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Mi primer salida a la calle como Paulina

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Hola! Espero les gusten mis relatos, en esta ocasión voy a contarles un hecho que sucedió cuando yo tenía 18 añitos, en esa época yo había terminado con un novio, y me había quedado muy triste, pues en mi cabeza circulaba la idea de que quizá yo no había sido hecha para el amor. Este relato es una más de mis vivencias reales, no le agrego ni le quitó nada y trato de escribirlo tal y como los recuerdos vienen a mi mente. Este relato tuvo lugar en la Ciudad de México por allá del año 2003, ojalá les guste.

Recuerdo que era una noche fresca, de luna llena, una noche tranquila en esa colonia popular de la Ciudad de México en dónde vivía en casa de mis padres, yo era apenas una jovencita con las hormonas a flor de piel, 18 añitos si no me falla la memoria, lo que sí recuerdo bien es que mi gusto por vestir como una niña, llevaba ya muchos años, en ese lapso, yo había obtenido mucha experiencia y trucos para que mi arreglo fuera más femenino, ayudado también por la situación de tener un desbalance de hormonas que había provocado que apenas en mi reciente periodo de pubertad mi desarrollo fuera al revés que el resto de los muchachos de mi edad, (mi voz se afinó y era muy suavecita y delicada, al igual que mi piel y mis rasgos faciales, derivado de un sobrepeso que yo tuve en mi infancia, había padecido un severo caso de Ginecomastia en mi pubertad, por lo que yo había desarrollado unas pequeñas pero bien marcadas bubis, las aureolas de mis pezones eran casi del tamaño de mi puño, y no es que yo tenga un puño muy grande, sin embargo si  eran por mucho más grandes que los pezones del resto de los chavos de mi edad, además cuando hacía frío, o cuando yo me excitaba mi pezón se endurecía y literalmente se me prendían las altas! Además de que se me ponían muy sensibles y el mismo roce con la tela de mis prendas me provocaba excitación, mi ya de por sí pequeño pene, se encogió más, al igual que mis diminutos huevitos, y ahora mis erecciones eran casi nulas, solo por mencionar algunos cambios) poco a poco me había hecho de un poco de ropa propia, nada envidiable lo acepto, muchísimas veces me conformaba con ponerme unas deliciosas pantimedias debajo de mi pantalón de niño, que excitante era sentir la suavidad de esa deliciosa prenda combinada con los nervios de ser descubierta.

Todo lo tenía en una mochila bien escondida detrás de los cajones de mi ropero. Por aquella época había decidido que quería salir a la calle por primera vez vestida de niña, como en verdad me sentía por dentro, había planificado todo de acuerdo a mis posibilidades, lo haría de noche, casi de madrugada, pues necesitaba que todos en mi casa y en casas vecinas estuvieran dormidos o casi a punto de hacerlo, tendría que prepararme en un pequeño cuartito que estaba en el patio de la casa de mis padres o si corría con suerte y se quedaba abierta, podría utilizar la espaciosa camioneta familiar que estacionaban en este mismo patio para mi propósito, pero igual, tendría que hacer casi todo a obscuras. Y llego el día que había elegido, un lunes, así no tendría que arriesgarme a que alguno de los vecinos que llegara de fiesta a altas horas de la madrugada aprovechando el fin de semana me viera. Los días previos había tomado prestadas algunas prendas de mi hermana y unas plataformas que se pusieron mucho de moda en esos tiempos, me encantaba que eran altas y de correa de pulsera, además de que no tenía que batallar con el tacón, ya que en ese entonces, aunque ya los usaba no era experta en caminar con tacones en la calle, y si se ofrecía tener que correr tendría más posibilidades de hacerlo con las plataformas, mi hermana es mayor que yo así que sus ropas eran dignas de una linda y coqueta señorita, y me quedaban súper ajustadas, así que procurando no hacer ruido, me levanté de la cama y busqué mi mochila en mi escondite secreto, salí al patio solo cobijado por mi ligera pijama y por las sombras de la noche y para mi suerte si habían dejado la camioneta abierta, por lo que me escondí dentro de ella, y con suma calma comencé a sacar de la mochila mis tesoros, tenía varios pares de pantimedias, algunos leggins, un par de femeninos conjuntos de bra y cacheteros que me había comprado tiempo atrás, una blusa blanca de tirantes con franjas de colores a la altura del pecho, una minifalda de mezclilla y una chamarrita color negra muy coqueta, estas últimas de mi hermana, ya bien acomodada en el asiento de atrás me puse primero el bra y la blusa ya que me estaba dando frío, me puse la tanga cachetero que era color negro, me acomode mi pequeña verguita para atrás y lo aprisione con el canal de la tanga, para que no se moviera, lo bueno que siempre la tuve muy pequeña, así que no me causaba tantos problemas esconderla,

después tome unas medias de compresión color natural, lentamente las fui enrollando sobre si mismas y las coloque en la punta de mis pies, primero uno, luego el otro, lento, muy lento, sintiendo como esa deliciosa prenda poco a poco cubría mis piernas, me puse unos leggins en color negro muy ajustados que con apoyo de las pantimedias me ayudaba a estilizar mucho más mis ya de por sí muy femeninas piernas y nalgas que yo tenía, me puse la minifaldita que me llegaba un poco más arriba de medio muslo encima de los leggins, ya que en aquella época se puso de moda usarlo así, y por último las plataformas, que me quedaban un poco chicas, pues mi hermana calzaba un número menos que yo, pero bien valía la pena el sufrimiento, me coloqué la linda chamarrita que era como de piel sintética muy femenina, y subí el cierre solo a la mitad, justo a donde comenzaba a lucir mi escote, gracias al brassier que traía puesto, que era de efecto push up, las coquetas bubis que yo poseía debido a la ginecomastia de la que previamente les platique, resaltaban mucho en mi blusa de tirantes regalándome la apariencia de poseer un muy generoso busto, detalle que yo agradecía, pues siempre a afirmado mi feminidad. Una vez que termine, guardé todo lo que no utilice y me percaté de que había olvidado mis cosméticos y no podía maquillarme, así que en un acto temerario, con mucho sigilo, me fui otra vez a mi cuarto y saqué mi maquillaje, al pasar frente al espejo del ropero que tenía, me pude contemplar en este y me encantó la imagen que en el espejo se reflejaba, me maquillé muy ligeramente frente al espejo, solo un poco de maquillaje en polvo para reducir mi brillo facial, sombra de ojos y brillo gloss en mis labios, me coloqué mi peluca color castaña que tenía los rizos muy pronunciados y la peine dándole un poco de volumen en la parte del flequillo, me puse unos aretes de broche, una pequeña cadenita con un dije de corazón y algunas pulseras... wooow!!! Yo misma no me reconocía, contenta con el resultado  salí nuevamente al patio sigilosamente.

Nunca había estado vestida de esta forma  al “aire libre” me encantó la sensación de sentir el fresco de la noche en mi cuerpo y un desconocido temblor se apoderó de mí, no sabía qué hacer, caminaba solamente de un lado a otro del patio y aunque me gustaba, yo quería más, así que abrí la puerta de la calle y me asomé, de principio solo la cabeza, no parecía que hubiera nadie así que me paré completa en la puerta, no sé cuánto tiempo estuve así, pero me encantó, después se me ocurrió dar unos pasos a la acera frente y de regreso a la puerta y lo hice, me sentía soñada, Estaba caminando por la calle vestida de niña!!, en mi euforia casi se me cierra la puerta y apunto estuve de quedarme afuera, ¡qué susto! Así que me regresé a mi cuarto y tome mis llaves, estaba decidida a caminar por toda la calle y lo hice.

