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Mis dos familias - 07 de 10

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Carla me esperaba en casa, con los paquetes en mi habitación y saltó del asiento para acercarse jubilosa y abrazarme.

-¿Y cómo ha ido todo?

-Eres una maldita casamentera, ¿lo sabías? tu y Don, no se si habrá alguien más interesado por mi vida sentimental.

-Pero cuéntame, ¿se te ha declarado?

-Sí, arrodillado y con un ramo de flores me ha pedido que nos casemos. ¡Joder Carla!, lo veo ahora como realmente es y no puedo hacerle daño, sería peor darle esperanzas y que no se cumplieran.  -tengo que reconocer que fue un rato muy bonito correr con él para escapar de las olas y no quería abrirme y que ella lo supiera.

-Dime algo positivo, por lo menos que algo te ha gustado de él.  -parecía que su plan había sido abortado y mostraba su frustración. Lo pensé detenidamente, quería dejarla contenta sin comprometerme.

-La verdad, he estado muy bien con él pero no me preguntes el motivo y vamos a dejarlo, espero que no se te haya olvidado alguno de los regalos.

-Como tu quieras, pero volveré a insistir, sabes como soy, y vosotros resultaríais la pareja de gays perfecta. -le levanté el dedo corazón de la mano a ver si así dejaba el tema.

Esta misma noche Don volvería a insistir sobre el mismo tema en la cena, agradecí que no se hubiera quedado Carla, habría sido demasiado desigual la pelea de tres contra uno.

-Creo que esta tarde has salido con Álex.  -le miré dejando de mascar la comida que tenía en la boca, resultaba irrefutable que Carla y él habían hablado.

-Solamente han sido unas horas y porque nos lo encontramos en la calle, él no me ha pedido salir, no lo queréis ver.  -en realidad no los quería decir que, de alguna manera, se me había declarado.

-Es el mejor partido que podrás encontrar. -mi madre solo pensaba en su codicia, y si pude decir algo de lo que sentía por Álex, ella me quitó las ganas.

-¡Por favor Lara!  Los chicos no son mercancía.  -miré a Don agradeciéndole la ayuda.

-Después de la cena quiero que hablemos.  -Imaginé que sería sobre los detalles de mi inminente viaje donde mi padre.

En su despacho nos sentamos en una butaca mientras miraba las noticias, le notaba nervioso y sin decidirse a comenzar lo que tuviera que decirme y se levantó para servirse una bebida.

-No se si recuerdas lo que hablamos hace ya tiempo,  creo que ha llegado el momento de que tomes tus propias decisiones, tienes dieciocho años y te prometí que te ayudaría, ¿igual no recuerdas de lo que te hablo?  -vaya que lo recordaba y había cumplido mi promesa, aún era virgen, o casi, puesto que había hecho de todo salvo tener a un hombre dentro de mi.

-Sin circunloquios Don, se perfectamente a lo que te refieres, ibas a contratar un profesional que me iniciara sin causarme traumas, ¿no era así más o menos? -le quité la copa de la mano para dejarla en una mesita y me senté sobre sus rodillas a caballo, como cuando era un niño.

Abracé su cuello muy fuerte y empecé a darle besos, como jugando, y le acariciaba el cuello y luego lo hice en sus labios.

-Lo recuerdo Don, como si hubiera sido ayer y han pasado cuatro años, he cumplido mi promesa, las dos, no he estado con un hombre que me penetre y eso no quiere decir que no lo haya deseado, lo sueño más que a nada. He intentado mirar a tu chico de otra manera y al final hasta os entiendo a Carla y a ti, Álex es delicioso pero no es para mi, o yo no soy para él.

Mientras le hablaba no dejaba de besarle y meter la mano por la abertura de la camisa y acariciarle el velludo pecho lamiéndole la oreja y mordiéndole el cuello.

-Telmo, deja de jugar ya.

