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Un trato delicioso

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Antes de nada me gustaría recalcar que la historia que voy a contarles es totalmente ficticia y que su único objetivo es el disfrute del lector.

Tengo 65 años y gozo de una buena posición social y económica. Hace unos meses viajé a Argentina por asuntos de negocios. Tuve que pasar bastante tiempo en el país así que decidí salir Buenos Aires, la capital.

Debido a caprichos del destino conocí a una joven muy hermosa, trabajaba como camarera en un restaurante de la ciudad. Tenía 19 años, unos ojos azul intenso, el cabello rubio y ese acento que me volvía loco.

Frecuenté aquel restaurante durante mi estancia en Buenos Aires simplemente por poder disfrutar de su belleza.

Una noche decidí invitarla a una copa al acabar su turno en el restaurante para charlar y conocer más sobre ella y aceptó.

Al salir del restaurante fuimos a tomar unas copas y ella me habló de su vida y de sus aspiraciones personales. Por suerte para mí era una mujer con grandes aspiraciones y estas eran bien diferentes de trabajar como camarera. Yo podía darle lo que ella deseaba pero no lo haría gratis así que le propuse un trato: yo le concedería el sueño de su vida a cambio de que ella pasase dos noches conmigo.

Al principio se mostró reacia, me confesó que era virgen y que no quería perder su virginidad de esa manera. Esto hizo despertar aún más mi interés por ella así que le deje mi número de teléfono por si finalmente después de reflexionar decidía aceptar el trato.

Al día siguiente estuve esperando su llamada durante todo el día pero el teléfono no sonó. No quise ir a su restaurante pues no quería que sintiera incomoda ni tampoco buscaba acosarla. Me llevé una gran desilusión así que me fui simplemente a la cama pensando en su belleza.

A la mañana siguiente sobre las 11 de la mañana sonó el teléfono, su dulce y a la vez temblorosa voz se escuchaba desde el otro lado, después de reflexionar había decidido aceptar el trato que le había ofrecido. Mi cara adoptó una sonrisa de oreja a oreja y podía sentir como mi pene se incrementaba lentamente mientras hablaba con ella. Le pregunté una dirección para enviarle un pequeño obsequio y le indiqué la dirección donde tendría que acudir para nuestro encuentro.

Tan pronto como terminé de hablar con ella fui a comprar todo lo que necesitaría para la noche. Le compré un vestido negro corto junto con la lencería que más me excitaba e hice que se lo enviasen junto a un ramo de flores a la dirección que me había indicado.

Pasé toda la tarde en el hotel esperando ansioso a que llegase la hora en la que habíamos concertado nuestra cita, el tiempo se pasó muy lento hasta que por fin el reloj marcó la hora ansiada. Sentí como tocaban a la puerta, me dispuse a abrir y allí estaba ella, llevaba el vestido que le había enviado, el cual resaltaba de forma generosa sus preciosos atributos femeninos.

La hice pasar a la habitación y le ofrecí una copa, al principio se mostraba tímida y algo nerviosa pero poco a poco fui consiguiendo que se relajase. Tras una hora llegó de espera decidí que ya había llegado el tan ansiado momento. Ella estaba sentada en un sillón a mi lado así que comencé a acariciar sus suaves piernas lentamente. Me acerqué a su oreja y mientras disfrutaba de su perfume le dije al oído que me besara, me fui deslizando besando su cuello y posteriormente comenzamos a besarnos en la boca durante un buen rato .Yo ya estaba a 100 así que la cogí en peso y la llevé a la cama. Allí comencé a desabrochar su vestido lentamente mientras besaba su espalda, quité su sostén dejándola solo un tanguita negro y comencé a besar sus jóvenes pechos, en ese momento el nerviosismo con el que ella había entrado se había convertido también en un intenso placer para ella.

Me desvestí yo también y le dije que se metiera mi pene en la boca, ella se puso de rodillas y obedeció sin rechistar, sentir mi pene entre sus dulces labios fue una delicia indescriptible, metí mi pene hasta el fondo de su garganta y comencé a moverlo con fuerza, cada movimiento era un éxtasis de placer y lujuria. La levanté y la lancé en la cama, comencé a besarla y fui bajando poco a poco besando todo su cuerpo hasta llegar al tanguita que aún tenía escondiendo la linda flor aún sin abrir que guardaba para mí. No podía esperar a ser el primero en estar dentro de ella así que retiré el tanguita y comencé a deslizar suavemente mi lengua por su conchita y a saborear sus flujos vaginales, me levanté y sin vacilar ni un segundo, introduje mi pene en su vagina lentamente, era muy estrecha, húmeda y caliente, dado que no llevaba condón pude disfrutar cada milímetro de su vagina mientras le robaba su inocencia a aquel ángel. Comencé a mover mi pene con decisión mientras ella gemía de placer acerqué mi boca a sus lindos pechos y comencé a besarlos mientras mi pene se deleitaba en el interior de su vagina. Saqué mi pene de su lindo agujero, la levanté de la cama y la puse contra la pared, volví a introducir mi pene dentro de ella pues no quería estar fuera, comencé a acariciar sus suaves nalgas y a besar su cuello mientras movía mi pene con fuerza hasta que al final sentí como un rio de semen inundaba su preciosa cueva.

Continuará.

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