Ya de nuevo en la calle me dispuse a caminar hacia la esquina, al principio lo hice temerosa pero muy emocionada, sentía el aire que acariciaba mis piernas y a su vez metiéndose debajo de mi falda, caminaba pegada a los carros que se estacionaban en la calle para poder sentirme protegida y tener un lugar dónde esconderme si es que se llegara a necesitar, estaba muy nerviosa, caminaba a paso lento con mi mejor versión de andar femenino, sin contoneos exagerados, lo más natural posible, un paso delante del otro siempre y sin despegar mucho mis muslos, pasitos cortos, sin prisas, disfrutando cada momento, abstraída en esa sublime sensación estaba que no me percaté que un auto doblaba la esquina, demasiado tarde para esconderme, nerviosa seguí caminando inventando una calma que no tenía, el auto pasó pero yo no voltee a verlos, sólo seguí mi camino hasta que se siguió.

Uf! Qué emoción sentí, pero eso solo alimentó mi deseo de seguir caminando, llegué a la esquina, que es la avenida principal de la colonia, obviamente era una calle más amplia y con menos autos estacionados, me quedé unos minutos en la esquina, caminando solo de un lado para otro sin atreverme a seguir caminando por la avenida pero sin ánimos aún de regresar a casa, cuando venía un carro por la avenida, yo hacía como que caminaba hacia la calle rumbo a mi casa, en cuanto pasaba me regresaba a la avenida, así estuve “jugando” varias veces, hasta que uno de los autos que pasaban disminuyó la velocidad sólo para chiflarme y gritarme el clásico “adiós mamacita” y siguió su marcha, wooow! Eso fue mucho para mí, era obviamente la primera vez que me piropeaban en la calle!! Entre mis piernas podía sentir cómo me estaba empapando!! Sentía esa consistencia espesita y babosa me mojaba mi cachetero y provocaba esa exquisita sensación, no sé si así sea en todas, pero yo puedo “mojarme” sin tener una erección, además de que siempre tuve mi pene muy pequeño, así que me es sencillo mantenerlo escondido entre las piernas aún cuando raramente pueda tener una erección. Ese fue el detonante para decidirme caminar por la avenida, con mucho miedo pero con mucho más libido.

Caminé como 3 o 4 calles, un tanto más relajada al ver pasar los autos y no pasaba nada, hasta que llegue al mercado de la colonia, apenas me di cuenta que estaba ahí cuando me entró el pánico, ya que en contra esquina había una base de combis,(transporte público) de 24 hrs, y los choferes que estaban esperando pasaje ya me habían visto y no quitaban su mirada de mí, me detuve en seco y disimuladamente di media vuelta, en cuanto lo hice los choferes comenzaron a gritarme:

A donde vas mami!!?

No tengas miedo!!!

No mordemos!!

No te vamos a violar!!

Ya saben lo pelados que son esos tipos, así que sin voltear a verlos comencé a caminar en sentido contrario a ellos, con calma para que no se me notara el pánico, escuchando sólo sus chiflidos y sus piropos picantes, no había caminado ni 20 metros cuando escuché que alguien se aproximaba corriendo, así que pensé para mí misma:

P- Oh, cielos!!! Que hago, que hago?

No supe que hacer así que sólo seguí caminando como iba, lo más tranquila que podía, hasta que me alcanzó uno de los choferes, como de unos 25 años, alto, musculoso, Moreno, después supe que se llamaba Angel, cuando el, al llegar a mi espalda me dijo:

A- A dónde tan solita mamacita, no tienes miedo a que te roben?

Yo muerta de miedo solo pude decir con un hilo de voz que reforcé con el clásico movimiento afirmativo de la cabeza y dije tímidamente :

P- Si....

El rió y me dijo:

A- Pues no te preocupes, yo te cuido, a dónde vas o a dónde ibas?

Con el mismo y frágil hilo de voz le respondí:

P- Vine a ver si todavía había servicio porque mi hermano no ha llegado y ya me voy para la casa.

A lo que el insistió:

A- Te acompaño a tu casa?

P- No - Le respondi yo, pero el ya iba caminando a mi lado, por unos pasos no dijo nada, pero de pronto, acercando su cara a mi oído me dijo:

P- Sabes algo? estás bien rica!! ¿Cómo te llamas?

Yo casi llorando por el nerviosismo le respondí:

P- Me llamó Paulina.

A- Tienes un lindo nombre.

Me dijo él y en un hábil movimiento, me tapó el paso con su brazo y me acorraló en la pared, yo sólo agaché la cabeza y temblaba de miedo, el acarició mi mejilla y dijo:

A- Estas bien chula Paulina, no me regalas un beso?

Yo negué con la cabeza y él me volvió a acariciar la mejilla y la oreja, acercó su cara a mi oreja y casi besándomela me dijo:

A- Andale, sólo uno, no seas mala.

Mis lagrimas ya resbalaban por mis mejillas, él se dio cuenta y me dijo:

A-No llores Paulina, si no te estoy haciendo nada, sólo te estoy pidiendo un beso y nada más.

Yo le dije:

P- Y me dejas ir?

A- Si.

P- Sólo un beso y me dejas ir?

A- Te lo juro que sí

Muerta de miedo por la situación, pero excitadisima por el hecho de que nunca había besado a un hombre en la calle, alcé un poco mi cara, él la tomó entre sus manos y me hizo alzarla un poco más, pues él era mucho más algo que yo, me miró a los ojos y se fue acercando a mí, de una manera tierna pegó sus labios a los míos y me besó lentamente sólo los labios, un beso corto y dulce, una descarga recorrió mi espalda e hizo mis piernas de gelatina, la verdad no lo esperaba así, me miró a los ojos y me dijo:

A- Oye, me das otro?

Yo sólo afirmé con la cabeza y nuevamente pegó sus labios a los míos, no sé por qué ni como, pero mis manos ya se estaban abrazando a su cuello mientras me besaba los labios cada vez más intensamente, la humedad entre mis piernas era ya exagerada, un calor me quemaba en el vientre, en mi pecho y en mis mejillas, no me percaté en qué momento él me había abrazado por la cintura y me había repegado a él, sujetándome por mis grandes nalgas, entonces fue cuando sentí su lengua tratando de entrar en mi boca y yo sólo separé mis labios entregándome a sus besos, estaba en las nubes!!! Me besó hasta dejarme sin respiración, tuve que “pelear” por separarme de él y poder tomar un poco de aire, cuando recobré el aliento sólo pude decir con un suspiro:

P- Bueno, ya tuviste lo que pedías, ahora déjame ir.

El no dijo nada, sólo me miró a los ojos y pretendió darme otro beso, yo voltee la cabeza y me besó en la mejilla… y luego en mi cuello, ¡cielos! Me estaba poniendo muy cachonda...

Sus manos comenzaron a recorrer de nuevo mi cintura y mi espalda y poco a poco comenzó a acariciar mis redondas nalgas, sujetándolas por encima de mi minifalda, yo tímidamente lo separé y él, contra lo que yo hubiera pensado, se separaba conforme yo le empujaba tímidamente por el pecho, tomó mis manos, las besó, cosa que me sorprendió y luego las puso de nuevo en su pecho y las fue bajando poco a poco, yo no reaccioné hasta que hizo que mis manos tocaran el bulto entre sus pantalones y en cuanto fui consciente de ello, las retiré como si las estuviera metiendo en fuego, el se rio y me dijo:

A- Jajaja! no te espantes, no te va a morder!, sólo quería que vieras cómo me pusiste, tú estás igual?

Apenas termino de pronunciar está frase, metió la mano entre mis piernas, afortunadamente lo hizo sobre mi falda y no pudo sentir mucho. Yo asustada le dije:

P- Pero qué haces? Ya déjame ir por favor!!!

El insistió y yo le pude tomar su mano antes de que me tocara de nuevo, con los ojos y con la cabeza le decía que no y el preguntaba:

A- Por qué no?

Yo no sé de dónde se me ocurrió decirle:

P- Pues, es que ando en mis días.

