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Mi pesadilla

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¡Dios mío, qué pesadilla! Me desperté en mi cama, totalmente empapada en sudor y lo que es peor, o mejor, según se mire, con el coño hecho agua. Había tenido un sueño erótico, un sueño fabuloso, me había corrido un par de veces... ¡Con mi hermano!

No, no ,no... No podía ser... ¿Cómo podía tener un sueño erótico con mi hermano? ¡Si era un cretino! Cierto que estaba como un queso, pero no tenía nada que ver.¡Con mi hermano! Si se lo contaba a alguna de mis amigas, el descojono iba a ser mayúsculo, el hazmerreír de todo el colegio.

Me levanté para ir al baño, tenía que lavarme un poco y ponerme unas bragas limpias, las tenía empapadas. Seguía dándole vueltas al asunto. ¿Tan necesitada estaba? No suelo ser una tía muy caliente... Tampoco una frígida. Me gustan los chicos, claro, he tenido algunos rollos esporádicos con alguno, he tenido un par de novietes, aunque sin llegar a follar. Eso sí, me hacían unos dedillos fabulosos mientras yo se la cascaba... Había tenido alguna vez sueños cachondos, sobre todo con Brad Pitt, Tom Cruise y Richard Gere que, aunque es mayorcito, está buenísimo y me pone un montón. Pero mi hermano era otra cosa...

El agua tibia del bidé en mi coño me hacía cosquillas pero también me bajaba la calentura, si es que me quedaba algo después de la sorpresa del sueñecito de marras...

Volví a la cama... No podía dormir. La imagen de Juanjo, mi hermano, seguía indeleble en mi cabeza. Es un chico alto, de pelo castaño oscuro, muy fibroso, me encanta la "tableta de chocolate" que le forman los abdominales y tiene unos ojos azules inmensos. Cualquiera que le mire se fija en sus ojos... Son una pasada. A todas mis amigas se les hace el chisme pepsicola. Pero es un borde, por lo menos con las tías.

No es que fuera un creído ni nada de eso, nunca iba con chicas y era super serio. A mi me daba que era de la otra acera. ¡Que desperdicio! Como decía un anuncio, todos los tíos buenos o son gays o están casados...

Me levanté otra vez. Fui a la cocina a beber un vaso de agua. Sin poderlo remediar me acerqué a su habitación, abrí la puerta y allí estaba... Vestido solo con el pantalón del pijama. Sí, realmente estaba bueno...

Me fui como había venido. Otra vez en la cama, a dar vueltas, a ver si me dormía de una puñetera vez...

La mañana siguiente estaba con unas ojeras de escándalo, me moría de sueño

y hasta tenía mal cuerpo... Cierto sentimiento de culpabilidad me carcomía. Y todo por un puto sueño. Intenté sacármelo de la cabeza mientras me duchaba pero, desgraciadamente, cuanto más intentas olvidarte de algo que has soñado, menos lo consigues.

Me puse el uniforme del cole y fui a la cocina a desayunar, allí estaba el objeto de mi fantasía nocturna tomándose un café con tostadas. Ni siquiera me miró. A pesar de mi vergüenza le di los buenos días... Un seco gruñido indefinido fue su contestación; decididamente era un cretino. Podía, por lo menos, ser educado... En ese momento me moría de rabia por haber soñado con él, todo lo que tenía de guapo lo tenía de estúpido.

Habiéndome tomado solo un café con leche y sin dirigirle la palabra me fui al colegio. El estar con mis amigas y las horas de clase hicieron que me olvidara de la noche anterior. Menos mal... Por un momento pensé que me estaba volviendo loca... Mi vida, gracias a Dios, volvió a su rutina habitual.

Sin embargo, al cabo de unos días, me encontré a Juanjo  haciendo ejercicio. Se acababa de comprar un banco de remo, de esos plegables. Iba vestido con una camiseta de tirantes y pantalón corto de deporte, en su cuarto, con la puerta abierta, sudando a mares. Cada vez que se aceraba y retrocedía en el banquillo móvil se le marcaban todos los músculos de brazos y piernas, estaba mucho más bueno de lo que creía, me quedé en el quicio de la puerta mirando como remaba en una imaginaria regata. Al verme allí plantada paró un momento para soltarme

-¿Qué, no tienes nada mejor que hacer, niña?

¡Mira que era gilipollas! Me molestaba mazo que me llamara niña. Me fui a mi habitación cabreada, como siempre, con él. Antes, cuando éramos pequeños, nos llevábamos bastante bien, hasta jugábamos juntos de vez en cuando. No es que fuéramos los hermanos perfectos pero teníamos una relación bastante normal.

Yo creo que fue en la pubertad, cuando tuve mis primeras reglas y me empezaron a crecer las tetas. A partir de entonces todo cambió, se volvió más seco, si hablaba conmigo era para soltarme puyas, consiguientemente yo hacía lo mismo... No sé porqué, todas las amigas que tengo que solo tienen un hermano, tampoco son muchas, se llevan igual que nosotros, ni bien ni mal sino todo lo contrario. Ahora él tenía 21 años y yo 18 pero adoptaba una actitud de superioridad que me ponía frenética. No es que me tratara mal, sino como una cría. Seguro que yo era bastante más madura que él.

