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Mis dos familias - 03 de 10

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También fue Don el que hablo sobre mi sexualidad con mamá, y aunque no sé cómo se desarrolló la conversación ella me abrazó al salir de su habitación, y me pidió que confiara en su marido para todo, y no hacía falta que me lo dijera.

Llegué a preguntarle como se practicaba el sexo entre heteros, también homos, por los detalles concretos y para todo no tenía una respuesta y decía que eso era para más tarde. Nuestro lazo se volvía más fuerte e intrincado. Como ejemplos me ponía videos que a modo didáctico me comentaba cuando “ese más tarde” llegaba según su parecer, todo muy despacio y según yo lo iba pidiendo.

Transcurrió ese año y no podía estar sin hablarle de mis sentimientos, hasta llegar a lo más peliagudo, y lo que sentía por él y que se iba agrandando cada día más. Pensé en la conversación durante días, en las palabras y en cómo se lo diría, todo resulto diferente a como lo había planificado.

-Don quiero saber lo que es eso. -dejó el libro que miraba con atención para explicarme un pasaje y se centró en mis temblorosas manos. Como si me hubiera leído el pensamiento, sabía lo que le preguntaba sin explicarme en detalle.

-Telmo, ya te masturbas, eyaculas y gozas de tu sexualidad y sabes lo que se siente, a veces Kilian y tú os masturbáis el uno al otro, ¿no es suficiente para ti? -era cierto, había olvidado que mi amigo y yo experimentábamos conjuntamente, yo le masturbaba o se la chupaba y luego me hacía la paja a mi mismo mientras él miraba, nunca me tocaba y no sabía lo que era la mano de otro hombre en mi sexo.

A Kilian le gustaban las chicas y también los chicos…, yo concretamente, y me quería para que lo me quería. En algo éramos diferentes ya que a mi solo me interesaban los chicos.

-Quiero hacer el amor Don, que un hombre me tome y me haga el amor, Kilian me lo pide siempre e insiste. -se quedó pensativo por poco tiempo.

-Creo que es muy pronto aún, eres muy joven.

-Pero…, pero Don, lo necesito, tú dices que hay que ir pasito a pasito.

Aquí se estableció un diálogo de sordos donde ninguno cedía hasta que cansado se restregó los ojos.

-Déjame pensarlo, podremos contratar un profesional para que te inicie, uno que no te haga daño y comiences con buen pie tu vida sexual. Pero debo pensarlo con mucho cuidado y por ahora no será.

-Quiero que seas tú Don, que seas mi primer hombre, ¿quién mejor que tu? Eres el que más me quiere. -podía sentir que le faltaba el aire y por poco se desmaya a la vez que se ponía rojo y lívido pasando de un estado a otro.

-¿Qué dices, eso es imposible? Soy tu padre, un hombre mayor y no quiero hacértelo. -estaba muy nervioso y tamborileaba los dedos en la mesa olvidado del libro y los deberes.

-¿Por qué no? En realidad no eres mi padre, yo te quiero, y eso de que no lo deseas es verdad a medias, he visto como tu pene se excita cuando hablamos, como ahora te sucede. -lo había dicho sin tenerlo confirmado pero acerté en un pleno total, se llevó las manos a su entrepierna como si quisiera ocultarlo.

-Mira Telmo, estoy dispuesto a cualquier cosa para ayudarte menos a eso que me pides, y si el que simplemente hablemos te hace desvariar, lo dejamos. No volveremos a tratar de este espinoso tema. -sin más se levantó y cruzó la habitación saliendo de ella.

Durante más de un mes no me dirigió la palabra, yo quería hablarle y él con cualquier excusa me rehuía, hasta mi madree que estaba poco tiempo a mi lado se dio cuenta de que algo nos sucedía.

Un extraordinario e inesperado acontecimiento consiguió que volviéramos a hablarnos, habían transcurrido seis años desde que mi padre desapareciera y repentinamente volvió de la ultratumba y lo hizo de malas maneras.

———————————

Cuando desperté aquella mañana aún no había amanecido, no estaba rodeado entre sus brazos aunque seguía en su cama y me desperecé dichoso y caliente entre las sábanas. No quería pensar en su tono resolutivo cuando dijo que esa había sido la última vez que me hacía el amor, aunque Don era temible en sus decisiones y todo podría ser.