Entonces el me soltó. Hice el intento por caminar pero el no se hizo a un lado, le dije lloriqueando:

P- Oye! ya déjame ir, ya hice lo que me pediste!

Entonces él se hizo a un lado y yo comencé a caminar, pero él siguió caminando junto a mí, asustada acelere mi paso rumbo a mi casa pensando que en unos metros más desistiría y me dejaría ir, pero no fue así, ya cuando faltaba una calle para llegar a mi casa, me detuve y le dije:

P-Oye! ya, por favor no me sigas!

A lo que el me contesto:

A- Ok, pero dame el último beso.

Yo me detuve, me recargué en un coche y le dije que le daría su beso, el repegó su cuerpo al mío obligándome casi a sentarme en el coche, me abrazó y acercó su cara a la mía, pero no me besó, me miró a los ojos y sin decir palabra me tomó de la cintura, me sentó bien en el auto y comenzó a acariciarme mis piernas y mis nalgas, yo luchaba con sus manos y le amenacé con gritar, y le dije:

P- Mira, están despiertos ahí, déjame o grito.

El volteó y miró a la casa que yo le señalaba, la cual tenía luces encendidas, dejó de luchar pero no quito las manos de mis piernas, luego me tomó por la cintura con una de sus manos y me comenzó a besar la mejilla, con la otra intentaba separarme las rodillas y me dice:

A- sólo abre tus piernas, no te va a pasar nada, traes tus mallas puestas, aunque yo lo quisiera no te puedo coger así, además la neta no me gusta hacerla al vampiro, pero ya me tienes bien caliente, no seas mala, sólo déjame bajar la calentura, si?Podemos entrar a ese parquecito?

Me señaló una pequeña zona de juegos que se encontraba en la esquina de mi casa justo frente a donde estábamos nosotros, no me había percatado de esto, pero debíamos estar dando un muy buen espectáculo en caso de que hubiera algun miron, además este hombre parecía que no iba a conformarse con un no, así que pensando en mi seguridad y previniendo que alguien pudiera llamar a una patrulla, accedí a movernos a la pequeña zona de juegos, aunque debo confesar que también sus palabras me habían puesto muy cachonda, así que nos adentramos en este lugar ya mencionado y hasta atras había una zona de mesas como de tipo pic nic, yo me senté sobre una de ellas y él volvió a colocarse de frente a mi, por lo que esta vez no dude en hacer lo que previamente me había pedido, yo abrí mis piernas y él se colocó entre ellas y se repegó a mí, y continuo con el delicioso faje que me estaba dando, de pronto, el quiso subirme la falda, pero como yo estaba sentada en la mesa, no pudo hacerlo completamente, solo dejó al descubierto una mayor zona de mis leggins y mis muslos, los cuales comenzó a acariciar lentamente, yo me dejé llevar, sus manos me estaban enloqueciendo, sus labios y los míos se fundieron en uno de los más apasionados besos que me habían dado hasta entonces, aprovechando que me tenía embobada, el toma de nuevo una de mis manos y la coloca sobre su bulto, el cual luchaba por salir de su prisión, yo lo sobaba por encima guiado por su mano primero y después por mí misma, así que motivado por ver que yo colaboraba, se armo de valor, se separa un poco de mi, baja el cierre de su pantalón y se saca su hinchadisima y dura verga para ponerla entre mis pequeñas manos, casi se me salen los ojos, madre mía!!el tenía una verga muy grande!! yo comencé a jugar con ella, estaba muy chorreante, la sobaba y la recorría con mis manos, de pronto él decidió tomar control de la situación y comenzó a moverse, empapádome mis manitas con su delicioso líquido preseminal, acaricio mis bubis por encima de mi blusa y trato de tirar para abajo esta misma, pero alcancé a reaccionar antes de que lo hiciera y le dije que cuando estaba en mis días me dolían mucho y no soportaba que ni yo misma me los tocara, así que se conformó con tocarlos por encima de la tela, me tomó de la cintura, se despegó un poco de mi pero me jaló y me bajó de donde estaba yo sentada y luego se repegó nuevamente a mi colocando su durísima verga contra mi vientre, y permitiendo que sus hábiles manos subieran mi falda más de lo que ya estaba, me tomó de los hombros y tiró suavemente de mi hacia abajo, comprendiendo lo que quería le susurré de una forma inocente:

P- Es que no se cómo hacerlo.

A- No importa, hazlo como si estuvieras comiendo un helado, la naturaleza es sabia y tus propios instintos te dirán que hacer.

No iba yo a decirle que obvio si sabía qué hacer!, por lo que decidí hacerlo sufrir un rato, me coloqué de cuclillas frente a su gorda y grande verga y la tome con mis pequeñas manos, comencé a masturbarlo lentamente, de una forma inexperta, casi boba, no dejaba de chorrear de la misma manera que yo lo estaba o más, saqué mi lengua para depositar un poco del líquido que salía por el ojo de su cabeza y probar el sabor de este hombre, me encantó!

Yo tenía ya mucha experiencia mamando vergas y masturbándolas, ya lo había hecho con anterioridad muchas veces, y mis hombres siempre tuvieron buenos comentarios sobre mi en esto, me encantaba hacerlo, me gustaba mucho el sabor de una verga grande, me encantaba el olor que despedía una buena verga de macho trabajador, la consistencia del líquido preseminal, ese calor que toma la verga cuando está erecta en mi boca, el sabor indescriptible me enloquece, vulgarmente se puede decir, que desde jovencita siempre me gustaron los hombres a los que les apesta la verga, pero esta vez quería jugar un poco antes de hacerlo gozar con la habilidad de la hembra en la que me estaba convirtiendo, besé la punta de su pene una y otra vez sin meterlo a mi boca, siguiendo siempre el plan de hacerlo sufrir un poco, sin embargo no pude resistir mucho, ni él tampoco, me tomó de la cabeza y de una sola embestida me metió hasta el fondo su durísimo instrumento masculino, eso si no me gustó ya que casi me hizo vomitar de lo profundo que me lo había metido, me separé y le dije:

P- Así no, así no me gusta. Déjame hacerlo yo.

El no dijo nada y sólo me volvió a tomar con una mano y con la otra me puso su grande verga en mi boca, la cual abrí y comencé a meterlo, luchando un poco con su mano, pero no por mucho, retome yo el ritmo y comencé a mamarsela, como yo sabia hacerlo y escuché que él comenzaba a gemir y a decirme:

A- Si Paulina, así, así, que rico!! Porque me dijiste que no sabias hacerlo? Si eres toda una experta!

A mí esto me calentó mucho más y comencé a subir el ritmo, acompañándome con sus embestidas cada vez más frenéticas, era una delicia la verga de este hombre. La metía a mi boca, la presionaba con mi lengua en el paladar, la sacaba, la besaba, la volvía a meter a mi boquita y la embarraba de saliva para luego volver a aprisionarlo con mi lengua a cada embestida suya. Yo no sé cuánto tiempo le estuve mamando su vergota, pero recuerdo que le pedí:

P- Oye, no vayas a terminar en mi boca.

A lo que él respondió:

A- Porque mamita? Déjame hacerlo en tu boquita, o no te gusta mi sabor?

P- Si, pero no quiero tragármelos, por favor avísame!

A- Ok, no te preocupes mi amor, tu sigue que me haces gozar mucho, yo te aviso cuando me vaya a venir.

Yo seguí con mi trabajo oral, en medio de ese parque, en el cual anteriormente había jugado con mis amigos de la cuadra al futbol, pero ahora estaba vestido con minifalda y plataformas mamandosela a un tipo casi en 10 años mayor que yo. De pronto el me dice:

A- Ya bonita, voy a terminar!