Dejé los libros y encendí el equipo de música; un poco de salsa me levantaría el ánimo. Intenté estudiar durante un rato... La imagen de mi hermano volvía una y otra vez, sudando, diciéndome ven, ven a ducharte conmigo...Me estaba poniendo histérica, fijo que me iba a "poner mala" dentro de poco... No podía más, me fui al baño y me hice una paja en toda regla, sentada en el váter. No me metí el mango del cepillo del pelo de milagro. Porque nunca había hecho nada así y era virgen, que sino...

Aquella noche ya no fue un sueño. Estaba totalmente despierta y seguía con Juanjo en la cabeza, imaginando su cuerpo desnudo, fuerte, varonil a pesar de su juventud, acariciándome, deseándome... Una de mis manos se perdió en mi entrepierna sin poderlo remediar... El orgasmo me dejó más frustrada e insatisfecha que antes, aparte de hacerme sentir vacía. Me pareció asqueroso hacerme un dedillo a la salud del cuerpo de mi hermano ¡Y ya era el segundo en un día!

Volví a levantarme al baño, a refrescarme un poco. Me limpié mis partes y me lavé la cara, la imagen que me devolvía el espejo era la mía pero no debía ser yo. ¿Qué coño me estaba pasando? Alguna revolución hormonal desconocida se debía de haber apoderado de mí, estaba salidísima. Aunque pensándolo bien, no era con cualquier tío, solo era con el cretino de la habitación de al lado.

Encaminé mis pasos hacia su cuarto... Con cuidado abrí la puerta, la luz del pasillo era suficiente para verle perfectamente... Como el otro día estaba allí dormido, destapado... Me quedé un rato mirando... ¿Qué estaría yo viendo en él para que me pasara esto? ¡Gran interrogante! Su voz me sobresaltó

-¿Qué, le has cogido vicio a espiarme desde la puerta? ¿No crees que te estás pasando tres pueblos? ¡Vete a tomar por culo y déjame dormir!

¿Me había mandado a tomar por el culo? ¡Pero qué se había creído!

-¡Eres gilipollas, a tomar por culo se irá tu madre, imbécil!

-Te recuerdo que también es la tuya... - Me dijo con toda la mala leche del mundo. No tenía justificación para estar allí a esas horas, debían de ser más de la una de la madrugada. Si hubiera podido le habría estrangulado, así se me acabarían todos los problemas...

-¡Vete a la mierda, maricón! - Di media vuelta y me fui corriendo a mi habitación sin siquiera cerrar su puerta. Me eché en la cama boca abajo intentando ahogar mi vergüenza, pero me moría de risa, esto se me había salido de madre...

Juanjo entró en mi cuarto, tenía una cara de cabreo tremenda, parecía dispuesto a darme una bofetada...

-Si me tocas, grito - Le dije con un hilo de voz. Se quedó plantado en medio de la habitación, mirándome...

-Como se te ocurra volver a llamarme maricón, te parto la cara - Lo dijo con una voz susurrante cargada de inquina. Salió de allí sin soltar nada más, me dio hasta miedo.

Me quedé pensando... Tenía que haber dado en el clavo, sino ¿porqué se había puesto así? ¿Por llamarle marica? ¡Vaya chorrada! Era como cuando él me había mandado a tomar por culo...

Pasaron los días y nuestra relación se convirtió en inexistente, no nos dirigíamos la palabra, manteníamos una especie de guerra fría donde la manía se iba convirtiendo en auténtico rechazo. Me sentía mal, nunca había odiado a nadie, se hace muy difícil convivir en estas circunstancias... Gracias a Dios, cualquier tipo de pensamiento erótico con él había desaparecido. En ese aspecto me encontraba muy tranquila. ¿Y qué si era gay? Simplemente, como he dicho antes, un desperdicio de tío bueno...

Pero su homosexualidad se empezó a convertir en una obsesión, no sé porqué. Tampoco estaba totalmente segura de ello, pero creía tener razón. Él salía con sus amigos de siempre, pero había uno, Andrés, que era, desde la infancia, más íntimo que los demás. Muchas veces iban ellos dos solos. Esto no quería decir nada pero podía ser el indicio de algo...

Durante algunos fines de semana me dediqué a espiarle, intentando ir a los mismos garitos y discotecas a los que él iba, comprobar su comportamiento con chicos y chicas, en fin, todo. Me gasté una pasta en taxis. Dio sus frutos... Varias veces, después de despedirse de sus colegas para ir a casa se daba una vueltecita por Chueca, barrio de moda del ambiente gay, a veces solo, a veces con Andrés. Mis sospechas parecían confirmarse.

Ahora bien, había una cosa que me llamaba la atención. Yo tenía un par de amigos gays y era una gozada estar con ellos. Se puede hablar tranquilamente sin que estén todo el rato mirándote las tetas en vez de a la cara. Eso me ha puesto siempre muy nerviosa. Cuando estoy con un tío no me paso el día mirándole el paquete... A lo que iba, si mi hermano era gay ¿Por qué le había sentado tan mal que le llamara maricón? A lo mejor, por no haber "salido del armario" y guardar las apariencias.