-¿Te estoy excitando? Noto como tu verga se empina y oprime mi culo, seguro que deseas penetrarme, a mi también me apetece. Quiero que seas tu, sabes que te deseo y nadie me lo hará con más amor.  -intentó separarme de él, uní mi boca a la suya y quise meterle la lengua, Don cerraba con fuerza los dientes y me sujetó de los brazos, y en vilo me levantó y me dejó a su lado, me había hecho daño en los brazos.

-Telmo no lo vas a conseguir, no quiero que suceda y estropeé nuestra relación, Ese chico Álex sería tu hombre ideal, ¿no te das cuenta?, es de tu edad y llegarás a quererle cuando le conozcas mejor.  -le miraba con rencor, herido por volver a rechazarme.

-Claro que si, para vosotros es el chico ideal, su familia no sabe donde meter su riqueza, están muy bien relacionados, tienen hasta yate donde vosotros vais a veces, y en lo personal es cierto que resulta un chico agradable, bueno, el mejor de la clase, pero no sabe una mierda de follar y el que se tiene que dejar hacérselo soy yo, no tu ni mamá. -me estaba poniendo furioso como nunca y diciendo insensateces.

-Tu te haces el bueno, pero en el fondo eres como ella y creéis que nosotros somos objetos para intercambiar, unir o separar a vuestro antojo. ¡Oh Don! No te estoy pidiendo que dejes a mamá por mi, ni que demos un escándalo que asuste a la ciudad, solo quiero que me ames una vez, que seas mi primer hombre y haré lo que tu quieras después.  -se me saltaban las lágrimas e intentó consolarme como siempre, le rechacé y me froté los brazos donde me había hecho daño.

-Además eres un bruto, mañana tendré las marcas de tus manos. -me levanté y corrí al piso superior a mi habitación, cerré con el seguro para que no pudiera seguirme y no lo hizo.

Sin desnudarme me tire en la cama y seguía llorando. Ahora ya me daba su autorización para tener sexo, ¿pero que se creía? Sí, le pediría a Álex que me lo hiciera, si tanto me quería no me diría que no, o a Kilian que lo estaba deseando. No, a Kilian ni hablar, era un bruto sin consideración, con él sería más tarde, pero la primera vez…¡Ayyy! Don, que cruel resultas a veces.

Lloré y me desesperé hasta quedarme dormido encima de la cama y así me encontraría a la mañana siguiente, más calmado y odiando al mundo entero. Como colofón tenía que terminar de preparar el equipaje para ir donde mi padre. Allí, al menos me divertiría con Diego y Manuel.

Don estaba muy amable queriendo que olvidara la discusión que habíamos tenido la pasada noche, y  el día transcurrió preparando mis maletas y los regalos que había comprado. En la cena sentía el ambiente tenso pero no hablamos sobre lo que nos preocupaba a mi y a él, mamá vivía aparte, en su mundo.

Don retrasó la marcha a su trabajo para llevarme al aeropuerto aparentando que no pasaba nada y continuábamos como antes.

-Espero que te diviertas, dales recuerdos a Javier y su familia, no vayas enfadado, te lo van a notar.  -me abracé a él y me encaminé a salidas sin hablarle.

Esperaba el equipaje en la terminal cuando mi padre me llamó para decirme que enviaba a Diego a buscarme, estaba en la ciudad haciendo recados y aprovecharía al tener la furgoneta con él para recogerme.

Tuve que esperar un rato en la parada de taxis y comenzaba a impacientarme cuando escuché que me llamaba.

-¡Telmo, aquí!  -me gritaba desde donde estaba, al final de la cola de taxis y le hice señas para que viera mis maletas, salió de la cola y se dispuso en segunda fila estorbando el tráfico.

-¡Hermanito!, parece que vienes para un año. -me dio un pequeño y corto abrazo metiéndome prisa, el vigilante de la circulación venía hacía nosotros para que circuláramos.

