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Sigue la fiesta de fin de año

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A la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza por el alcohol y con dolor en mi recién desvirgado culo. Me incorpore un poco y encontré a Carlos dormido y desnudo a mi lado. Era tan guapo, con el pelo rubio enmarañado, su cuerpo fuerte y marcado al descubierto y su polla dormida.  Recordé lo sucedido esa noche y no pude evitar sonreír. Fue de las mejores noches de toda mi vida. Lentamente me acerque a su rostro y le di un beso en la frente. Luego fui bajando y le di otro en la mejilla. Por ultimo me acerque a sus labios y pose los míos en ellos. Un beso largo. Note movimiento y sus ojos verdes se encontraron con los míos. No hubo ninguna reacción desagradable o molesta en su rostro, y me correspondió el beso:

—Bonita forma de despertarse. Ojalá fueran todos los días así.

—A mí también me gustaría– le dije mientras me levantaba de la cama.

Carlos se desperezo y salió de la cama de un salto. Empecé a ponerme la ropa y el hizo lo mismo:

—¿Crees que tu hermano se habrá despertado?

—No lo sé. Estaba muy borracho anoche.

Cuando ya estábamos los dos vestidos salimos con sigilo de la habitación. Al salir me fije que en el suelo había unas pequeñas manchas blancas, pero no le di mayor importancia. Nos situamos junto a la puerta de la habitación de Daniel y abrimos sigilosamente. En la cama se distinguía un bulto que soltaba pequeños ronquidos. Volvimos a cerrar la puerta y bajamos:

—Bueno -le dije- yo me voy ya a casa que estarán preocupados.

—Me da pena que te vayas.

—Y a mí, pero sabes que esto no tiene futuro.

—Lo sé. Aunque alguna vez me gustaría volver a probar ese culito -dijo mientras me daba una suave palmada en mi trasero.

—Eso tenlo seguro. Yo también tengo ganas de volver a probar muchas partes de tu cuerpo.

Nos dimos otro beso y me fui.

Al día siguiente me fui con mis primos a dar una vuelta por el campo a las afueras del pueblo. Llevábamos unas horas caminando y hacia mucho frio, por lo que decidimos parar en un bar. Me levanté de la mesa y cuando fui al baño me encontré con Daniel, el hermano de Carlos, que salía:

—Hola Alberto.

—Anda hola. ¿Cómo te encuentras?

—Mejor. Siento mucho el numerito del otro día. Pero gracias a tu ayuda solo fue un susto.

—Me alegro -nos quedamos unos segundos callados- ¿Y tu hermano?

—Ha ido a dar una vuelta y me dijo que no volvía hasta la noche. Os habéis hecho muy amigos, ¿no?

—Eeee bueno sii, un poco.

—Ya veo -me dedico una sonrisa pícara.

—Bueno voy al baño.

—Vale yo me voy ya a casa.

Entre y me quede en la puerta pensando a que se refería. No estaba seguro si había sido una conversación inocente o sabía algo de lo que paso la otra noche. Cuando salí me encontré con mis primos hablando con Daniel.

Los cuatro volvimos al pueblo. Yo estuve todo el camino pensando en todo lo ocurrido. Cuando Daniel se iba a su casa decidí acompañarle:

—¿Qué es lo que sabes?  -le dije directamente.

—Se muchas cosas. Sé qué haces gemir a mi hermano -me dijo sin mirarme a la cara, con aire de superioridad.

—Bueno -le dije con el mismo tono- no creerás que eres el único en hacerle disfrutar.

—Así que sabes que mi hermano y yo follamos.

—Si.

—Le debes de haber gustado mucho para que te cuente tantas cosas.

—La verdad es que lo pasamos muy bien esa noche.

—Yo también. Levantarme de la cama, oír unos gemidos de la habitación de mis padres y encontraros follando hizo que se me pasara la borrachera y me entrara un calentón.

—Y te masturbaste ¿verdad? Por eso había restos de semen en el suelo.

—Con la excitación se me olvido recogerlo.

Llegamos a su casa y ambos entramos:

—¿Y qué es lo que quieres para que no cuentes nada?

—Yo no quiero nada, pero ya que lo dices tengo cierta envidia de mi hermano. Desde que el chico con el que me pillo se fuera hace dos años no he vuelto a follar con alguien que no sea mi hermano y muy de vez en cuando.

—Resumiendo, quieres follar conmigo.

—Así es.

—Sabes, cuando te trajimos borracho yo te puse el pijama y pude verte desnudo. No estas nada mal. Pero será tu hermano quien decida si follamos o no.