Me separe de él y note como su verga se hinchaba mucho y escupía unos pequeños chorros de semen no era mucho en comparación con otros hombres a los que también había hecho terminar mamandoles la verga, pero lo había logrado, cuando terminó de escupir semen, tome su verga de nuevo y le plante un pequeño piquito en la punta, el me levanto de los hombros y me dijo:

 A- Gracias Paulina, espero que lo hayas disfrutado tanto como yo.

Como respuesta una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro, lo besé tiernamente, y prolongamos ese beso lo más que pudimos, me separé de él y le dije:

P- Adiós y gracias!

Entonces me di la vuelta y caminé despacio para la salida del parque, apretando mis piernas, sintiendo mi pequeña verguita rozandose con mis muslos, me abrace a mí misma porque sentí un rico escalofrío que acaricio mi cuerpo, antes de llegar a la entrada mire para atrás nuevamente a donde estaba el y me sonrió, mi sonrisa se acentuó aún más y le mande un piquito bien dibujado con mis labios, llegue a mi casa, me metí a mi cuarto, me desvestí, me desmaquille y me quede dormida.

En días posteriores, me encontraba muy emocionada por mi primera salida y mi buena suerte. La emoción de mi primera noche en la calle, aún embriagaba mis emociones, varias noches la recreaba en mi imaginación o si tenía suerte, la soñaba con un sinfín de variaciones, lo que hacía que deseara repetirlo, pero me daba miedo. Me gustaba pensar que por mi buena suerte "mi hombre" no se había percatado de que Paulina no era una niña biológica, pero si todo había sido suerte, podía no repetirse y con eso yo podría pagar un precio muy alto, de menos una golpiza, obviamente no estoy manca y no me iba a dejar, pero a diferencia de Angel yo era muy débilucha y no tendría la más mínima oportunidad contra el, además no era eso lo que quería lograr con el y eso me tenía angustiada.

Mientras pensaba que hacer, también tenía que preocuparme en tomar prestada más ropa para poder vestir a Paulina de nuevo, pues no podía  usar la misma vestimenta que en esa ocasión, por lo que en la primer oportunidad que tuve, busqué en el ropero de mi hermana algo que usar, para poder cautivar a mi hombre, pude hacerme con un vestido primaveral en colores negro, blanco y amarillo, en esa época esos vestidos estaban de moda, en la parte superior la tela tenía un resorte plisado internamente que cubría todo lo ancho del pecho y unos tirantes para que no se bajara, tenía un pequeño cinturón en color café, para ajustarlo a la cintura y la parte baja era de amplio vuelo, la tela era de flores muy coquetas. También me había podido comprar un nuevo y hermoso conjunto de ropa interior en color rojo y encaje negro, era una tanga cachetero y un bra push up de media copa con relleno, me encanto!

 Tenía que elegir nuevamente un día, en el que tuviera la misma oportunidad de salir a altas horas de la noche, para que todos estuvieran dormidos, de preferencia todo igual a la vez anterior, por suerte mía, ese viernes mis padres acudirían a una cena de la empresa de mi padre, lo que yo sabia que significaba que ellos llegarían hasta el otro día, y mi hermana por ser viernes y sabiendo que nuestros padres no estarían, aprovecharía la oportunidad para irse con su novio, por lo que al menos para mí arreglo tendría la casa para mi solita. Así que ese día en la noche, cuando me aseguré de que todos se habían ido, me fui a mi cuarto y busqué mis cosas en mi escondite, las saque, las extendí sobre mi cama, me desnudé, y me bañe con calma, muy emocionada, al salir del baño me senté en mi cama para comenzar a vestir a Paulina. Cómo era mi costumbre en aquellos tiempos, siempre usaba unas pantimedias de compresión alta en color natural debajo de toda mi demás vestimenta de niña, fue uno de los primeros trucos travestis que yo utilizaba y básicamente lo hacía para estilizar más mi figura y compactar más mi zona masculina, ya que aunque mi verga era en verdad muy pequeña, prefería hacer uso de este truco debajo de toda mi ropa, así que comencé a enrollarlas para deslizarlas en mis piernas, adoro esa indescriptible sensación de acariciar con esa delicada prenda mis piernas, me enloquece sentir la caricia de tan suave y femenina prenda que poco a poco cubre mis pies, mis pantorrillas hasta mis rodillas, el ponerme de pie y seguir subiéndolas por mis muslos, hasta mi entrepierna esconder mi pequeño pene entre mis piernas y aprisionarlo al subirme las pantimedias que poco a poco cubren mi vientre, mis caderas, mi trasero hasta que cubren mi cintura, encima de este primer juego de pantimedias me pongo mi cachetero, el cual me ajusto un poco más de la cuenta en la zona en donde oculto mi diminuta verga, y encima de estas prendas me colocaba otro juego más de pantimedias, de un tono más obscuro que el primero, que se encargaba por completo de esconder lo que no era necesario, dar una vista a mi zona perineal totalmente femenina y acomodar mis ya muy femeninas formas, enseguida me coloco el brá push up, procurando juntar mis bubis para formarme un efecto de un pequeño pero abultado busto, después procedo a maquillarme, para esa edad, como ya comenté, ya tenía cierto tiempo vistiéndome de mujer, por lo que el maquillaje para mí ya era algo totalmente dominado, y para esa noche quería verme espectacular, por lo que aplique maquillaje líquido en tono canela claro, y encima utilice un poco de polvo traslúcido, para sellar mis poros y dar la impresión de tener una piel sedosa, un poco de sombra en tonos obscuros en mis ojos, también delineó la parte superior de mis ojos con una larga línea que dibujo sobre mi párpado, y me da una apariencia felina, gruesas capas de rímel sobre mis ya muy largas pestañas me regalan volumen y una mirada muy seductora, una capa generosa de brillo lipstick color rosa en mis labios complementa mi apariencia, me miró en mi espejo y lucia hermosa, me emociona mucho el resultado final de apariencia, pues además de lucir seductora y femenina, también logre dar la apariencia de un poco más de edad.

Ahora era momento de vestir a la princesa, me coloqué el vestido que puse de abajo para arriba, para cuidar mi maquillaje, coloque con cuidado los tirantes de este por encima de los tirantes de mi brasier, acomode mi busto a modo de que sobresaliera y se mirara más voluminoso y coqueto, ajuste el pequeño cinturón sin exagerar para estilizarlo a mi cintura, y para restarle algunos centímetros al largo de este mismo, de modo que a lo largo me llegaba unos 5 cm por arriba de mis rodillas, como a medio muslo, bastante corto pero en verdad quería cautivar a este hombre, me calze en unas zapatillas amarillas de tacón de 8 cm no tan alto, pero que al igual que las plataformas de la vez pasada tenían correa de pulsera que se sujetaba a mi tobillo, un poco de perfume de mi madre, que para esa ocasión si no mal recuerdo fue 360• de Perry Ellis, unos aretes de broche en forma de corazón que también iba a estrenar, mi cadenita con dije también de corazón, pulseras y anillos, me coloqué mi clásica peluca color castaño de rizos, la cepille pues en esta ocasión planeaba hacerme una trenza y una vez peinada me coloqué una linda diadema color amarillo con negro que combinaba con mi vestido. Me mire al espejo del ropero, Woow, qué linda estaba. Tan contenta estaba con el resultado que lancé un beso a la imagen que el espejo reflejaba y me desee suerte a mí misma.

Miró el reloj y es casi la 1 AM, hora de liberar a Pau, por lo que tomo mis llaves, y las coloco en la pequeña bolsita que había tomado de mi madre con un poco de dinero y algunas cosas que se pudieran ofrecer (mentas, lipstick, maquillaje, rímel, kleenex, un espejito y por si se requería, una navajita, una nunca sabe). salí al patio, esperé un momento para percibir si alguien pudiera estar despierto o alguien pasando en la calle y cuando decidí que era el momento, abrí la puerta y salí. Por fin Paulina salía nuevamente a la calle.