Decidí dejar las cosas en paz y tratar de comportarme con Juanjo de una manera más racional. Bastante mal lo estaría pasando él teniendo ese secreto. Sin embargo, las cosas me costaron más de lo esperado. Dicen que dos no discuten si uno no quiere, así que contestaba bien a mi hermano si, por casualidad, me dirigía la palabra, me mostraba simpática y discreta, pero él seguía chinchándome todo lo que podía... Yo hacía caso omiso de sus chorradas, como si no las oyera o no me afectaran. Poco a poco me fue dejando en paz.

Lo que realmente me turbaba es que, el hecho de imaginarme que mi hermano estuviera en la cama con un tío, me producía un desasosiego tremendo, era como una intrusión del sexo masculino en nuestro terreno. Ya es difícil ligar hoy en día como para tener que compartir el territorio. De hecho, yo llevaba una buena temporada sin encontrar algo apetecible, macarras y chulos siempre abundan, pero no estaba tan necesitada como para llegar a eso.

Tenía que hacer algo, algo para llevar a mi hermano al "buen camino". Decidí confiarme a mi amiga Belén, íntima de toda la vida, con un pelo y unos ojos preciosos. Ella siempre se había sentido atraída por mi hermano y supondría un auténtico reto conquistarlo. Desde luego, contaría con mi apoyo total. Ahora había que diseñar la táctica a seguir, empresa que se antojaba nada sencilla.

Belén podía ir directa al grano y proponerle un polvo, pero seguro que Juanjo la mandaba a la mierda. Podíamos emborracharle un día en casa y, cuando estuviera lo suficientemente ciego, que ella atacara. Esto tenía más posibilidades. También podíamos hacer que Belén se vistiera y cortara el pelo como un chico, pero a lo mejor pensaba que era boyera... ¡Buf, qué difícil!

Al fin nos decidimos por la borrachera. No era un plan muy allá, pero no se nos ocurría nada mejor. El sábado siguiente Belén se quedó a dormir en mi casa. Como mis padres se habían ido a pasar el fin de semana fuera, le pidieron a Juanjo que no llegara tarde para no dejarnos solas por la noche. Cosa curiosa, accedió sin poner muchas pegas. Nosotras preparamos todo para el gran día, compramos mucho alcohol y chucherías para comer, hasta alquilamos una peli porno por si las... y esperamos a que regresara bebiendo unos cubatas. Tardó más de lo esperado así que ya teníamos un buen puntillo cuando entró en casa.

Enseguida le dijimos que se sentara con nosotras y se uniera a nuestra particular fiestecilla. Parece que no le disgustó el plan, rápidamente dio cumplida cuenta de un par de güisquis con cola, poniéndose a tono. Evidentemente estaba de muy buen humor, hacía tiempo que no le veía así. Aprovechamos la circunstancia para coger confianza entre todos, el alcohol circulaba a granel, las confidencias entre bromas y risas no se hicieron esperar, pero nosotras no queríamos forzar la situación siendo demasiado directas y lanzadas. Belén ya había dado muestras de querer rollo con mi hermano y éste no estaba lo suficientemente ciego. Lo que pasa es que Juanjo no es tonto y sabe controlar la bebida bastante bien, así que para que despachara sus cubatas rápidamente había que intentar incrementar el ritmo.

Al cabo de un rato, no sé quién estaba más borracho, si él o nosotras. Belén se estaba lanzando a saco, intentando morrearle y meterle mano por cualquier sitio, mi hermano no colaboraba en absoluto, pero lo hacía de forma que no ofendía para nada. Fui a la tele y puse el DVD con la peli porno a ver si se calentaba el ambiente... Ese fue el momento elegido por él para hacernos la gran revelación. A la vista de que el vídeo no parecía emocionarle demasiado nos empezamos a cachondear de su falta de calentura, de que no se le ponía tiesa, etc. Todo esto entre risas y buen rollo. Entonces nos soltó con voz de bastante borracho

-Lo siento chicas pero es que a mí las tías no me ponen. Aunque nadie lo sabe, soy gay. Sois las primeras en enteraros, ni se os ocurra contárselo a nadie...

A las dos nos dio un ataque de risa, como si nos hubiera dicho la broma más graciosa del mundo.

-¡Venga ya! - le dijo Belén. - ¿Un tío tan bueno, gay? ¡No me lo creo!

Se lanzó sobre él, todavía riéndose, y le besó en los labios con toda la sensualidad de la que fue capaz, dadas las circunstancias. Le acariciaba el pecho tocándole las tetillas, intentando que reaccionara de alguna manera. Incluso le fue pasando la mano por el paquete por encima del pantalón con escasos resultados. Al cabo de un rato desistió de conseguir nada y le dejó en paz. Las dos estábamos bastante desengañadas.

-¿Así que es verdad que eres gay? ¿Pero por qué? - le pregunté

-¿Y yo que sé? Supongo que porque me gustan más los tíos que las tías. Es más, las chicas me gustan bastante poco.

-Pues hijo, no se te nota nada. Si tuvieras algo de pluma, vale, ¿pero así? Si encima estás super cachas... - Siguió mi amiga

-Ya, me gusta el ejercicio. Además se liga el doble...

-Claro. Ancho de espaldas, estrecho de culo, marica seguro. - Le solté

-Isa, ya te dije que ni se te ocurriera volver a llamarme marica - Me dijo cambiando el tono de voz, hasta entonces bastante alegre.

