Nuevos relatos publicados: 7

Me hacen tragar vergas y más vergas (3)

  • 4
  • 14.015
  • 9,08 (13 Val.)
  • 1

Cuando tío Eli comenzó a culearme sentí que el ano me ardía, como si me estuviera pasando una factura por tanto ajetreo. Pero ¡qué me importaba ese ardor si yo y mi culo estábamos viviendo un momento de intensa felicidad!

Mi tío jadeaba a mis espaldas, se inclinaba sobre mí y me besaba en el cuello y en los hombros mientras me tenía aferrado por las caderas y seguía bombeando.

Por fin su adorada verga lanzó varios chorros de leche calentita mientras él jadeaba roncamente para derrumbarse después de espaldas en la cama.

De inmediato me asaltó el señor Manuel: -Vamos, Jorgito, poneme vaselina en la verga que te la voy a enterrar hasta los huevos.

-Sí, señor, lo que usted diga… -contesté sumiso y me apliqué a la tarea exitadísimo notando cómo ese hermoso pedazo se iba agrandando y se endurecía rápidamente entre mis manos.

Por fin la verga estuvo bien erecta, dura y lubricada, lista para entrar en acción. Volví a ponerme en cuatro patas y de inmediato noté cómo el señor Manuel se acomodaba entre mis piernas abiertas y me hacía sentir el glande en mi orificio anal, que seguía ardiéndome.

Sufrí cuando me penetró; sentí ese dolor conocido y además el ardor que siguió cuando el señor Manuel comenzó con sus embates.

“Me lo merezco por putita”, me dije y no dejé de gemir de dolor y goce hasta que sentí los varios chorros de semen en el interior de mi ajetreado culo entre los jadeos de mi violador.

“Me estoy haciendo masoquista”, pensé alarmado y caliente al mismo tiempo mientras a mi lado, de espaldas en la cama, el señor Manuel seguía jadeando.

De pronto tío Eli me dijo: -Bueno, Jorgito, llegan los biberones bien llenos de leche, así que andá preparando esa boca de mamón que tenés.

-Sí, tío, estoy listo… -dije sumiso y salí de la cama para arrodillarme sobre la alfombra ante el grupo de hombres.

-Vamos a repetir el orden de cuando lo cogimos, así que formen en círculo con el nene en el medio. Vos, Gerardo, acá… -y después del señor Gerardo se ubicaron el señor Anselmo, el señor Guillermo y el señor Romualdo; luego mi tío, que llamó al señor Manuel: -¡Vení, Manuel, dale, ponete acá! -Y el señor Manuel abandonó con algún esfuerzo la cama y ocupò el lugar que mi tío le indicaba.

Los seis hombres formaron un círculo perfecto conmigo de rodillas en el centro, ansioso por chupar la primera verga.

Comencé a chupar una tras otra, sin pausa, al extremo de que ni siquiera me daban tiempo para tragar la leche, que se iba acumulando en mi boca de mamón. Las últimas que chupé fueron las del señor Manuel y después la de tío Eli.

Yo estaba agitado de tanto chupar y además excitadísimo tragando, por fin, todo ese abundante semen mientras los señores del club descansaban echados en la cama y el señor Manuel y tío Eli se habían recostado en la mullida alfombra.

De inmediato le pedí permiso a mi tío para masturbarme y en cuanto me lo concedió corrí al baño, donde pese a todo el semen que había tragado tragué también el mío, que brillaba tentador en la palma de mi mano izquierda.

Después, ya aliviado, noté que seguía ardiéndome el orificio anal y entonces, antes de que todos nos vistiéramos, le conté eso a tío Eli y le pedí que por favor mirase ahí.

Tío me hizo poner en cuatro patas, entreabrió mis nalgas y dictaminó: -Mmmmmhhhhh, sí. Jorgito, está un poco rojo, en cuanto llegues a tu casa ponete alguna crema de tu mamá por dos o tres días te vamos a dar solamente por la boca.

-Está bien, tío Eli, lo que usted diga. –contesté lamentando ese forzado ayuno de mi culo.

Aquello de los varios hombres fue glorioso y se viene repitiendo. No siempre vienen los cuatro señores del club, pero nunca menos de uno, que va variando, de modo que siempre tengo, como mínimo, tres buenas vergas para saciar mi permanente apetito.

Por último les cuento que hace unos días apareció en la escuela un nuevo docente, el señor Romero, que reemplaza al renunciante señor García en el dictado de matemáticas. Debe tener unos sesenta años. Es alto, un poco gordo, de cabellos grises y he notado que me mira con insistencia. Eso me tiene caliente. Voy a contarle esto a tío Eli y a pedirle permiso para insinuarme al nuevo profe y a ver qué pasa. Ojalá podamos sumarlo al grupo de mis machos.

¡Ay, soy cada vez más putita!

Fin

(9,08)