-Como tendrás la habitación para ti solo no tendrás problemas de espacio.  -sus palabras me sorprendieron.

-¿Ya no vamos a estar en la misma habitación? Prometo no violarte ni pedirte que lo hagas tu.  -soltó una carcajada palmeando en la puerta con la mano que llevaba fuera.

-Te veía muy serio cuando te encontré y ahora estas gastando bromas, me alegro. Ahora vivo en mi casa hermanito, tengo un nidito para mi solo. -corría demasiado y aminoró la marcha para desviarse de nuestro camino.

-¿Qué haces?

-Voy a enseñarte mi casa, no nos entretendremos mucho.  -le notaba feliz y dichoso y me concentré en el camino por donde me llevaba, era una zona nueva de la ciudad con edificios de unos ocho a diez pisos de altura, con jardines que aún no habían terminado y trabajaban en ellos una cuadrilla de operarios.

Detuvo la furgoneta delante de uno de ocho alturas, de paredes lisas sin balcones con grandes y altos ventanales, era el número doce. Cerró la furgoneta y emprendió el camino deprisa recorriendo los veinte metros que nos separaban de la puerta con pasos grandes y rápidos. En los pulsadores del ascensor accionó el octavo.

Al salir tuvimos que subir otro piso más pero a pie, el ascensor solo llegaba hasta el anterior y en la terraza, en el centro del edificio tenía su estudio, rodeado de una gran terraza por los cuatro costados. La casa era pequeña, un gran salón con cocina americana y una habitación con un baño, como unos sesenta metros, lo más bonito resultaba la terraza y desde ella se veían las playas, tenía sacos de tierra amontonados y jardineras sin plantar aún.

En la casa había pocos muebles, los justos y necesarios, me precedía enseñándomelo todo esperando mi aprobación.

-¿Te gusta? Esta será mi casa cuando la termine de pagar, ahora es del banco.  -se puso a reír su propia gracia a la vez que me abrazaba entusiasmado.

-¿De donde sacas el dinero para esto Diego? -el piso era pequeño pero intuí que también caro.

-De mi trabajo, ven siéntate, nota lo cómodos que son los asientos.  -me senté a su lado, pegado a él y abrazándole la breve cintura con un brazo.

-¿Sigues haciendo tu trabajo de las noches? ¿A eso le llamas trabajar?

-También lo hago para tu padre, y el de las noches no es tan malo como puedas creer, lo hacemos cientos de chicos cuando esto se llena de turistas, pero si te sirve de consuelo ahora es esporádico, me ocupo de otros negocios.

Repentinamente una alocada idea me penetró el cerebro. Seguramente me diría que no, pero no perdía nada por probar, él resultaba el mejor después de Don.

-Contrato tus servicios Diego, quiero que me lo hagas tú.  -abrió mucho la boca mirándome confuso.

-¿De qué hablas? ¿Mis servicios para qué?  -me puse de rodillas en el sofá y le besé en la boca. No respondía al beso y deslicé mis labios sobre los suyos que aún mantenía en el recuerdo y seguía frío como un témpano, se los mordí con cierta rabia haciendo que soltara un gruñido.

-Aún soy virgen Diego, y mi promesa se cumplió, quiero que la primera vez me lo haga un profesional experimentado, ¿este es tu trabajo, no? Pagaré tu tarifa.  -fui cruel pero no veía otra manera.

-¿O sea que mi hermanito quiere pagarse su macho puto para que lo desvirgue? ¿Es eso lo que me estas pidiendo?  -hablaba colérico mirándome rabioso.

-No exactamente pero eso quiero, por el dinero no tienes que preocuparte, tengo suficiente.  -entonces me besó como un salvaje haciéndome daño en los labios, creía que me iba a arrancar los dientes.