No quise que se acabara mosqueando y le pedí perdón diciendo que solo era un refrán, La tormenta pasó y volvió el buen ambiente. Juanjo nos anduvo contando como había ido descubriendo sus inclinaciones, todo con mucha gracia y nos reíamos como locas. Incluso nos llegó a pedir que probáramos Belén y yo, que veríamos que estaba muy bien. De cachondeo nos dimos un beso en los labios, con lengua incluso. No me desagradó pero decidí que no tenía nada de lesbiana y la cosa no pasó a mayores...

Al cabo de un rato estábamos bastante mareados. Mi amiga, en vista del éxito obtenido, decidió irse a dormir, yo me quedé un rato con mi hermano, charlando de cosas intrascendentes, tomando otra copa. Teníamos en ese momento un grado de acercamiento que no habíamos tenido nunca, me sentía a gusto con él... Sin embargo, de reojo, sí me miraba las tetas como el resto de tíos al hablar. No quise darle importancia, a lo mejor no era homosexual del todo y todavía tenía algo de bisex.

Nos seguíamos riendo por cualquier chorrada, sobre todo con anécdotas familiares. Qué diferente se ven los mismos sucesos dependiendo de quien seas... Acabando el cubata y estando cansada me levanté para irme a la cama. Por un lado me sentía chafada por no haber "enderezado" a mi hermano, por otra estaba feliz de que hubiera confiado en nosotras. Se levantó conmigo. Al darle las buenas noches se acercó a mí, me cogió la cara con las dos manos con muchísima ternura y me dio un besazo en los labios que me dejó sin aliento. Su lengua buscó la mía, sus dientes mordieron mis labios, una de sus manos jugaba con mi nuca enredándose en el pelo... Me temblaban las piernas...

Caí sentada en el sofá de la sorpresa... ¡Qué beso! ¡Nadie me había besado así, con ese cariño y esa pasión! Me quedé helada, miraba a mi hermano con cara de susto sin acertar a decir nada, me había quedado de piedra. Él me miraba desde su altura, de pie, en silencio. Sus ojos azules se clavaban en los míos con magnetismo, dominándome solo con la mirada. Sentí una corriente de excitación muy curiosa, como un calor que, iniciándose en la zona genital, se irradiara hacia arriba por toda la tripa. No me podía ni mover...

Alargó la mano y me ayudó a levantar. Seguía mirándome fijamente, sin hablar, totalmente callado... Guiándome de la mano me llevó a su cuarto. Un breve vistazo al mío nos indicó que Belén dormía como un angelito. Yo me sentía flaquear, un chico no te lleva a su cuarto después de un beso para jugar a las muñecas precisamente... Dios mío, ¿qué estaba haciendo? ¿Por qué no salía corriendo de allí?

Entramos en su habitación y cerró la puerta con pestillo. Antes de que yo pudiera decir nada me volvió a besar, igual que antes pero mucho más tiempo... Una de sus manos, la que no me acariciaba el pelo, se dedicó a acariciarme por el costado, subiendo hasta el perfil de mi teta izquierda. Con su pulgar juguetón se dedicó a hacer círculos en mi areola y mi pezón. Se me puso tieso enseguida y a mí como una moto. Sentía que por mi vagina empezaba a destilar flujo empapando las bragas... Ay, ay, ay ¿Qué me estaba haciendo mi hermano? ¿No decía que era gay?

Sus manos se introdujeron por debajo de mi camiseta. Me hacía cosquillas cuando me acariciaba la cintura, pero no cosquillas de reír, otro tipo mucho más agradable, me ponía la piel de gallina. Cuando llegaba al pecho, pasaba de uno a otro indistintamente, cogía con los dedos los pezones, por encima incluso del sujetador, pellizcándolos suavemente, poniéndolos totalmente de punta. ¡Joder como sobaba el tío! Yo solo tenía las manos en su espalda sin atreverme a moverlas siquiera.

Me fue acercando a su cama tumbándome suavemente sobre ella... No sé si me estaba acercando al cielo o al infierno, solo me dejaba guiar, sin poder reaccionar, como si un rayo paralizante se hubiera apoderado de mí. Desde luego él sabía lo que hacía, comparado con los chicos con los que había estado era un auténtico experto. Sin embargo, mi cuerpo, no tenía nada que ver con el de un tío.

Mientras me levantaba y quitaba la camiseta iba besando cada trozo de piel que quedaba al descubierto, chupaba y daba mordisquitos que me enervaban. Al soltar el sostén, ¡Qué habilidad! Mis tetas, evidentemente, quedaron al descubierto. No son muy grandes, pero las tengo bien puestas, lo mismo debió pensar mi hermano... Succionaba, jugaba con la lengua, acariciaba y amasaba con las manos... Si seguía así me iba a correr... Yo solo le acariciaba la espalda perdida en ese mar de sensaciones.

Empezó a deslizarse hacia abajo... Un reguero de saliva iba jalonando el camino hacia mi parte más íntima. Me desabrochó y bajó el pantalón junto con las bragas, hasta colaboré subiendo el culo para facilitar la operación. Debía estar chalada, había perdido totalmente el norte... Cuando me empezó a besar y morder en la cara interna de los muslos pegué un respingo. Ya veía lo que pretendía, ¡Me iba a comer el coño!