Lentamente caminé toda la calle hasta la avenida y di la vuelta para caminar las 4 calles que me separaban de la base de combis donde trabajaba mi niño, casi contaba los pasos, me excitaba escuchar el sonido de mi taconeo al caminar por la banqueta, podía percatarme que prácticamente era el único sonido que existía a esa hora de la noche.

Con los años aprendí un truco para andar en tacones, y era que juntando los muslos, en una línea recta podía hacer mis pasos mas cortos y por lo tanto más femeninos y si se puede decir, un poco más sensuales sin caer en un contoneo exagerado que llegan a adoptar muchas de nosotras.

Cuando llegué a la base mi niño no estaba, así que me propuse a esperarlo, así que me senté en las banquitas de la base que instalan para que las personas esperen, mientras tanto, el despachador no me quitaba la vista de encima, de hecho más que a mí en lo general, a mis piernas en particular, ya que si de por sí el vestido me llegaba arriba de la rodilla estando de pie, estando sentada se me iba muy por arriba de la mitad de mis muslos, yo disimulada hacía como que no me daba cuenta, pues sin querer, esto me ayudaba a modo de prueba, pues significaba que era agradable para el sexo masculino, de pronto me dice:

D- Señorita linda, la combi en turno ya está lista para salir.

Y abrió la puerta del pasajero, junto al chofer, que esta vez era un Sr. más grande que mi amor y si puedo ser honesta, nada feo, pero yo le dije:

P- Es que estoy esperando a alguien, no me voy en esta, gracias!

Entonces el despachador le dijo al chofer:

D- Lastima mi cuate, te la perdiste.

El cerró la puerta que previamente me había abierto y la combi partió. Yo mientras tanto seguía sentada en la banquita esperando, no me daban ganas de cruzar las piernas, pues si así como estaba, le regalaba a cualquier mirón una gran vista, si cruzaba las piernas podía incluso ya verme como muy ofrecida, así que me abstuve de hacerlo y sólo me senté “de ladito” cruzando mis tobillos para que mis piernas estuvieran bien pegaditas, como que no queriendo, el despachador se acercó a mí con la intención de hacerme la plática, pero en esos momentos llegó mi niño, apenas me vio y se le dibujó una pícara sonrisa, yo me hice la que no lo vi mientras el despachador me decía algo, que obviamente no le puse atención por lo que me disculpé y le pedí:

P- Disculpa, no te escuche que me preguntaste?

Y el repitió:

D- Por qué tan solita mamacita?

Yo sonreí por su piropo y le respondí:

P- Es que estoy esperando a alguien.

Entonces él se sentó a mi lado y me dijo:

D- Bueno, pues yo te voy a hacer compañía para que ningún malora te falte al respeto, porque eres muy guapa, y no faltará quien lo intente.

P- Vaya! Que lindo! Muchas gracias!

Sin embargo, más que nada yo trataba de que mi niño no pensara que estaba en la base solamente por él, así que seguí platicando con el despachador de cosas sin sentido, en eso mi niño llegó por la parte de atrás y me tapó los ojos con las manos, yo tomé sus manos y haciéndome la tonta pregunté lo primero que se me vino a la mente:

P- Eres tu Daniel?

El lo negó con el clásico sonido gutural y yo comencé a decir nombres a lo tonto y el negaba de la misma manera, hasta que fingiendo disgusto le dije:

P- Entonces quién eres?

Mi niño se acercó a mi oído y me dijo suavemente:

A- No te enojes bonita, soy tu ángel de la guarda.

Y el me besó la oreja al tiempo que poco a poco retiraba sus manos de mis ojos, las mismas que yo aún tenía sujetas con las mías, las dejó arriba de mis pechos, justo en la parte que el vestido dejaba descubierta mi piel, yo voltee lentamente hasta que pude contemplar su cara y fingiendo enojo me puse de pie diciéndole:

P- Ah, eres tú!

Y le di la espalda, a lo que comentó:

A- Qué, tan mal recuerdo tienes de mí, la pasaste tan mal conmigo?

Yo con mueca de falso disgusto le dije:

P- No, pero es algo que jamás sucederá de nuevo, además estoy esperando a mi novio que no tarda en llegar, así que no me molestes.

La verdad me arrepentí de haber dicho esto ya que me arriesgaba a que en verdad se fuera y me dejara sola; pero afortunadamente no fue así, él dijo:

A- Ah! Conque tengo socio, mira, no lo sabía Paulina, por eso vienes tan guapa? Yo respondí:

P- No, no tienes socio y no vengo guapa!!

A- Cómo?, entonces yo soy el efectivo y no te has visto al espejo?

Yo me di la vuelta y dándole un ligero manazo en el brazo le dije:

P- Menso, tú no eres nada mío, además me llevas como 10 años!!

El pícaramente sonrió y dijo:

A- Qué importa?, al fin y al cabo en la cama uno se empareja!!

Y soltó una carcajada junto al despachador, yo me hice la ofendida y me alejé unos pasos de ellos, mi niño caminó hacia mí, me tomó de la mano y me dijo:

P- No te enojes Paulina, es solo cotorreo, a ver una sonrisita, una sonrisita!

Y él me hizo reír.

A- Ves? Que linda niña!!

Después me llevó a su combi así, tomados de la mano, abrió la puerta de su lado sobretodo para evitar que los mirones vieran su siguiente acción, el de pronto me abraza y repega su cuerpo al mío sus manos capturaran mis nalgotas y sus labios comenzaron a besar mis hombros, oh cielos, qué cosa más rica! Logró que mi piel se pusiera “chinita, chinita” y me provocó un sutil gemido, yo más a fuerza que de ganas traté de separarlo de mi empujándole por el pecho diciéndole:

P- Que te pasa? Déjame!  Ellos nos estan viendo.

A- No importa Paulina, al cabo “el chore” aguanta (refiriéndose al despachador), además ya se va, ya acabó su turno y se tiene que ir porque le pegan en su casa.

Y el soltó una carcajada burlona, para el pobre despachador, yo me separé de la combi, pero mi vestido se atoró y se levantó dejándome en una posición incómoda, mostrando las piernas y parte de mi cachetero, no sabía si se me había visto “algo de más” por lo que me asusté, yo me “enojé” con él y lo empujé echándole la culpa de esto, reclamándole y fingiendo que comenzaba a llorar cubriéndome la cara con las manos, el se acercó, me abrazó y delicadamente desatoró mi vestido bajándolo, cariñosamente lo alisó y me repegó a su pecho donde refugié mi cara, me abracé a él y el comenzó a acariciar mi cabello con el clásico:

A- Shhh, shhh, ya Paulina, no pasa nada, ya.

Y me besaba tiernamente en la cabeza. Esos detalles tan tiernos me volvían loca. Despegué un poco mi cara de su pecho y vi que el rímel se me había corrido y había manchado su camisa, me disculpé con él y me dijo que no importaba.

Entonces le dije:

P- Me puedes dejar sola 2 minutos por favor? Quiero arreglarme, porque no quiero que me veas fea, me dejas usar la luz de tu camioneta para retocarme?