Su expresión cambió a una de desconcierto. A nuestras espaldas una puerta se abrió y entro Carlos, que había estado escuchando toda la conversación. Se situó a mi lado y ambos nos quedamos mirando a su hermano:

—Carlos, tu qué haces aquí?

—Alberto me llamo desde el bar y me conto que tenía la sospecha de que sabias algo así que vine. Nunca imagine que querías follártelo también.

—Lo siento -dijo Daniel bajando un poco la cabeza- es que vi lo mucho que disfrutasteis anoche que yo también quería follar.

—Bueno -ahora se dirigió a mí- por mí no hay problema. ¿Qué decides Alberto?

—Lo he estado pensando todo el camino y, ya que es mi último día en el pueblo antes de que regrese a Madrid, he pensado por que no hacemos un trio.

Los dos se quedaron unos minutos en silencio, mirándose entre ellos y luego a mí. Al final, a modo de respuesta, cada uno se situó a uno de mis lados y me agarraron de los brazos.

Subimos hasta la habitación de sus padres. Estaba igual que la última vez, a excepción de las sábanas que las habían cambiado.

Me tumbaron en la cama y entre los dos me empezaron a desvestir hasta dejarme completamente desnudo. Estaba tan excitado que mi polla al liberarla ya estaba totalmente erecta.

Después los dos me miraron riendo y ambos se agacharon a la vez. Con sus bocas empezaron a recorrer cada centímetro de mi polla y mis huevos. Una electricidad recorrió todo mi cuerpo. Era una delicia, sus lenguas subían y bajaban, recubrían mi polla con saliva. Mientras Carlos seguía haciéndome una mamada, Daniel empezó a lamerme el ano. Sentir su lengua en mi culo hizo que me calentara más:

—No aguantoooo mas. Voy ahh corrermeee.

Daniel volvió a mi polla justo cuando la primera descarga salía de mi polla y caía en las caras de los hermanos.

Mientras me recuperaba levante la cabeza y vi como empezaron a desvestirse entre los dos. Cuando ya estaban los dos desnudos me quede contemplándolos. El cuerpo de Carlos marcado seguía igual de apetecible que la última vez. El de su hermano estaba menos marcado, pero aun así se podía ver que estaba trabajado. En el medio sus dos pollas erectas se juntaban pegándose entre ellas con el líquido preseminal. Empezaron a besarse entre ellos y eso provoco que mi polla volviera a ponérseme dura.

Me puse de rodillas y tomé los dos pedazos de pollas de mis amantes. Primero me metí la de Carlos en la boca, tenía ese sabor salado que tanto me había gustado la noche anterior. Después me metí la de su hermano que, aunque le media 16 cm también notaba un sabor que me volvía loco. Al final me metí las dos a la vez en mi boca mientras oía como gemían mientras se recorrieran con sus lenguas el uno al otro:

—Ahh Alberto me voy a venir

—Sii yo también me vengoooo.

—Correos en mi bocaa.

Ambos me cogieron de la cabeza y se corrieron en mi boca casi a la vez.

Los tres nos tumbamos en la cama. Yo estaba entre los dos. Mientras recuperaban el aliento observe sus preciosos cuerpos cubiertos de sudor. Ambos me miraron con una sonrisa dibujada en sus rostros. Empezamos a besarnos. Nuestras lenguas se juntaban en nuestras bocas y las uníamos y enlazábamos con una pasión indescriptible. No tardamos en volver a empalmarnos.

Mientras los hermanos se seguían besando, yo me deslice hasta el culo de Daniel:

—Tengo ganas de probar tu dulce culo.

Daniel levanto un poco las caderas para poder acceder mejor a su ano. Empecé a lamerle lentamente mientras soltaba leves gemidos de placer. Después su hermano me cogió la mano y se metió dos dedos en su boca para recubrirlos de saliva. Cuando ya estaban bien lubricados empecé a meterle uno y después el otro. Sus gemidos se iban intensificando. Su culo se cerraba cada vez que mis dedos salían de él. Su hermano le cogió la cara y le ofreció su gran polla erecta. Daniel empezó a chupársela. Mientras tanto, con su culo ya lubricado le fui metiendo lentamente mi polla, que palpitaba de a emoción de follarme a otro chico y encima delante de su hermano.