Nunca me lo habían hecho, aunque me lo habían pedido me daba cierto reparo y, por suerte, me habían respetado. Tampoco le había chupado la polla a ningún tío, en principio, me daba un poco de asco. Cuando atacó directamente mis labios sentí un placer enorme que me hizo soltar un suspiro de satisfacción. Nada comparable a lo que sentí cuando metió la lengua en mi hoyito... Necesitaba que se introdujera más... Era demasiado pequeña... Levanté las caderas para que me penetrara más fuerte, intentaba mantenerle la cabeza pegada a mi pubis, tiraba de su pelo hacia mí...

De repente, aquello fue lo más... Se fue directamente a mi clítoris e hizo malabarismos con él. ¿Cómo podía mover la lengua tan rápido? Yo jadeaba y suspiraba cada vez más fuerte, quería que siguiera sin parar ¿Cómo podía haber pasado 18 años sin aquello? ¡Dios mío! ¡Qué gusto! Mi flujo vaginal manaba como nunca, me estaba empapando, jamás había estado tan mojada... Un cosquilleo diferente empezó a crecer en mi zona púbica, sentía cómo venía, siguió creciendo y creciendo, a marchas forzadas, hasta que explotó en mi vagina, expandiéndose hacia arriba llegando a los pezones y hacia abajo haciéndome contraer el culo y el periné. Me vinieron una serie de contracciones vaginales deliciosas, parecían ondas de una explosión que seguían y seguían... Grité, grité como una loca del placer que me había dado... Decididamente, el cretino de Juanjo sabía como hacerme gozar...

Pero esto no había acabado... Con una sonrisa en la boca, sonrisa de triunfo, se izó hasta mi cara y me estampó un beso en la boca. El sabor de mi coño no era lo mejor del mundo pero sí lo más excitante. Metí mi lengua en su boca todo lo que pude para saborearme a placer. Empecé a sentir un roce en mi clítoris... Aunque lo tenía sensible y, al principio, no me gustó en cuanto me relajé volví a sentir el cosquilleo agradable. Tardé un poquito, los besos en el cuello y las orejas me estaban volviendo a embalar, el roce en mi parte baja seguía, volví a desear tener algo dentro con todas mis ganas así que, abriendo las piernas y apoyando los pies en la cama, levanté las caderas para buscar ese algo que calmara mis ansias. Era un movimiento de inercia, realmente no me daba cuenta de estar haciéndolo.

Sentí cómo una cosa dura y gruesa se instalaba en la entrada del coño y cómo unos dedos separaban mis labios para que entrara mejor... ¡Joder, qué daño! Su cacharro no iba a entrar ni de coña, me iba a hacer polvo por dentro. Instintivamente, mientras su polla iba entrando en mi interior, contraía mis músculos intentando apaciguar el dolor. Sin embargo, éste era cada vez mayor. Bajé mis caderas hacia abajo todo lo que pude, hundiendo el culo en la cama, pero aquello seguía... Se estaba convirtiendo en una tortura... ¡Con lo bueno que había sido lo otro!.

Mi hermano se paró un ratito, yo boqueaba e intentaba atrapar todo el aire que podía en un intento de relajarme. A pesar del flujo, el coño me ardía por dentro... No sabía ni donde mirar. Al encontrarme con sus ojos, volvieron a atraparme, me hicieron quedarme quieta... El dolor remitía. Se salió un poquito y volvió a entrar, el escozor volvió pero no tan fuerte... Cada vez era menor, me estaba empezando a gustar... Cuando ya creía que aquello funcionaría me clavó su trozo de carne hasta el fondo. No pude ni gritar, me había hecho cisco. Hay chicas que dicen que no les duele, otras que un poquito... A mí me dolió de cojones y eso que no tengo. Quizá no estuviera lo suficientemente preparada, no sé, pero el dolor me había hecho olvidar todo lo demás.

Mi hermano se movía encima de mí, mete, saca, mete, saca... Me estaba destrozando, solo deseaba que terminara lo antes posible. Se paró otra vez. Me besaba los ojos llenos de lágrimas, la boca, me acariciaba la tetas y, de vez en cuando, metía una mano entre nuestros cuerpos para acariciarme, más bien frotarme, el clítoris.

Tuvo una paciencia infinita. No se movió para nada durante un rato larguísimo, hasta que la quemazón que sentía por dentro se fue disipando. Notaba un líquido viscoso correr por mis muslos, supuse que era la sangre de mi virginidad. Con suavidad, sus movimientos volvieron, con una cadencia muy pausada. Si apretaba fuerte hacia adentro me dolía en el fondo de mi vagina, supongo que estaría llegando al cuello de la matriz. Hasta a este nuevo dolor me fui acostumbrando... Juanjo parecía un auténtico experto en desvirgar mujeres. Este pensamiento me hizo reflexionar en con cuántas tías habría estado ¿O es que desvirgar por el culo a otro tío era igual? A lo mejor sí...