-Levántate que vamos tarde. -me había escuchado el bostezo aunque se oía el ronco ruido de su máquina de afeitar tapando otros sonidos. Salté de la cama y entré en su cuarto de baño, le estampé un beso en la espalda acariciándole la cintura.

-Me voy a mi habitación, tardaré unos minutos. -solo gruñó dando su asentimiento.

Dos de los barcos habían partido cuando llegamos y nos esperaba el último. Enfilamos la silueta de los que nos precedían y Bento nos empujó para pasar al comedor y tomar algo para asentar el estómago, no habíamos tenido tiempo de desayunar.

Cuando llegamos al lugar donde se suponían que estaban los bancos de peces, echaron las redes y comenzaron a cerrar el círculo para atraparlos. Yo era un simple observador mirando sus quehaceres, Don era uno más igual que Bento ayudando en la faena de aquellos rudos y, hay que decirlo, temerarios hombres. La mar estaba picada como adelanto a la noche Bento y abandonó lo que hacía para venir donde yo estaba.

Ayúdame a preparar algo para comer, enseguida recogerán, creo que tenemos suerte y hay bastante carne en las redes para llenar la bodega.

Comenzamos a sacar la comida, preparándola con sumo cuidado, la mar cada vez se volvía más revuelta moviendo muy fuerte al barco.

-Espero que nos deje comer y volver a casa. -recogía los envoltorios y Bento se abrazó a mi espalda, sentía su cálido aliento en mi nuca y me mordió la oreja.

-Cada vez que vienes estás mejor, no se si aguantaré hasta la noche, quiero gozarte y que me la mames. -apretaba con furia los dientes y temí que me arrancara el lóbulo, pero enseguida pasó a lamer lo que antes mordía.

-Estoy solo con mi padre, no quiero dejarle. -a la vez que le hablaba tiraba mi culo hacia atrás para notar mejor el bulto de su polla.

-Un ratito para pasarlo bien, no voy a entretenerte más de la cuenta. -hacia unos meses que Bento me follaba y fue porque yo se lo pedí, como consecuencia de un rechazo de Don y como venganza que le contaría con todo detalle.

Tuvimos que disimular cuando uno de los hombres entró para pedirle a Bento que fuera ya que iban a recoger el fruto de su trabajo del día.

Luego todo fueron prisas, se había levantado un fuerte viento del oeste que les hacía pensar que todo empeoraría y había que volver al abrigo del puerto.

En el bar de la noche anterior nos habían preparado la cena y cuando Don se levantó para volver a casa Bento le habló.

-Don Fernando, ¿le dejará a su hijo que se quede un rato? Yo mismo lo llevaré a la casa. -Don me miraba, sospechando lo que el caliente muchacho deseaba y que para Don resultaba elocuente, no podía ocultar mi miserable regocijo al sospechar su enfado y molestia que no dejaba que se viera.

-Él es mayor y tiene mi permiso si es necesario. -mató parte de mi inicial alegría, pensaba que se iba a negar, pero Don era así de caústico y ácido a veces. Salió del bar y marchaba hacia el puerto donde habíamos dejado el coche a la mañana, le seguía pisándole los talones. Me apoyé en la puerta para que no la abriera.

-Si quieres vuelvo contigo. -sujetó mi mano que estaba sobre la manilla y me apartó.

-Solamente ten cuidado y no bebas. -así resultó de frío y se metió en el coche. Tenía a Bento detrás de mi y miramos como se iba alejando, demasiado rápido.

Bento miró hacia los costados de la calle, era de noche y no se veía un alma paseando.

-Vamos a mi casa, mi madre y Candela están en la tuya y dormirán allí, ¿o quieres que bebamos algo antes? -no me importaba que me desnudara cuanto antes pero deseaba hablar un poco y que no resultara tan exento de cariño y sin preparación. A veces soy así de romántico.

En el bar donde entramos había poco público a pesar de ser sábado aunque aún era temprano, nos quedamos en la barra y pidió dos gin-tonics.

-Hay poco público hoy, ¿no te parece?

-¡Va!, el resto de la semana está desierto, no se gana dinero y no llega para gastar en diversión. -al parecer tenía razón, los problemas de los pueblos resultaban semejantes a los de las ciudades.

Seguíamos bebiendo hasta que nos interrumpieron.

