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El día que me desvirgaron

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Fue en Zaragoza hace ya tiempo de esto.

Me encontraba realizando el servicio militar en la Academia General Militar de Zaragoza. De aquellas contaba con 21 años, medía y mido 165 centímetros de estatura, y pesaba por entonces 58  Kg. De pelo negro azabache, un culito redondito, y algo respingón.

Aquel día, decidí salir a la hora de paseo; creo recordar que sería sobre las 6 de la tarde; primero iba a cambiarme de ropa al bar donde solía comer o cenar. Allí me quitaba la ropa militar para luego ponerme la ropa de civil; era un pantalón de pana, una camisa, y una cazadora.

Después de terminar de vestirme con la ropa de civil, y dejar el petate con la ropa militar en dicho local, salí a pasear por Zaragoza.

Primero acudí a la zona pija; es la zona universitaria; allí pasé buen rato, tomando unas cervezas, y escuchando música.

Cuando me cansé de beber, decidí dar un paseo, e ir acercándome a la avenida de la independencia, para acudir antes de ir a cenar, al local que estaba de moda por aquel entonces, que no era otra que Radio Zaragoza. Así se llamaba aquel local, donde había buen ambiente, y bastante marcha.

Como no era cosa de apurar, fui dando un pequeño paseo, incluso parándome a ver algún escaparate.

Estando viendo un escaparate de ropa, me fijo, que hace rato que me sigue un hombre de unos 30, o 35 años. El cual también se queda parado viendo el escaparate que yo miraba. Me fijé que llevaba puesto un pantalón color casi rosa, el cual me llamó la atención, por lo que me di cuenta de que sería homosexual.

Quedé pensativo, empezando la mente a darme vueltas, y empezando a ponerme algo cachondo. Seguí con el paseo, volviendo a pararme en el siguiente escaparate.

Ahora si él se paraba, no me quedaba duda, de que estaba tratando de ligar con migo. Y así pasó.

Se paró donde yo estaba, empezando a entablar conversación conmigo. No recuerdo las palabras exactas que me dijo, pero el caso es que me tiró los tejos, correspondiéndole yo afirmativamente a su proposición.

Me dijo si tenía a donde ir, contestando yo que no. Entonces me propuso quedar para el día siguiente ya que él en ese momento no podía, y que había quedado con unos amigos. Me dijo que se llamaba Urbano, que era de Barcelona, y que estaba de paso en Zaragoza.

Quedamos para el día siguiente, dando la dirección a donde ir. No era otra que el hotel Europa, el cual estaba en la avenida de la independencia. Que cuando llegase, preguntara por él, Urbano; no recuerdo los apellidos; que ya me diría a donde ir.

Así que ese día terminé por marchar para el cuartel a dormir, y ya vería si al día siguiente, no me arrepentía.

El día siguiente llegó, con la decisión de acudir a la cita. Nunca había mantenido relaciones sexuales, solo alguna paja con amigos, y una mamada que nos realizamos mutuamente un amigo y yo. Esa era toda mi experiencia sexual; bueno una vez acudí a una prostituta profesional, pero no me había quedado nada satisfecho.

Llegó la hora de salir, tomando yo rumbo a la cita. Estaba bastante nervioso por aquella cita, y no se me pasaría hasta estar con él.

Llegué al hotel, y en recepción pregunté por Urbano,  dándole el nombre y apellidos, y pidiéndole que le comunicara que estaba yo allí; por supuesto le dí mi nombre y apellidos.

Al momento, me avisa el recepcionista, que hiciera el favor de subir a la habitación, que me estaba esperando. Cogí el ascensor, dirigiéndome a la habitación del hombre que me iba desvirgar mi culito.

Nada más llegar a la puerta, me abrió, Urbano. Llevaba puesto un albornoz. Me hizo pasar, y al cerrar la puerta, me dijo que me desnudara, cosa que empecé a realizar con suma rapidez.

Me quedé en slip, sentado en el sillón. Me pidió que me metiera en la cama, y así lo hice.

Estando los 2 en la cama, empezó por besarme, y con una mano, empezó a bajarme el slip. Una vez lo tenía a la altura de mis tobillos, con su pie empezó a sacármelo por completo, quedando el slip, a los pies de la cama, y entre las sábanas.

Después de manosearme, y morrearme a conciencia, me hizo meter la cabeza entre las sábanas, para que le hiciera una mamadita a su pene. Fue entonces cuando pude ver bien su polla, siendo esta bien formada, no muy larga, y bien proporcionada. Yo no tenía mucha experiencia, y no paraba de darme arcadas, cada vez que aquella polla me tocaba la campanilla; hasta me hacía llorar los ojos.

Cuando él se cansó de que le chupara la polla, me puso de costado, quedando el detrás mía, y al lado de la mesilla de noche.

Me arrimó su polla a mi culo, intentando meterme aquella polla. Pero al no estar yo bien preparado, y siendo virgen, me hizo daño, haciéndome soltar un pequeño grito. Aaaaah, me estás lastimando, le dije.

Entonces se sentó en la cama, y abriendo el cajón de la mesilla, sacó una caja de crema para las manos; se llamaba Atrix; abrió la misma, y con 2 dedos, cogió una buena porción de la misma. Empezó con ambos dedos, a untarme el ano, introduciendo uno de sus dedos, un poco en mi ano. Cuando terminó de ponerme la crema, agarró su polla, y colocándola en la entrada de mi ano, fue metiendo poco a poco su polla.