Poco tiempo me dio a seguir pensando en nada. Con cuidado me cambió de posición, yo me dejaba hacer, no tenía fuerzas para nada. Me puso a cuatro patas, esta postura me dio un poco de vergüenza. Me sentía como una perra a punto de ser montada. Y así fue, se colocó entre mis piernas y me la volvió a meter desde atrás. Esta vez no me resultó tan doloroso, digo "tan" porque dolor me produjo bastante, tenía mi interior ardiendo y me escocía muchísimo. Poco a poco fue introduciéndola toda. Los movimientos coitales volvieron, cadenciosos, intentando que yo también disfrutara. Se mojó los dedos de la mano derecha en saliva y empezó a frotarme mi delicado botón de placer. Cuando notaba que me podía irritar, volvía a ensalivarse. De vez en cuando subía la mano acariciándome la tripa, apretándola un poco para que sintiera bien su polla dentro de mí ¡Y vaya que si la sentía! Buscaba mis tetas y las amasaba un poco, dedicando especial atención a mis erectos pezones. Volvía hacia abajo a presionar mi clítoris, todo esto sin dejar de entrar y salir de mi, cada vez más, mojada almejita.

El famoso cosquilleo volvía. ¡Por fin! Incluso me estaban entrando unas ganas tremendas de hacer pis. Hundí la cara el la almohada para ahogar mis crecientes gemidos y la explosión volvió, fuerte, intensa, haciendo que mi culo fuera hacia atrás para notarle mejor en mi interior. Unos minutos después, aún no repuesta de mi orgasmo, sentí como se corría, noté el líquido caliente en mi interior y, sobre todo, la especie de bombeo que producía. Me pareció delicioso.

Me dejé caer sobre la cama intentando recuperar el resuello, cosa difícil con mi hermano encima de mí. Me daba pequeños mordiscos en la parte posterior del cuello que me erizaban la piel. Ahora estaba muy sensible.

-Juanjo, me aplastas...

Se bajó quedándose a un lado acariciándome la espalda. Poco después se levantó y fue al baño a asearse, supongo. Yo era un mar de dudas, no solo había perdido la virginidad esa noche, sino que la había perdido con mi hermano, un hermano al que suponía homosexual, él mismo lo había dicho. Cuando volvió solo me dio la mano para incorporarme, me dio un beso muy cariñoso y me acompañó a mi habitación.

-Buenas noches Isabel.

Eran las primeras palabras que pronunciaba, además, nunca me llamaba Isabel, solo Isa. Dio media vuelta y se fue, dejándome en compañía de Belén, dormida como un ceporro. No me atreví a ir tras él, el semen y la sangre seca manchaban mis muslos, fui directa al cuarto de baño a limpiarme e intentar poner en orden mis ideas. ¿Qué coño había pasado? Por lo menos merecía una explicación por parte de mi hermano ¿No?

Lo que tenía clarísimo es que a Belén no le iba a decir ni una palabra ¡Vaya marrón para ella! Me acosté a su lado y me quedé dormida como una bendita, con el coño ardiendo pero satisfecha.

A la mañana siguiente nos despertamos tarde, mi amiga con bastante resaca pero yo no. Fuimos a desayunar, apareciendo mi hermano por la cocina un momento después. Estaba realmente de buen humor, totalmente satisfecho de la vida. Le eché un par de miradas de interrogación, solo encontré sus ojos azules que me miraban con ironía. Mi desconcierto con él era mayúsculo. ¿Y conmigo misma? No sabía qué pensar. Lo peor de todo es que me lo había pasado fenomenal, después del intenso dolor inicial había disfrutado como una loca y eso que era la primera vez. Si Juanjo no hubiera sido tan delicado o tan experto hubiera sido una experiencia realmente traumática. Ahora entendía a muchas de mis amigas que echaban pestes contando su primera vez ¿Se volvería a repetir?

Cuando Belén se fue, después de comer, intenté hablar con mi hermano de lo ocurrido la noche anterior. No hubo manera. Se hacía el loco con toda la cara del mundo y esquivaba mis preguntas con unas risitas de superioridad enervantes. Me acariciaba la cara y reía, incluso me dio algún piquito en los labios. Eso sí, todo supercariñoso. Si antes me tenía confundida, ahora ya sí que no me enteraba de nada. Para ser homosexual, tenía una manera muy rara de comportarse.

Volvió la vida a su cotidianeidad, iba al colegio, salía con mis amigas los findes, muy de vez en cuando ligábamos con algún tío, lo normal.  Lo anormal era que mi hermano seguía fenomenal conmigo pero sin soltar prenda. El suceso de aquella noche no se volvió a repetir y, aunque yo había ido a su habitación alguna que otra vez, nunca había entrado. Algunas veces sabía que estaba despierto, pero solo me miraba, sin decir nada, hasta que me iba. Mi calentura con él sí que había aumentado... Solo pensar en volver a hacerlo me derretía el coño...

Llegó un momento en que estaba que me mordía las tetas de desesperación. La curiosidad, si le podía llamar así, podía más que yo así que, ni corta ni perezosa, un día, de madrugada, repetí una de mis incursiones a su cuarto, pero no me quedé en la puerta... Echándole valor entré hasta su cama, levantando las sábanas me introduje acurrucádome a su lado. Le acaricié la espalda hasta que despertó.

-¡Isa! ¿Qué haces aquí? - Me preguntó con un susurro de voz, no se fueran a despertar mis padres...

-Nada Juanjo... - Contesté en el mismo tono -Me tienes totalmente en ascuas, no puedo más. ¿Me quieres contar lo del otro día?

-¿Qué te cuente el qué? - Todavía estaba medio dormido, aunque creo que sabía de qué le hablaba...

