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Experiencias en el colegio (parte 2)

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Ya pasados un par de meses de la experiencia en el campamento (ver primera parte de 'Experiencias en el colegio'), era momento de empezar a rendir las materias. Me había preparado para todas menos Biología, que era la última para dar antes de empezar las vacaciones.

Sinceramente no había estudiado nada de esa materia, por lo que solo fui al colegio para presentarme y ver de que ni a la prueba así me orientaba. La firmé y entregue, yéndome temprano ya que no me quedaba nada por hacer (los exámenes empiezan a las 8.00, yo me estaba yendo 8.45).

Bajando las escaleras me encuentro con una preceptora conocida de hace años, que me preguntó que hacía yéndome tan temprano y prometiendole que iba a estudiar para la próxima. Me despedí de ella, me di media vuelta para irme cuando me paró para pedirme un favor.

Sacó del bolsillo una hoja doblada y me pidió si por favor, ya que bajaba, podría llevársela a alguno de los señores de mantenimiento, a lo que acepté ya que no me costaba nada ni tampoco estaba apurado por irme.

Una vez abajo me dirigí al patio trasero del colegio, donde hay una pequeña cancha de fútbol y a un costado se encuentra un cuarto donde la gente de mantenimiento pasa casi todo el día y guardan todas las cosas de trabajo.

Cuando llegué la puerta estaba entreabierta, pensé que no habría nadie así que entré sin golpear. Me equivocaba. Ni bien entro veo a Antonio (uno de los hombres de mantenimiento) masturbándose de frente a la puerta.

Los dos nos quedamos unos segundos callados aunque mis ojos se fueron directo a su mano, con su pene en ella. '¿Te gusta que la miras?' me preguntó, a lo que yo asentí con la cabeza mientras me sacaba la mochila de la espalda y fui derecho a él. 'Sabes que sí, que me gusta' le dije mientras me arrodillaba, y empecé a masturbarlo yo.

'¿Qué haces? ¿estás loco?' me pregunta, a lo que le respondo si quiere que deje de hacerlo. Me negó con la cabeza, lo que tomé como luz verde para poder seguir.

Sinceramente no soy un pibe que se pone a hacerle orales a cualquiera, pero creo que fue un poco de todo en ese momento. Estábamos solos, todo el colegio en el edificio principal, un poco la adrenalina de hacerlo con chance que nos vean, aunque principalmente fue que Antonio cumple con los 'requisitos' que me gustan de un hombre: ya algo veterano, robusto y con el vello púbico crecido (si, tengo gustos raros).

Se la mamé unos quince minutos cuándo me decidí a parar y levantarme, él se quejó diciéndome que todavía no había acabado. 'Ya sé que no, quiero que acabes bien' le dije, entonces me puse boca abajo contra una mesa que hay en el cuarto dejando la cola de frente a él, mientras me bajaba los pantalones y bóxer; 'me imagino que vas a cogerme'.

Tony no lo dudó que vino directo a mí, con su saliva me lubricó un poco el año y me empezó a penetrar. Primero lo hacía con lentitud para que el ano se dilate, y una vez ya hecho comenzó a darme más fuerte. Lo único que se escuchaba en ese momento eran mis gemidos y el choque de su pelvis con mis nalgas.

Ya los dos excitados, me pidió que le pida más y le diga que me lo hacía muy bien (iba a decírselo igual ya que me lo estaba haciendo excelente). Yo cumplí sus pedidos y la verdad si que hacían efecto ya que me penetraba con más velocidad, lo que hizo que mis gemidos pasen a ser pequeños gritos de placer.

Ahora le pedí yo que me complazca, primero le dije que me agarre de los hombros para poder sentirlo más adentro mío. Y después, que me de nalgadas con sus manos que ocupaban toda una nalga mía y me diga cosas sucias (ésto último me pone a mil).

Así estuvimos un buen rato cuándo el sacó su pene de adentro mío y se sentó en una silla de plástico, muy agitado. La verdad que me preocupé y le pregunté si podía seguir, a lo que me contestó 'nunca me sentí mejor, ahora montala'. 

Me senté arriba de su verga mientras subía y bajaba, el acompañando esto con sus manos en mi cintura y un chirlo de vez en vez. Cuando el empezó a moverse a mi ritmo me hizo llegar al punto de excitación en el que no me importaba donde estábamos que empecé a gemir más y más fuerte, casi gritándole que no pare y que era el mejor.

A los minutos por fin pude sentir como acababa adentro mío chorro tras chorro tras chorro de semen mientras me decía que había estado excelente, lo que también le dije a él.

Ya vistiéndonos me preguntó porqué había ido ahí, entonces me acordé que tenía que darle un papel...

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