En respuesta, abrió la puerta trasera de los pasajeros, el me tomó de la mano, para ayudarme a subir, me dijo que esperara un momento, cerró la puerta y se dirigió de nuevo a los controles del chofer para prenderme la luz interior, se lo agradecí y me senté en la banca de atrás, abrí mi bolso y retoqué el rímel que se me había

corrido, también aproveché para revisar que mi pequeña verguita no se hubiera salido de su lugar, eso siempre me ha aterrorizado, pero no, cómo ya les había comentado, tengo la suerte de tenerla chiquita y normalmente no tengo erección así que todo estaba en su lugar, me acomodé mis medias y el cachetero, y me comí una mentita, y en ese momento me di cuenta que mi Angel se estaba acercando, me quise apurar más a acomodarme las medias y a bajarme el vestido, cuando el abrió la puerta y me alcanzó a ver con el vestido aún recogido, se quedó perplejo por el buen espectáculo que le di y no apartaba su vista de mis piernas, yo nerviosa me apure a terminar mi arreglo, me ruboricé muchísimo, sentí que me hervía la cara, el se acercó a mi hincado en el piso de su camioneta, posó sus labios a mis rodillas y comenzó a besármelas, yo sólo atiné a apretar las piernas y a acariciar sus cabellos mientras él lentamente subía sus manos desde mis pantorrillas, en una caricia muy suave, delicada, apenas el roce de la punta de sus dedos, gemidos ahogados escapaban desde lo más profundo de mis entrañas, comenzó subir con sus besos sobre mis muslos lentamente lo mismo que las caricias de sus manos que ya se apoderaban de mis femeninas nalgas y me estaban poniendo muy cachonda, yo protestaba inútilmente porque mientras le decía que parara, que no siguiera, mis manos seguían acariciando sus cabellos y mi cabeza estaba echada hacia atrás, mantenía mis ojos bien cerrados, pero el hábilmente con caricias y besos logró desarmarme al punto de que logró abrir mis piernas, mi primera reacción fue llevarme las manos a mi entrepierna, sin embargo fue inútil, pues su cabeza estaba demasiado cerca de mi zona íntima, por lo que intenté safarme por el miedo a su reacción, sin embargo, algo sorprendente sucedió, cuando yo esperaba una mala respuesta de el para conmigo, sucedió todo lo contrario y el me dijo de una forma muy tierna:

A- Descuida bebe, se bien lo que eres, no me molesta, al contrario, siempre me han gustado las niñas como tu, así que no te quites, déjame disfrutarte.

Obviamente sus palabras me tomaron por sorpresa y me tranquilizaron, esto termino por derribar cualquier tipo defensa que aún había en mi, por lo que seguí disfrutando y gozando lo que más podía de las caricias de este hombre que ya había aceptado mi situación, por tal motivo abrí mis piernas todo lo que pude y el se hundió entre ellas, y cuando su lengua comenzó a lamer mis muslos, mordía la piel de mis piernas por encima de mis medias, y me regalaba pequeños besitos justo encima de mi zona íntima, lo cual me enloquecía, pues mis gemidos ya eran más que evidentes, sus manos seguían subiendo pero ya por debajo de mi vestido y su lengua me recorría completita muy descaradamente desde mis pantorrillas hasta dónde su imaginación le permitían, comenzaba a revolverme inquieta en el asiento, sus manos se entretenian acariciando mis nalgotas, y subían para buscar mis pechos, cuando los encontro, quiso jugar con mis pezones que para ese momento estaban durisimos, sin embargo la fina tela de mi vestido le estorbaba, por lo que me ordenó sacarme los tirantes de este, yo obedecí sin resongar, pues el placer que este hombre me estaba regalando era supremo, ya sin los tirantes de por medio, prácticamente solo tiro para abajo del vestido y la parte plisada de este cedió sin mayor resistencia, por lo que con todo el camino libre hacia ellos se apoderó de mis hinchados pezones, y los sobaba con extrema maestría, entonces lo hizo, me dio una mordida en mi pequeña verguita sobre la tela de mis medias, yo brinque del asiento poniéndome de pie en el estrecho pasillo de la combi y con eso, mi niño salió volando hasta el asiento que estaba enfrente y casi sin aliento le dije:

P- Ya corazón, ya para, no podemos seguir, soy virgen y lo seguiré siendo aunque me muera de ganas, además ya dimos mucho espectáculo.

Esto se lo dije mientras con la cabeza le señalaba al “chori” el despachador y a un curioso que llegó a la hora para contemplar el espectáculo. El se molesto por esto con ellos y les grito:

A- Qué ven pinches morbosos!

Esto a mi me dio mucha risa pero el chori y el curioso se voltearon y se retiraron, aproveché el momento para componer mis ropas lo mejor que pude e intenté bajarme de la combi, pero el me tomó del brazo e intentó jalarme hacia él, yo me resistí y con la mirada le dije ¡Ya!, pero el sonrió y me dijo:

A- Es que se desabrocharon tus zapatillas, y no te acomodaste bien el vestido.

Entonces, acomode mi vestido y el se arrodilló y tomo el broche de la pulsera que rodeaba mi tobillo, buscó el otro extremo y trató torpemente de abrochármela, me dio risa y le dije:

P- Haber.. yo lo hago.

Me senté en la banca que previamente había sido testigo del mejor faje que un hombre me había dado, me abroche la pulsera de la zapatilla que se había sacado, ajuste la del otro pie y con malicia subí mi vestido para mostrarle ambas piernas y le dije:

P- Así están bien?

El solo afirmó con la cabeza, me tomó de las manos, bajó de la camioneta y me ayudó a bajar, esos detalles en verdad me conquistaron.

Me quise despedir de él con el pretexto de que según estaba esperando a mi novio y éste no debería tardar en llegar, le dije:

P- Por favor compórtate, no me metas en problemas, además, piensa un poquito en mi, en el “qué dirán” después del espectáculo que dimos, y en el respeto que voy perder, ya que a veces soy usuaria de la ruta y, además, tu nunca me has dicho tu nombre y así (le dije en son de broma) no se a quién le voy a decir a mis padres que tenía que golpear por violar a su inocente hija.

El se rió, me tomó de las manos y con una tierna mirada dijo:

A- Ángel, yo soy Ángel, Paulina, ya te había dicho cuando llegué, Tú Ángel guardián y no permitiré que nadie te falte al respeto, ok?

Yo me acerqué a él, le besé los labios y le dije:

P- Pues mucho gusto Ángel, a mis piernas y a mí nos encantó conocerte.

Dicho esto, al mismo tiempo soltamos la carcajada. Una vez que los ánimos bajaron su temperatura me dijo:

A- Sabes? Estoy apunto de salir a ruta, me gustaría mucho que me acompañaras en esta vuelta, a lo mejor tu novio aún esta en el metro y allá lo recogemos.

Quise pretextarme diciendo:

P- A lo mejor el ya viene en camino.

Pero el rápidamente dijo:

A- Sabes bien que todavía no, anda, no seas mala, sólo platicaremos en el camino para conocernos mejor y te juro que si llega "tu novio", yo haré que no te conozco aunque me muera de celos, si?

No me quedó más remedio que aceptar, aunque la verdad es que tampoco tuviera que haber insistido mucho más, pues a mí me encantaba estar con el, así que me llevó de la mano y mañosamente abrió la puerta de su lado y me indicó que subiera, yo hice un gesto de disgusto al tiempo que comenzaba a pretender dar la vuelta cuando me detiene y me dice:

A- Anda,  sube por aquí.

P- No quiero!

Por respuesta me estrello su mano en mi nalga derecha y me dice:

A- Por no obedecerme! Anda sube!

P- Hay! Está bien!

Esa fue la primera vez que un hombre me nalgueo, y allí descubrí el placer que significaba para mí este acto, el hecho de que un hombre, me nalguee no me ofende, ni mucho menos me enfada, al contrario, es hasta excitante para mi, pues si alguien más se percata de esto, para mí significa como que mi hombre está marcando su territorio frente a los demás. Una vez que accedí a obedecerlo, el sutilmente tomándome del brazo me acercó a la puerta y comenzó a ayudarme a subir, cuando comencé a hacerlo, me di cuenta de su intención de contemplar mis piernas y mis nalgas mientras subía y me acomodaba, así que fingiendo inocencia y dificultad para subir, dejé que mi vestido se subiera y le mostrara lo que el quería ver, me acomodé en el asiento, el subió, dio marcha a la combi, la acercó para que subieran las 2 personas que esperaban la salida y para mi sorpresa, también el chori se subió, solo que en lugar de subir a la parte de atrás, abrió la puerta de mi lado y se subió, dejándome a mí en medio de los dos, esto me incomodó bastante pero no dije nada, mi Angel al ver mi incomodidad, me explicó:

A- Descuida bonita, sólo le daremos “aventón” unas calles adelante para que llegue a su casa.