-No soy un puto barato, ahora cobro más que antes. De acuerdo, si lo quieres así complaceré a mi cliente. ¿Y cómo lo quieres? Puedo romperte tu precioso culito, ¿o lo quieres suave y delicado?, igual tienes algún deseo especial que podrás pagarte.  -estaba enfadado, algo había hecho mal y lo había estropeado todo.

Me puse a llorar estremecido en su cuello, le había molestado con mi trato.

-¡Perdóname Diego! No tengo derecho a tratarte así, lo siento mucho.  -no dejaba de llorar y comenzó a acariciarme la espalda.

-No quiero que llores hermanito, me rompes por dentro pequeño. -comenzó a pasar sus gordos labios por mi cara llevándose las lágrimas, los tenía muy rojos y calientes por el mordisco que le había dado antes.

Empezó a besarme lentamente, lo mismo que aquella vez volviendo a sentir su boca hambrienta de mi y respondía a sus besos suspirando.

Me dejó un momento y comenzó a desnudarse lentamente sin dejar de mirarme y descubrí el deseo en sus ojos.

-¿Diego, me lo vas a hacer?

-¿Tú que crees? Siempre lo desee. Aquel día te hubiera hecho el amor, hace cuatro años que deseo estar contigo, dentro de ti. Tu no quisiste, ¿recuerdas?  -me lancé sobre él, no había terminado de quitarse la camisa pero no importaba, tenía piel para lamer y besar, Diego resultaba muy sexy, sin vello en el pecho, solo un hilo arrancando en el ombligo y bajando hasta terminar en la cintura del pantalón ajustado que llevaba.

Me desnudaba lentamente besando cada centímetro de mi piel que quedaba expuesta, hasta quitarme toda la ropa, entonces me puse de pié y comencé a quitarle los pantalones y el bóxer, todo de una vez, tenía la polla dormida pero larga, e imaginaba como se pondría, y sentí algo de temor pensando si me dolería cuando me la metiera.

-Ven Telmo, estaremos mejor en la cama. -no me dejó que caminara y me cogió entre los brazos llevándome de esa manera y dejándome delicadamente tendido sobre la cama.

Se tumbó a mi lado y tocaba mis brazos, mi pecho y el abdomen, pasó de largo de mi pene templado y caliente hasta llegar a mis piernas, acariciando y logrando que temblara. Se tumbó sobre mi uniendo nuestras vergas, la suya morena y larga junto a la mía blanca y más corta, solo mis huevos resultaban más grandes y pasaba el glande por ellos humedeciéndolos.

-¿Tú primera vez hermanito? Eres tan lindo que me parece extraño que no encuentres quien quiera estar contigo. -Bajo la cabeza para seguirnos besando y deslizaba su verga sobre la mía ya lubricadas y húmedas del flujo que nos salía.

-No tengas miedo, tendré cuidado contigo.

-Te quiero Diego.  -escapé de sus besos y me giré para quedar con la cara enfrente de su polla, la agarré y me encantaba sentirla en la mano, Diego me abrió las piernas y comenzó a lamerme los testículos y meterlos uno a uno en la boca, juntos no podía por su gran tamaño.

Después de besarla y lamerla me decidí, llevado por mi calentura, y la metí en mi boca, el sabor era muy rico, delicioso, a sudor pero estaba limpia y jugosa, se la mamaba metiendo todo lo que podía y era mucho, Kilian me tenía bien entrenado y me había hecho experto en meterla hasta el final y sentirla en la garganta.

Diego había pasado de los huevos al culo y lamía entusiasmado metiendo y sacando la lengua, logrando que gimiera con todo su pollón dentro de la boca. Dejé de mamarle la verga cuando sentí que tiraba su culo hacia atrás sacándola.

-No hagas que me corra, no seas impaciente. -pasé a hacerle acaricias y admirar ese negro palo, rojo en la punta que me desvirgaría el culo.