-No te hagas el sueco, ya sabes qué quiero decir...

Otra vez sus ojos hipnóticos, su risita, su caricia en la mejilla y su besito en los labios... Nada de contestar. Insistí, incluso levanté un poco el tono de voz, pero nada, no me decía nada. Cambié de táctica, me puse a llorar, un lloro silencioso del que él se daba perfecta cuenta... Me acariciaba la cara y besaba mis lágrimas, nada más. ¡Coño, parecía de hielo! ¡Era la primera vez que no conseguía nada con unas cuantas lagrimitas!

Sin embargo, solo fue cuestión de tiempo. Estuve cerca de media hora a moco tendido hasta que se ablandó. ¡Por fin! ¡Me lo iba a contar!

-Vamos, vamos, Isa... No llores, anda...¿Te acuerdas que el otro día te dije que era gay?

-Si, claro. ¡Por eso estoy así!

-¿Así porque soy gay o por ser tu hermano?

-¡Coño, no me líes! ¡Por las dos cosas, bobo!

-Pues no hay nada especial que contar. Me gustan los tíos pero,  eso es lo que me extraña, también tú. Así de claro.

-¡Joder! ¿Así de claro? ¡Yo no lo veo nada claro!

-Chsssss, baja la voz. Mira Isa, tu me gustas, me gustas de hace tiempo, es uno de los motivos por los que me hice gay aunque no el único. Cuando vi te yo también te llamaba la atención, decidí tener relaciones contigo. Como estabas bastante borracha fue muy fácil, sabía que lo deseabas, imaginaba que, al ser homosexual, querrías enderezarme y no me equivoqué.

Hablaba con una seguridad y una suficiencia que me dejó anonadada. Ahora resultaba que me había convertido en la típica cazadora cazada.

-¡Pues sí que le echaste huevos! ¿Y si te llego a decir que no?

-Pues nada, no hubiera pasado nada, que me hubiera quedado con las ganas, nada más.

Mi hermano tenía un morro que se lo pisaba. Ahí estaba, como si nada. ¿Me gusta mi hermana? Pues me la tiro. No sabía si enfadarme o agradecérselo. Realmente, yo solo había tenido sueños eróticos con él, no deseados, que conste, pero no se me había pasado por la cabeza follar. Bueno, pasado por la cabeza sí, pero, más que nada, como pensamiento inalcanzable, algo que sabes que nunca va a pasar. Como un sueño con Brad Pitt, no te vas a ir a la cama con él aunque lo pienses muchas veces... Pero es muy diferente que pase...

¿Cómo debía actuar ahora? Después de la experiencia vivida, me apetecía horrores repetirla, claro que, siendo mi hermano, se me cortaba bastante el rollo. Me molestaba que hubiera conseguido de mi lo que había querido, que siguiera con ese aire de superioridad. Lo malo es que, estando en su cama me estaba excitando sin querer. Él me miraba sonriente, de lado, apoyando la cabeza sobre una mano, sin hacer el menor indicio de tocarme... Tenía la virtud de hacerme perder los papeles cuando me miraba así...

-¿Y después de lo que ha pasado, que prefieres, a los hombres o a mi? - Le pregunté para intentar cambiar el hilo de mis pensamientos.

-¡Uf! ¡Qué difícil!. Me gusta salir por ahí con tíos, ver como me miran, ligar... Lo tuyo fue diferente, no sé... Más sentimental, más íntimo...

-Vale, pero una relación sexual tiene que ser diferente con un tío que con una tía. ¿Tienes novio?

-No Isa, no tengo novio. Andrés quiere que no enrollemos, pero físicamente no me gusta. Prefiero picar de aquí y de allá...

-¿Y qué pasa conmigo? -Tuve que preguntárselo, a fin de cuentas seguía sumida en un mar de dudas.

-¿Contigo? Pues hija, depende de ti...

¡Joder, que cabrón! Si decidía continuar, sería un  puta y, sino, me quedaba con las ganas. Lo dicho, qué cabrón. Antes de que la cosa fuera a mayores, me levanté de la cama y, tras darle las buenas noches, me fui a mi habitación. Había mucho que pensar...

Todo lo que me había dicho no me había dejado muy convencida... Aunque conocía el caso de un amigo que era hetero pero que estaba quedado con su primo... O sea, que podía ser verdad. Bien, en el caso de que así fuera, no me apetecía ser segundo plato de nadie, menos de uno que se acuesta con tíos. Si me decidía a seguir con él, yo tendría que ser la única. ¡Buf! Esto sí que lo veía difícil.

Pero también las ganas de repetir estaban haciendo mella. En el fondo, tampoco íbamos a poder tener una relación estable, solo un polvo de vez en cuando. El resto del tiempo podía ser para nosotros y que cada uno lo utilizara como quisiera...

Antes de cambiar de idea volví a su habitación introduciéndome, nuevamente en su cama. Iba a despertarle para comentarle lo que había decidido cuando unos labios sellaron los míos. Ay, ay, ay, ya me tenía otra vez a su merced. ¡Cómo besaba el condenado! Mientras su lengua jugaba con la mía sus manos recorrían todo mi cuerpo, por encima y por debajo del camisón. Mis tetas querían su ración de caricias, mis pezones le esperaban anhelantes. Reconozco que yo no acariciaba mucho, sólo su espalda, pero toda mi anatomía respondía agradecida a sus avances.