Al momento de entrar su glande, sentí algo de dolor, pero al seguir entrando aquella polla, el dolor, pasó.

Cuando estaba bien ensartado, empezó con ligeros movimientos de cadera. Iba suave, y poquito a poco. Ya le estaba empezando a coger cierto gustillo, cuando de repente sacó toda la polla de mi culo, y me pidió que cambiásemos de postura.

En ese momento, me dieron ganas de estrangularlo. Ahora que ya la tenía dentro, había que volver a empezar, y volver a sentir el dolor de entrar aquella lanza en mi culito virgen.

Puso una toalla de baño en la cama, la cual iba desde los pies de la cama, hasta la cabecera. Me dijo que me pusiera a 4 patas sobre la toalla. Así lo hice, por lo que me fui a los pies de la cama, y desde allí me subí a la cama, poniéndome en 4 patas sobre la toalla.

El sin subirse a la cama, se puso detrás de mí y con aquel rabo tieso que tenía, me ensartó de nuevo.

La sensación que tuve esa vez, fue totalmente placentera, y muy distinta de antes. Notaba como entraba aquella verga, escuchando como resbalaba al entrar; era el efecto de la crema; era como si un chorizo grande, me estuviera entrando por el culo. Joder, que placer sentía, aquello sí que estaba rico, y como me estaba gustando. La verdad es que me quedó grabado en la memoria, aquella sensación y sonido que hizo su polla al entrar en mi culito virgen, hasta ese día.

Cuando tocó con su pelvis, mi culo, noté los pelos del pubis, y sus huevos pegados a mi culo. En ese momento, pasé mi mano, por medio de mis piernas, y tocando mi ano, noté como me tenía ensartado aquella polla. Era increíble, tenía toda dentro de mi culo, aquella polla, y no había sentido dolor alguno.

Con mi mano toqué sus huevos, empezando a acariciarlos.

Acto seguido, empezó a mover su pelvis, dando ligeros movimientos de cintura, en un vaivén suave y sin prisas. ¡Aaaaaah! Cada vez me estaba gustando más, y él cada vez, empezaba a aumentar el ritmo.

Yo miraba por entre mis piernas, y veía como mi polla y huevos iban para delante y para atrás. Era normal, me estaba sujetando por mis caderas, y no paraba de taladrarme mi virgen culo. Virgen al menos hasta ese día. Cada vez iba a mayor velocidad, pareciendo yo un muñeco encima de una cama, a 4 patas, siendo ensartado por una gran polla, y a un ritmo cada vez más infernal.

Aaaaah, dios mío, que gusto estaba sintiendo, cada vez que me clavaba aquella vergota, como pude haber tardado tanto yo en enterarme de lo rico que se sentía aquello de ser follado.

Ahora empezaba a darme mucho más fuerte, y a gemir, y decir, uuuuuff  que gusto que me estás dando mariconcito, tienes un culito riquísimo, y por encima debías de ser virgen.

Empezó a soltar grandes chorros de leche, introduciéndome aquel falo cada vez más profundo; era como si quisiera dejarme preñado, y temiera que me saliese la leche de mi culito.

La verdad es que estaba notando como salían aquellos chorros de semen, y quedaban dentro de mi culo. Fue la única vez que sentí eyacular, y como salían los chorros de semen. Todas las demás veces que me volvieron a follar, no volví a tener aquella sensación de notar como salía el semen de la polla que me follaba, y se corrían dentro de mi culo.

Nada más terminar, sin sacar la polla de mi recién desflorado culito, agarró mi polla con su mano derecha, y con un par de movimientos, empecé a soltar una tremenda cantidad de leche. Joder menuda corrida que había tenido, y que gustito me había quedado en el culito.

Nos levantamos, y me fui al baño, para limpiarme. Lo primero que hice al entrar en el baño, fue sentarme en el váter, esperando empezara a soltar aquello que me inundaba, pensando que también empezaría a evacuar. Pero la verdad, es que no salía nada, más que semen, pero yo tenía la sensación de tener un tapón en el culo, y quería evacuar.

Como no salía nada, me puse en el bidet, empezando a meterme un dedo en el culo, para luego seguir con 2 dedos. Pero allí no había nada, llegué a tocar el fondo del mismo, y nada, que aquello estaba limpísimo.

Así que salí, y empecé a vestirme. Cuando estuvimos listos, salimos ambos, y nos fuimos a tomar unas cervezas, a una terraza cerquita de allí.

Iba andando, y tenía la sensación de llevar el culo abierto. La verdad es que pensaba que todo el mundo se fijaba como caminaba, y que se darían cuenta de que me acababan de romper el culo. Creo que a todos los que nos han roto el culito, sabemos a lo que me refiero. Hasta al sentarme tenía miedo, y procuraba sentarme con cuidado.

Que gran placer sentía aquel día, y que gran follada, y desvirgue le dieron a mi culito.

Gracias Urbano, por esa maravillosa desfloración. Me rompiste el culito, bien roto, y sin apenas dolor, además con muchísimo placer por mi parte.

Me diste la dirección de tu casa en Barcelona, y el número de teléfono, por si cuando fuese por allí, me animaba  a llamarte. La primera vez, no me atreví, luego perdí la cartera, y la nota donde me habías apuntado tu nombre, dirección, y teléfono, así que no pude ponerme en contacto contigo, ya que solo recordaba tu nombre, Urbano. Tampoco tuve la suerte de volverte a ver, pero fue todo un placer el que me hubieses desvirgado.

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