-¡Bentó, cabrón! ¿No os ha tragado la mar? Me enteré que os arriesgasteis, espero que haya sido con suerte. -era un hombre relativamente joven, como de treinta años aunque resulta difícil calcular la edad a hombres tan curtidos.

-Hemos tenido suerte, seguramente nos la trajo mi amigo. Mira Telmo, este es Sergio, salimos a veces juntos, a todo. -el tal Sergio me alargó una mano delgada, callosa, con tendones pronunciados y mucho bello.

-¿Telmo, el del pazo alto? Casi te conozco. -Bento se había puesto nervioso, intuí que algo le había contado de lo que hacíamos y luego eso de que “salían juntos a todo” hizo que me pusiera en guardia.

-Venga, ¿qué vas a tomar? -Bento sujetó su vaso con fuerza y llamó al hombre de la barra.

-Lo mismo que estáis bebiendo vosotros.

El tal Sergio no me desagradaba, todo él era fibroso con la cabeza algo alargada y el pelo muy corto, vestido con pantalones vaqueros muy gastados y camisa de tela gorda a cuadros con las mangas recogidas. Terminamos las bebidas y volvieron a pedir, llegaron otros clientes y el ambiente se animaba.

Tenía que invitarles a una ronda pero no quería beber más recordando la advertencia de Don, al final llevábamos ya largo rato y nos habíamos bebido tres consumiciones, me sentía algo mareado, nunca bebo tanto.

-Bento, tenemos que marchar y me tienes que llevar a casa.

-Quedaros un rato más, ahora está lloviendo a mares, mira como llegan esos. -Sergio señalaba a una pareja que entraban chorreando agua.

-Es imposible Sergio, mi padre me ha dado permiso pero no la noche.

-Muy bien, me gustan los chicos que obedecen a papá y en premio os voy a llevar yo, tengo el coche en la puerta, y que no se diga más. -parecía ser muy autoritario.

-Antes voy a vaciarme al aseo. -Bento se levantó.

-Espera te acompaño. -quería saber lo que estaba pasando, si Sergio me llevaba a mi casa no habría el encuentro que Bento buscaba.

-¿De qué va todo esto Bento? ¿Qué le has contado? -le sujeté del brazo mientras meaba, los minguitorios estaban vacíos a aquella hora afortunadamente.

-No tienes que preocuparte, a él le gustan también los chicos, vamos al pueblo más cercano a pasar alguna noche, con mujeres y con hombres, es activo y no soltará la lengua puedes estar tranquilo, si no quieres a él lo dejamos fuera.

-Bento, ¿piensas que me la vais a meter los dos?

-Primero uno y luego el otro, no pienses mal. -sí, lo que pensaba era que estaba más bebido que yo. Tenía que pasar un tiempo para que el mareo se marchara, Don permanecería despierto esperando a que llegara.

No hablamos más y Bento tomó el silencio como una afirmación. Para él era sencillo, el que pondría el culo sería yo, y a la vez quedaba bien con su amigo de correrías, ¿y para mi? al final no sería tan malo, ya había follado con dos de los trabajadores de mi padre la pasada vez que estuve allí, claro que eran más jóvenes que yo y tenían demasiada experiencia.

Llegamos a la casa y sentía frío a pesar de la bebida, Bento fue a encender la calefacción y al salir por la puerta Sergio me sujetó de la mano sin más circunloquios y comenzó a besarme la cara de forma ansiosa.

-No era mentira, Bento decía maravillas de ti.

-¿Y qué hablaba Bento? -respondía a sus besos, olía a mar y pescados, a hombre viril y machote.

-Que resultabas delicioso y eras guapo, como una bella muchachita sin coño, una linda y sumisa putita, como nos gustan, ¿es todo eso cierto?.

-Depende de lo macho que tu seas. -debieron hacerle gracia mis palabras y soltó una risotada en mi cuello.

-Sí debe de ser cierto, hueles como ellas, a mujercita caliente. -no me había dado cuenta que Bento había vuelto y me abrazaba por atrás apretando su paquete contra mi trasero.

-Es mejor que vayamos a mi habitación es más caliente y quiero verte ya desnudo. -pero no dejaba de restregarse contra mis nalgas queriendo meter las manos entre mi cuerpo y el de Sergio para sujetarme por la cintura, acción que evitaba Sergio al tenerme abrazado por delante y muy pegado a él, haciendo que notara el bulto de su verga, para que me diera cuenta de que él era el alfa de los dos machos que deseaban montarme. No resultaba difícil notar la diferencia de una verga a la otra aun a través de la ropa.