No difirió mucho con respecto a la primera vez, sus movimientos eran muy parecidos, me chupaba y sobaba el pecho, me mordía el cuello y las orejas, me iba calentando al máximo haciéndome desear tenerlo dentro... Se hacía esperar, sus magreos no cesaban pero no avanzaba más. A lo mejor esperaba una mayor colaboración por mi parte, una indicación sobre lo que hacer a continuación. Yo solo me encajaba un muslo suyo entre mis piernas e intentaba rozarme todo lo posible. Con la cantidad de flujo que soltaba me deslizaba estupendamente, consiguiendo un masaje continuo sobre mi inflamado clítoris.

Viendo como respondía se decidió a bajar hacia mi cosita... Me tumbó boca arriba en la cama y deslizó mis bragas hacia abajo arrojándolas a un lado. Se encajó convenientemente y atacó mi tesoro sin más dilación... Metió sus manos debajo de mi culo para levantármelo y tener un mejor campo de acción, yo apoyaba los pies en las sábanas para facilitarle la tarea... Emprendí un viaje al séptimo cielo sin retorno ¡Qué cosas me estaba haciendo con la lengua! ¡Hasta con los dientes! Me recorría enterita, me la introducía en la vagina, me chupaba y mordisqueaba el clítoris  y llegó a besarme y penetrarme el culito. Ya no podía más... Levantaba las caderas todo lo que podía notando como se acercaba mi orgasmo, me sentía cayendo por una montaña rusa, la sensación era parecida, la explosión me hizo gritar de placer.

Mi hermano me tapó la boca con la mano... Nuestros padres estaban en casa, ni me acordaba. ¡Joder, qué gusto! Me relajé un poquito, jadeando... Volví a pensar en los años perdidos en los que solo me masturbaba mutuamente con el fulano de turno ¡Que gilipollas! Esto era la gloria.

Cogí el miembro de mi hermano y lo empecé a acariciar de arriba abajo, descapullándolo totalmente... Comencé a hacerle una paja en condiciones pero él se acercó a mi rostro con la evidente pretensión de que se la chupara. ¡Ah no, eso si que no! Pesé que meaba por ahí y me dio un asco tremendo... Puse cara de repugnancia y lo entendió perfectamente. No hizo ningún comentario, ni siquiera insistió, simplemente se tumbó encima de mí y, con mucha delicadeza, fue introduciendo su polla en mi coñito. Creí que no me iba a doler nada pero estaba equivocada. Conforme iba entrando iba sintiendo que me partía por dentro ¡Coño, qué daño! Ahora bien, no tenía nada que ver con lo de la primera vez. Este era un dolor que gustaba, hasta se agradecía.

Cuando estuvo dentro del todo lo abracé con mis piernas, clavando mis talones en su prieto culo. Introdujo una mano debajo de mis nalgas para auparme un poco y hacer más profunda la penetración.¡Joder si lo consiguió! Creí que me iba a sacar su cosa por la garganta... Rápidamente empezó con un mete saca suave pero constante. Me iba cambiando continuamente de posición... Nos sentábamos, nos volvíamos a tumbar, yo encima de él, él encima de mí, me tumbaba boca abajo y me la metía por detrás... me frotaba el clítoris... Hasta había cogido crema hidratante para no irritarme. Hubo un momento en que me introdujo un dedo en el culo, gracias a la crema entró sin dificultad pero le dije que sólo el dedo, que no quería que me metiera otra cosa por ahí... Mis amigas que lo habían probado no me habían dado muy buenas referencias del asunto, pero he de reconocer que lo del dedo sí me gustaba.

Ibamos de un lado a otro de la cama, follando, cabalgando... no sé... con tanto cambio de postura ya no sabía ni donde estaba. Lo que sí sé es el placer que sentí durante el par de orgasmos que tuve en ese tiempo. Juanjo, cuando notaba que me había corrido paraba, lo que era muy de agradecer. Hasta sacaba su polla de dentro mío para que me relajara, seguía con los besos y caricias, más suave y al cabo de un ratito me la volvía a meter y vuelta a empezar.

Yo no sé si todos los tíos tardan tanto en correrse pero lo de mi hermano me estaba pareciendo excesivo ¡Qué aguante! Claro que, como dice el refrán, nada es eterno. Al cabo de un rato aceleró de forma considerable, hizo unos ruidos como un mugido y se vació apretando fuerte su polla dentro de mi irritado coñito. Los bomeos de su miembro hicieron que llegara por tercera vez al éxtasis, gritando, jadeando, abrazándome a él como a una tabla de salvación.

Mis padres debían de vivir en otro mundo porque ni se enteraron. Ahora comparto a mi hermano con sus ligues esporádicos, nunca tiene pareja fija. No es algo que me haga mucha ilusión pero esto es mejor que nada.

La que no tiene pareja soy yo, ni siquiera intento buscarla ¿Para qué? Pero me da la sensación de que me estoy perdiendo algo... Además, me pone bastante celosa el ver salir a mi hermano por ahí con amigos, o rollos, o lo que sean...

Está claro que me estoy metiendo en un brenjenal del que me va a costar mazo salir. Ya veremos.

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