P- Oh, está bien.

Así salimos de la base. El chori, comenzó a hacer plática y me pregunto:

DC- Cuál es tu nombre linda señorita?

Pero antes de que yo le contestara, mi amor se adelantó y le respondió:

A- El nombre de mi novia es Paulina, Paulina de Ochoa.

(Yo Imagino que ese era su apellido), el chori sonrió y preguntó:

DC- Pues cuántos años tienes Paulina? Estás muy bebé para andar con este cabrón.

A mí me dio risa su comentario, y al mismo tiempo mi amor trató de golpearlo, al tiempo que decía:

A- Yo no estoy viejo, todavía estoy chavo apenas pasó de los 20.

A lo que el chori de malora le contesta:

DC- No seas mentiroso, si ya tienes la “peseta” maestro y Paulina seguro que aún es menor de edad, agradéceme que te cuido que no te claven en el bote, - E insistió: - Cuántos tienes Paulina?

P- Tengo 18 -respondí un tanto apenada.

DC- Ves maestro? La verdad Paulina, si te ves bien chavita, yo te calculaba 15 o 16, aunque te maquilles, la cara de niña no se te quita, pero la verdad, sin ofender, te ves bien rica y te vistes muy bien, paras el tráfico en las esquinas.

Yo me sonroje y agradecí sus comentarios, mi niño detuvo la combi e inclinándose encima de mi comenzó a manotear al chori y le dijo:

A- Ya estuvo maestro, ese es mi pedo, además ya llegamos a tu casa cabrón!

Terminando de decir esto se enderezó, se disculpó conmigo por pelear sobre mi y le dijo otra vez al chori:

A- Ya bájate wey, antes que salgan a pegarte...

El chori, abrió la puerta y antes de irse me robó un beso de despedida al tiempo que decía:

DC- Mucho gusto Paulina, y cuídate de éste galán que no te conviene.

Y rápidamente se bajó y cerró la puerta para evitar que mi niño le golpeara de nuevo.

Seguimos la ruta y llegamos a la base dónde había 2 combis más que estaban formadas, el hizo fila un poco separado de los demás, (más bien, bastante separado de el resto), apagó la camioneta, se sentó de lado y prendió un cigarro, me ofreció fumar pero yo lo rechacé al tiempo que abría mi bolsa y sacaba una menta para mí y otra para él, la cual yo misma metí a su boca, momento en que aprovechó para besar mis dedos y sostener mis manos, yo cerré mis piernas cruzándolas por los pies con la intención de que mi vestido se subiera un poco más de lo debido y le regalará una buena vista, pues dejaba un poco al descubierto mi pierna izquierda al sentarme de esa manera, no me había equivocado, llame su atención, pues posó su mano en mi pierna, sin decir palabra alguna solo contemplaba mi rostro haciéndome sentir apenada, sentía como la cara me hervía, no le pude sostener la mirada y bajé mi rostro, con voz muy baja comenzó a interrogarme:

A- Paulina, te puedo hacer una pregunta?

Yo ni siquiera respondí y preguntó:

A- Por qué vistes de mujer? Que te gusta de esto?

P- Mira corazón, no sabría responderte bien a eso, simplemente me gusta, me siento bien así, me encanta usar medias y por eso mismo, vestido ¿Qué más te digo Ángel? Me gusta y me siento sexy.

A- Pero estás muy chavita. Qué te dicen tus papás?

P- Pues nada, porque ellos aún no lo saben. Y cuando lo sepan, no podrán decir nada, porque no es nada malo.

A- Pues no, pero… ¿Cómo es que todavía eres virgen? si la verdad, sin ofender, así vestida a gritos pides ser cogida.

Su comentario me tomó por sorpresa e indignada me enderecé y me senté bien alejándome un poco de él, me acomodé el vestido y crucé mis brazos en mi pecho volteando mi cara viendo para el otro lado.

El se deslizó por el asiento acercándose a mí, me besó en mi hombro y me dijo:

A- Lo siento, no te quiero ofender, pero estás bien rica, y me gustas mucho.

Yo moví mi hombro en el clásico gesto femenino de rechazo y le di un poco más la espalda, mi niño insistió con sus disculpas, cruzo sus manos por debajo de mis brazos y tomo mis bubis por encima de mi ropa y comenzó a besarme la nuca, de inmediato se me puso chinita la piel y nuevamente estaba doblegada a sus besos y sus caricias, siguió besando mi cuello muy rico, sus manos encontraron mis erectos pezones y los acariciaban con maestría, y podía sentir su aliento soplándome en la oreja, su respiración que se comenzaba a agitar y la mía comenzaba a entrecortarse provocando nuevos gemidos, no sé cuánto tiempo disfruté de sus besos en las partes en que mi vestido dejaba mi piel desnuda, mis hombros, mi espalda, mi nuca, mi cuello, mis orejas, todo lo que a su paso sus labios encontraban, voltee mi cara hacia él reclamando sus besos que pronto llegaron a mí, sus labios se posaron en los míos, con sus característicos besos tan suaves y tiernos, con ansias fui yo quien buscó que estos se hicieran más apasionados y su lengua inmediatamente buscó la mía, sus varoniles manos ya se encontraban nuevamente por debajo del pliegue elástico de mi vestido, y sobaban de una forma deliciosa mis rígidos y grandes pezones, muy despacio me fui girando para acomodarme mejor, el me soltó para dejarme hacerlo y apenas estuve acomodada frente a él, me tomó nuevamente entre sus brazos y sus labios poseyeron los míos, besos apasionados, mis manos comenzaron a hurgar entre sus piernas y encontraron lo que buscaban, mi amor tenía una soberbia erección que exigía ser atendida, y yo me moría por tener ese durísimo trozo de carne masculina en mi boca, por lo que lentamente me fui deslizando al piso hasta quedar arrodillada frente a él, y cuando comprendió lo que pretendía hacer, se acomodo en el asiento subiendo una de sus masculinas y peludas piernas a la banca, facilitándome mi tarea y entregándose por completo a mis femeninos deseos, yo recargue mi cara a su miembro por encima de su pantalón, sin apartar mis ojos de los suyos, que contemplaban atentos lo que yo hacía, mis traviesas manos se encargaron de desabrochar su cinturón, el botón de su pantalón y de bajarle el cierre, gracias a la experiencia que previamente ya tenía, sin mucho trabajo lo conseguí, metí mi mano por debajo de su bóxer y encontré lo que ansiosamente buscaba, liberé de su encierro a su durísima y grande verga y me quedé contemplándola, estaba brillosita porque estaba ya empapada en su delicioso líquido preseminal, totalmente erecta, palpitante, una prominente vena recorría toda su extensión desde la base y se perdía centímetros antes de llegar a su punta, acerqué mi cara a ese exquisito trozo de carne y con mi lengua comencé a recolectar todo el delicioso néctar que tan generosamente me regalaba, apenas mi lengua tocó su pene y un delicioso gemido de placer salió de su boca al tiempo que decía:

A- Ay, Paulina, que rico mami, cómetela toda mi amor!