Mi pene entro con facilidad. Me di cuenta de que ya le habían follado muchas veces lo que me excito todavía más. Aumente el ritmo de mis embestidas para que sintiera la fuerza y el deseo que había en mí. Su hermano le cogió por la nuca y también aumento el ritmo de la mamada, pero antes de que acabase le soltó y la saco. Ambos nos quedamos desconcertados, pero Carlos no tardo en ponerse detrás mío y metérmela de golpe. Solté un fuerte gemido e incluso Daniel noto la fuerte embestida con la que me penetró. Los tres empezamos a adoptar un ritmo. Mientras mi polla salía del culo de Daniel, la polla der Carlos se clavaba más en mi interior. Estaba en una situación de éxtasis extremos. Pensé que la follada con Carlos los días pasados habían sido especiales pero lo que sentí ese día no tenía comparación.

Carlos seguía dándome cada vez más fuerte:

—Ahh Carlos me estas reventando por dentro

—Me encanta follarte el culo -me dijo mientras me agarraba uno de los pezones- lo tienes tan apretado.

—Si ahhhh si sigues a ese ritmo me ahhh vas a hacer correrme.

—Yo también ahh estoy sintiendo tus embestidas hermano.

—Jodeeer estoy a punto de venirmeee

—Yo tambieeen. Siento como se acerca.

—Corrámonos los tres a la vez ahhh.

—ME ESTOY CORRIEEEENDO -gritamos los tres a la vez.

Y con ese grito los tres soltamos una fuerte descarga. Mientras de mi polla salía el semen inundando el interior de Daniel, sentía como la corrida de su hermano llenaba mi ano.

Nos quedamos los tres abrazados en “cuchara” mientras se nos vaciaban los culos de semen:

—Sí que sale semen de vuestros culos.

—Has sido muy bruto -le dije mientras me recogía un poco de semen del culo y se lo ponía en la nariz.

—Siempre en muy bruto -respondía su hermano sin mirarnos- conmigo hacia lo mismo.

—Perdón, pero es que soy muy pasional. Al menos os habéis llenado con una buena corrida. No os quejéis.

Esa última frase me dio una idea. Mientras Carlos se recogía el semen de la nariz y se lo llevaba a la boca le susurre mi plan a Daniel que asintió.

Los dos nos levantamos sin decir nada. Carlos nos miró interrogante. Antes de que pudiese hacer nada su hermano se abalanzó sobre el aprisionándolo para que no pudiese moverse mientras yo recogía el semen de mi culo y lo untaba en su ano. Era irónico lubricar su culo con su propio semen. Cuando ya estaba bien resbaladizo se la metí de una vez. Soltó un gemido que retumbo por toda la casa. Su hermano le libero. Yo me senté en la cama y Carlos encima mío:

—Si solo querías follarme solo me lo tenías que haber pedido -poso sus manos en mis hombros para ayudar a impulsarse.

—Esto solo era para entretenerte -mis manos agarraron fuertemente su cadera- ahora viene la segunda parte.

Cuando empezó a girar la cabeza ya era tarde. Su hermano, con su polla ya lubricada empezó a meterla también en su culo. Nuestras dos pollas empezaron a follar el culo de Carlos. Un grito de dolor salió de su boca, pero lo calle con un fuerte beso. Mis piernas se enredaron con las de Daniel para que nuestras pollas pudiesen entrar mejor. Mientras mis manos subían y bajaban la cadera de Carlos, Daniel por la espalda le agarro la polla y empezó a masturbarle:

—Dioooos ambos estáis dentro de mí.

—Esto si es estrecho -dijo su hermano- encima siento la polla de Alberto frotándose con la mía y me excita más.

—Impresionante ahhh esto se siente increíble. Nunca habiaaa tenido ahhh dos pollas a la vez ahhhh en mi culooo.

—Siento como ahhh se me va poniendo más dura ahhh por momentos.

—La mía también está creciendo -dije apretando más las caderas.

—Me estáis volviendo ahhh locooo

—No puede ser ahhhh ya estoy a punto de corrermeeee -grite.

—Yo también me voy a correr -dijo su hermano apoyándose en su espalda- voy a eyacular dentro de ahhhhh mi hermano frotando la polla de otro chicoo.

—Sii llenadme mientras me corro.

—AHHHHHHHHH

—YA VIENEEEEE

Con una fuerte sacudida Daniel y yo inundamos a la vez el interior de Carlos mientras este se corría y llenaba mi pecho y mi cara con chorros de semen.

Después de eso nos quedamos ya sin fuerzas. Nuestros cuerpos no nos respondían, eran como pesos muertos; pero estábamos felices. Antes de quedarme dormido mire al techo feliz y susurre:

—Os quiero.

—Y nosotros a ti -dijeron los dos mientras apoyaban cada uno una mano en las mías entrelazándolas.

A la mañana siguiente regresaba a Madrid con una foto de los tres sonriendo. en el dorso había escrito:

TE ESTAREMOS ESPERANDO.

FIN

(9,20)