Me colocó a continuación boca arriba, con las piernas sobre el pecho y empujó de mi culo, de tal forma que apoyando los hombros sobre la cama también tenía las rodillas a los lados de la cabeza, como si fuera una rosquilla y con el culo hacia arriba, así enterró la cara entre las nalgas y sentía el ano muy abierto con su lengua entrando y saliendo, a veces la lengua y luego un dedo, se estiró para coger algo de la mesilla de noche y sentía como con ello me penetraba el culo y no era su lengua ni sus dedos.

Lo que metía comenzó a vibrar dentro de mi ano, no era gordo pero me llevaba al cielo, y creía que me iba a correr sin tocarme la polla que apuntaba desde arriba a mi boca goteando pre semen, si sacaba la lengua podía llegar a tocarme la uretra y lamer mis propios jugos que goteaban salpicándome la cara.

Indudablemente Diego era todo un profesional del sexo, al final se cumplía lo que Don quería para mi, que fuera un entendido el que me desvirgara, pero se había quedado lejos en su pensamiento, el hombre que me estaba preparando el culo era de lo mejor y no sentía dolor alguno, solo placeres profundos que me llegaban en oleadas haciéndome que temblara.  Me sacó el vibrador y volvió a su boca y sus dedos.  Sentía boquear mi culo y pensé que podría entrarme hasta la verga de un caballo de relajado que lo sentía cuando metía los dedos.

Lo sentía genial y deseaba que siguiera pero la postura forzada comenzaba a cansarme y no podía respirar muy bien.

Me volvió a tender y llevé la mano a mi culo, podía meter varios dedos sin sentirlos.

-Chúpamela un poco, ha llegado el momento.  -le mamaba la punta del glande jugando con la lengua entre su prepucio y la verga mientras él se masturbaba rápido para ponerla totalmente tiesa.

Me besaba con ternura tendido sobre mi, metido entre mis piernas que abrazaban su cuerpo y sintiendo su duro pene rozando en la entrada de mi ano.

-Ahora relájate, no te dolerá y si te siente mal me avisas. -solamente le decía que si con los ojos y moviendo la cabeza, atento a sus maniobras en la entrada de mi culo, se sujetó la verga con la mano derecha y la encajó en el hoyo de mi culo.

Apretaba mientras miraba mis ojos y coloqué las manos sobre sus rodillas por si necesita contenerle, con un golpe de cadera logró que el glande se abriera paso, no hubo dolor, solo algo raro, cierta molestia y sentía como mi ano se cerraba una vez había entrado abrazándolo.

Bajó la cabeza para besarme la boca que la tenía abierta aspirando aire, algo angustiado sintiendo tantas, tantas cosas y todas tan buenas.

-Ya esta hecho lo peor, ¿estás bien?

-Sí, continua métela toda, me gusta Diego, siento raro pero me gusta sentirte. -volvió a levantar el pecho del mío y con los codos apretados a los lados de mi cabeza empujaba las caderas entrando sin detenerse. Le sentía avanzar dentro de mi cuerpo, como algo extraño que me invadiera hasta sentir los pelos de sus huevos en mis perineo. Llevé la mano a mi culo y Diego estaba pegado a mi con todo su pene dentro de mi cuerpo, clavado en mi.

Me excitó aún más pensar que lo tenía en mi vientre y sentí un escalofrío de gusto. Diego no se movía y comencé a hacerlo yo girando las caderas.

-Me gusta como se siente, me encanta notar tu verga en mi culo, muévete Dieguito.

La sacó muy despacito hasta el glande y luego me la metió completa de golpe, haciéndome gritar por el leve dolor que sentí amortiguado por el profundo placer. La punta de su verga tocaba las paredes de mi abdomen.

Volvió a repetir el golpe y grité fuerte de nuevo, no se donde golpeaba pero me hacía ver las estrellas de colores, a veces paraba y yo movía las caderas todo lo que podía para sentir su polla estirada y dura.