Yo no planeaba hacerme del rogar así que abrí mi boca, pero cuando estaba a punto de metérmela a la boca me detuve y sólo le besé la puntita, sólo su “ojito” que no dejaba de obsequiarme tan delicioso néctar, el suspiraba e intentaba embestir mi boca, pero juguetonamente yo me resistía, tomé su pene en mi mano apenas la punta y comencé a masturbarlo al tiempo en que mi lengua comenzaba a lamer ese troco a todo lo largo, despacio, muy despacio, disfrutando cada centímetro por arriba y por abajo, el se levantó un poco del asiento y se bajó el pantalón, permitiéndome con esto poder lamer también sus huevotes, la verdad me parecieron enormes, delicadamente besé primero uno y luego el otro mientras que, ahora a 2 manos, masturbaba su inmensa vergota, mis labios no dejaban de besar su riquísimo par de huevos, que me tenían como loca, pues parecían como de un toro, hasta que él me tomó la cabeza guiándome para que me dedicara nuevamente a mamar su gordo atributo masculino, entendiendo sus deseos y sin dejar de masturbarlo juntando un poco más mis manos, dejé libre toda la cabezota para que mis labios le continuarán brindando mis mejores chupetones, esto lo enloqueció, comenzó a embestir mi boca obligándome a tragar cada vez más y más su larga y erecta verga, retiré una de mis manos y con la otra le sujetaba firmemente la base mientras mi boca se atragantaba con lo demás, yo succionaba y succionaba a cada embestida, tratando de apretar su pene entre mi lengua y el paladar para darle el mayor placer a mi hombre, el disfrutaba mucho, sus gemidos así me lo hacían saber lo mismo que sus manos que guiaban mi cabeza, succionaba con tanta fuerza que las mejillas comenzaban a dolerme, por lo que traté de bajar el ritmo, haciéndolo más lento, dejé de acompañar a sus embestidas con mi cabeza y sólo deslizaba por mi boca ese delicioso trozo de carne que no dejaba de recompensarme con ese néctar que me enloquece, su verga hinchadisima comenzó a escapárseme de los labios y hacía ese “plop” que tan rico se escucha y luego buscaba mis labios otra vez, yo lo chupaba y al salir un nuevo “plop”, entraba y “plop”, “plop”, “plop”, una y otra vez, mi hombre ya no gemía, ahora gruñía del placer que le estaba dando, ladee mi cabeza y su verga ahora estaba atravesada entre mis labios, que recorrían toda la larga extensión de esa vara de carne masculina, de arriba para abajo mientras que mi lengua lo mantenía húmedo, subía y bajaba, ladeaba mi cabeza y me lo metía en la boca y de nuevo “plop”, “plop”, “plop”, una y otra vez en ese mete y saca delicioso, yo ya estaba más que empapada, podía sentir como me escurría por la entrepierna como jamás lo había hecho, “plop”, “plop”, “plop” seguíamos, yo trataba de hacerlo venir, aunque con ello, tener que recibirlo en mi boca, cosa que para nada me resultaba agradable, pero era mejor a que intentara querer cogerme, pues para mí su verga lucia inmensa, y me daba miedo, ya había mamado muchas vergas antes, presumía a mis 18 años de una buena reputación como mamadora, así que me afané tragándome su vergota y aumentando el ritmo con mi mano, sin embargo, en un momento dado, me detuvo de mi ardua tarea, e intentó levantarme al tiempo que me decía:

A- Ya mi amor, te la quiero meter, te la quiero meter!

Sus intenciones provocaron pánico en mi, así que le respondí con mi estudiado pretexto:

P- No papito, no quiero perder mi quinto todavía, por favor entiéndeme y respétame eso, no me siento lista.

Pero el insistió con el clásico:

A- Anda bonita, nomás la puntita para venirme.

A lo que yo me negué de nuevo respondiéndole:

P- Nooooo.... tu la tienes muy grande, no me siento lista para este paso, por favor entiendeme.

Pero el no planeaba darse por vencido tan fácilmente, por lo que nuevamente me dijo:

A- Anda Paulina, mira como me tienes, déjame hacerte mujer y no te vas a arrepentir.

Yo negué con la cabeza me agaché nuevamente y comencé a besárselo, masturbarlo y al tiempo que entre “plop” y “plop” le decía:

P- No te gustaría mejor terminar en mi boquita?

A- Sabes que si! Pero también me gustaría mucho hacerte mujer..

P- Mira, no te digo que no, pero tampoco quiero que mi primera vez sea en el asiento de una camioneta, me gustaría que fuera algo más lindo, más íntimo. No me agradó mucho dar ese espectáculo de hace rato en la base.

A- Ok, y si otro día te llevo a un lugar en donde estemos tú y yo solitos, me dejaras hacerte mujer?

P- Puede que si...

A- Como que puede que si? Acaso no te gusto?

P- Sabes que si! Obvio me encantaría perder mi virginidad contigo y que fueras tú quien me hiciera mujer.

Todo esto lo dijimos mientras yo seguía masturbando su grandísima verga, y fue entonces cuando me recordó:

A- Entonces, me vas a dar el gusto esta vez de poder terminar en tu boquita? Te los comerás?

P- Shiiii... lo haré! Termina cuando tú quieras papi!

Dicho esto último, reemplazó mi pequeña manita por la suya que era bastante más grande y comenzó a masturbarse a si mismo, yo permanecí de rodillas a la altura de tan riquísimo caramelo masculino, por momentos me intercalaba besando la punta de su verga y bajando a besarle sus gigantes huevos, entonces de repente me toma por la cabeza y me penetra mis labios con su dura espada masculina, y bufa:

A- Allí voy mamita! No desperdicies nada!

Por respuesta abrí más mi boca y me preparé para recibirlo, solo pude contar 2 inmensos chorros de su preciado néctar masculino, que se sintieron como lava hirviendo en mi garganta y luego algunas pequeñas descargas que le siguieron a las grandes, estas fueron las que me permitieron degustar su sabor, que para mi sorpresa, era delicioso! Nunca antes había disfrutado del semen como ese día, me encanto! Para ese momento, el hecho de permitir tal acto, fue para mí lo más femenino que pude recordar haber hecho, me sentí tan mujer, tan sensual, y por primera vez, tan puta. Estaba segura de una cosa, a partir de ese momento, Paulina iba a querer más! Mucho más!

Recuerdo haber permanecido de rodillas entre sus piernas, besando su verga y sus huevos y saboreando los últimos rastros del delicioso y preciado líquido con en que mi hombre me había premiado momentos antes, hasta que el perdió su dureza por completo, entonces me levante y ambos nos encargamos de recomponer nuestro aspecto, saque de mi pequeña bolsita mi maquillaje y opte solo por darme el toque femenino que me otorgaba el rímel y el brillo gloss, lo besé, me acomodé el vestido y le dije:

P- Nos vamos ya?

Por mayor respuesta me regalo otro beso de piquito y arrancó la camioneta, yo tomé de mi bolso otra menta y le di una a él, cargamos pasaje e hicimos la ruta de regreso, yo me abracé a mi niño colgada a su cuello, lo contemplaba y en mi interior me sentía enamorada de Ángel, quería ser su mujer, quería entregarme a él y perder mi virginidad con este hombre. Durante el trayecto el colocó una mano sobre mis piernas, e intercalaba sus caricias con las acciones que realizaba para meter los cambios. Sin darnos cuenta terminamos la ruta y cuando llegamos a la base, el prácticamente me empujó para separarme de él, no entendí el por qué de su brusquedad, pero no tardé mucho en hacerlo, al llegar a la base una mujer que ahí estaba se dirigía furiosa hacia nosotros, el frenó, apagó la camioneta y se bajó rápidamente, interceptó a la mujer que venía hacia mi abrazándola, no necesitaba entender más, llena de nervios me quedé petrificada mientras la mujer le gritaba a Ángel y me insultaba a mí, obviamente de puta y zorra resbalosa no me bajaba, hasta que Ángel me gritó:

A- Ya vete, luego te busco!

Yo aún tarde en reaccionar, como una zombi abrí la puerta caminé despacio, dirigiéndome a la mujer y con vergüenza le susurré:

P- Lo siento, en verdad yo no lo sabía.

Me solté a llorar y salí corriendo de ahí, humillada, con el corazón roto hasta que llegué a mi casa, en el patio me detuve para recobrar el aliento y controlar mi llanto, el cual no podía controlar porque mi corazón se había roto en mil pedazos.

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