Mientras me apretaba Bento creía que rompería mi pantalón por la fuerza de su polla y tiró de él hacía abajo, se escurrió de mis caderas y escapé de los besos de Sergio para girar la cabeza y besarme con mi amigo.

-Es mejor que hagamos lo que dice Bento. -resultó una sugerencia atendida de inmediato. Sergio me sujetó por debajo de los brazos y Bento por las piernas, me llevaron como si fuera un paquete hasta dejarme sobre la cama.

Mientras Bento me besaba el otro tiraba de mi ropa para dejarme desnudo.

-¡Joder, qué nene mas delicioso! Te voy a romper el culo. -terminé por quitarme la camisa como mi última prenda y me estiré en la cama para que me vieran bien.

-¿Te gusta lo que ves semental?

-Estas para reventarte todos tus agujeros. -se había quedado quieto frotándose la verga por encima del vaquero.

-Desnudaos y tú cómeme el culito. -me estaba volviendo atrevido mirando aquellos dos chicos, uno ya bastante hombre, embobados, y me coloqué de rodillas elevando el culo y me lo abrí con las manos.

Al revés de lo que pensaba, Sergio se tiró en la cama colocándose arrodillado ante mi cara, sentado sobre sus piernas y entonces pude ver su polla que tanto apretaba hacia un momento con la mía, era larga, delgada y recta, sobresalía un poco el glande del resto y la tenía totalmente mojada de sus jugos, con vello por todas partes, muy, muy velludo y era imposible ver sus testículos perdidos entre el pelo.

Bento comenzó a sobarme el culo empujando mis piernas para que me abriera, Durante varios minutos se mantuvo deslizando su gorda verga por la raja de mi culo, era más corta y también bastante más gorda que la de Sergio, esté me sujetó la cabeza y me la bajó acercándome la polla y atendí lo que en silencio me pedía, el flujo que le salía de la uretra le llegaba a la base del pene resbalando, tenía un profundo olor a sudor y sexo de hombre y la envolví con mis labios.

-Mamas divino muñeco, métela más, chupa, chupa fuerte. -empujaba de mi nuca haciendo que fuera entrando en mi boca hasta llegar a tocar la garganta y allí apretar decidido a meterla toda.

Bento, al fin, me comía el culo haciendo fuerza en el ano con la punta de la lengua. Por un lado Sergio hería mi garganta y Bento me daba gusto en el ano, una mezcla lujuriosa y placentera. Podía mamarle la verga a mi manera, parecía que había calmado su excitación y así disfrute de su rica polla en mi boca hasta que la volvió a meter del todo y con suaves movimientos me follaba la garganta, supe que se iba a correr al sentirle contraerse y quise retirarme pero no me dejó y trague parte del semen que no dejaba de tirar.

No pude emitir un grito de dolor cuando Bento me penetro de golpe al tener la boca ocupada, su gorda verga me invadió repentinamente provocando que la polla de Sergio volviera a mi garganta, sentía a Bento como nunca, seguramente excitado mucho más al verme follada la boca por su amigo.

Estaban los dos muy cachondos y Sergio me sacó la verga de la boca aún dura y con los últimos flujos saliéndole.

-Cambiemos de lugar, ahora quiero su culo. -Bento no le atendió e incrementó sus embestidas metiendo muy rápido el pene en mi ano. Estaba a punto de correrse y no debía querer verse interrumpido. Noté la dureza y grosor de la verga escupiendo la leche en mi interior, empujando como poseído y haciendo que colocara mi cara sobre la leche que había caído del rabo de Sergio sobre los pelos del pubis.

Los dos se había corrido, y aunque yo lo gozaba resultó muy rápido por lo calientes que estaban. Cambiaron de posición y empecé a limpiarle la verga a Bento con sabor a su leche y mi culo. Sergio separó mis nalgas.

-¡Joder!, lo has dejado abierto como un túnel, podría meterle el puño. -y no le faltaba razón, sentía boquear al ano e intenté que se cerrara, pero Sergio comenzó a besarlo y chupar la leche que expulsaba de su amigo.

Cuando se hartó de comer la leche que iba regurgitando se colocó en postura para penetrarme, su pene entró sin pena y sin gloría, como si no lo sintiera.