Lo hizo por tercera vez y mi polla comenzó a tirar pre semen a montones, no sabía como ponerme o en que posición estaba más a gusto cuando aceleró los movimientos follándome el culo con violencia, y mi pene no cesaba de tirar fluidos que mojaban mi abdomen como si me corriera.

-¿Te gusta como te follo? ¿Querías un profesional, eh? Voy a tardar poco, ¿o prefieres que dure una hora?, dónde quieres la leche.  -no entendía de que me hablaba solo gozaba y me deleitaba con con culo lleno.

-Dentro, sí, quiero sentir como te corres y me llenas.

Después estuvimos poco tiempo, o a mi me supo a muy corto cuando se clavó en mi culo mientras me besaba y comenzó a correrse, y pude sentir los latidos de su verga mientras se vaciaba, y los cinco disparos de semen que me inyecto en el culo, y en ese instante exploté como nunca me había corrido con mis pajas.

Cayo encima de mi sin dejar de contraerse con los últimos estertores. Abracé su cuello y elevé la cabeza para besarlo agradecido. Comenzó a moverse y pasé los pies aferrándome a su culo.

-No, no la saques. -permaneció unos minutos encima de mi aplastándome mientras recuperábamos el ritmo de la respiración, y su polla comenzó a perder rigidez y salir de mi.

-Tienes un culo y unas nalgas exquisitos hermanito y un anito muy glotón. Ya no eres virgen.  -volví a abrazarle para que no se separa, me había gustado tanto que deseaba, desde ese momento, repetirlo, reincidir en el delito.

Diego me había marcado dejándome su semen dentro y lo sentía salir aun caliente de mi culo.

-Vamos a darnos una ducha, tengo que llevarte a casa y trabajar.  -me levanté de mala gana y le seguí al baño. Ahora, una vez conocido lo que era ser follado por un hombre, por él, no quería que acabara todo tan rápido.

-¿Habrá otra vez Diego? Quiero, desde ya, volver a sentirte dentro.  -me respondió con otra pregunta.

-No te duele un poco el culo.  -me lo acariciaba metiendo un poco la punta del dedo.

-Nada, nada, de verdad, eres un genio.

-Y te ha salido gratis, no voy a cobrarte, es mi regalo, ya he visto que me has dejado un paquete en la sala.  -era cierto, ni siquiera lo había abierto. pero yo pensaba en otra cosa en ese momento.

-¿Volverá a haber otra vez?

-Has conseguido lo que deseabas Telmo, no habrá otra vez, no deseo que te mezcles en mi vida, ya son bastantes problemas los que tengo. -no se porqué pero había cierto temblor en su voz y luego volvió a su descarada postura.

-Aquí puedes conseguir machos encantados de metértela, y personalmente puedo presentarte algunos. -soltó una ruidosa y grosera risotada, me dio un azote y me envió fuera de la ducha.

Dejamos la furgoneta en el parking trasero del restaurante, la puerta de la nave-almacén estaba abierta y reconocí a Manuel y Julio, estaban moviendo u ordenando cajas, se acercaron hasta la furgoneta para saludarme y darnos un abrazo.

-¡Manuel! ¿Qué hacéis aquí?

-Javier nos ha contratado para estas tres semanas que tienen más trabajo.  -Manuel terminó de hablarme y se dirigió a Diego.

-Nasty estuvo preguntando por ti, le dijimos que no tardarías y se marchó enfadado.  -Diego puso cara de sentirse mal.

-Ayuda a Telmo a subir sus maletas, voy a hacer una llamada.  -se alejó unos metros de nosotros pero yo no esperé, quería saludar a mi padre, a Luz y a Sandra y entre por la puerta de la cocina. Javier dejó de atender lo que hacía para llegar y abrazarme dando gritos para llamar a las dos mujeres de la casa.

-Creía que os habían raptado no contestabais al teléfono.

-Diego me quiso enseñar su casa.  -hablé un ratos con ellos y salí para buscar los regalos.

Continuará…

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