dentro de mí y quedamos tendidos en la cama exhaustos por la forma tan apasionada de hacer el amor. Al recuperar el aliento nos besamos y abrazamos.

No quería volver a casa así que nos quedamos toda la noche en el hotel. Al amanecer me fui a mi casa y al llegar mi esposo me estaba esperando preocupado. Le dije que me quede en casa de mi amiga. Me pidió perdón por haberme tratado mal e hicimos las paces. Ahora no sé cómo actuare frente a Ernesto después de lo que paso.

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