-Aprieta el culo putito, no te siento. -yo a él tampoco por lo abierto que me había dejado Bento, me esforcé hasta sentirme abrazarle la verga y comenzó el entrar y salir, ahora tranquilo y lento, quería gozar de mi ano y a la vez me lo hacía pasar bien a mi.

Esta vez fue Bento el que se corrió primero en mi cara para arrastrar la leche a mi boca con el glande de su verga, no me daba casi cuenta gozando del palo de Sergio, empecé masturbarme, no quería quedarme sin eyacular y disfrutar como colofón de un buen orgasmo.

Comencé a correrme sobre las piernas de Bento y apreté con fuerza el ano haciendo que Sergio gritara y me dejara el semen muy dentro.

Los tenía a cada uno de ellos tumbados a mis costados, aún jadeando los tres y ellos algo cansados. Bento se elevó para besarme en los labios.

-¿Volvemos a empezar? Me he quedado con ganas. -Sergio reaccionó y empezó a morderme una tetita, fuerte hasta hacer que me quejara.

-Ya has escuchado a Bento, queremos más. -no me hubiera importado pasar la noche con ellos recibiendo verga de aquellos dos viriles machos, pero Don se me apareció esperando y dando paseos por su habitación mirando la hora.

-Por ahora es bastante, mi padre me mata por la hora a la que llegaré. -usé el inodoro para vaciarme lo que pude, estaba lleno y saque una buena cantidad de semen y me enjuagué la boca para quitar el sabor a esperma.

-Espero que nos veamos pronto para seguir dándote verga, si a mi amigo no le importa. Ya sabes que nosotros compartimos. -comenzó a reír pero ninguno le hicimos caso.

Me acompañó Bento y Sergio se quedó en su cama, era mejor así, por si Don vigilaba mi llegada.

-¿Nos veremos mañana? -me sujetaba el muslo apretando con suavidad.

-Tengo que estudiar y seguramente marcharemos después de comer. -me abrazó besándome los labios.

-Entonces hasta tu vuelta. -pero no me soltaba y susurré en su oido.

-No cuentes a todo el pueblo lo que hacemos, o no podré atender a todos con mi culo. -rió estrepitosamente y alargó el brazo para abrir la puerta dejándome ir.

El cielo continuaba cubierto aunque había dejado de llover y el frío me desazonaba, subí rápidamente las escaleras para llegar a mi habitación ya que Don no me esperaba. Pude ver la luz de su cuarto proyectándose en el suelo del pasillo pero no quise oír sus quejas por mi retraso y entré en mi habitación. Me desnudé y comencé a colocarme la ropa de dormir, abrochaba la chaqueta cuando se hizo presente en la puerta con el pantalón largo de cama y su potente pecho al aire.

-Llegas un poco tarde. -sus palabras sonaban comedidas y avanzó unos pasos.

-Nos entretuvimos con unos amigos. -me volví hacía él, lo tenía a dos pasos de distancia y sus ojos lanzaban rayos.

-Has bebido, se te huele en la distancia. -sus palabras sonaban algo duras.

-Vale don, ¿qué vamos a hacer?, somos jóvenes y estábamos entretenidos. quise meterme en la cama y me sujetó por los hombros.

-No solo hueles a alcohol, también a sexo, ¿te ha follado Bento? -quizá fuese su tono o la forma de exigirme que levantara la cara para mirarle y hablé lo que no debía haber hecho.

-¿Bento? Y también un amigo, medio pueblo si hubiera querido. -me sujetó por los brazos elevándome al vacío, pensé que me estrellaría contra el suelo si me soltaba, pero no, me llevó suspendido hasta que nuestras frentes se juntaron.

-¿Por qué eres de esta manera? ¿Por qué? Eres capaz de volverme loco como nadie lo ha hecho. -y unió sus labios a los míos. Después de un minuto invadiéndome con su lengua me depositó en el suelo sin soltarme y me la media vuelta bajando mi pijama y dejándome el culo al aire, se deshizo el suyo y sentí su verga dura y caliente queriendo entrar entre mis piernas.

-No quiero que andes de puto, tu no eres un cualquiera. -me empujó del cuello y pensé que me la iba a meter sin más, pero me llevó hasta el borde de la cama dejándome caer con el pecho sobre ella y con el culo en el borde.

Don no parecía ser el mismo, le sentía enloquecido y se arrodilló en el suelo abriéndome las piernas para tener acceso a mi ano, tiró con las manos para abrirme y comenzó a comerme el culo, a pegarme lametazos que me crispaban el pelo habiéndome temblar angustiado.

Metía la lengua con fuerza terminando de abrir mi ano ya totalmente dilatado, sintiendo el semen de los dos machos que me terminaban de follar hacia poco tiempo. El sonido de las succiones que me daba me ponía cada segundo más cachondo, era una comida de culo como nunca me había hecho y yo solamente jadeaba y gemía de gusto.

Cuando se cansó de lamerme me sentía vació, me había sacado todo resto de leche del culo, terminó de quitarme la ropa y tiró su pantalón por el suelo, me cogió en los brazos y me deposito bruscamente en la cama.

Comenzó a chuparme la polla, ya he dicho que no la tengo grande pero lograba atragantarse y no dejaba de mamar hasta que sentía que explotaba de placer y eyaculaba en su boca. Sacó la verga y continuó masturbándomela usando como lubricante mi leche que escupió sobre ella. La tenía súper sensible y me causaba dolor.

-Vale, vale Don, para por favor, me duele. -parecía que me había escuchado y liberó mi verga de su mano pero me subió a la cama y me puso arrodillado, se situó detrás de mi, volvió a separarme los glúteos volviendo a abrirme el culo y me penetró salvajemente, la verdad no me hizo daño por lo estirado y flojo que lo tenía.

Su grande y gorda polla entraba rasgando deliciosamente mi recto y empezó a martillearme el ano con fuertes embestidas, golpeando con fuerza sus colgantes y gordos testículos en los míos bastante más gordos, ahora si sentía un desgarrador dolor al querer entrar más de lo que yo permitía.

Entraba en lo más profundo y luego salía dejando solo la cabeza del glande en mi culo con penetraciones muy rápidas, yo me sujetaba con fuerza a la sábana mordiéndola para amortiguar el dolor y contener los gritos que querían escapar de mi garganta.

Este hombre terriblemente varonil y masculino, el ser que más quería me estaba violando, literalmente hablando no sabía lo que hacía y parecía que nunca se iba a detener.

Pero el cansancio logró que los vaivenes se ralentizaran y el placer sustituyo al dolor, poco a poco comencé a vislumbrar el cielo. ahora era la puta de mi hombre, al que quería y deseaba, no a esos de encuentros rápidos que solo conseguían aplacarme. Me llenaba por completo el recto y me sentía más entregado que una puta a su cliente.

Se recostó sobre mi espalda descansando, y entonces se volvió dulzura derretida besándome la espalda y pasando la lengua por ella, mordiéndome la nuca y le sentí sollozando en mi oreja.

-Lo siento pequeño, ¿qué te hago? ¡Oh Dios! -giré la cabeza aplastada sobre la cama.

-Sigue Don, no te detengas ahora, estoy bien mi vida, fóllame, no te pares. -pero no me atendió y su verga fue saliendo. No, no estaba dispuesto a que se sintiera culpable y tampoco a que no terminara de follarme.

Lo empujé para que quedara tumbado mirando al techo y busque su verga para mamarla, con ansia loca y deseo irreprimible para que no se le bajara, me senté sobre ella y entro hasta mi barriga. Empecé a montarme en mi macho y a mover el culo en todas las direcciones para conseguir que se corriera.

-Por favor, no me dejes así Don. -era una puta cualquiera, viciosa y guarra hasta donde hiciera falta, yo sería el malo aunque me rompiera el corazón.

Se apiadó de mi y agarro mi verga con la mano y comenzó a moverla mientras yo me follaba el culo en su dura polla. El placer era excesivo y por fin comencé a eyacular en su mano mientras aceleraba mis movimientos para él también tuviera su orgasmo.

Le sentía vaciarse en mi llenando mi culo con ese semen templado y espeso, como si fuera una limpieza del que los otros me dejaron. Le miré la cara y rehuía mi mirada avergonzado de haberse dejado llevar por el deseo brutal que le despertaba, hasta ahora había sido ceder a mis deseos, eso era diferente y le sentía sufrir humillado y pequeño.

No me hablaba, se limpió el semen que tenía en la mano sobre su pecho y se levantó como si estuviera borracho hasta salir de la habitación.

Continuará…

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